miércoles, 2 de julio de 2014
San Luis del Monte
Ya que Eduardo ha incorporado
algunas ermitas a la ruta de las capillas mencionadas, comenzando por la del
Pando y continuando hasta la de San Luis del Monte,
cercana a Caldevilla de Rengos, yo diría
que el broche final bien se podría poner
siguiendo por la misma cumbre hasta llegar a La Magdalena de Tresmonte d’Arriba.
Pues bien, ya que por proximidad me corresponde, paso a decir algo sobre San
Luis y a presentaros unas fotos de la
capilla que hice no hace mucho tiempo, en fecha que no se correspondía con el
día de la fiesta.
**Milagros menores de
San Luis del Monte**
San Luis Obispo, aparte de ser un
santo muy querido y venerado por todos en nuestra parroquia y alrededores, también
es conocido por sus milagros mayores y menores; y muy famoso por sus apariciones y
desapariciones como si, en su vida terrenal, hubiese practicado el escapismo de forma magistral.
Cuentan ciertas leyendas locales,
que hubo tiempos donde, la propiedad del
santo parecía que no estaba del todo clara, y constituyó motivo de
desavenencias entre los pueblos limítrofes, llegando a producirse
enfrentamientos y grescas importantes entre la partes en disputa; sobre todo, entre los pobladores de Caldevilla
y de Posada de Rengos.
Como no se ponían de acuerdo
entre ellos, en cuanto a quién pertenecía el santo, alguna de las dos partes, y
parece que más de una vez, se tomó la justicia por su mano y optó por lo más rápido
y efectivo. Durante la noche trasladaban la imagen de su lugar original a otro término donde
la propiedad, o pertenencia, no tuviera discusión alguna sobre a quién correspondía.
Una vez realizado el traslado y
satisfechos sus autores por la fechoría realizada, pensando que el problema se
había solucionado de una vez por todas y para siempre,
a la mañana siguiente, cuando alguno de los que se había encargado de la
mudanza, iba a comprobar que, efectivamente,
el santo seguía donde le habían dejado; cuál sería su sorpresa al
verificar que, si quieres arroz Catalina, el santo “mago”
había desaparecido.
Hechas las averiguaciones y
búsquedas oportunas se daban cuenta que, a San Luis, no le había convencido del todo el
nuevo asentamiento que le habían
asignado y había vuelto por sus medios a
su propia casa, para no ser cómplice de complots terrenales.
Estas desapariciones de la imagen
de su sitio habitual las explicaban y justificaban los que las habían hecho, diciendo
que el traslado se había producido de forma enigmática e inexplicable, y por lo tanto, milagrosa. San
Luis, como no podía ser de otra forma, como ya he dicho, no aceptaba ser
cómplice de una marrullería tan burda y,
he aquí la magia del santo para deshacerse del entuerto por su cuenta, sin ayuda terrenal, abandonaba el nuevo emplazamiento que le habían asignado, pero en este caso, sí de forma milagrosa, para
volver a su sitio preferido y particular
donde se apareció por primera vez, que fue en un sardón próximo a la fuente que hay al lado
de la ermita.
Por muchas explicaciones que los pícaros
marrulleros intentaban dar a sus
rivales, sobre la falsa mudanza de sitio que había hecho el santo, todas ellas
resultaban poco creíbles y la única
explicación convincente y natural del hecho, era que la imagen había tenido transportadores mundanos que se habían prestado a cambiarla de lugar. Esta maniobra tengo
entendido que se repitió más de una vez hasta que las partes en litigio, por fin, se convencieron de
que, de seguir así, San Luis no aceptaría más desplazamientos de conveniencia, ni colaboraría en
semejantes trapacerías de los humanos y por fin le dejaron tranquilo y en paz en su sitio hasta la fecha.
Después de esta chusca introducción
por mi parte, paso a transcribir
literalmente unos párrafos de lo que dice José María Menéndez
en su libro “El Son de Arriba” sobre los milagros de nuestro santo, San Luis.
