jueves, 25 de marzo de 2010
PERSONAJES SINGULARES 1
De  la gran variedad de jóvenes y profesores que desfilamos por el  Convento de Corias, hubo algunos, no muy  jóvenes entonces,  que dejaron huella por su singularidad durante la convivencia del internado. De ahí, que fuesen  personajes populares que siempre gozaron de la amistad de todo el colegio en general, a pesar de que protagonizaban y colaboraban en  frecuentes bromas y  travesuras. Hoy voy a recordar  a uno de ellos muy conocido  que no fue, ni alumno ni profesor. Ni más ni menos, se trata del  amigo Antonio Menéndez , de Grado; También conocido como “Fray Tom” y, para los amigos: Chuma, Chuma.
Este caballero como las ocupaciones no le saturaban en demasía  la cabeza, estaba todo el tiempo pensando y discurriendo en cómo hacer alguna diablura. Entre las mil bromas que se le ocurrían a este buen hombre, las había casi inocentes, pero hubo otras que llegaron  a asumir cierto riesgo y compromiso social. 
Probablemente, alguno de nosotros recordará unas vacaciones de diciembre, que yendo  un autobús de  ALSA con los alumnos de la zona central de Asturias, de Corias  a Oviedo, en el tramo entre Salas y  Grado, el autobús fue abordado por un pseudo agente de tráfico que le hizo detenerse al conductor para hacerle un control rutinario y, una vez parado el autobús, al acercarse el extraño agente para requerir la documentación oportuna, los chavales que viajaban en la parte delantera  le reconocieron y gritaron: ¡pero si es Tom! El conductor que estaba un poco mosca por las pintas del agente no entendía nada, hasta que ya  le explicaron  que era una broma y que, el guardia civil no era tal, sino un impostor conocido, llamado Fray Tom, y que, al no tener nada  mejor que hacer, se dedicaba a interpretar que era un salteador de carreteras. 
El conductor seguro que habrá dicho: ¡mira que hay piraos por el mundo, eh! Pero, qué le vamos hacer. Una vez descubierta la broma, se rieron todos y el autobús pudo continuar viaje hasta destino, sin más sorpresas. Al amigo moscón, el protagonizar estos sainetes,  le chiflaba.  
En las fotos que ilustran este comentario vemos al susodicho, no digo vestido, más bien  disfrazado, de guardia civil. Y alguien puede decir, ¿qué hacía este caballero vestido de esa guisa? Ah, pues otra aventura similar a la del ALSA. Los  hechos acontecieron  como sigue. Una tarde de verano durante las vacaciones, yo estaba en  quinto o sexto curso, se ve que en Corias no había mucho que hacer y como Fray Tom se  aburría en el Convento; ni corto ni perezoso, se personó acompañado de un taxista en mi pueblo, Posada de Rengos, que dista del colegio unos veinte kilómetros, para llevarme con él para algo muy interesante. Recuerdo que  iba vestido con su hábito reglamentario para dar aspecto de credibilidad  y les pidió permiso   a mis padres para que me dejaran  ir con él hasta Cangas y Corias con el fin de mostrarme algo nuevo que había en el colegio. Mis padres aún con cierto recelo, ya que no estaban muy convencidos de la fiabilidad del personaje,  al final, me dejaron acompañarle. 
Por el camino me fue explicando el plan que tenía preparado: al llegar a la Villa fuimos en busca de Enrique el fotógrafo y le dijo que tenía que desplazarse a Corias cuanto antes, para hacernos unas fotos muy importantes. El fotógrafo estaba libre en ese momento, y aceptó encantado el encargo. Tal que, llegados a Corias,  Enrique y yo esperamos  en el patio del colegio, mientras Tom subió a su celda. A los pocos minutos se presenta ante nosotros vestido con  un uniforme usado y ajado del benemérito y sacrificado cuerpo que alguien le había prestado. En realidad, solamente le habían dejado la chaqueta o guerrera con sus correajes y el tricornio,  pues el pantalón era bombacho, y pertenecía a un chándal suyo, muy viejo y arrugado. El fotógrafo, no daba crédito a lo que veía, pero  él, como su cometido era fotografiar, pagándole, del resto, le daba igual. 
Una vez que nos reímos un rato, nos distanciamos del colegio un poco por la carretera en dirección a Oviedo, y allí mismo se hicieron los posados. Éstos, consistieron  en hacer el  simulacro de que Tom era el agente y que yo, subido a la furgoneta del fotógrafo, era el infractor al que estaba sancionando el falso agente de tráfico. En la escena hay otro personaje ajeno a Corias, que era un amigo mío. En una de las tomas también sugirió el guionista que le agarrase de la solapa en plan de simular que el infractor no había asumido de muy buena gana la sanción y que intentaba  calentar al sancionador. 
Una vez representada e inmortalizada la escena tragicómica, Tom se quedó satisfecho y Enrique el fotógrafo se fue riéndose para su casa y, seguro que pensaría: ¿cuántos estarán en  La Cadillada en Oviedo con bastantes menos motivos que éstos?
Al cabo de unos días, Tom recogió las fotos para, en adelante, poder mostrarlas a las amistades y conocidos,  
diciendo que él, había sido un agente de tráfico  muy duro, y que se caracterizó  principalmente, por la rigidez empleada a la hora de aplicar  el código de la circulación a los infractores. Aunque también tuvo que lidiar casos muy difíciles y peligrosos, como el del chulo del apechugamiento que vemos en  la foto. 
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