Texto y fotos: jrFRANCOS
En uno
de los dos comentarios que hice a la entrada de Ulpiano sobre su viaje, donde
hablaba del milagro de Bolsena como origen de la fiesta religiosa del Corpus Christi,
dije que iba a colgar unas fotos del engalanamiento de calles que aquí, como en
otros lugares, hacen los vecinos de cada una por donde pasa la procesión.
Denominaba yo a sus autores como artistas de lo efímero o de lo fungible o
también artistas por un día. Personas anónimas que hacen una obra para la
ocasión (ésta de la que estamos hablando, una carroza, un disfraz de carnaval y
su correspondiente pasacalle o actuación, también mencionaba a los que hacen
esculturas en la playa con arena, en hielo o los muñecos de nieve que alguna
vez todos hemos hecho), con notable gusto y arte e ingenio, pues suelen valerse
de materiales de bajo costo.
Las
fotografías que sin más comentarios paso a mostraros las tomé hace ahora un
año, en el Corpus Christi de 2012 y pertenecen al trabajo "LOS
SANTOS DE MAIMONA, entre artistas y escritores (sin olvidar las
asociaciones)", que consta de noventa entrevistas/reseñas, de las que
llevo hechas setenta y tres, y por donde desfilan actores, escritores,
bailarines, cantantes, escultores, grupos musicales, toreros, pintores, etc,
además de las asociaciones culturales. (Aquí publiqué las veintiséis primeras,
entonces bajo el título provisional de "Los Santos de Maimona, cuna de
artistas", dejando de hacerlo al haberme dicho un día alguien de esta
"familia": "¿Pero tú crees que eso puede interesar a nadie del
Blog?". Aún así, me emplazo a traer a estas páginas a Francisco González
"Cotrina", cuya obra habréis visto algunos en televisión, pues
salió en varias, así como en el Mundo digital y está en un libro de la editorial
Siruela que recoge las cincuenta casas más llamativas de España. La suya es una
obra, con cierto aire gaudiano, en la que lleva veinte años trabajando, que es
digna de ver).
3 comentarios:
Existen celebraciones religiosas, el Corpus Christi es una de ellas, propicias para desarrollar ese impulso efímero.
El Corpus de Limés poco tenía que ver con el alarde cromático que nos muestras en tus fotografías. Sin embargo, también allí, las chavalas del pueblo cubrían el camino de la procesión de cenollo (hinojo) que al pisarlo desprendía un embriagador olor.
De siempre he sentido admiración (cuando no son excluyentes, ni van contra el resto) por el entusiasmo colectivo para crear este arte; religioso o profano.
Tengo grabada una imagen, mitad de agosto 1984, estábamos por Doñana. Se celebraba el Rocío Chico. Por todas las calles de Almonte, en mesas instaladas a todo lo largo, cientos de mujeres se afanaban en elaborar los adornos de papel multicolor con los que engalanarían el pueblo.
En efecto, también nos esforzamos en construir, para nuestros hijos o nietos, ese muñeco de nieve, o el castillo en la arena. Mientras esperamos el rayo de sol o la ola que los derrumbe, son una hermosa realidad.
Todo este prolijo y artístico trabajo que hacen algunas personas en Los Santos de Maimona, consistente en engalanar las calles con estas bonitas alfombras vegetales hechas a base de pétalos de flores y tallos de plantas aromáticas con ocasión de la festividad del Corpus Christi, lo he visto en pueblos del Mediterráneo, concretamente en Segorbe y algunos otros pueblos valencianos. Allí también emplean mucho el hinojo por el aroma tan bueno y anisado que desprende al pisarlo (En Cangas le decimos fenoyu o cenoyu) Por cierto, ahora que he mencionado Castellón, a poquísimas personas, por no decir a ninguna, se les escucha en estos tiempos el decir Castellón de la Plana. Probablemente, lo de la plana se fue perdiendo con el tiempo y seguro que habrá sido por reivindicación feminista pues siendo chavales, cuando regañábamos con las incipientes mozas de nuestro tiempo y ellas nos llamaban tontos y burros, nosotros para vengarnos, a las que no andaban muy sobrantes en cuanto al tamaño de los pechos, que eran la mayoría dada su corta edad, les decíamos: “Andad, callar vosotras la boca, que parecéis todas de Castellón de la Plana” – otras veces les decíamos de Tarrasa-. En ese momento ellas se enardecían; se ponían como fieras, pues eso no les gustaba nada que se lo dijéramos. Bueno, cuento esto porque era una pillería de chiquillos y sé que nuestras blogueras no responderán como aquellas enfurecidas mocinas, ni tampoco me lo tendrán en cuenta. Estoy seguro.