“En la fiesta de San Luis del Monte, que se celebraba entonces
invariablemente el 19 de agosto, y ahora se deja para el domingo más inmediato
después de esa fecha, se venía creyendo desde muy antiguo en toda la
comarca que durante la misa que se celebraba en tal día brotaban por entre las
conjeturas de las piedras, resquicios de las ventanas y laterales del altar
unas flores admirables y de suave olor que se marchitaban en cuanto se acababa
el oficio. A las que recogían los fieles durante la misa les concedían un poder
maravilloso para curar enfermedades. Creció tanto la fama del santuario, que
rebasó lo límites del contorno; los de Asturias y los de España, y entró en los
congresos y capítulos religiosos, llegando a las más altas dignidades de la Iglesia. En el
capítulo general de la
orden Franciscana que se celebró en Toledo en el año de mil
seiscientos ochenta y dos, un cronista daba fe que se ponderaba el portento de
San Luis del Monte, diciendo: Rara maravilla es la que sirve de testimonio en la peregrina
pureza de San Luis, ermita del Obispado de Oviedo, que, durante la misa que se
oficiaba el día del Santo, milagrosamente brotaban del altar y demás circunferencia
numerosas azucenas de dos colores: celestial y azul que eran recogidas y
enviadas a todo el orbe.”
Este extraño fenómeno de la
aparición efímera de las flores, diríamos que es uno de los milagros mayores,
entre los muchos que se le atribuyen al Santo, pero yo quiero dar luz a otro
menos llamativo, pero no menos importante y que calificaré de "milagro menor":
Una festividad de San Luis del
Monte, allá por los años sesenta, subíamos casi siempre a primera hora un grupo de
jóvenes de Posada y de Vega; lo hacíamos como avanzadilla del resto de la
familia para coger sitio. Regularmente esta
costumbre era común a todas las familias previsoras que gustaban de
ocupar el mismo lugar para merendar todos los años, bajo un determinado roble.
A la chavalería nos solían enviar las
madres ya por la mañana delante del
resto de la familia y así, aparte de hacer algo útil, por lo menos nos quitaban
de encima para que no les estorbáramos en sus quehaceres culinarios y por lo menos, no les dábamos la matraca en casa. Y nosotros encantados de vernos librees cuanto antes.
La preparación de la merienda suponía
para las amas de casa una labor ardua que implicaba el pasar muchos sofocos en la cocina y
también de mucha responsabilidad. Sobre todo en las familias que se juntaban
muchos a comer. Así pues, si las cocineras se liberaban de la gente menuda, al
menos podían trabajar a gusto, sin las impertinencias propias de los
críos y podían tener todo dispuesto para la hora de partir hacia
el monte de San Luis.
Como la ocupación continuada año tras año por parte de
cada familia, de la sombra bajo el roble
preferido, no generaba derecho alguno de reserva para la siguiente vez; la única forma que había de no llevar
sorpresas al llegar, y comprobar que el sitio de costumbre ya estaba ocupado
por otros romeros que habían llegado antes, era el madrugar más. Para evitar esta desagradable situación, lo más efectivo era enviar a los
jóvenes delante y de paso, ya se les cargaba con la parte de la merienda que
estaba lista para llevar.
Entre los chavales de mi grupo
iba uno que, por ser algo mayor que el resto y un tanto más corpulento, le
habían hecho cargo de transportar un cesto con tapa, repleto de comida hasta los
topes, y como elemento más delicado llevaba un
hermoso flan dentro de una cacerola con tapa (entonces no había táper; si
acaso, alguna fiambrera) y con bastante
jugo de caramelo, como debe de estar un
buen flan que se precie de serlo.
Al comenzar el recorrido el cesto
lo llevaba sujeto por el asa y en posición de pie, como era lo correcto y como
le habían encargado pero, según se fue haciendo la subida más costosa, el amigo
ya comenzaba a sudar y decidió aliviarse un poco la carga sirviéndose del bastón que portaba y que, puesto sobre el
hombro de forma horizontal pinchaba el asa del cesto el cual pendía y apoyaba toda su pesada carga sobre la espalda del penitente. El primer
trecho transcurrió sin problemas pero, en la parte final del camino el cesto
sufrió algún que otro balanceo por lo irregular que estaba el piso del sendero y,
el jugo de caramelo del flan, comenzó a verterse fuera del recipiente que lo
contenía, hasta llegar al fondo del cesto, y de éste iba lentamente chorreando por la
espalda del porteador. Probablemente debido a la temperatura, todavía tibia del
líquido, el amigo no se percató de la fuga, pero cada vez se iba quedando más atrás
del grupo.
