martes, 11 de noviembre de 2014
VIAJE AL CENTRO DE LA TIERRA * (Con la venia de J. Verne)
Por jrFRANCOS **
NOTA (preliminar).-Pudiera haber escrito este reportaje
desde un punto de vista más objetivo, más distante y técnico. Pero tanto como
informar he querido haceros partícipes de mi filosofía sobre los viajes y
también dejar asomar sensaciones y emociones. Por eso es personalista, porque
me he metido dentro.
Hay gente que se hace grandes viajes a
lugares exóticos a base de muchas horas de vuelo e incluso transbordos. Y también
de cartera . Unas veces organizados por agencias y otras de programación
propia. No voy a negar que tal vez me gustaría hacerlos, pero
como no los hice -cuando era joven y derrochaba deseo de aventura por
todos y cada uno de los poros de mi piel- (un solo sueldo y cuatro niños
que "comían" como limas tienen algo que ver en ello), ni los hago
(porque como decía aquel: "ahora que sé hacer el amor no tengo con
quien", léase, ganas de viajar, aunque puedo), por eso digo "tal
vez". (De hecho pude ir a Las Vegas, a gastos pagos sin límite de tiempo,
donde mi hija trabajó durante tres años, y no fui). He ido, eso sí, dos
veces a Marruecos por varios días, otras dos a Gibraltar y mucho a
Portugal, país que me gusta, habiendo entrado por vez primera en en 1989 por el
río Guadiana a borde de una piragua y cámara en ristre con ojo avizor. Una
singularidad de la que no todos pueden presumir.
Más de una vez me he preguntado por qué
esa inercia mía de salir al extranjero. Tal vez si una compañía me hiciese un
poco de lazarillo, empezando por decirme cuántos calzoncillos, camisas y
pantalones debo meter en la maleta y no arrastrar auténticos baúles de los que
la mitad no te pones, como me sucede, y se metiese en internet para sacar
los billetes de avión con antelación para coger las mejores ofertas y se
encargase de conducirme por ese maremagnun que se da en todos los aeropuertos,
donde muchedumbre y pantallas luminosas me emborrachan, así como de buscar
hoteles y demás, pues no voy a decir que tirase del carro, pero sí que no
pondría palos en la rueda. De hecho soy una persona curiosa con el saber, y
viajando se aprende mucho; soy una especie de esponja que me gusta preguntar y
enterarme, tanto que más de una vez me tomaron por periodista realizando algún
trabajo de campo o policía investigando.
Por si alguien piensa que soy un
"zuño" apegado a su madriguera, se equivoca. Mi familia, mujer y
cuatro hijos, fue de las primeras, por no decir que la primera -a juicio
de mis hijas que sabían lo que hacían los padres de sus amigas, gente de
posición saneada- en salir de camping, incluso con niños en cuna, hace más de
treinta años. Así recorrimos, los seis más un perro (Neva, recogida de la
calle) el del Puerto de Santa María, Caños de Meca y el de Chipiona (Cádiz) el
camping Cata-Pun en el Andévalo (Huelva), el de Proserpina en Mérida (Badajoz)
y los campings de El Brao en Llanes y el Costa Verde en Lastres (ambos en
Asturias). Y varias veces uno que está a cinco kilómetros de Melides
(Portugal), entre un pinar y cuyo nombre no recuerdo. Todos en la costa, menos
el de Proserpina que está junto a un lago artificial. Turismo barato, sí,
pero de gran calidad ambiental, de grandes posibilidades de relaciones
humanas con los otros campistas, y aventurero y viajero. Es decir, que
entrenado estoy, a lo que añado que viajé mucho por España en auto-stop. Pero
al extranjero, no. Bueno está.
Los viajes que sí me gustan son aquellos
de pocos días a rincones de la Iberia, fuera de los circuitos turísticos y que
me suponen un desembolso mínimo. Me revienta el hígado que me estafen
cobrándome tres euros por una caña y veinte por un plato de jamón ibérico,
cuando en mi entorno habitual sacio mi sed y hambre con la tercera parte: una
caña un euro, plato de jamón ibérico, ocho.
Es que eres de la cofradía del puño. El dinero
es redondo para darle curso, para rodarlo. No, no; no te confundas.
