domingo, 22 de marzo de 2015
De Corias a Cork
Cuando hablo con Pepe Morán sobre la mayor o menor actividad
de entradas que va teniendo el Blog, él
siempre dice que le queda cierto remordimiento como profesor pues, se culpa de que todos sus exalumnos, o
una gran mayoría, seamos tan ágrafos, reacios a escribir, con la cantidad de vivencias y anécdotas relacionadas
con el colegio, que podríamos contar por
escrito. Porque de forma oral sí que se producen y muchas. Basta ver cada vez que nos juntamos cómo salen a relucir
montones de historias nuevas que causan mucha gracia a todos: a propios y a
extraños; bien porque ya no las recordáramos, o porque
las ignorásemos. Yo le digo que no se
culpe de esto pues, tanto el centro como
el profesorado en general, ellos se limitaban a cumplir estrictamente el
programa que les exigía el ministerio.
Cierto es que muchos de los de nuestra época sí arrastramos
dos carencias muy importantes y me pongo
en primer lugar: la primera es la falta de dominio de otros idiomas y la segunda el miedo o pudor a hablar en público. Estas
dos barreras dice Morán que no las
tenemos superadas ni bien desarrollado el antídoto por falta de práctica desde los
primeros cursos del bachiller. Y creo que tiene toda la razón. Él dice que si
volviera para atrás, cada cierto tiempo exigiría a sus alumnos que cada uno
preparara un discurso sobre diferentes materias, incluso con tema libre, y que
lo expusiera ante sus compañeros, bien
en el aula durante la hora de clase o en
el refectorio durante las comidas.
También dice que otra cosa que exigiría
sería el obligar a leer determinadas
obras y que luego el alumno elaborase un
resumen sobre lo que había leído. La verdad es que eso sería estupendo y de
hecho recuerdo que alguna vez lo intentó. Concretamente, fue durante unas vacaciones de Navidad que puso esa tarea dándonos a cada alumno un libro con el fin de que lo leyéramos e
hiciéramos el resumen y comentarios pertinentes.
Llegado el 7 u 8 de enero, cuando ya nos reincorporamos a las clases,
nada más vernos en el claustro lo primero que nos preguntábamos era: ¿hiciste el resumen?, yo no, ¿y tú?, yo tampoco. Al oír
esto ya te quedabas un poco más tranquilo
por el principio de “mal de muchos…”. El caso es que todos estábamos temiendo
que llegase la hora de asistir a clase de Literatura porque ninguno había hecho
el trabajo. No recuerdo bien, pero creo que Morán no lo tomó como desobediencia
y fue bastante indulgente con nosotros,
ya que nos dio mayor plazo y lo dejó para más adelante. Referente a este
hecho cuenta Pepe de un exalumno suyo -muy
brillante según él- que se pasó aquellas
vacaciones en un calvario, sin poder disfrutar del permiso, preocupadísimo y muy nervioso, pensando solamente en el
dichoso resumen como tarea vacacional y
que pasados los Reyes no quería volver al
internado porque temía el tener que decir que no había sido capaz de hacer el
trabajo que le habían encomendado. Al final sus padres, a trancas y barrancas, le convencieron de que debía volver a Corias como correspondía y así lo hizo. Cómo
era lógico y natural no pasó nada de
nada; Si acaso, una suave regañina y
aceptar que había sido un poco “folgazán”.
En cuanto a los idiomas yo recuerdo que en el verano de
1965, el Padre Morán como profesor
nuestro de inglés, sí hizo un intento de llevarnos a Cork a Irlanda a un grupo de
alumnos que nos apuntamos voluntarios para trabajar lavando platos en una
cadena hotelera inglesa durante las mañanas y así por las tardes podíamos asistir a clase en una academia. La condición de Morán era que
nos separaría a todos, para que no
habláramos español entre nosotros y tan
solo nos juntaríamos en un punto neutral
una o dos veces en los dos meses que duraba la estancia, y tan solo para labores de coordinación.