Cuando llegamos a la campa de la
ermita observamos que nuestro compañero rezagado venía echando improperios sin
parar debido a la impertinencia de un enjambre de insectos que le acompañaban y rodeaban sin él saber el motivo. Traía tras de sí una nube de bichos: mosquitos, moscas, abejas,
avispas, tábanos…, de todo. Cuando llegó a donde estábamos el resto de la
expedición nos dijo: no sé a que será debido pero me vienen rodeando y devorando vivo estos
bichejos que me tienen aburrido. Al bajar el cesto comprobamos que el jugo del caramelo del flan le bajaba por toda la espalda hasta la rabadilla y él aún, sin
advertir la causa por la cual venía
envuelto en moscas. Tal que, le hicimos quitarse la camisa y le sugerimos que
le diera un remojón en la fuente próxima a la ermita para quitarle lo más gordo, pero él se resistía y
decía que no, que le daba mucho apuro el tener que andar sin camisa por entre la gente.
Entonces le dijimos: Mira, pídele al Santo que
interceda y que te seque la camisa en un pispás ¡Oye, eso, sí que estaría bien, contestó! Pues
mira, por qué no haces la
prueba. Y así fue, el bueno de San Luis se apiadó de este
pobre hombre y actuó de forma inmediata; al poco de colocar la prenda extendida
sobre el sardón milagroso; ésta, ya estaba lista para vestir y sin una arruga. Le
dijimos: ¡hombre de poca fe!, ahí tienes el milagro de San Luis. El descreído se quedó encantado de cómo salió del trance, gracias a la “intercesión divina”,
y durante toda la velada festiva pudo: comer flan (sin jugo), bailar, divertirse plenamente y todo esto,
vestido de forma correcta como a él le gustaba.
B. G. G. bloguero “Prior”
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15 comentarios:
Si hubiera errores de redacción en esta entrada, pido disculpas a los lectores pues, una vez elaborada, apenas he tenido tiempo de repasarla. En estos momentos tampoco puedo y el caso es que Eduardo Villamil ha dicho que esto no puede esperar, y de ahí vienen estas prisas.
Bemjamin perfecta la narración del Milagro de S.Luis del monte ,unicamente aclarar que el brote de las florecillas se debía al calor humano, pue al ser un lugar reducido y a la gran afluencia de devotos las flores eclosionaban.
La tradición dice que San Luis del Monte se apareció en un sardón que había próximo a la fuente, muy cerca de la capilla. Aquel árbol se fue haciendo viejo y al cabo de los años se secó. Probablemente se haya acelerado su muerte por las continuas “podas” que sufría por parte de los romeros, ya que cada año que asistían a la fiesta no se iban de allí sin llevar un trozo de rama del árbol. Esto se debía a que el santo se le considera protector de los oídos y muchos devotos desgajaban trozos de las ramas para llevárselos a casa y en casos de dolencia de oídos pasársela por ellos. Como el sardón es enemigo de las podas, probablemente, de ahí su muerte anticipada. Ahora se ha plantado uno nuevo en recuerdo del antiguo.
Galán nos regala un prolífico relato sobre otro hito de las ermitas de Cangas: San Luis del Monte. Al estar en el Valle de Rengos me pillaba a trasmano y nunca pude ir.
El litigio por el emplazamiento debía ser algo bastante común de todas las ermitas. En muchas ocasiones escuché, de distintas personas, la leyenda del intento de construir el Santuario del Acebo en Veiga la Piedra. Decía la leyenda que dejaban allí los materiales y, “milagrosamente”, a la mañana siguiente aparecían arriba, en el lugar donde ahora se levanta. Milagros que solo la Virgen o algunos de los entonces moradores de los pueblos de la zona podrían desvelar.
Las capillas que añade Villamil me suenan de oídas, pero nunca estuve en ellas. Me imagino que San Cipriano es la que yo conozco como Sancebrano.
Todas ellas, al menos cuando éramos críos, estaban rodeadas por un halo mágico y leyendas alimentadas por la soledad y belleza de las cumbres donde se encuentran. Eran inestimables refugios de las tormentas, de nevadas o del acoso de los lobos para los transeúntes que, a pie o montados, entonces cruzaban las montañas.
Un tanto tenebrosos sonaban algunos episodios ocurridos durante las noches invernales en su entorno. Tengo la impresión que ahora, cuando los todoterreno, lamentablemente, llegan a los lugares más recónditos, aquel misterio y encanto en gran parte se ha difuminado.
Casi todas las terroríficas historias relatadas en las noches de invierno al calor de la chariega tenían como protagonistas a los lobos que merodeaban esas diminutas capillas.
