martes, 4 de septiembre de 2012
EL GRANAERO
Encima del antiguo peaje de Campomanes y encima de Sotiello hay una minúscula aldea
llamada Bendueños. Su situación, en la confluencia de los valles Huerna y
Pajares le dotan de unas vistas espectaculares. Justo en frente está
Brañavalera dominando Campomanes. Cuando yo era guaje en Campomanes era
creencia infantil que en lo alto de Brañavalera había una sima profundísima
donde alguien había escondido un tesoro de inaccesible alcance, al estar
custodiado por un espantoso “cuélebre” que te quemaba con su mirada de fuego.
Así que decidimos arriesgar nuestras vidas en asuntos algo
traumáticos pero no letales. Por ejemplo, poner en órbita a un sapo colocándolo
sobre un bote lleno de carburo que se encendía con una mecha de medio metro. El
sapo alcanzaba 40 ó 50 metros de altura, y al caer, siguiendo la fórmula
estudiada en Corias “v = a x t” podéis imaginaros el golpe que llevaba el pobre
sapo. Parece una bobada pero, como no ajustases bien el bote, este, en vez de
salir en vertical, podía salir hacia un lado y te podía desgraciar la cara.
Pero volvamos a Bendueños. Que con los recuerdos de la niñez
se me ha ido el sapo al cielo. Hoy no viven en esa aldeíta más de 10 personas
ni menos de 10 perros. Mi primo Santos tiene allí una casita antigua pero remozada.
Un rincón de paz maravilloso. Tiene hasta lechuza propia, que vive alojada en
un agujero bajo el tejado. ¿Se puede pedir más? El otro día, tumbados en sendas
hamacas, a las 11 de la noche escuchamos la sinfonía número 40 de Mozart. El
mejor hotel del mundo no era superior a nuestro rincón en Bendueños.
La casa la construyó el abuelo de Santos hacia los años
20-30. Y es precisamente de este abuelo de quien quería hablaros hoy. Jesús
Muñiz, alias “el granaero”, sin que nadie recuerde el origen personal o
familiar de este alias era –yo lo conocí personalmente- un paisano menudito,
vivaracho, listo, siempre con una curvada pipa en la boca. Cuando hizo la casa le
ayudó en el tema de la madera Don Manuel, el cura. Otro hombre menudillo y
avispado. Ambos eran buenos amigos. En fin de cuentas tenían tres cosas en
común: su contextura física, un algo de carpinteros y su afición al vino. Según
la fórmula “i x h x v =” siendo i ingenio, “h” sentido del humor y “v” la
cantidad de vino ingerida, se comprende las juergas que corrían juntos.
El granaero había engendrado 6 hijos: 3 varones y 3 hembras.
El más joven de los 6 se llamaba Fernando y el pobre era un poco simple…por no
decir panoya. Bendueños dista de otra aldea mayor, llamada Erias, como 1
kilómetro. Erias tiene algo más de empaque y, sobre todo tiene una casa
soberbia, típicamente asturiana, maravillosamente embellecida por los años, la
agresividad del clima y la nobleza de sus materiales. Le llaman la casa del
“Moirazu” vocablo que sin duda es degeneración
del primitivo mayorazgo. Nunca supe ni tuve interés en conocer más de su
origen. El caso es que tenían habitualmente una sirvienta de mejor o peor ver.
Yo conocí una, con anatomía un tanto llamativa, pelo leonado y ojos glaucos.
Que –vaya usted a saber por qué- aceptó los torpes galanteos de Fernando, el
hijo faltosu del granaero. El día que la moza dio por aceptadas las relaciones
con Fernando hizo éste el kilómetro que les separaba de Bendueños en tiempos de marca olímpica. Tal era la
necesidad que le urgía de notificar la buena nueva en casa. Cuando llegó,
estaba su padre, garlopa en mano desbastando una rolla o madero.
“Pá, eché moza” anunció Fernando.
El granaero siguió con su garlopa y sin mirarle dijo con
cierta sorna.
“Bua así será hecha (ella en el bable de Lena)”.
“Pero pá ye una moza trabayaora y limpia” argumentó
Fernando.
“Bua así será hecha” insistió su padre.
“Coño pá ye limpia y sabe de ganao y ye madrugaora” insistió
Fernando.
“Bua, bua así será hecha” contestaba el granaero
testarudamente.
“Pá usted nun la conoz de ná ni la vio en su vida, ¿a qué
vien tanto así será hecha?” quiso saber Fernando.
Y el granaero lo aclaró: “Ay fiu del alma, pero conózcote a
ti”.
Pepe
Morán Fernández, dominico-ex
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
3 comentarios:
Después de leer las peripecias del “probe” Fernando “el panoyu”, me vino a la memoria lo que decía un señor muy simpático y ocurrente de mi pueblo, cuando se juntaban una pareja en la que a uno de ellos, o a los dos, les faltaba un hervor. Cuando toda la gente rumoreaba y lamentaba las inconveniencias que acarrearía el juntar a dos “panoyus” así, él sentenciaba: “Home, eso ye lu bueno, porque así nun se estropea más que una casa.”
Excelente relato
Podría parecer que estas líneas fueran práctica de la adoxagrafía, -elogiar cosas sin valor-, pero me armo para defender este hermoso escrito que parece no haber tenido interés de los bloqueros –salvo el único de Galán, que además, más bien parece un anexo, oportuno eso sí-.
De manera que –utilizando sus propias palabras-, aunque no sea asunto letal sí tiene algo de traumático esa ausencia de comentarios. ¿Habrá que volver a leer la presentación del blog? ¿O será que en estos tiempos que corren, cada vez le resulta más difícil a un bruto mantener indemne la ignorancia? Cuando caminábamos por los claustros y pasillos del colegio, al doblar cualquier esquina, al franquear las jambas de cualquier puerta, le salía a uno un conocimiento, una noción, un, una…La cultura, que estaba al acecho. Le enseñaban a uno a reconocer la belleza, la armonía, la métrica,…
No quiero que parezca apología sino elogio, (no a la locura) de un ingenioso relato en el que lo importante no es lo que se cuenta, que también por lo inédito, sino por cómo se relata. “Ay fiu del alma…”, conociéndote, era de esperar?
GERA
Publicar un comentario