Precisamente los que tienen es porque no lo derrochan, saben administrarlo y no
caen en las garras del préstamo.
De Picasso, al decir de un enmarcador de
cuadros, conocido por haber trabajado para pintores de renombre, en un
artículo sobre cuestiones que hay que tener en cuenta a la hora de escoger un
marco para una pintura, era de los que "miraba mucho por la peseta",
yéndose siempre a los más económicos. Y el multimillonario... (¡ay, me patina
la memoria!)..., instaló en su mansión teléfonos de meter moneda, para que sus
múltiples amistades y visitas no le engordaran la factura del teléfono. Ambos
vivieron bien (Picasso en lo carnal incluso fue de unos brazos de mujer en
otros) y al morir dejaron una fortuna.
Pues en esa línea de viajes que a mí me
gustan y que en términos militares habría que decir que no son los propios de
soldado de batallas que duran días, sino miembro de un comando que da
golpes de mano tipo relámpago (entiéndase el símil), estaban algunos de
los que publiqué aquí en el Blog, como Turismo y gastronomía por la
Raya (la frontera con Portugal), Por las Rutas del bajo
Guadiana (Mértola-Ayamonte) , Alcantilados, Cuevas y Turismo de
alpargata en Portimao, Parada y Fonda en Pola de Allande (que recuerdo
tuvo muchos comentarios), y algún otro que se me escapa, viajes de dos,
tres, cuatro días a lo sumo.
Hoy voy a hablaros del viaje cultural
que un grupo de gente de Zafra, al que me sumé, hizo a las Cuevas de Fuentes de
León, población de unos 2.500 habitantes fundada por la Orden de Santiago.
El aglutinante y la iniciativa partió de
José Antonio Amador Redondo, un inquieto investigador y "pateador de la
naturaleza", como él mismo se define, con varios libros escritos, de los
cuales tengo dos dedicados. Nos conocemos desde que enseñó a nadar a mi hijo...
que ya pasa con creces de los treinta años. Miembro fundador del G CAEM de
Zafra (Grupo Cultural de Arqueología, Espeleología y Montaña), en 1985, quienes
desde entonces y durante cinco años exploraron, fotografiaron, filmaron y
estudiaron estas cuevas cuando tenían que ir con machete en mano y canoa
inflable y cuerdas para descolgarse, pues estaban solo localizadas, no
acondicionadas como ahora para recibir a los visitantes.
Este hombre se conoce todas las cuevas
de España, incluida la que descubrió ahí en Asturias nuestro compañero
cauriense Tito Bustillo y que lleva su mismo nombre. Y la de Valporquero en
León. Y la de... Sentí un poco de vergüenza porque esas son dos que tengo ganas
de visitar y que no he hecho pese a tenerlas a mano (la primera está a pocos
kilómetros de Oviedo, donde me quedo, y la otra la veo anunciada en una
desviación de media hora cuando subo a Asturias). Solo cuento en mi haber de
visitas a la de Nerja (Málaga) y a la llamada "gruta de las
Maravillas" o Gruta de Aracena (Huelva). Bueno también entré en la Cueva
de Montesinos, en Ruidera (Ciudad Real), hace más de treinta años, nombrada en
el Quijote. Y si una mina de carbón es una cueva, que lo es, durante un año, de
lunes a viernes, bajé hasta la cuarta planta de la mina "Tres
Hermanos" en Armayán, concejo de Tineo (Asturias).
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Las Cuevas de Fuentes de León son
varias, y serán aún más cuando se acondicionen para ser visitadas. Nosotros lo
hicimos a tres. La primera, Cueva del Agua, así llamada por el lago que tiene
al fondo, tiene interés espeleológico, arqueológico (por los restos
encontrados) y Zoológico, en concreto en la rama denominada Quiroptorología,
por la colonia de miles de murciélagos que alberga.
La segunda, denominada Cueva de los Postes,
por las columnas que a veces en forma de portería presenta, tiene interés
arqueológico. A parte de huesos largos que se ven asomando en el tajo de las
excavaciones, tiene un cuenco romano del siglo I calcificado.