En la actualidad se habla mucho del incremento de la población del lobo, pero dudo que sea cierto. Más bien se trata, es mi opinión, que las personas, dotadas de mejores medios de transporte, invaden su territorio.
Los lobos también abundaban en los pasados cincuenta y sesenta. Entonces, durante los inviernos muy crudos, bajaban al valle y hasta la orilla del río en busca de comida.
Cuando aún vivía en Limés recuerdo haberles visto de cerca. Mis abuelos del Ardaliz celebraban todos los años, en diciembre, la fiesta de San Crispín. Reunían a toda la familia para una misa en la capilla de la casa seguida de opípara comida y cena que se prolongaba hasta altas horas de la noche. Para bajar al pueblo, entonces no había linternas, preparaban unos cuelmos de paja muy apretada a los que se prendía fuego, eran gigantescas antorchas, para iluminar el camino. En más de una ocasión vimos refulgir los ojos de una manada de lobos en la oscuridad próxima. Dicen, y será cierto, que el fuego, y su luz durante la noche, es el mejor sistema para mantenerles alejados.
Años después, casi olvidado San Francisco y su lobo de Gubbio, el Sr. Rodríguez de la Fuente intentó quitarnos el miedo atávico hacia ellos. Pero todos estaremos de acuerdo que cuando el hambre les acecha es mejor estar alejados de su necesidad o ferocidad.
Resultaría injusto este comentario relacionando a las capillas que se erigen sobre las montañas de Cangas solo con el lobo. Todas ellas traen otros múltiples y entrañables recuerdos, además del intenso olor de la manzanilla madura.
Ya que hablamos de ermitas, me viene a la mente la San Lázaro de Retuertas, perteneciente a la parroquia de Corias, donde el padre José nos llevaba a los niños/as, del catecismo. Él en el centro las niñas a su diestra y los niños a su siniestra. Intentaba explicarnos en misterio de la Santísima Trinidad, que nunca comprendí y ahora menos.
Por eso después del magnífico relato del Prior, sobre la capilla de San Luis del monte, de dudosa titularidad entre Posada y Caldevilla. Me llama poderosamente la atención entre milagros “ mayores y menores”. Como los pecados mortales y veniales, de los cuales por muy graves que sean tienen arreglo con la confesión y el perdón. En contraposición de los delitos y faltas, juzgados por las Autoridades Civiles. Aquí no hay perdón sino el cumplimiento de la pena impuesta.
Hay que tener mucha fe para creer en los milagros mayores que se relata en dicha entrada, puede ser que el pueblo fanático e inculto, dirigido como un rebaño de ovejas descarriadas, a los planteamientos que a los pastores de la Iglesia les interesaba.¿ Me pregunto?. ¿ Por qué no ocurren esos milagros hoy en día? Racionalmente no son explicables, y el pueblo no comulga con ruedas de molino.
Sobre el milagro menor que relata, tiene una comprensión fácil y racional, sin intercesión de favores divinos. 19 a agosto día de calor el valle del Alto Narcea, se lava una camisa en una fuente, se cuelga en un árbol ( xardón), y “Lorenzo”, hace el milagro en un plis-plas, la ropa seca, y los guajes a saltar, brincar y dar vueltas al aire, por lo bien que lo hace esta moza déjala sola en el baile.
Al Prior no hay nada que se le resista. Igual nos da clases magistrales de botánica, ornitología, o lo que “pinte”; que nos cuenta la “vida y milagros” de San Luis del Monte. Todo ello acompañado del correspondiente soporte fotográfico. Es un campeón.
Carlos, te veo muy contento. Ya te despides como Gión con una canción. En cuanto a la explicación del milagro menor, yo también pienso lo mismo que tú.
Ulpiano, ando un poco retrasada en los comentarios esta temporada, pero me gustó mucho lo que pusiste de los lobos. A mí de pequeña me gustaban mucho los “cuentos” de lobos, que en aquel momento abundaban mucho. Quizá la falta de TV hacía que la gente se reuniera más y hubiera más conversaciones. Por otra parte, como tu bien dices, los medios de transporte evitan que la gente, cuando va camino de sus casas, se encuentre con ellos, y por otra parte, invadan los terrenos antes casi inaccesibles.
