viernes, 23 de mayo de 2014
EL RECLUTA ALGODONALES
1) El general en el comedor.
Cuando
yo me integré en el regimiento de artillería nº 14 de Sevilla, quedé anonadado
por las dimensiones de aquel recinto y eso que provenía de una casucha de nada,
el Monasterio de Corias. Como tres o cuatro veces el equivalente a Corias.
Calculo que la superficie del cuartel andaría por las tres o cuatro hectáreas.
Allí vivían, comían, dormían, paseaban unos 1400 militares y quedaba sitio para
unos cincuenta cañones de todos los calibres, más una enorme explanada para
hacer las instrucciones, el 1-2, 1-2…
Había
una zona ajardinada, hangares para más de cincuenta cañones con sus respectivos
tractores, iglesia, bar, comedor, escuela de oficios, administraciones. Todo
aquel complejo estaba enclavado entre la carretera general Sevilla–Cádiz por un
lado, y por el otro lado el ferrocarril entre estas dos ciudades. A
continuación del cuartel había cuatro chalets, adosados dos a dos, para jefes
con familia y más allá estaba la residencia para oficiales donde yo vivía.
Una
vez descrito el lugar de los hechos, vamos a por el objeto y sujeto de este
artículo. Se le llamaba por el nombre de su pueblo “Algodonales”. Su nombre
real era Manué Morale Jímene. Llevaba un año en la mili y por las razones que
se expondrán tenía pensado reengancharse por lo menos otro año.
De
mediana estatura, delgaducho, cabeza pequeña, andares de muñeco articulado,
tipo payasete de circo. Carita pequeña, perpetua sonrisa y ojillos pequeñitos,
redondos e inquietos. La sonrisa era un tanto enigmática. Uno no tenía claro si
procedía de su felicidad interior o era que se estaba burlando de ti. A los tres días de estar en el cuartel ya me
había saludado 90 veces. Era ubicuo, omnipresente.
Yo
ya estaba harto de aquel tipo que a todas horas en todos los lugares me
abordaba “a zu órdene mi arfere”. Sin cruzarse conmigo, si me veía a cincuenta
metros me gritaba “A ZU ORDENE…” A mi no es que me molestara, pero tal
insistencia me intrigaba. Decidí preguntar, aproveché a la hora del aperitivo
en que concurría en el bar gran parte de los oficiales y requerí su atención:
“Señores llevo una semana escasa y hay algo que ruego a alguien que me aclare.
Verán hay un soldado que me lo encuentro vaya donde vaya y le oigo cuarenta
veces al día “a zu órdene”. No hizo falta más. Todos rompieron a reír y con
frases tan inquietantes como “vas arreglao” “date por perdido” “ese te birla a
ti el cargo”. “No le dejes entrar en la capilla”. Aquello fue una juerga.
Luego
ya en serio me fueron contando la vida del tal “Algodonales”. Era pastor en una
inmensa dehesa y solo acompañado de cerdos y ovejas, desde los ocho años vivía
así. Decían en plan de guasa que lo habían cazado a lazo para ir a la mili. Cuando
el primer día de campamento, todavía puesta la chaquetilla del abuelo se oyó
una voz imperiosa que decía “los que no sepan leer y escribir que se pongan en
fila”. Manué se tiró al suelo ya que se pensó que había empezado la guerra.
Un
general, un día cualquiera y sin previo aviso se presentó en el cuartel en
misión inspectora. Lógicamente el comedor – inmenso local de más de mil metros
cuadrados – era un sitio de obligada inspección a la hora de la comida. Allí se
presentó el alto jefe seguido de una cohorte de jefes de inferior rango. En su
deambular por el recinto se detuvo casualmente ante un recluta que le miraba
sonriendo. En efecto, era Algodonales.
El
general le miró seriamente y Manué seguía con su eterna sonrisa.
“Buenas
muchacho ¿Cómo te llamas?
Algodonales:
“Manué Morale Jímene ¿y usté?” El general rehusó contestar a tan poco
protocolaria respuesta así que cambió de tema.
General:
y qué… ¿Está buena la comida?
Algodonales:
Zí mi genera, y cogiendo el plato y la cuchara se lo acercó a la barbilla
ofreciéndoselo al general.
Se
oyó un rumor en la sala. El general sabía por sus estudios que tan importante
es avanzar como retirarse, al tiempo que se iba oyó que Algodonales le decía
“Uté ipeccione, mi genera”.
2) De las múltiples
anécdotas que protagonizó:
El
general le comentó al coronel que le acompañaba lo raro que resultaba aquel
chaval y el coronel, le indicó que estaba preparando un informe para enviar a
capitanía general sobre el caso del muchacho. Era un caso tan excepcional que
había que recurrir al capitán general.
