De nombre José. Vivía en Cangas, allá por los años 60 – 70. No puedo precisar más, pues los historiadores no han dejado mucha información para la posteridad. Estamos en lo de siempre, el pasado, nuestro pasado, carece del mínimo interés para las generaciones posteriores. Si hoy preguntase en Cangas quién fue Rompelosas, nadie menor de cuarenta años sabrá que existió semejante personaje.
sábado, 29 de junio de 2013
Rompelosas
De nombre José. Vivía en Cangas, allá por los años 60 – 70. No puedo precisar más, pues los historiadores no han dejado mucha información para la posteridad. Estamos en lo de siempre, el pasado, nuestro pasado, carece del mínimo interés para las generaciones posteriores. Si hoy preguntase en Cangas quién fue Rompelosas, nadie menor de cuarenta años sabrá que existió semejante personaje.
Lo
mismo que si en Lena hablas hoy del Cabiru o en Mieres de Canalón, de quién ya
nadie se acuerda y fue en época no tan remota un personaje que resultaba tan
imprescindible en cualquier juerga o en la normal conversación popular debido a
la genialidad de sus ocurrencias.
Es
uno de los grandes defectos de la sociedad española, el desprecio por el
pasado. Para un joven actual, los hechos, las costumbres, las ideas, las
vivencias de sus antepasados recientes merecen todo su desprecio. Yo sé que por
estudios, por cultura, por leído y por haber sido en la vida desde fraile hasta
camarero en Londres, sé más que 2000 adolescentes actuales. Pero da igual. Para
ellos soy un carcamal, un carroza incorregible.
A
mi me da pena que personajes fantásticos que hace nada exhibieron un ingenio
portentoso y un humor genial se pierdan en el más ominoso de los olvidos. He
recogido mucho de estos personajes y los he trasladado al blog – y quizás a un
libro - con ánimo de dejar constancia
para la posteridad y que su memoria no se pierda.
Alguien
dijo – no recuerdo quién - que: “Pueblo
que ignora o desprecia su pasado está condenado a no ser dueño de su futuro”. Y
eso es lo que nos está ocurriendo en España. Hay alguien en Cangas que sepa que
hubo un momento en la historia de España que las más altas decisiones del país
estaban en manos de dos personas: el Cardenal Porto Carrero y una monja de
Cangas, buscadlo en el genial libro de Ramón J. Sender titulado “Cardux Rex”
sobre la vida de Carlos II “El Hechizado”.
Vamos
a por Rompelosas, Pepe, que estás divagando y dejándote llevar por tu
grafomanía.
Parece
que en el campo cangués, los viticultores solían escarbar en la tierra unas
cuevas – bodega como una pequeña mina, debidamente entibada, donde guardaban el
vino de la cosecha anual, en la puerta de entrada entre esta y el terreno había
un vano tapado con unas losas.
Cuentan
que José un día fue a una de estas bodegas y para entrar rompió varias losas,
para acceder al vino, cogió una borrachera épica y allí le encontraron en el
suelo durmiendo la tremenda borrachera. De ahí procede el mote de rompelosas.
“Todos
los pájaros comen trigo
Pero
se culpa solo a los gorriones
Todos
en Cangas le dan al vino
Pero
el único borracho es Rompelosas”
Había
en mis tiempos una ferretería muy buena llamada “Comercio del Médico”, creo que
aún existe, un día fue José y les planteó su problema, debería ir a Castilla
una temporada a ganarse un dinero a la siega. Pero no tenía guadaña ¿No le
podían vender una a pagar al regreso que vendría con fondos?
En
eso quedaron. Transcurrió el verano y el otoño, y Rompeolas no se presentó a
pagar, un día se lo encontró un dependiente de la ferretería en la calle
“Hombre José, habíamos quedado hace cinco meses en que al volver de Castilla
pasarías a pagar la guadaña” le dijo y Rompelosas arguyó “Si ya lo sé. Dije que
pagaría al volver pero ye que nun fuí.
Llegó
a Cangas un cura joven – creo que se llamaba Don Francisco pero no estoy seguro
– Un día se encontró con Rompelosas en la calle y se inició el siguiente
diálogo:
-
Cura: Hombre José, me alegro de verte. Porque tú por la iglesia no
sueles ir…
-
Rompe: Si, voy poco. Fui haz dos meses al funeral de un primu míu.