La propuesta estaba bien pensada y era
estupenda. Recuerdo que nos apuntamos cuatro o cinco: Ángel, Balsera, Samuel no
lo sé con seguridad, alguno más y un servidor. El periodo solicitado era de dos meses. Una vez hecha la tramitación de la solicitud del contrato de trabajo
para los meses de julio y agosto, nos hicimos el pasaporte y permanecimos en
nuestras casas a la espera de la llegada del contrato laboral que no llegó. Nuestro gozo en un pozo. Con lo cual, nuestras buenas intenciones de aprender inglés,
en su sitio y con gente nativa, se quedaron en agua de borrajas.
El verano pasó y en octubre como de costumbre comenzamos el curso séptimo, el último curso para nosotros. A los
pocos días de iniciadas las clases nos entregaron una carta personal a cada
solicitante, la mía es la que encabeza esta entrada, procedente de la cadena hotelera londinense
donde se nos comunicaba que lo sentían pero que no había sido posible
encontrarnos trabajo para el periodo solicitado y que si lo deseábamos lo
volviéramos a intentar para el siguiente verano. Tal que, aquí se vieron
frustrados todos nuestros buenos intentos de aprender
a pronunciar Shakespeare como es
debido, teniendo que conformarnos y apañarnos durante la vida laboral con los escasos conocimientos que
adquirimos en los cursos anteriores, gracias
al Método Assimil. Sí, aquel de la frase famosa que se utiliza como mofa cuando no
se sabe pronunciar adecuadamente: “My tailor is rich”. A este método también se le decía: El inglés sin esfuerzo.
Pero eso no era cierto del todo: Sin esfuerzo no
hay nada en la vida.
En las promociones posteriores a la mía, sé que se llevó a
cabo con éxito esta oferta de poder ir grupos de alumnos
durante los veranos al país de la libra y la pulgada a estudiar inglés, bajo el control y dirección del reverendo Padre Morán entonces, hoy Pepe Morán.
B. G. G. bloguero “Prior”
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12 comentarios:
Ayer estuvimos en casa haciendo zafarrancho general de papeles y entre los antiguos pasaportes, encontré el primero que tuve y que se hizo en Oviedo para poder viajar a Cork. Al abrirlo he visto la carta que nos habían remitido como denegación del contrato laboral para ejercer de friegaplatos. Me hizo ilusión y de ahí salió esta entrada pues, la dichosa carta la había echado de menos varias veces pero después de 50 años cómo para saber dónde la había puesto. Aunque tirar, sabía que no la había tirado. Seguro que algunos de mis compañeros de intento de aventura se acuerdan de ella…?
Loa años van pasando y, con ellos, las neuronas se van atrofiando.
No recuerdo nada de este detalle que cuenta Galán y no me veo en la lista que él apunta para ir a Irlanda.
Nuestra promoción tuvo la mala suerte de cabalgar entre dos modalidades de bachiller y por tanto dos idiomas extranjeros distintos:Francés e Inglés.
El último de Inglés fue catastrófico.
La clase se impartía en la recreación, con Fr.José, y no se daba comienzo hasta que no terminaba la serie de la tele, que creo que era El Virginiano o algo parecido.
Si los cinco años fueran para un sólo idioma, posiblemente nuestros conocimientos fueran, mas o menos, aceptables, pero al repartirse en dos , ni el uno ni el otro.
Estoy totalmente de acuerdo, con Morán, que había una gran falta de comunicación. Cuando digo comunicación, me refiero a: debatir,dialogar,comentar y sobretodo a hablar en público, algo muy importante para los que desempeñen un trabajo en ventanilla o similar.
En la empresa que trabajé, durante 35 años, nos daban cursillos sobre este tema y hacíamos ensayos, frente a los compañeros, para analizar fallos y corregirlos.
En Corias, recuerdo que se había intentado formar un grupo para comentar las películas y debatir sobre el argumento, la interpretación y otros espectos interesantes, pero no duró mucho.