Con los estratos y restos hallados
en estas dos cuevas, los investigadores trazan el mapa de la flora y
fauna de hasta nueve mil años a. de C., así como de los seres humanos que las
habitaban. Por ejemplo, se han encontrado restos de pino piñonero negro, propio
de zonas frías, lo que lleva a deducir que la Iberia de entonces estaba
sometida a un clima riguroso. Por eso sus gentes y en concreto los de estas
cuevas, ante la dificultad de encontrar alimentos con la generosidad que se
darían en un clima más benigno, no perdían puntada, practicando la
antropofagia, es decir, se comían a sus muertos. (El canibalismo, y conviene
establecer la diferencia, es la acción de matar a un semejante, y
enemigo, es de suponer, porque sino, malo, para comérselo).
Algo curioso encontrado y que sirvió
para determinar aspectos de su cultura médica, fue un cráneo bastante
deformado, con la frente huida y un agujero. Convinieron los investigadores que
ante alguna enfermedad, esa persona llevaba como una especie de turbante
de piel (tenía que ser piel de los animales que cazaban, ya que aún no se había
inventado la tela) comprimiendo el frontal contra en occipital. (A una de mis
hijas, la melli, que nació con la cabeza ahuevada, le pusieron una especie de
gorro durante unos peses para redondeársela). Y para que saliesen los malos
espíritus, tal vez, le habían hecho una trepanación, pues presenta un agujero.
¿Y los chillos de dolor, hasta donde se oían?, pregunté yo. Y José Antonio
Amador, me dice: "Los anestesiaban dándoles a comer o beber brebajes de
plantas alucinógenas, como por ejemplo...". Vaya, me vuelve a patinar
la memoria y no la recuerdo en español, pero en portugués si: la
Figueira do Inferno, que habréis leído en la prensa que hace poco salió la
sentencia contra unos jóvenes que dieron de beber a otros ese mismo brebaje y
se pusieron a morir.
También se han encontrado restos de
animales que aún existen hoy en día y de otros que están extinguidos.
En fin, que estas cuevas, que
reutilizaron romanos y gente más recientemente, donde hicieron fogatas que
ennegrecieron el techo, constituyen un laboratorio para los investigadores del
pasado de la especie humana.
Cada vez que estoy en un lugar con peso
de pasado, como unas cuevas de éstas, un castillo, el lugar donde tuvo lugar una
batalla, etc. me gustaría tener un caleidoscopio para viajar en el túnel del
tiempo y sentado en una atalaya contemplar como era la vida o la acción de
aquellas gentes o hechos. ¿Quién no pagaría por ver cómo fue la batalla de
Covadonga, el gesto del rey visigodo Guzmán el Bueno arrojando el cuchillo para
que matasen a su hijo, cautivo de los invasores musulmanes, si no entregaba
Tarifa... o el grito de Fabila, hijo del rey Pelayo, cuando se lanzó cuchillo
en mano contra aquel gran oso que lo terminó matando?
Igual deseo me asalta cuando alguien
interesante me cuenta algo de su vida y sospechas que se calla otra mucha. Me
gustaría también ahí tener el ojo de Gran Hermano proyectado a su pasado y
husmear en su vida. Pero eso entraría dentro de la invasión de la privacidad de
la persona. O sea, puro morbo, puro alcahueteo. Pero, ¿quién no pagaría, y
probablemente la cotización estuviese más alta, por ver cómo fue la noche de
bodas de Aznar y Ana Botella, el momento en que Rodrigo Rato se gastaba unos milejos
de euros comprando no sé qué con la tarjeta oculta de Bankia o las miradas de
soslayo de Franco, cuando Evita Perón visitó España y de quien, según una amiga
mía argentina, se enamoró?
Para el final, la guía, una chica
muy linda que hablaba con una finura que no es propia del extremeño (su padre,
me dijo, era... de no recuerdo qué país, donde se crió y pasó muchos años), y a
quien me empeñé en llamar Sidney hasta que me corrigió, con invitación amable
de que visitase al otorrino, pues ella había dicho que se llamaba Sindy, nos
llevó a la cueva de matrícula de honor, denominada Cueva de Masero. La
supercueva, que no envidia en nada a las dos que dije conocía. Es más, en
algunos aspectos las supera. A parte de las estalagtitas y estalamitas y las
columnas y las banderolas dentadas, los gour, marmitas y pisolitos (las
llamadas perlas de las cuevas), tiene formaciones y en cantidad que yo no había
visto nunca ni siquiera sabía que existían, como banderolas dentadas y alas de
mariposa que penden del techo. Y también tiene una geoda, que es como una
hornacina donde están presentes todas esas formaciones artísticas y caprichosas
que he mencionado. Es el bonsai de la cueva.