-
Cura: Bueno, yo quería decirte algo. Mira José tu yes ya mayorín,
estamos cerca de Pascua ¿Por qué no te animas a hacer este año el precepto
pascual, ya sabes, confesar y comulgar por Pascua Florida”.
-
Rompe: No, nun va a poder ser.
-
Cura: Hombre, tampoco es demasiado pedir.
-
Rompe: No, no eso ye demasiao pa mí.
-
Cura: Per hombre ¿Dónde está el problema?
-
Rompe: Pues mire, el asuntu de la confesión.
-
Cura: Vaya hombre, no veo yo tanta dificultad, porque no puedes
tener pecados muy gordos, además mira, vete a confesar con Don Ernesto que como
sabes está sordo perdido y no se va a enterar de nada, pero te da la
absolución.
-
Rompe: No, ya lo sé, pero a mi no me gusta confesar.
-
Cura: Pero hombre, ¿Por qué lo ves tan difícil?
-
Rompe: Porque a mi jódeme mucho dir hablando mal de mí mismo.
En
otra ocasión, un viticultor de la zona le planteó a Rompe que necesitaba
quinientas estacas para su villa, y que solo tenía trescientas, le indicó a
Rompe, que si le encontraba otras doscientas se las pagaría a peseta la unidad
y acercándose a su oído le dijo “¿Sabes quién tiene muchas en su finca?
Rompe: ¿Quién?
El otro: Fulano…
La
cosa estaba clara.
A
los pocos días se volvieron a encontrar en la calle, y Rompe le dijo “Ya te
deje en la puerta las doscientas estacas que me pediste, débesme doscientes
pesetes”. El otro pagó, cuando fue a su finca, se percató de que Rompe le había
dejado doscientas estacas… que le había sustraído a él mismo.
El
imbécil del viticultor no tuvo mejor ocurrencia que denunciar en el juzgado. Se
abrió un expediente y se señaló una fecha para la vista. Todo Cangas se enteró
de la fecha y la hora, con lo cual la sala de la audiencia se llenó hasta los
topes. Entró el juez. Se sentó. Pegó un mazazo. Y dijo: “Póngase en pie el
acusado”. Rompelosas, puso el índice sobre su pecho y preguntó “Y esi ¿Quién
ye? ¿Soy yo? El juez: “Sí, usted”. Y antes de que el secretario procediera a
leer los cargos, Rompelosas preguntó al juez “Oiga ¿Pue fumase?”. El juez “Sí,
puede.”
Rompe:
Entonces, saque una cajetilla que quiero echar un pitu.
La
concurrencia rompió en vítores hacía Rompe, y hubo que suspender la vista para
otro día.
Pepe
Morán Fernández. Dominico-ex.
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4 comentarios:
Referente a estas personas que nacen con ese pequeño o grande don de la genialidad y que solo se conocen en su pequeño entorno, hay que decir que aunque no proliferen en demasía, sí existen de vez en cuando desperdigadas por nuestros pueblos y casi todos las conocemos o las hemos conocido; pero normalmente, es verdad que de momento no suelen ser reconocidas como tal, ni entre los suyos ni entre los ajenos. Y la mayoría de las veces no solo no se les valora poco lo que dicen o hacen, sino que encima se les considera como estrambóticos, poco fiables, o poco cabales, comenzando por sus propias familias. También conviene decir que este tipo de personas suelen hacer bastante más gracia a los de fuera que a los propios de su casa. De todas formas, es relativamente fácil el reconocer que poseen un cierto toque diferente del resto, principalmente si se les observa, o se les analiza lo que dicen y hacen. En muchos de los casos, una vez desaparecidas estas personas, la gente de su entorno cuando hablamos sí seguimos haciendo referencia a los dichos o actos más chocantes que hayan protagonizado en vida. Y a falta de que alguien recoja estas anécdotas por escrito, ésa es la forma de que perduren estos recuerdos entre la gente de la zona, pero lo que se transmite solamente de forma oral de generación en generación, conlleva el riesgo de que cada vez se vaya alejando y distorsionando más y más de la realidad. Llegado el caso, muchas de las anécdotas que se cuentan de estos tipos geniales solo tienen de verdad una pequeña parte pues, el resto, son todo aportaciones gratuitas que han ido incorporando los propios trasmisores. Así, pasado el tiempo, muchas de estas genialidades, atribuidas a fulano o mengano, están tan engordadas y tan noveladas que poco o nada se parecen a lo que fueron en origen.