Curriculúm
de Manué Morale.
Cuando
llegó al campamento, él llevaba viviendo desde los ocho años solamente con
cerdos y ovejas. Era analfabeto total, pero en su rostro se dibujaba un afán
desmedido por enterarse rápidamente de todo. Al año de estar en el ejército ya
había conseguido el certificado de estudios primarios, el carné de conducir de
primera y estaba ahora haciendo el curso de oficial tapicero. Nada de cuanto le
rodeaba era ajeno a su deseo de aprender. Pidió pasar una temporada en la
cocina y en la residencia de oficiales le requerimos para que nos hiciera la
comida. En seguida preparaba platos estupendos. Un día llegué yo tarde a cenar
y vino él en persona a servirme “buena noshe mi oficia ¿Le gusta a uté er p a
pa?” Yo ni idea. Así que le dije “Por Dios Manué ¡QUÉ PUÑETAS ES ESO!” y otro más
civilizado que él, que andaba por allí me tradujo: Dice que si le gusta a usted
el pez espada.
3) El carné de conducir.
Yo
no tenía carné de conducir y la ocasión para aprender era magnífica, le pedí
permiso al comandante para usar cualquiera de los Jeeps que allí había y que me
asignara un instructor personal.
El
coronel ordenó que se hiciera como él indicaba y mandó que me pusieran de
instructor a Algodonales.
Comenzamos
la tarea y el condenado me obligaba a hacer ejercicios complicadísimos como por
ejemplo ir marcha atrás dibujando un gran ocho con el vehículo. Lo peor fue
cuando trató de enseñarme a meter un Jeep en una hipotética puerta de garaje.
Pusimos dos tacos de madera que eran las dos paredes de la puerta. Yo calculaba
bien, colocaba los tacos adecuadamente, como a una cuarta de cada taco, pero al
dar marcha atrás inevitablemente chocaba contra uno de los tacos. Vuelta otra
vez hacía atrás, y otra vez a chocar con el taco del lado contrario. Yo no me
explicaba como era posible no acertar, hasta que miré para Manué y le vi muerto
de la risa, el puñetero, cuando yo iba a subir al Jeep movía los tacos de forma
que me era imposible pasar sin chocar en uno de ellos. Y se lo pasaba en grande.
4) Telefonista.
Daba
la impresión de andar por la vida con una pajita sorbiendo todo lo que había
que saber. Él necesitaba saber de todo, así es que llegó a sus oídos que pronto
se jubilaría uno de los chicos que atendía la centralita telefónica. Le faltó
tiempo para pedirle al coronel que él quería aprender a manejar la centralita.
El coronel que había dado orden a toda la oficialidad de que se le dejara hacer
lo que le diera la gana, por supuesto que le pareció bien el plan de
Algodonales. Y permitió que un mes antes del relevo, éste realizara las
prácticas más normales.
Era
aquel sistema de clavijas verdes y rojas que sacabas y metías en agujeros y
decías “Le paso con…” Un día cuando eso ya lo dominaba, el chaval que estaba
con él le dijo: “te voy a dejar un ratito solo que tengo que ir al servicio”.
Nada más salir empezó a sonar una llamada. Manué corrió a la puerta a llamar al
otro, pero la puerta estaba cerrada. Entonces se sentó frente a la centralita,
donde parpadeaba una lucecita roja y pensó qué hacer. Al final se decidió y
cogió una clavija roja y la metió en una verde, a la vez que decía “Artillería
¿Dígame?” “¿Cómo dígame? ¿USTED SABE CON QUIEN ESTÁ HABLANDO? Yo soy el párroco
de la Iglesia de San Lorenzo y tuve que dejar un rato la misa para coger el
teléfono y oírle a usted decir DÍGAME”. Algodonales quedó desconcertado y quiso
decir que él no había llamado. El supuesto cura le contestó tajante “No agrave
usted las cosas, que soy amigo de su coronel y esto le va a costar muy caro”.
