CAPÍTULO IV
El 5 de febrero, solicitó
el P. Orge, por pura cortesía y con fraterna delicadeza, el permiso de la orden
benedictina, para poder ocupar el monasterio. Lo hizo por medio de una carta
enviada al P. Vicente Carrasco, benedictino exclaustrado (posiblemente
representante de exclaustrados benitos) que residía en Burgos. Éste contestó el
día 12, y entre otras cosas le decía: Participando yo mismo de la más
completa enhorabuena que doy a V. Rvma. por semejante elección, dicho se está
que el permiso que al efecto se me pide le tiene V. Rvma tan completo como yo
puedo dar. Ojalá que si el Gobierno le concediera otros, eligiese V. Rvma. a
San Pedro de Cardeña, legua y media al oriente de esta ciudad, San Millán de la
Cogulla en la Rioja o Celanova en Galicia, todos tres edificios, sobre su
capacidad, de singular mérito.
El 6 de febrero, D. José
Uría y Terrero, presenta ante el Juez de Primera Instancia de Cangas el poder
dado por el P. Cuartero y hace petición oficial de que se le entregue el
monasterio de Corias, con calidad de reversión al Estado si llegase a
caducar el prenotado Orden de Misiones Dominicas. Pide que se le dé la posesión
real bajo el correspondiente inventario.
En el mismo día, el Juez
de Cangas, D. Álvaro Rodríguez Paellas, celebra el Auto, en el que …Falla que debía
mandar y manda se dé la posesión y entrega solicitada a D. José Uría, haciendo
saber al Comisionado Subalterno le entregue el edificio, con su cercado y monte
a él contiguos, bajo el correspondiente inventario…, ante el escribano y
secretario Gregorio González Regueral.
El 11 de febrero, en la
villa de Cangas, se presenta D. José Uría y Terrero ante el escribano y
secretario, y dijo que hallándose achacoso a causa de su avanzada edad, y
que por el fuerte temporal de nieve, le impedía el poder pasar a la villa de
Corias, como deseaba…. Y a fin de no retrasar por más tiempo la diligencia de
posesión, otorga el poder, sustituto, en su hijo el Señor D. Rafael Uría para
que en su nombre tomase posesión.
Dos días más tarde, el día 13
de febrero, en el monasterio de Corias, el juez mandó a D. Rafael Uría y
Riego, Alcalde del Ayuntamiento de Cangas, a nombre de quien se practica esta
diligencia por sustitución del Sr. D. José Uría y Terrero, entrase en la Cámara
(habitación abacial), lo que ejecutó abriendo balcones y puertas y
sentándose… Así le dio posesión no sólo del edificio sino de los adyacente,
huerta, monte, cercado……Testigos, entre otros, D. Clemente Quiñones, vecino de
Cangas y D. Domingo Álvarez Arenas, de Corias. El escribano lee el Acta y
entrega copia a D. Domingo Álvarez Arenas, hijo primogénito de Dª Joaquina
Fernández , encargado por ésta de la administración del monasterio, y lo mismo
se hace a D. Clemente Quiñones.
Dos días más tarde, el
juez da comisión al escribano y secretario, para que haga el inventario. Éste
se hace el día 23, ante Dª Joaquina Fernández de Arenas, a cuyo cargo se halla
la administración de arbitrios de desamortización, y ante D. Clemente de
Quiñones, encargado por D. José Uría, con poder sustituto, y otros testigos.
El inventario no es
excesivamente detallista, pero merece la pena destacar algunas precisiones:
a) En el piso principal
había 22 celdas incluida la Cámara; el Archivo con sus estanterías en buen
estado; el noviciado con 10 celdas incluida la del Maestro de novicios y el
oratorio; en la Librería (biblioteca) no hay estantes ni libros, por haberse
llevado a la universidad de Oviedo.
b) Piso segundo: 27
celdas.
c) Coro alto: sillería,
facistol grande, órgano en muy mal estado, con falta de cañones y obstruidos
sus fuelles. En el Capítulo con su sillería, un altar, un cuadro antiguo y 8
libros de coro.
d) La sacristía está en el
mismo estado que ha quedado a la salida de los monjes.
e) En el campanario 6
huecos, incluido el reloj, sin campanas. El reloj se lo llevaron a Gijón.
El estado del edificio que
queda inventariado, anota el
escribano, a causa de las goteras, particularmente en la sala capitular,
noviciado, parte que ocupa la botica y la linterna de la naranja (cúpula) de
la iglesia, se halla en estado ruinoso, que de no ponerse pronto remedio se
vendrá todo al suelo, aunque en parte ya se halla en algunos departamentos.
Dª. Joaquina Fernández
manifestó que se hallaban en su poder un sofá perteneciente a la iglesia, un
armario llamado depósito con muchos cajoncillos (bargueño), una mesa grande para un altar portable,
una mesa de escritorio y una silla de mano, y entregó al D. Clemente Quiñones
ciento tres llaves, sin perjuicio de hacerlo de otras que tenía en uso.
CAPÍTULO V
De dicho inventario se desprende el estado ruinoso de las dependencias más importantes del edificio. Nosotros hemos evitado hablar de las ventanas, puertas y rejas, casi todas desaparecidas. Nada se dice del mobiliario, dando a entender que nada de ello quedaba, de objetos usurpados o retenidos por particulares (recordemos que Dª Joaquina manifiesta tener algunos de ellos). D. Clemente Quiñones, que aparece en la toma de posesión e inventario del monasterio, era un monje benedictino lego, exclaustrado, que vivía en Cangas, esperando, posiblemente, el retorno a su monasterio. Tenía y retenía objetos del monasterio, entre ellos un valiosísimo y hermoso Libro de Becerro de monasterio compuesto en 1207, que en 1867 envió a la abadía de Montserrat, donde se conserva. La esperanza de volver a su monasterio benedictino había esfumado.