Casualmente, conocí mucho a “Rompelosas”. Era del pueblo de Las Escolinas, muy cercano a Cangas -Está justo encima del Hospital Comarcal-, la mayoría de los habituales lo saben, pero otros igual no.
Como decía, lo conocí mucho, pues solía, cuando iba de paso, parar en casa de mi abuela, y si era la hora de comer, comer un plato de potaje, que en aquellos tiempos era comida obligada por muchas razones; la principal, los medios económicos. Le gustaba mucho el vino, pero si iba demasiado “cargado”, no entraba. Como ya dije alguna vez aquí, mi abuela tenía una mini-casa de labranza, prados, viña, una o dos vacas, etc. pero nunca le vi ayudar cuando había alguna cosa que hacer, y eso que los del plato de comida solía ser muy frecuente.
El que seguro lo conocía también, es Ulpiano, y quizá Gión y Mamen.
Al viticultor de las estacas también lo conocí bastante, quizá más, porque ese si era asiduo de casa de mi abuela, pero eso sí, él sólo de visita, y no bebía. Era José Palacios, y pasaba por delante de casa de mi abuela camino de sus viñas. Pero en invierno y días de lluvia, iba para allí al oscurecer y se pasaba allí dos horas o así, hablando con mi abuela y mis dos tíos que vivían con ella.
Hay otra anécdota, no sé si cierta, -lo de las estacas me consta que sí-. Bueno, pues es que un industrial de Cangas que tenía unas huertas lo solía contratar –él trabajaba de jornalero, a veces- para sembrar y sacar las patatas, y un año decidió que se las sembrara otro, y luego lo llamó a él para sacarlas. Fue para la finca, y cuando a mediodía fue el dueño a ver cómo iba la cosa, no había sacado ninguna. Le preguntó por qué, y dijo: “como yo no las sembré, no puedo saber donde están”.
Como muy bien dice Galán, este tipo de personas, con sus ocurrencias que quedan para la posteridad, suelen hacerle más gracia a las otras personas que a su propia familia.
Tiene razón Morán, que tenemos muy poca memoria para los que nos precedieron. Tendemos a olvidar con facilidad. Aquí en Cangas hay una persona, que si no me equivoco ya escribió tres libros-, Paco Chichapán, en los que rescata muchos personajes de Cangas y sus anécdotas. Esperemos que siga escribiendo, pues resulta muy ameno para los que conocimos a la mayoría de los personajes y sus historias.
Tiene razon Maribel,era de Las Escolinas,y hermano de la que siempre fué recadera de las Dominicas de Dolores cuyo apodo era La Birria,mira por donde una sobrina, Pili, esta casada con un tio mio que quedo viudo,ya hace unos cuantos años,todas esas anécdotas, son ciertas,aunque las versiones, segun pasan los años van tergivesandose un poco,pero si que era un paisano muy conocido en Cangas y muy célebre.
Desconocía totalmente a tan singular personaje Cangués, "Rompelosas". Por cierto me enteré algo de sus andanzas en el Face hace muy poco. Dice Morán, que en tiempos de Carlos II " El Hechizado", había dos personas que tomaban las más altas decisiones del País, entre ellas una monja de Cangas. ¿Me gustaria saber su nombre?.
La que conozco es Sor Úrsula, enclaustrada en un convento de Alicante, se dice que tenía poder de bilocación ! hay que tener mucha fe para creer este fenómeno!; aunque en aquellos tiempos la España frailuna dominaba por completo la sociedad.
Era como un oráculo, el de Delfos de la Grecia Clásica quedaba muy lejos y el Rey le consultaba asuntos de Estado, y mantenía con ella correspondencia epistolar.
No me extrana que el Imperio Español, en declive a la muerte de este monarca " hechizado",seguro que a los Habsburgo ya les tenían echado el " meigallo"; las Potencias extranjeras sacasen grandes tajadas del mismo
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