Manué quedó anonadado y fue hacía la puerta para pedir ayuda. La puerta – qué
casualidad - ahora estaba abierta…
Volvió al teléfono y dijo: “Uté perdone”. El cura insistió “le va a costar a
usted muy caro, a no ser claro, que se confiese usted conmigo”. Venga póngase
de rodillas y confiese sus pecados”. Manué sabía que el otro podía hablar, no obstante,
siguió sentado y dijo “YA ETÁ” pero uno que miraba por el ojo de la cerradura
avisó al otro que estaba al otro lado del teléfono que aún seguía sentado,
entonces el “cura” entró en cólera y le obligó a arrodillarse. “Cuando termine,
le dijo, ahora vaya usted al bar y pida un vaso con bicarbonato para lavarse
bien por dentro, yo quedo a la espera”. Algodonales pidió un vaso de agua con
bicarbonato, el del bar le dijo que si no le importaba sal de frutas. Algodonales
se tomó un vaso grande de sal de frutas. Fue corriendo a la centralita y dijo
“Ya etá”. “Muy bien hecho, el jueves le invito a la corrida de toros de la
maestranza”…
El
coronel le llamó un día a su despacho para comunicarle que si aceptaba su deseo
de reengancharse durante otro año, para hacer un curso de electricista y otro
de fontanero. A mi me destinaron a otro campamento y le perdí de vista, desde entonces
miro todos los boletines oficiales, listas de diputados, listas de premiados
Príncipe de Asturias… en fin de todo, y no aparece por ninguna parte. Yo estoy
completamente seguro de que llegó a la dirección de alguna gran empresa.
Pero
claro, eso no se valora en nuestra querida España, si hubiera sido un ágil
defensa izquierdo del Sevilla habría gozado de la fama y admiración de toda
España, pero aquel humilde pastor no tuvo resonancia alguna en ningún medio, y
así como en España valoramos lo inútil, lo inapreciable, lo vacuo para dar
gloria a figuras que no son si no monigotes de feria.
Pepe Morán. Dominico-ex
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9 comentarios:
A propósito de las aventuras del recluta “Algodonales”, yo pienso que en aquellos tiempos en cada reemplazo que llegaban a los cuarteles o campamentos, entre tanto mozo siempre había varios “Algodonales”. En mi compañía del CIR nº 6, Álvarez de Sotomayor en Viator, Almería, estábamos como mandos: el capitán, que era un hombre muy joven y serio, con un brillante expediente académico; un teniente almeriense muy joven que aparte de la carrera militar también era ingeniero industrial; otro alférez de complemento onubense y yo, y un sargento catalán también de complemento. El equipo era muy parejo pues no nos llevábamos entre nosotros apenas dos años de diferencia de edad. Y aunque éramos todos jóvenes, el teniente era un hombre muy bien parecido que destacaba mucho del resto y en el primer reemplazo de reclutas que llegó al CIR, nada más incorporarme yo, llegaron varios “Algodonales “, pero entre todos ellos apareció un muchacho muy feo, simpático y muy pecoso, completamente afeminado y que ya en la vida civil le llamaban “La Paqui”. Este joven tan amanerado era un caso porque, aparte de pintarse los ojos y los labios a escondidas, en sus ratos libres, no hubo forma de hacerle asumir la disciplina militar, ni siquiera de que llegara a saludar reglamentariamente cuando se encontraba con algún mando. A la tal “Paqui”, le daba igual encontrarse en la explanada con el coronel, que con el furriel. Llegado el caso se quedaba mirando fijamente a la persona que tenía enfrente, se sonreía de forma picarona y te decía: ¡Hooola! Por más que pelearon con él no hubo forma de meterle en vereda, ni de hacerle que saludara reglamentariamente. Al principio le castigaban bastante, pero luego viendo que era un caso perdido lo dejaron por imposible. Eso sí, se pasaba el día entero en las cocinas fregoteando, pero eso lo prefería a la instrucción. El más perjudicado por el anómalo comportamiento de esta persona, era el apuesto teniente de mi compañía que todo el día le tenía detrás. La tal “Paqui” tenía tal fijación con el pobre teniente, que no le dejaba ni a sol ni a sombra. Nada más que sacaba un Seat 600 que tenía, ya estaba La “Paqui” al lado con un cubo a rebosar de agua, jabón y esponja para lavárselo y relavárselo. El teniente que era hombre muy prudente, intentaba esquivarla todo lo que podía, pero era rara la vez que no se tropezara con la tal Paqui, que no le sacara los colores. Le comprometía de tal forma que el teniente pasaba verdaderos apuros estando al lado de este personaje. Este extraño y osado recluta abusaba todo lo que quería y más de la tolerancia del teniente pues, éste no quería castigarle y prefería pasar él un mal rato antes de arrestarle.
Recuerdo un día, ya transcurrido como un mes de estancia en el campamento, que se hizo una pequeña representación teatral en el CIR protagonizada por los reclutas y aquel día La “Paqui” fue la estrella de la función; actuó y se lució todo lo que quiso y más entre sus compañeros, pero sus exhibiciones fueron tomando tal cariz que subió el ánimo de la tropa de tal forma que al sargento de cocina en la primer Orden del Día que se leyó, se le ordenó que durante unos días al menos, empleara el doble de bromuro en las comidas del que venía gastando normalmente, para evitar males mayores. El que evita la ocasión, evita el peligro.