Una maravilla, en suma, que incrementa
su encanto cuando la guía de nombre parecido al de la ciudad australiana apaga
la mayor parte del alumbrado y lo deja reducido al mínimo para poder contemplar
cómo, todas aquellas estalagtitas y estalagmitas y demás en forma de
flecha o de punta de lanza o de verga de toro o de pene o de cabeza pelada o de
dedo o de gato negro (proyección de una sombra) o de ... qué se yo: la
imaginación se puede echar a volar y encontrar mil parecidos. Pues cuando Sindy
alias "Sidney" hace un medio apagón, esas esculturas calcáreas de la
naturaleza y los milenios se dejan ver cual luciérnangas. Son fosforecentes.
Ganas dan de ponerse de rodillas y con las manos en postura beatífica hacer
aquello que no haces por mucho que desde púlpitos te prediquen: orar.
Tras más de tres horas viajando al
centro de la tierra, en el bar que hay allí mismo -donde una caña vale un euro,
un café un euro, una copa de vino de marca un euro, parece el bar del todo a un
euro -, compramos la bebida y en las mesas del merendero que tiene bajo encinas
tiramos de mochila: bocadillos -cada uno el suyo-, pero a partir de ahí,
el chocolate, los higos pasos, las nueces, el turrón... todo para todos. Ya sé
que hijosdeputa los hay hasta en los confesionarios, pero la experiencia me
enseña que la gente que anda en bicicleta por la ciudad, villa o pueblo
(pudiendo hacerlo en el autobús), hace senderismo (pudiendo ir en coche),
acampada (pudiendo dormir en hotel); la gente que anda por la naturaleza
(pudiendo andar por las calles mirando escaparates), pues esa gente suele ser gente
sana de espíritu, que es tanto como decir noble y compañera. O cuando menos es
una gente que tiene otra concepción y filosofía de la vida, lo cual la hace muy
interesante.
Para remate visitamos el castillo de
Segura de León, allí cerca, en perfecto estado, por cuyos muros almenados
hicimos la ronda del vigilante disfrutando de unas estupendas vistas.
Un buen día, donde lo único en contra
fue el sol, que se dejó ver poco. Y todo por cuatro euros para gasolina al que
ponía el coche, más uno de una caña y otro de un café al del bar. Y otro más
para poder acceder al castillo. Total, siete euros. Rajoy, no nos cuentes
milongas sobre la salida de la crisis y los brotes verdes. Con nosotros, ni en
tres legislaturas.
Me encantan estos cortes de manga al
consumismo.
De lo que acabo de decir sobre la gente
que vive de otra manera, es elocuente este intercambio de guasas que tuve con
una amiga, ya de noche en casa, y que después del viaje fue a visitar a un
familiar muy directo que permanece en cama aquejado de una enfermedad
incurable. Yo le pregunto qué tal después de la visita, si le afectaba
mucho el ver a un ser querido enfermo. Y me contesta: "Pues ya menos,
hasta al dolor se termina acostumbrando una y lo voy llevando. Además he pasado
un día muy agradable. Me habéis parecido unas personas maravillosas y espero no
perderme ninguna excursión".
Pues nada, amiga, nos vemos ya mismo en
el Torcal de Antequera (Málaga), que aunque lo conozco, sus caprichosas y
fantasmagóricas rocas calizas del Cámbrico en forma de torrecillas con
abundantes fósiles marinos incrustados; como un museo al aire libre de
catedrales a cual más artística, donde las cabras monteses te comen casi de
mano, como sucede también en la Peña de Francia. Pues aunque lo/la conozco,
merecen una segunda visita. Y al retorno, Estepa ( Sevilla), la
capital del polvorón y otros dulces navideños, para aprovisionarse. Que la
Navidad ya está ahí. Y si no nos habíamos dado cuenta, pasear por Badajoz, que
ya luce desde hace días alumbrado. Gastad, gastad malditos, que diría Sidney
Polack en versión baile en su famosa película.
