Se nos fue una extraordinaria persona; queda...su ejemplo.
lunes, 9 de enero de 2017
A don JOSE MORAN. IN MEMORIAM
Los que como yo, hemos vivido a caballo entre un
mundo rural y lo urbano, aunque muchos nos hicimos urbanos, seguimos amando el campo
y sabemos que la “palurdez” no es exclusiva
de la gente de pueblo, tan mofada a menudo. Al contrario, esas personas que
tenían que estimular su imaginación y su creatividad en pos de la autosuficiencia,
son infinitamente más interesantes que los paletos de ciudad. Seguramente así
se justifica su regreso a su Pola del alma. ¡Cuántos de sus escritos están
salpicados de historias locales…!
Yo siempre le admiré, además, por el amor a… ¡es que
era tan bella! y la belleza para Morán, ya se sabe, era anhelo permanente…y su capacidad de amar…inagotable. También, ¡qué suerte tuvo de alcanzar ese
sentimiento de haber sido amado, lo que duró entonces y ahora más allá del
tiempo! ¡Haber amado!, no hay sueño mayor.
Se entregó todo a ella, pero más que a nadie, más que
a nada, a Talía o Melpómere o cualquiera de las ocho musas sedantes del Olimpo.
La Literatura, siempre la Literatura. Desparramó su fuerza, su talento, lo condujo
a su mundo de palabras con una prosa herida, ¿lo notasteis?, una prosa sonora,
desbocada, llameante, dentro de párrafos en polifonía… Su realidad de entonces
es ahora la de los que le hemos gozado y conocido un poco más allá de tu garbosa
y elegante figura. Más allá de la soltura con la que se envolvía con la capa
negra del hábito… Le recordamos riéndote, tomando un vino recio de, no de
Cangas no, de Corias, que permite desabotonar la lengua…
Y esa fe… olvidada por…, o yo que sé, porque enseñabas
en otros ambientes el ancestral Cantar de los Cantares, de aquella biblia arañada…
Eras el más…de los místicos. Esa fe que compartimos en alguna charla entrañable,
lenta y sincera, que aumentó y consolidó la mía, como cuando me contabas que tú
no temías el castigo divino pues le habías entregado, generosamente, lo más
hermoso y valioso de la vida: tu juventud. A cambio de lo cual el Señor te
habría de mimar, agasajar,…Tantos viajes juntos a Oviedo a Cangas de Onís, para
instruirme y darme a conocer en los ambientes de las becas, de las actas de
notas, de… Cómo y dónde comer, dónde afeitarnos…, ¡cuántas mutuas confidencias,
Dios mío! ¡Cuántas cosas buenas hechas en silencio! Si alguno supiera de tus
luchas en la Universidad por conservar la beca…
Te quisimos tantos, fuimos tantos tus admiradores, …aunque
haya…y ¡qué más da!. Las más de 1300 páginas de Los Miserables son tantas
porque la publicó en 1862, que si llega a escribirlas hoy…sería así de gordo…
Estos son parte de mis sentimientos a un profesor que
además de conseguirme una de las mayores becas con que un asturiano marchó a estudiar
a Madrid, era un boca a boca que me impulsó a leer e identificar estilos; me
adiestró a ver a través de un marco real o imaginario, la belleza, que, como me
decía no existe, sino que es el sentimiento que produce en ti tal o cual cosa.
Me enseñó a amar el medio rural: estuvo en la mísera casa que ocupaban mis
padres en la aldea…
Se nos fue una extraordinaria persona; queda...su ejemplo.
Se nos fue una extraordinaria persona; queda...su ejemplo.
Mi respeto, y cariño, para un hombre que, sin
florituras ni alharacas, supo poner lo primero, a la cabeza y detrás lo segundo.
También él pasó “mil gracias derramando”. De manera que, ¡hasta siempre, Morán!
Y ¡GRACIAS!
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