- Dejan la espada y la cambian por la
copa. Por la vida muelle.
- Dejan el arado. Compran los alimentos
o se los arrebatan a las naciones conquistadas.
- Empiezan a odiar la guerra y los
sacrificios que esta comporta.
- Empiezan a apasionarse con los
espectáculos y ya no pueden soportar lo épico. Prefieren lo lúdico.
- Los pueblos hambrientos que los
rodean, van poco a poco tomando
conciencia de su hambre y que sus dueños empiecen a exhibirse gordos,
blandones, casi afeminados.
- Entonces comienzan a inquietar sus
fronteras a sublevarse. Eran los bárbaros del norte. Ahora son los del
Este y los del Sur.
- Pero los habitantes del imperio
renunciaban a defenderse, gordos, hartos, acompañados de lindos efebos, lo
único que hacían era ir a espectáculos.
- Comentan los historiadores que ya los
bárbaros estaban a las puertas de Roma y los romanos, pasaban los días en
el circo. Renunciando a defenderse.
- Las mujeres en los dos últimos siglos
del imperio romano, se negaban a tener hijos y recurrían a mil trucos para
abortar.
- Según Andro Montanelli, en expresión
feliz al ver que los hombres no les hacían caso, ya no sabían que prenda
más quitarse, camino de la desnudez, a ver si así lograban atraer la
atención de los hombres.
lunes, 15 de julio de 2013
Fuera ropa
Después de estos
meses de frío, lluvia diaria, apenas aparecidos un par de días de sol, he
notado que las muchachas han empezado a lucir, anatomía, es decir, carne, con
una repentina aparición de pantaloncitos minúsculos y ¿Por qué no decirlo? Provocativos.
Quizás de haber
leído demasiado, sea un handicap para enjuiciar fríamente los cambios de
nuestra sociedad actual.
Por una
asociación de ideas, harto comprensibles, me han venido a la mente lecturas
pasadas, pero eternas e imborrables.
Una de ellas
es “La decadencia de Occidente” de
Oswald Spengler. Otra “Auge y decadencia de los imperios” de Paul M. Kennedy
y “La Rebelión de las masas” de Ortega y
Gasset. Y, últimamente las obras del francés Lipovestsky. También debo incluir,
un libro fenomenal de Indro Montanelli, el genial periodista italiano titulado
“Historia de Roma”. Tanto Spengler como Kennedy, destacan un fenómeno
histórico, empíricamente constatado. Todos los imperios que se han sucedido en
la historia, tienen una característica que se repite en todos. Todos nacen
guerreando, suben al poder, dominan a las demás naciones y llega un momento
inevitable en que empiezan a decaer, hasta desaparecer. No falla. Y lo más
curioso es que ambos historiadores señalan una serie de síntomas que siempre
han acompañado a todos los imperios de la historia, Persia, Egipto, Grecia,
Roma, España, Francia, Inglaterra, Estados Unidos, que está ahora iniciando su
declive.
¿Qué síntomas se
reiteran en la decadencia de los imperios? Que mi memoria me asista:
¿Queréis o
necesitáis que yo señale el paralelismo de aquellos tiempos con los actuales?
Donde dice circo, poned Madrid – Barcelona, donde había un gladiador podemos
poner a Mouriño, objeto de las más apasionadas y crispadas discusiones en todos
los bares de España.
Me han dicho, o
he leído que los hombres, están a punto de igualar en gasto de cosmética a las
mujeres.
Los hombres que
conquistaron medio mundo en condiciones infrahumanas, son para la juventud
actual o ignorados, o despreciados.
Los héroes
actuales están en el espectáculo Cristiano – Messi, en el cine, en la
televisión, en las revistas del corazón.
Reconozco que me
ha salido un artículo muy pesimista. Me alegro, cada día me resulta más odioso
el lenguaje políticamente correcto. No lo soporto. Un tonto, es un tonto, no un
deficiente, y una gorda, es una gorda, no una rellenita y un político es un
ladrón.
Sólo faltaba que
yo, víctima diaria en todas partes del lenguaje soez y blasfemo de las Cuencas,
tenga que andar con remilgos para denominar a las cosas.
Soy viejo, un
viejo. No un maduro, no un mayor, no un miembro de la tercera edad.
Pues eso.
Pepe
Morán Fernández. Dominico-ex.
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1 comentario:
Así es, si así le parece, ya que así termina: “Pues eso”. Aunque precedido, tal epílogo de al menos tres indeterminantes como son “UN maduro, UN mayor, UN miembro (no miembra, por cierto). No es de extrañar que no se quiera ser “un”…, lo que sea, cuando para un revolucionario o.p.-ex lo más valioso debe ser conservar la alegría. Pero no hay que sentirse extraño entre un lenguaje bazofia porque es ¡tan copioso!, que, hasta “ministras”… Un compañero, de la Consejería donde he “estado” siete trienios, comentada en una tertulia, que él, desde que había terminado la carrera –por lo menos 20 años ha-, no había vuelto a leer un libro.
¿Qué quieres, “nin”?; que te lean y hagan comentarios…Ya lo decía Oscar Wilde allá en 1895, The Importance of Being Earnest. Ahora no basta…
Por cierto nunca se debe decir de una mujer que tiene mucho culo ni de ningún millonario que lleva bastante suelto.
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