sábado, 15 de junio de 2013
Santi, El Falangista.
Pocas veces
conocí a un hombre de semejante contextura física y moral. Eran los unos
noventa y pico kilos de buen humor, de peso físico, de humanidad, de simpatía
desbordante. Hablo de primeros de los setenta, en la Biblioteca Nacional.
Cuando se integró fueron bastantes los que, a priori le recibieron con recelo y
cierta animadversión.
Poco duró esta
actitud. Su bondad, su bonhomía, su alegría contagiosa, su entrega sincera, a
cualquiera que tuviese un problema, conquistaron a toda la biblioteca. Por lo
pronto, adoptó la costumbre, de bien temprano, antes de que entrásemos los casi
mil que allí trabajábamos ya Santi había colocado una flor encima de la mesa de
quién ese día cumplía años.
No podías citar
en su presencia que andabas a la búsqueda de algo y preguntando dónde lo
venderían. Al día siguiente lo tenías encima de la mesa. Nadie ignoraba que
quien lo había puesto era Santi. En los ratos libres se pasaba por los diversos
departamentos saludando cordialmente, interesándose de los problemas que había.
Era falangista y
había sido cuatro años Gobernador Civil de Huelva con Franco. Pero eso - que para alguno era un pecado - ya nadie lo recordaba ante tal avalancha de
buen humor, alegría y amabilidad.
Bueno, el
personaje está presentado. Ahora vamos a la anécdota que me aleccionó para el
resto de mi vida.
La biblioteca,
que por fuera está como el día que la construyeron, por dentro es como un
edificio del futuro. Todo está informatizado y si no eras de la casa y tenías
una tarjeta especial no podías andar más de veinte metros, era de una seguridad
ultramoderna.
Había en la zona
sur del edificio una sala que servía de distribución hacía cuatro o cinco
departamentos y hacía un ascensor. Para remediar la
desnudez de semejante espacio habían colocado varias butacas tapizadas en
verde. Si te sentabas allí, en cinco minutos presenciabas una gran afluencia de
gente. Uno de tantos días me encontré con Santi en aquella sala. Me saludó como
si llevara tres años sin verme. Nos sentamos en sendas butacas y empezamos a
charlar, vete a recordar qué…
En ello estábamos
cuando del ascensor salió una chica joven, más bien bajita y en absoluto
llamativa. Yo me había cruzado con ella mil veces en pasillos y ascensores. Se
llamaba Paloma Fernández de Avilés y tenía una costumbre terriblemente odiosa.
Jamás contestaba al saludo protocolario. “Buenos días” “Hola” “Qué tal”. Yo, y
conmigo la mayoría decidimos no saludarla vista su actitud altiva y maleducada.
Por eso me resultó extraño que Santi la saludara en tono jovial y cariñoso
“Hola Palomita”. Como era de esperar ella siguió en su camino y ni contestó.
Esperé a que se
fuera y le dije a Santi en tono de reproche: “Pero bueno, Santi, tú ¿Por qué la
saludas, si sabes que no te contesta jamás?
Y Santi me
contestó: “Precisamente por eso ¿A ti quién te parece que queda mal, ella o
yo?”. “Sin duda, ella” dije. Pues escucha esto:
“Al año siguiente
de terminar la Guerra Civil Americana, hacía 1863, el General Jackson iba de
paseo por Louseville acompañado de un comandante antiguamente a sus órdenes.
Iban de paisano. En esto que un negro viene caminando en dirección contraria y
era inevitable el encuentro. Cuando se cruzaban, el negro dijo muy alegremente
“Buenos días mi general”. A lo que éste, contestó con la misma jovialidad
“Buenos días, hombre”. El comandante no pudo soportar aquella escena, y con
respeto, le reconvino al general “Usted perdone que se lo diga, mi general,
pero ¿Cómo se rebaja a saludar a un negro?”. El general explicó: “Pues mira,
por lo menos para que quede claro que soy tan educado como él”.
“Mira Pepe, si me
cruzo cinco veces al día con esta chica, cinco veces ocurre lo mismo, que yo
soy un caballero educado, y ella una zafia, así que, cinco veces la llamo
zafia, guarra, mal educada. Otra cosa es que ella no lo entienda, pero
reconocerás que si no la saludo me pongo a su ínfimo nivel”. Gracias Santi, me
has enseñado algo que no había aprendido en cincuenta años. La manera de
insultar a un imbécil con un cordial saludo.
Desde entonces
más de una vez, una, recientemente -
hará tres años – tuve que recurrir a esta fórmula para llamar tonto
cuatro veces al día a un individuo que se empeñaba en ningunearme, creyendo que
yo lo tomaba por ofensivo. A todas horas aunque nos cruzáramos por la acera del
otro lado de la calle, yo exclamaba a gritos: “Adiós, Juanchi”. Terminó por
responderme a su vez.
Recomiendo este
truco, a mi amigo Vitorín Gión, que me contó que tenía un vecino que no le
correspondía al saludo. Tú insiste, Vitor. Que terminará por darse cuenta de
que es un guarro y contestará.
Es el único modo
de convertir un saludo en un insulto.