Recuerdo que todas las personas mayores tenían alguna historia para contar. Alguno decía que, incluso yendo por una calle de las afueras de Cangas, de repente se le había puesto “El pelo de punta” sin saber por qué, y que al mirar a los lados había visto un lobo acechando, pero eso sí, dejaba bien claro el orden. Es decir, primero se te ponía el pelo de punta y luego veías el lobo. Yo pienso que sería al revés…
También se oía de la gente que iba a caballo. Decían que de repente el caballo se negaba a seguir por el camino y luego se espantaba, y que al final, veían a los lobos.
Yo creo que me estoy haciendo muy mayor, porque esas cosas me dan mucha nostalgia y me hacen recordar a muchas personas que ya no están y que asocio a esas historias.
Aquí estoy nuevamente. Los aires del Palo son fenomenales para el descanso y y el sosiego.
Por mi tierra los cuentos, durante los esfoyones y las reuniones a la luz del candil, solían ser de muertos, sus andanzas nocturnas y la Santa Compaña. Lo triste era, después de estos relatos, irse para la cama y oir, en las largas noches de invierno, los lobos aullar por los alrededores y los ladridos de algún perro al ser presa de sus congéneres.
Hablando de milagros, recuerdo los cuentos que nos contaba el P. José, en clase de religión, que no acabo de entender si los inventaba, los vivía o intentaba creerlos.
Dice un tango que veinte años no son nada; nosotros podríamos decir que cincuenta son casi nada.
Samuel, hace unos días, me recordaba que ahora se cumplían cinco décadas del viaje a San Fermín realizado al terminar el 5º curso en Corias.
Esta especial efeméride bien merecía una cumplida entrada, pero los principales recuerdos que retengo ya intenté relatarlos en la primera participación en este blog, a principios de 2011. Además supongo que Galán, él tiene la llave de mis entradas a este blog, ya habrá abandonado el puesto de mando para disfrutar de las vísperas del Cármen.
Pero como ninguno de aquellos participantes se anima no quiero dejar de recordar aquí, aunque sea en este comentario, la importancia de aquel viaje para unos chavales que, la inmensa mayoría, no habíamos salido de los valles o montañas de Asturias. Ignoro de quién partió la idea, me imagino que de nuestro acompañante, entonces Padre Carmelo, de él, estaría por asegurar, salieron la mayoría de las mejores propuestas elaboradas en Corias. Por fortuna algunos pudimos volver a gozar de su compañía, en El Acebo y Corias, en fechas recientes.
No podía existir mejor lugar de inmersión para el conocimiento de las personas y costumbres más variadas en aquella lejana España de los pasados sesenta. San Fermín, lo pude constatar cuando regresé más de veinte años después, tiene algo especial, diferente de las festividades celebradas a lo largo y ancho del país. Nada tiene que ver con los sucedáneos horteras, casi siempre centrados en el maltrato animal, que han proliferado durante las últimas décadas en tantos pueblos y ciudades de España.
Aquel viaje nos permitió, a la ida y al regreso, descubrir por primera vez ciudades y lugares maravillosos de la cornisa cantábrica. Supongo que quienes participaron en aquel viaje están de acuerdo, y también guardan esos recuerdos como oro en paño.
Quizá sea un recuerdo idealizado, pero ya se sabe, a medida que la vida avanza el futuro suele gustar menos, mientras el pasado se presenta más cercano y atractivo agrandando los acontecimientos y a las personas cercanas con las que se ha compartido.
Decididamente no son fechas propicias para ponerse a escribir, al menos aquí donde me encuentro. La buena temperatura -en ningún momento hemos sobrepasado los 30º, algo inusual en estas tierras siempre abrasadas por el sol en esta época- junto a la ausencia de viento, invitan a la lectura bajo una protectora sombrilla, dar largos paseos por la orilla de la playa y algún baño con permiso de las medusas que estos días parecen haberle tomado cariño a las más bellas y remotas playas de Cabo de Gata. Días pasados, en Mosul y Genoveses, abundaban estos pelágicos, para disfrute de los niños y algunos mayores empeñados en su captura. Hoy por toda la zona ya habían desaparecido permitiendo adentrarse en las aguas transparentes y tranquilas, como una enorme piscina con el fondo tapizado por verdes praderas de posidonias.
Para los que estéis en Cangas, felices fiestas. Y cuidado con las compuestas.