De la fiesta del Corpus de mi pueblo recuerdo el recorrido de la procesión que discurría por el camino principal, donde los balcones de las casas adyacentes lucían banderas nacionales o colchas morunas traídas de Tetuán por los mozos durante el servicio militar. La procesión la encabezaban los ciriales con la cruz en medio y seguido iba el sacerdote portando la custodia con el Santísimo bajo palio junto a alguna otra imagen y detrás todos los feligreses, desfilando desde la iglesia hasta la capilla de San Antonio, que no está no muy lejana. Durante el trayecto las numerosas niñas de primera comunión ataviadas con sus lujosos vestidos blancos, portaban unos cestitos muy coquetos en su brazo, que estaban adornados con lazos de seda de colores atados a las asas y llenos de pétalos de rosas. Unas iban arrojando puñados de estas hojitas multicolores al paso de la procesión desde los balcones de las casas y otras iban haciendo lo propio al lado mismo del palio y de vez en cuando también arrojaban puñaditos de estas flores hacia el dosel del sacerdote y hacia la imagen que acompañase al Santísimo en el recorrido. Pero esta festividad siempre fue muy llamada al agua pues, daba igual que cayese alta o baja; en mayo o en junio, que era raro el año que no lloviese a cántaros el día del Corpus Christi. Más de una vez y más de dos, a medio trayecto de la procesión se desencadenaba una buena tormenta o granizada cargada de “tona” y el oficiante, con el palio, la custodia y el séquito tenían que refugiarse a la carrera en el bar. Los más sorprendidos eran los parroquianos que estaban alternando dentro, y que no habían ido a la iglesia buscando alguna disculpa. El susto lo llevaban al comprobar que, de buenas a primeras veían entrar aquel tropel de gente en el bar a todo meter y con el cura en cabeza. Algunos no sabían ni adónde meterse ante la mirada inquisidora del sacerdote, por pillarles “in fraganti” en el chigre, y descubrir que le habían mentido al justificar su ausencia diciendo que, precisamente, en esos momentos de la procesión, tenían pendientes otras faenas ganaderas que no permitían demora.
Francos, las fotografías del engalanamiento de las calles por las que pasa la procesión el día del Corpus Christi, están muy bien y demuestran que ese pueblo es efectivamente “Cuna de artistas”, aunque algunos como tú, hayáis nacido en otro sitio.
La cuarta fotografía, me recuerda a la calle Mayor de Cangas, por el tramo que pasa la procesión. El hinojo que se coloca antes, y los pétalos de rosa, que van echando, desde los balcones, al paso de lo que aquí en Cangas se llama “El Camarín”.
Lo que cuenta Galán de la procesión y el bar del pueblo, me recuerda la peculiaridad de las procesiones en Cangas, en comparación con otros sitios. Una de las cosas es que aquí, la gente va a la procesión, no se hace como en otros sitios que se coloca a lo largo del itinerario para verla pasar. La primera vez que asistí a una procesión, colocándome a verla pasar, fue en Ciudad Real y precisamente la de Corpus Christi. Ahora aquí en Cangas, la gente forastera que viene, ya hace eso, pero para un cangués es casi impensable no ir en el caso de que estés por la calle en ese momento. Aquí hay tres procesiones multitudinarias, la del Viernes Santo, la de Corpus Christi y la del día del Carmen por la mañana –a la de por la tarde va mucha menos gente por motivo de la descarga, unos por querer verla desde otro sitio, y otros por miedo a estar en el puente en el momento-.
Otra cosa son los establecimientos de hostelería. Sobre todo en la del Viernes Santo, apagaban las luces y cerraban las puertas en el momento que pasaba la procesión por allí delante, aunque hubiera clientes dentro, que los había. Se tenía como una señal de “respeto”. Se sigue haciendo en la mayoría, aunque algunos quieren destacar precisamente por lo contrario. En la del Corpus pocos suelen estar abiertos los domingos sobre las doce y media de la mañana, y sobre todo en la del Carmen por la mañana, están todos recién cerrados.
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