Carmelo logró permiso para llevarnos a Cangas, en horas extra, a ver películas que él consideraba de interés como: Tercer Hombre, Yo confieso y otras que ya no recuerdo; tampoco recuerdo si después había algún tipo de debate de las mismas.
Morán, un poco tarde para empezar ahora esa asignatura pendiente.
Según veo, en la entrada que titulo: "Yo, estuve en Corias", vosotros, durante la carrera, sí hacíais prácticas de oratoria y vocalización.
A mi no me parece que haber estudiado aunque no fuese mucho dos idiomas sea mala suerte. Muy al contrario.
Cuando empecé a trabajar en ILAS era el único que sabía algo de inglés. Con ese algo y lo que estudié por mi cuenta, hice muchas traducciones, viajé por media Europa y hasta hice de interprete en Dinamarca porque la interprete que nos pusieron no tenía ni idea de castellano y no daba lugar más que a malentendidos en la negociación que se llevaba a cabo.
En cuanto al francés, cuando me casé, fuimos de viaje a París y, aunque con muchos esfuerzos, conseguí hacerme entender a pesar de que los franceses no me lo facilitaron nada.
El inglés, tanto de Morán como de Berástegui, eran aprendidos en Irlanda y, cuando estuve allí una semana me entendía de maravilla con ellos. Un poco más difícil me resultó en Londres y otros paises, pero sin muchos problemas. Tenía lo fundamental: la base, gramática y vocabulario.
Y, para conocimiento público, tenemos un excompañero que incluso ha escrito un libro en inglés. Nada más y nada menos que el muy famoso y por mi al mrenos muy apreciado, José Manuel Fernandez Martínez, alias Pepe el Taxista.
Felipe, si con cinco años de inglés, dices que sabías algo, imagínate con dos y malejos.
El francés, creo que lo dábamos con el P.Jesús Martín y no andábamos mal de nivel pero, al bailar de uno al otro, con poco nos quedamos en ambos.
Pepe, el taxista, más conocido por Pepe Chol, creo estuvo fuera algún tiempo y eso ayuda mucho. Además en el puesto que trabaja es indispensable dominar bien el inglés.
Antes de nada, quiero comentar lo conservador y curioso que es el Prior, y me refiero a “conservar” –guardar con cuidado algo-. Esta aclaración es porque lo de conservador puede tener acepción política y no entro yo en esos temas. Pues lo dicho, que nos pone un escrito que en octubre hará cincuenta años que lo recibió y parece que es de la semana pasada.
Lo de hablar en público y al mismo tiempo aprender inglés, me recuerda un curso que hizo nuestra hija por los años noventa en una prestigiosa universidad de Estados Unidos. El curso en cuestión era de una especie de cultura general en inglés además de realizar el examen TOEFL al final del mismo. Incluía aprender escritura creativa, hablar en público… Bueno, pues lo que me recuerda esta entrada es que lo que podíamos llamar “asignatura” de hablar en público, consistía en que al empezar la clase todos los alumnos tenían que aprender un texto o una poesía y, una vez aprendido, salían con el profesor a un Centro Comercial, Parque o cualquier otro sitio. El profesor llevaba una cámara de vídeo, que en aquel tiempo era en lo que se estilaba grabar, y de repente le decía a un alumno –Súbete a encima de esa fuente y recita la poesía que aprendimos esta mañana. Mientras tanto el profesor lo grababa. Los alumnos al principio se cortaban, porque cuando se daban cuenta tenían un montón de gente mirándolos, además de sus propios compañeros. Luego ya fueron adaptándose a tener que hablar en cualquier sitio. Después vuelta a clase, proyección del vídeo y opinión de los compañeros y el profesor sobre lo que habían hecho bien y mal.
Se parece un poco a lo que dice Morán que debería haber hecho con los alumnos.
Cierto, Samuel. El francés nos lo daba el entonces rector Jesús Martín. Mi recuerdo es que era un magnífico profesor. A pesar de los pocos medios, las pocas horas lectivas y mis escasas dotes para los idiomas, cuando salí de Corias conseguía leer, hablar era más escasa ocasión, de corrido y entender perfectamente aquello que leía en francés.