Maribel, pese a la distancia deduces ,y deduces bien que estoy contento.Este fin de semana tenemos aquí la Feria Franca Medieval, cada año se va consolidando más y adquiriendo prestigio. El casco histórico es precioso, y los actos que se desarrollan nos trasportan a un tiempo, donde si no eras Señor, estabas “ aviado” y condenado al infierno terrenal.
La ciudad, creo que lo comenté en otra ocasión, tiene la denominación de Betanzos “ Dos Cabaleiros”, ya que en el Medievo, todo noble del antiguo Reino de Galicia, que se preciase serlo, tenía que tener casa en Betanzos.
Como es una fiesta de mucha animación, hay que salir a comer algo en los puestos de comida, y comprar alguna “ caxigalina” a las nietas”.
Hay que tener en cuenta que la entrada del Prior, con la romería de San Luis del Monte, siempre nos sobrevuela el recuerdo de aquellos años de gaita, tambor y buenas comilonas en el campo, para continuar “ a troula”. Por eso acabé el comentario como el bueno de Gión, con esa canción que tú, por lo que observo también la conoces
Carlos.Ilustra a las personas que leen este Blog,sobre Betanzos,que aparte de ser la Ciudad de los Caballeros,fue nombrada por los Reyes Católicos,capital de una de las siete provincias que comprendían el Reino de Galicia.Ese tiempo fue su máximo explendor...si tienes tiempo,amplía esta información,...como vecino de Betanzos que eres.
Esta tarde andan mis nietos por la Feria Medieval vestidos ella de mesonera y el de caballero
Un saludo.
Inocencio, como bien dices Betanzos dos Cabaleiros, fue una de las siete provincias del Antiguo Reino de Galicia. Es tradición que se remonta a tres siglos atrás, que estas provincias hagan la ofrenda por medio de su alcalde , ante el Santísimo Sacramento expuesto de forma permanente en la catedral de Lugo. Siempre se invoca a bendiciones terrenales, que pocas se cumplen ya que las guerras, miserias, odio ……., campan a sus anchas, a lo largo y ancho del globo terráqueo.
Como componente de la Coral Polifónica de Betanzos, asistí dos años, al ser rotativa es cada siete años . Nuestra misión cantar las misa en Latín, (canto gregoriano), oficiada por el Obispo que corresponde a la provincia, y auxiliado por una cohorte de obispos,abades y sacerdotes de las distintas diócesis gallegas.
La influencia de la Iglesia Católica es notoria. Se celebra el domingo siguiente después del Corpus Cristi, y su celebración es religiosa con procesión incluida. De hecho el escudo de Galicia, tiene siete cruces, en reminiscencia a las siete provincias. En el centro un copón con la hostia consagrada, en recuerdo a Jesús Sacramentado, expuesto en la catedral de Lugo. El escudo de esta ciudad lleva la inscripción Latina “ Hic hoc misterium fidei firmiter prifitemur = Creemos en la fidelidad de este misterio. Algo parecido con el escudo de Asturias, donde también figuran textos latinos “ Hoc signo vincitur inimicus, Hoc signo fuetur plus” = Con este emblema se vence al enemigo, con este emblema se defiende al piadoso. Hay que tener en cuenta , de aquella Galicia pertenecía al Reino de Asturias, y su primer peregrino ante el descubrimiento del sepulcro del apóstol Santiago en Compostela, fue el Rey Asturiano Alfonso II el Casto, inaugurando el camino primitivo, que recorre el suroccidente asturiano, pasando por Lugo.
Por esta Ciudad, pasa una parte del camino Inglés, un ramal parte de Coruña y otro de Ferrol, con albergue en Betanzos, se juntan en Ordes y a partir de ahí es único. En el Medievo tuvo mucha pujanza, en los países nórdicos e Inglaterra, así evitaban el largo viaje continental con la inseguridad que ello acarreaba. ¡Samuel!, todavía no se había creado la Benemérita, cuyo artículo 8 de su cartilla fundacional dice: ” Será siempre un pronóstico feliz para el afligido, infundiendo la confianza de que a su presentación, el que se vea cercado de asesinos, se crea libre de ellos; el que tenga su casa presa de las llamas considere el incendio apagado; el que vea su hijo arrastrado por la corriente de las aguas, lo crea salvado; y por último, siempre debe velar por la propiedad y seguridad de todos”. Vivir para ver; yo lo viví 42 años, aunque creerlo es otro cantar, que por cierto no lo hago nada mal.
Con la Reforma protestante, el camino Inglés cayó en desuso. Al imperar la Iglesia Tridentina, más papista que el Papa. Hoy en día vuelve a coger auge.