Bien retornado Morán. “Bentornato”, me parece recordar, dicen los italianos. Tu larga ausencia del blog –según han dicho por un problema de visión que espero, y deseo, vayas superando – ha sido un silencio lleno de expectativas. Ahí están todas tus aportaciones a este blog sin necesidad de recurrir, ahora, a tu lejana y fecunda etapa de reconocido nuestro profesor de Corias.
Recuerdo cuando, hace muchos años en la cárcel de Carabanchel, un chaval que era miembro de un grupo de resistencia antifranquista denominado Comuna Antinacionalista Zamorana, creada o inspirada por Agustín García Calvo, me decía que su bandera eran unos jirones de tela, y que además tenían himno. Pero, aclaraba a continuación, que su bandera de verdad eran los espacios vacíos entre los jirones de la tela, y el himno los silencios entre las notas.
¿Por qué al leer tu nueva historia, tan pletórica de ingenio como todas las anteriores, me viene a la memoria lo anterior? Nada tendrá que ver y lejos de mi intención queda interpretarte, cada uno es, o debiera ser, dueño de si mismo. Tampoco que perciba en tus escritos un trasfondo ácrata, aunque algo de esto pueda haber. Más bien se trata de que tus ausencias y silencios más allá de la nada continúan teniendo contenido y valor: siempre eres esperado como latente pilar del blog.
En este mismo medio, tú y yo, nos cruzamos cartas y comentarios sobre nuestras divergencias ideológicas que, en mi opinión, “haberlas haylas” pero que para nada empañan mi reconocimiento y respeto por tu labor. Espero que aún podamos, como habíamos quedado, empaparlas con unos vinos en el Chicote.
Te pido perdón, también a quién lea esto, por el poco tino del comentario escrito con un ojo en el ordenador y el otro en la televisión. Hoy Madrid, más que nunca, está dividido entre Montescos y Capuletos. Que solo sea celebración y nada de sangre; de momento solo hay gritos, y que ganen quienes ganen nos dejen dormir para mañana, descansados, ir a votar.
Muy buenos días atodos,me quito la gorra ante estos tres comentarios...Pepe Moràn,dominico ex...felicidades por tus excelentes y lúcidos comentarios,,Benjamín...lo tuyo es total y Ulpiano...lo más en prosa y estoy seguro que también en verso,utilizas una muy buena y depurada escritura,enhorabuena a los tres,hoy me habéis dado un gran regalo,gracias...feliz día de elecciones y a Votar.. el que no lo haga luego que no reclame...así pienso yo...igual equivocado pero es mi opinión...y ayer la gran Final,yo soy merengue...pero con moderación ante esa gran final,también el Atl..Madrid después de hacer una gran temporada y ganar la Liga...merecía más...creo es que al final le sobraban esos últimos 15 minutos...en fútbol o cualquier actividad la resistencia es fundamental y el R.Madrid se le veía mas fuerte,disfruté mucho el Gran partido...deportivamente y jugado y salvo esos inevitable nervios que siempre salen a flote,hay mucha intensidad,son de poder a poder,lógico ,pero se vieron gestos de afecto e incluso besos de muy buenas maneras,el deporte no solamente enseña deporte,sea el que sea,debe enseñar y formar a los jóvenes en su disciplina,esfuerzo y dedicación,en una palabra a la Persona y ese ejemplo es el mejor para continuarlo en su vida cotidiana,un abrazo a todo el blog,vamos a Votar,que todo transcurra dentro de la más extricta libertad y paz y que ganen los mejores.
Resaca fubolistica ;Felicidades a Victor y todos los merenges, grandeza en la derrota a los atleticos,y a los cules que se ....odan.
Vale Eduardo....gracias y adelante.Real Madrid Campeones...vaya aficciones,estuvieron esperando hasta las 4 de la madrugada en Cibeles,claro con tanta espera ...liponímia,mareos,según oí por radio más de 700 personas fueron atendidas por el Samu......a las 11.30.ya estaban esperando al equipo en Cibeles...y llegaron a las 4 de la madrugada.
Pepe, ya nos tenías preocupados con tu silencio.
Hoy. día de lecciones, me dediqué a leer todas las papeletas por si aparecías en alguna; pero nada.
Bien por tu vuelta.
Parece que han ganado todos los partidos, aunque votamos menos del 50%. Entiendo que representan a una minoría al no alcanzar la mitad de los que tenemos derecho a voto.
El profe y su narrativa
en ausencia siempre brillan;
¡cuanto me alegra Morán
tu vuelta a este ventanal!
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