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11 comentarios:
Creo que todos estaremos muy de acuerdo con la magistral lección que utilizaba Santi para intentar corregir ese defecto tan feo y de tan mala educación que tienen muchas personas, como es el no saludarse entre sí cuando se ven con cierta frecuencia, aunque no medie amistad ni relación alguna. A mí es una actitud que me repatea. Por ejemplo, el que entres en un establecimiento público donde está el dueño y tres personas más, que digas buenos días y que nadie te conteste, incluido el déspota del propietario que tiene obligación de hacerlo. Yo en esos casos cierro la boca y no hablo más que lo imprescindible, pero lo que hago es no volver a entrar al menos por un gran temporada. Esta operación la llevo a cabo con mucha frecuencia y me funciona estupendamente. Tal que, pasado el tiempo, cuando me vuelven a echar el ojo encima, a veces ha pasado hasta más de un año, noto en esas acémilas de personas un cambio sorprendente de mejoría en su actitud. Algunos hasta procuran hacerse los simpáticos y todo. Sobre todo, me pasa mucho con los tasqueros. Es que es el colmo de la mala educación y de no saber apreciar el favor que le está haciendo ese cliente que no solo viene a su casa a saludarle, sino que también viene a traerle el dinero para que ese grosero de dueño se gane el jornal sin moverse de su propia casa. Yo, cuando topo con este tipo de ceporros tan mal educados, corto por lo sano y me digo a mí mismo: este asqueroso no vuelve a ver un euro mío en meses. Y dicho y hecho. Y no volverá a verme el pelo, ni a mí, ni a los que vayan conmigo, hasta que yo lo considere oportuno. La táctica de Santi es mucho más refinada, inteligente y educada que la mía, pero ésta siendo mucho más elemental, seguro que resulta bastante más efectiva.
Después de unos días de paréntesis, en lo que a hacer comentarios en el Blog se refiere, vuelvo a retomar y lo hago “empezando la casa por el tejado”, es decir, empiezo comentando las entradas por la última.
Antes de nada decir que ya hacía tiempo que echaba de menos las entradas de Morán. Ahora volvió y con una muy interesante. Yo creo que todos tenemos alguna “Paloma” en nuestras vidas. En mi caso, últimamente, más de una. No sé si tendré yo tanta paciencia como Santi, pero de momento, hago como él. Puede que sean los años los que hacen a uno tener educación, con quien no la tiene, porque yo antes no era así -llegaba hasta la segunda vez, por si la primera hubiera sido un despiste-, y luego ya, a mirar para otro lado. También puede que cualquier día me canse. Lo bueno es que cuando no tiene uno ninguna obligación con esas personas, parece que se lleva mejor.
Después de unos días de paréntesis, en lo que a hacer comentarios en el Blog se refiere, vuelvo a retomar y lo hago “empezando la casa por el tejado”, es decir, empiezo comentando las entradas por la última.
Antes de nada decir que ya hacía tiempo que echaba de menos las entradas de Morán. Ahora volvió y con una muy interesante. Yo creo que todos tenemos alguna “Paloma” en nuestras vidas. En mi caso, últimamente, más de una. No sé si tendré yo tanta paciencia como Santi, pero de momento, hago como él. Puede que sean los años los que hacen a uno tener educación, con quien no la tiene, porque yo antes no era así -llegaba hasta la segunda vez, por si la primera hubiera sido un despiste-, y luego ya, a mirar para otro lado. También puede que cualquier día me canse. Lo bueno es que cuando no tiene uno ninguna obligación con esas personas, parece que se lleva mejor.
Morán,gracias por tu comentario y por el consejo,pero yo desde que estaba en Corias ya aprendí,en parte porque me lo habeis enseñado esa aptitud y comportamiento,modales de buena educación y siempre me dieron excelentes resultados,debo decirte que después de estar 40 años atendiendo al público,nunca tuve ningún problema con nadie,no está bien que lo diga pero en tantas ocasiones de verdadera conflictividad por retrasos,cancelaciones,etc me buscaban para apaciguar la situación,recuerdo que al final terminábamos tomando un café amistosamente con aquellos que más protestaban,yo valoro mucho la buena educación y no creas que por tener muchos títulos académicos la gente se comportaba mejor,al contario,eran los más agitadores y hasta se consideraban líderes,ahí es donde yo me movía mejor,utilizando armas que en cursos me enseñaron en Madrid donde en 34 ocasiones fuí para formarme y conocer una compañía Aérea,tanto en el plano de atención al cliente como en el despacho de operaciones de vuelo,así que humildemente dominaba bién el espacio aéreo y en tierra,me manejaba bién,aguanté mucho...pero forma parte de la profesión,gratitudes también tuve y muchas y eso recompensa todo.Un Abrazo.PD Saludar siempre incluso sin recibir respuesta,peor para ellos.
El anónimo es mío Víctor Gión.