Posee, dos santuarios Marianos, dos iglesias parroquiales y dos conventuales ( Santo Domingo y San Francisco), un convento de monjas. En asuntos religiosos, estamos bien servidos para una población de 12.000 habitantes, en su casco urbano
Continuaré, toime enrollando de carallo.
Cosas del destino pero una vez asentado en Betanzos, e ir conociendo su historia y sus gentes, quizá por mi parte de una forma consciente, me aferré a la idea de la similitud entre ésta y Cangas del Narcea, coincidían en mi subconsciente. Una Ciudad y una Villa que bien podían hermanarse, para lo cual me baso en los siguientes datos.
En Betanzos se juntan dos ríos, ( Mandeo y Mendo) que cierran la ciudad, donde se inicia la ría. En Cangas confluyen el Narcea y Luiña que dejan su impronta a la hora de disfrutar de sus aguas.
La Comarca Betanceira está plagada de viñedos, lo mismo que Cangas, pero sin la pujanza que estos últimos han adquirido a nivel nacional. Los de aquí son para andar por casa. Las bodegas, son típicas en las dos localidades, donde se junta la gente para comer y beber. Previamente cada pandilla lleva la comida de casa. La bodega solo pone el vino y el orujo ( caña). Se termina como el rosario de la aurora, cantando canciones del país ( gallegas) o ( asturianas). El anuncio de que está abierta una bodega es un (ramallo de loureiro), colgado de en la parte alta. En Cangas no recuerdo la forma de anunciarse, ya que en Corias íbamos directos a darle al cacho. Hay una frase muy típica. Aquí al orujo se le llama caña. A finales del siglo XIX, las autoridades municipales, ante la carestía de alimentos, para alimentar adecuadamente a la población, su Alcalde desde el balcón del Concello, si dirigió al pueblo al estilo de Pilatos y les arengó: “ Betanceiros que queredes, que suba a caña o baixe o pan”. El pueblo indignado le contestó: “ Que suba o pan e baixe a caña”. Así se las gastaban nuestros antepasados a la hora de enfilarse y llevar los cuartos pa casa.Hay que tener en cuenta que de aquellas la mujer estaba postergada de la sociedad.
Plato típico de Betanzos es la tortilla, donde tiene mucha fama a nivel nacional, y entre los sibaritas de la cocina. Lo mismo que la empanada, para ella hay una canción popular gallega que dice.
“ Para bon viño Ribeiro
Para empanadas Betanzos,
Para berberechos Noia
Para sardiñas Rianxo........”
Cangas tiene sus buenas empanadas, sobre todo esos bollos ( con chorizo, tocino y jamón ),que saben a gloria, a mí personalmente me gustan más que las empanadas gallegas.
Tienen dos fiestas únicas. Betanzos con su globo de papel, que se eleva a los cielos el 16 de agosto día de su patrón. Dicen los entendidos, el más grande del mundo, con 25 metros de alto por 50 de circunferencia, y una antigüedad de unos 135 años. Cangas con su famosa descarga. Nadie se lo puede creer hasta que asiste una vez. El espectáculo es impresionante. Es de tiempos inmemoriales y más antigua que el globo.
Aquí difieren bastante, Betanzos asentada plácidamente a la orilla de su ría. Cangas, encajonada en un profundo valle, rodeada de cientos de montañas.
Pese a todo ello, sigo pensando que hay muchas similitudes, ya que la “ troula y la folixa”, van de la mano. Sería cuestión que Jesusín el “Pelgar”, echara una mano, ya que ta desaparecido en combate. Habrá que ponelo en requisitoria, haber si lo encuentra la Benemérita. Si ta mancao, avisamos a la Cruz Roja que también ye Benemérita.
Que ninguno de los visitantes ocasionales, los habituales ya estamos acostumbrados, se asuste por este parón en el blog.
Pudiera pensarse, y no sin razón, que la ausencia de entradas y comentarios obedece al impacto causado por la erudición desplegada por el amigo Carlos sobre su tierra de acogida, Betanzos, y el antiguo Reino de Galicia compartido con los astures. ¿Vendrá de entonces el dicho, tantas veces escuchado, de “gallegos y asturianos, primos hermanos”?.
Gracias, Carlos, solo pondría un pero. Los dos comentarios debieran haber sido una entrada. Éstas son mucho más fáciles de localizar si apetece volver a releer.