Durante mi primer trabajo en Madrid el jefe del departamento al que me asignaron era un asturiano de Gijón, se apellidaba Piñole, de la familia del pintor. Una de sus pasiones, junto a los oricios, era polemizar sobre temas políticos. Aunque bastante mayor que yo, él entonces rondaría entre los cincuenta y sesenta años, le gustaba discutir conmigo sobre acontecimientos de actualidad. Difícilmente nos poníamos de acuerdo, él solía leer el Ya y yo mas bien Mundo Obrero. Cuando no lográbamos alcanzar un mínimo acuerdo en el debate decidíamos acudir a un medio supuestamente “neutral” y comprar Le Monde. Él dominaba bastante bien el francés y a mí me servía para refrescar las enseñanzas de Corias.
Después, lamentablemente, el francés lo dejé de lado durante años y cuando tuve necesidad de utilizarlo solo conseguía leer los textos con mucha dificultad y balbucear unas pocas palabras.
Lo que no recuerdo es si después de la marcha de Jesús Martín continuamos recibiendo clases de francés. Tampoco haber recibido clases de inglés. Claro que yo dejé Corias al terminar el 5º curso en 1964.
Ulpiano, el francés lo dimos en el bachiller elemental, modalidad Agrícola Ganadera. En el superior, modalidad Industrial Minera el idioma extranjero era el inglés. Al final, lo que ha dicho Samuel: poco más que oui y yes.
De acuerdo Benjamín. Pero nuestro profesor de francés, el rector Jesús Martín, marchó de Corias en 1962 o 1963 y no recuerdo quién nos impartió francés a partir de entonces, tampoco si se mantuvo esa asignatura.
Tal vez, como es lógico, sí continuamos estudiando francés tras la marcha de Jesús Martín y tuvimos otro profesor, o profesores, igual o mejor que él. Sin embargo solo retengo el recuerdo de sus clases. Quizá por el impacto de la novedad.
Las clases de ” Idioma moderno” como figuraba en el libro de calificaciones, en el bachiller elemental, se iniciaban en tercero y finalizaban en quinto. No estoy muy seguro de esto, pero una vez que se fue el Padre Jesús Martín, pudo continuar con las clases de francés el Padre Jacobo; hoy Jacobo a secas. Samuel se acordará mejor.
A nosotros nos dio Francés el P. Lastra, a vosotros no tengo ni idea.
Pues yo tampoco me acuerdo quien era el profesor que continuó después del P. Jesús Martín.
Coincido con Ulpiano en que, igual en francés que en inglés, me defendía bastante bien en lectura pero, hablar ya era otra cosa.
Un mes en Cork posiblemente fuera suficiente para soltarse medianamente.
Recuerdo haber oído a Angel contar esto mismo que recuerda Galán. Él lo recordaba con mucha pena por no haber podido lograrlo, de hecho fue su asignatura pendiente, ya que estuvo durante varios años con el dichoso inglés. Los idiomas hay que aprenderlos de niño y en España es desde hace muy poco, que se empezó en el cole con las horas necesarias para tener un buen dominio del idioma.
Creo que os dije que me han regalado nuevo ordenador, bueno pues me está costando trabajo hacerme con él y en dos ocasiones que quise hacer comentarios, sin haberlos terminado, los mandé para la m...., terminando cabreada y dejándolo por imposible. Ayer noche la última vez. Hoy parece que conseguiré acabarlo. Tocaré madera pues en este momento casi se me va. Esta tarde mi nieto (de 11 años) me tuvo que ayudar porque no se que le había hecho a este aparato que a veces me pone de los nervios.
Muy interesantes las crónicas de Samuel y muy ingeniosos los dibujos de Longinos, como siempre.
Mañana me voy para Cangas, por lo menos disfrutaremos de buen tiempo, del resto ya nos encargaremos.
Buenas vacaciones a todos!!!!
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