Benjamín mira a ver si puedes recuperar un anónimo que mandé ahora,gracias.Víctor Gión
Morán, gracias por tu comentario y por el consejo, pero yo desde que estaba en Corias ya aprendí, en parte porque me lo habéis enseñado esa aptitud y comportamiento, modales de buena educación y siempre me dieron excelentes resultados, debo decirte que después de estar 40 años atendiendo al público, nunca tuve ningún problema con nadie, no está bien que lo diga pero en tantas ocasiones de verdadera conflictividad por retrasos, cancelaciones, etc me buscaban para apaciguar la situación, recuerdo que al final terminábamos tomando un café amistosamente con aquellos que más protestaban, yo valoro mucho la buena educación y no creas que por tener muchos títulos académicos la gente se comportaba mejor, al contario, eran los más agitadores y hasta se consideraban líderes, ahí es donde yo me movía mejor, utilizando armas que en cursos me enseñaron en Madrid donde en 34 ocasiones fui para formarme y conocer una compañía Aérea, tanto en el plano de atención al cliente como en el despacho de operaciones de vuelo, así que humildemente dominaba bien el espacio aéreo y en tierra, me manejaba bien, aguanté mucho...pero forma parte de la profesión, gratitudes también tuve y muchas y eso recompensa todo. Un Abrazo. PD Saludar siempre incluso sin recibir respuesta, peor para ellos.
En cuanto al tema de las personas mal educadas que no saludan, ni contestan al saludo de los demás, yo debo de hacer una excepción a lo que he dicho en mi comentario anterior. Tengo un individuo que casi nunca me contesta al saludo cuando entro en su establecimiento y sin embargo le he indultado y sigo yendo por allí. No le aplico el castigo que he dicho, de no volver a entrar en su casa por una temporada larga, y es por lo siguiente. Hace unos años me propuse aplicarle la medicina esa del castigo, como a todos los zotes de sus mismas costumbres, pero dado que es un tipo que prepara unas tapas extraordinarias, si digo la verdad, cuando pasaban unos días que no iba por allí, lo echaba en falta y tenía que, a regañadientes fastidiarme y levantarle el arresto. Entonces, ante mi debilidad por sus preparados, opté por ignorar el comportamiento de este ceporro y seguí diciéndole los buenos días cada vez que entraba en su casa, a pesar de que no me contestaba casi nunca. Es curioso, al marchar sí lo suele hacer; casi siempre te contesta. El pequeño consuelo que me queda es que no solo me lo hace a mí. Se lo hace a todo el mundo. Yo cuando entro y no me contesta al saludo, como ya he dicho, me da mucha rabia y pienso para mis adentros: a este pedazo de mendrugo le salvan las buenas y bien elaboradas tapas que da, porque si no fuera así, le iba a venir a ver su puto padre.
Las entradas de Morán son muy ilustrativas y siempre se extrae una moraleja.Recuerdo hace 24 años, cuando Lita, empezó a trabajar en la AP-9.Su primer centro de trabajo; el peaje de Cecebre, donde la autopista se bifurca en dos direcciones Ferrol (40 kms.), y A Coruña (15 Kms.,siendo el importe distinto.Por aquellos tiempos el telepeaje, no existía, las tarjetas eran escasas y el número de empleados abundante. Hoy debido a la informática, los puestos de trabajo se han reducido en un 50%.
El trato del peajista debe ser correcto ( aunque hay de todo en la viña del Señor), como primera medida saludar al usuario. Si estaba la vía de "todas direcciones", aparte de saludar tenía que preguntar al usuario que dirección tomaba, para cobrar según trayecto.
Lita, venía a veces avinagrada, pues uno; aparte de no contestarle al saludo la dirección se la daba por señas, La derecha Ferrol la izquierda A Coruña, así la tuvo durante tres años. Cuando me lo contaba en casa le decía ! tú tranquila ha de doblar!. Con el paso del tiempo cambió de peaje, y se topa con él. siguiendo con su actitud altiva y chulesca. Cuando lo ve venir por dentro le llama " mamarracho"
Ye igual que Palomina, duro como un penedo, después de tantos años me he equivocado !sigue sin doblar!.
Es difícil, renunciar a tomar un buen vino acompañado de unas buenas tapas;saborear el paladar al bajar por la "gorxa",deja a uno con nuevos bríos,aunque el dueño sea un " mendrugo". Por lo tanto Benjamín te recomiendo que le trates con "el látigo de la indiferencia".
Por estos mundos, hay personajes que asustan en su comportamiento, pero la condición humana da para lo mejor y peor en sus múltiples facetas.
Efectivamente Carlos,en los comentarios de Morán,además de lo bién escritos que están,siempre se extrae una moraleja,en este caso la de Santi,que aún sin recibir respuesta a su saludo él insistía saludando,pues debo decirte amigo Morán que yo insisto y espero que mi vecino algún día cambie de aptitud,pero no solamente es conmigo,a los demás vecinos les hace lo mismo,creo que en varias ocasiones que nos reunimos para charlar de asuntos comunes,salió este tema y llegamos a la conclusión que hay mucha gente que es muy tímida y para disimular esa timidez,prefiere evitar el saludo,todo en esta vida tiene una explicación y yo creo que esto con una charla tranquila se podría resolver,además de seguir saludando,porque algunos no solo no saludan,algunos hasta cambian de acera,jaajaja,un abrazo amigo Morán se agradece el consejo.
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