Ahora bien, a mi parecer, la menor actividad en el blog se debe a que todos andamos un poco de garabuyos. No se puede olvidar que ayer se celebró El Carmen, y que muchos de los asiduos del blog habrán estado disfrutando de la fiesta; sin tiempo, aunque este año la Descarga parece que fue un poco más corta, para mirar esta ventana compartida.
Ya llegará el invierno, decía alguien en estas páginas hace dos o tres años.
Mis mejores deseos para los participantes en El Carmen, también a demás amigos dedicados al asueto.
Por mi parte he regresado al horno de Madrid. Cuando se llevan tantos años viviendo en esta ciudad no es honesto escaquearse y dejar de compartir estos abrasadores momentos.
Además, aquí en Chamberí, también se celebran las Fiestas del Carmen .Mejor dicho, se celebraban con magníficas verbenas en los Jardines del Canal. Los alcaldes Gallardón y Botella, alérgicos a las fiestas populares ¡encima su partido se llama popular! hace años que se han cargado esas añoradas fiestas. Solo un grupo de esforzados “alternativos” intentan volver a revitalizarlas con algunos pasacalles y cena, cada uno lleva para compartir lo que quiere y puede, en la Plaza de Olavide.
Menos mal que yo hice alguna parada por La Mancha y, a pesar de los 40º que marcaba el termómetro, pude abastecerme de algunas migas con torreznos, tiznaos, codornices escabechadas, y quesos, así como alguna botella de vino, cada año mejor, elaborado por la zona.
A las 10 de la noche el termómetro aún marca 35º, menos mal que anuncian descenso durante el fin de semana, y que Asturias espera para cuando se adentre agosto.
Carlos, tiene razón Ulpiano al decir que estos dos comentarios tenían que haber sido una entrada. Es muy interesante y se ve muy bien documentado. A mí las cosas de Galicia, no sé si por los genes que tengo de padre gallego, siempre me gustaron mucho.
Yo no soy tan estudiosa como tú. Si me lo dan así resumido me gusta leerlo. De las bodegas, ya sabes que no puedo opinar nada, pero de las tortillas de Galicia… En la provincia de Lugo, que es a donde voy con más frecuencia, hay sitios como Abadín, Mondoñedo, y, en general, cualquier pueblo y la capital, que te encuentras con unas tortillas “gigantes” que están buenísimas.
Ahora voy con el comentario de Ulpiano y los treinta y cinco grados a las diez de la noche. Lo leí ayer hacia las doce, cuando vine a apagar el ordenador para acostarme, y yo que había estado haciendo cosas por casa y tenía muchísimo calor, pensé en cómo me encontraría con esa temperatura, teniendo en cuenta que, aunque por el día hubo treinta y uno, en aquel momento había 22. ¡y yo quejándome! Eso sí, aquí estos días está muy bochornoso y la humedad hace que la sensación térmica se más alta. Apagué el ordenador y fui a ducharme antes de acostarme.
Nosotros marchamos para Oviedo, y volvimos, para volver a trabajar yo, ayer jueves a primera hora. Viviendo aquí en el centro es imposible el ruido. La verdad es que por una parte da pena marchar, y por otra, como estás aquí todo el año… Estuvimos viendo la descarga por la TPA. El ruido no es sólo ya el de los voladores, que es mucho; lo peor son los locales de hostelería que ponen la música a unos niveles insoportables. Este año decían que iban a regular un poco eso, pero leyendo hoy el blog de Mera “De Acebo y Jara” explica muy bien la situación. Ulpiano, me imagino que ya conocerás ese blog, está muy bien y cuenta todo lo de Cangas.
En cuanto a la parada en La Mancha, nosotros cuando íbamos para el sur, siempre parábamos en Santa Cruz de Mudela, sobre todo antes de la autovía. Había restaurantes, que, para ser de carretera, tenían mucha calidad. Sobre todo en los productos típicos esos que nombras. También en la Mancha (Ciudad Real) sentí yo por primera vez los rigores del verano, pues nos coincidió en una visita una ola de calor y… Estábamos en una chalet, a siete kilómetros de C. Real, con piscina, aire acondicionado y demás, pero yo pensar que estaba el sol dando en la habitación antes de las siete de la mañana, no lo llevaba. Como aquí estamos acostumbrados a que las montañas nos quiten el sol unas horas se me hacía insoportable.
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