* Este reportaje aparecerá también en el periódico
digital ww.lagacetaindependiente.es en
el plazo de una-dos semanas.
** José Rodríguez Francos "jrFRANCOS" fue
profesional de la enseñanza (E.F. y Dibujo). Fotógrafo de la Naturaleza, con
cuatro exposiciones itinerantes en su haber, trabaja la fotoliteratura. La
escritura es una de sus aficiones. Nacido en Asturias, vive desde 1974 en Los
Santos de Maimona (Badajoz).
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3 comentarios:
Francos vuelve por sus fueros y eso es una buena noticia, para él y para quienes visitamos este blog.
A través de esta detallada excursión por sus gustos y la gruta visitada muestra un lugar de su Extremadura que, al menos para mí, era desconocido.
Tiene razón en su reflexión sobre viajes, la comparto. El mejor viaje no guarda relación con la distancia recorrida si no con aquello que más apetece y satisfacción da hacer.
Buen viaje por El Torcal, hace unos veinticinco años que estuve por allí. Aunque no visité ninguna de las cuevas resultó muy interesante el paseo entre las sorprendentes piedras de formas caprichosas. Además toda la zona resulta muy agradable. En una venta no lejana tomamos un ajoblanco que aún recuerdo.
Era primavera y aproveché para coger por los alrededores un buen mazo de espárragos silvestres, de los llamados trigueros. Ignoro si en la actualidad está permitido, según me han dicho, en la actualidad está prohibido recoger arándanos por los montes asturianos.
Me ha dicho una amiga a la que aprecio por sus muchos valores de todo tipo que tiene, que rechinan algunas faltas de ortografía que he puesto. Lo cierto es que, después de haber pasado por "mis manos" al pie de setecientos alumnos, no sé si habré conseguido enseñarles algo (los que me ven por la calle, ya padres de familia y albañiles, médicos, agricultores, carpinteros, empresarios, etc. dicen que sí... y el hecho de que me llamen la atención para saludarme, en mi ser de persona despistada que va a lo suyo y con sus pensamientos,debe ser por algo), pero lo que sí es cierto es que me han destrozado la inmaculada ortografía que tenía a base de corregirles tantas barbaridades como ponían, donde era inflexible, incluso en
los bocetos de Dibujo y en los exámenes de Ed. Física, que fueron las disiplinas que impartí en los últimos veinte años de mi vida profesional.
También hay por ahí dos o tres gazapos, fruto de no hacer lo que sé: dejar reposar un par de días lo que escribes y releerlo y a ser posible en un marco distinto al que lo escribiste (si lo escribes en el despacho, irte a la cochera, p.e.) para romper tu autoencanto.Pero quería desprenderme pronto del reportaje, porque otras páginas me esperaban (de las que tendréis noticias en su debido momento -si no vuelve a rompérseme el alma-)y le di a ENVIAR con cierta premura. Lo sé. Mi lema siempre fue: "Lo bien hecho, bien parece". Me lo aplicaré para la próxima. Salud.
Francos, tienes mucha razón que no es necesario cruzar la frontera, en cualquiera de sus puntos cardinales, para encontrar lugares con encanto.
No hace mucho, contaba la cara que puso un empleado de una agencia cuando le pedí una reserva de 7 días para Teruel. Fue una visita de las más tranquilas, por la ausencia de turismo y de las más provechosas en lo referente a lugares para visitar.
No hay lugares sin interés; lo único que hace falta es ampliar los objetivos y no centrarse siempre en lo mismo.
No tengo ni idea de la prohibición de coger arándanos. Posiblemente esté prohibido arrancar la planta como lo está hacerlo con el xardón. Parece que es el refugio de muchas especies.
Lo curioso es que, antes, no se respetaba tanto la naturaleza y abundaba por todas partes.
Esperemos que no ocurra como con el exceso de limpieza, que parece ser el causante de tantas alergias.
Y lo de la ortografía, prefiero no sacar el tema porque ahí, me toca a caldeiradas.
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