Con el monasterio de S. Juan Bautista de Corias en su poder, el P. Comisiario Apostólico, P. Orge, continuó actuando con gran prisa y decisión. Posiblemente, ya a primeros de marzo tenía en mente inaugurar el nuevo colegio en el mismo año de 1860. Y comenzó inmediatamente la restauración, con una limpieza profunda de todas las dependencias. A finales de abril, contrataba al organero Juan Méndez de Mernies la reparación del órgano de la iglesia por 9.000 reales.
En la primavera llegó el primer exclaustrado, el P, Fr. José María Larroca, que fue encargado de todas las obras y de la administración de las mismas. Pronto inició los trabajos de la iglesia comenzando por el presbiterio, con sus gradas, piso, base de los púlpitos y las gradas de los dos altares del crucero. Todo de mármol, como hoy se conserva. El cantero fue Basilio Obies.
Mientras éste dominico atendía las obras de restauración, el P. Orge se dedicaba a recavar fondos, a escribir a los exclaustrados ofreciéndoles el nuevo Colegio, a conseguir todos los documentos necesarios para el funcionamiento del mismo. En poco más de seis meses, el edificio era habitable, aunque en pobreza extrema; habían llegado otros seis exclaustrados; se había conseguido -en promesa- dinero para la financiación, y se esperaba, de un momento a otro, el documento de la Santa Sede de la erección canónica del nuevo convento. Este importante y vital documento había sido solicitado, por el dicho P. Orge, el 26 de septiembre. Roma aceptó la petición, pero dejando a la discreción, prudencia y conocimiento del Nuncio en Madrid la resolución final: Que apruebe la cesión y con consenso del Ordinario del lugar (el obispo de Oviedo), erija el convento con Colegio y con noviciado, sin perjudicar al Colegio de Ocaña.
Todo estaría a punto para el día 11 de noviembre de 1860, fecha que se señaló para la inauguración, como queda dicho al principio de esta conferencia. El día 5 de noviembre, ya un poco nerviosos los religiosos por lo apretado del tiempo, comunicaba la Nunciatura de Madrid la concesión final, declarando que la Orden de Predicadores posea de derecho el edificio y sus anexos, erigiéndose el convento como suelen erigirse los conventos de losdominicos. Añadimos, además, el Noviciado en el que sean probados los alumnos antes de hacer las profesiones, como se hace en Ocaña, al que no queremos perjudicar en nada. Dado en Madrid, 5 de noviembre de 1860, Lorenzo, arzobispo de Thiana, Nuncio Apostólico. La inauguración se hizo con la solemnidad ya descrita.
CAPÍTULO
VI
3. ¿QUÉ IDEA Y PROPÓSITO
TENÍAN EL P. ORGE Y SUS COMPAÑEROS AL REALIZAR LA FUNDACIÓN EN CORIAS?
Si nos atenemos a los
documentos oficiales de la petición al Gobierno de Madrid y de la licencia y
concesión de éste, debemos reconocer que se trataba de un colegio, filial del
de Ocaña, para misioneros en Asía. Tanto Ocaña como Corias fueron permitidos
con esa finalidad y concedidos al Procurador General de los dominicos de
Filipinas en Madrid. La misma provincia de Filipinas depositó en Madrid 100.000
duros fuertes (de 20 reales cada uno) para que los intereses se invirtiesen en
la financiación de Corias. El colegio de Ocaña consideraba a Corias como algo
suyo, y aquí enviaba enfermos para sanar y exigía misioneros para Filipinas. Al
menos 8 enfermos vinieron de Ocaña y 17 frailes salieron de Corias para las
misiones de Filipinas y Oriente. Todo ello antes de 1870.
Sin embargo, los documentos y
los hechos indican otra mentalidad en los fundadores del convento de Corias.
El P. Orge, en su petición a
Roma para el reconocimiento canónico de Corias, utiliza las expresiones colegio
matriz, colegio, convento o nueva casa, introduciendo así una terminología
que expresa más bien una independencia que una filiación con Ocaña. La carta circular del P.
Orge, firmada el 12 de noviembre 1860, dirigida veladamente a los
exclaustrados, para invitarles a la vida conventual, dice textualmente: Tenemos
hoy el indecible consuelo de dar principio a la restauración de la Orden con la
inauguración de este Colegio, evitando así su completa extinción, que no podía
tardar en España…. Por lo mismo deseamos
ardientemente que en este nuestro Colegio florezcan igualmente las letras y las
virtudes y confiamos en que, con la bendición de Dios y la poderosa intercesión
de la Virgen Santísima del Rosario y de Ntro. Padre Santo Domingo, será en su
día un semillero fecundo de celosos misioneros y sabios profesores, que con la
predicación del Evangelio y la enseñanza de la santa doctrina se esmerarán en
llenar el objeto de nuestra Orden, que es ser útiles a las almas de nuestros
prójimos. Y para que permanezcan
inalterables estas bases como medio más a propósito y aun necesario, para que
no degenere el espíritu del religioso y no sea inútil a su prójimo, queremos y
declaramos que el Colegio de San Juan Bautista de Corias quede sujeto a nuestra
inmediata jurisdicción y a la de nuestros sucesores en la autoridad y
facultades de que estamos revestidos. Anotemos que piensa de
Corias como el principio de la Restauración de la Orden en España (no
como continuidad de Ocaña). Tiene la confianza que será un semillero fecundo
de celosos misioneros y sabios profesores. Nada dice de misioneros en
Oriente y se ha añadido lo de sabios profesores. Además, coloca el colegio
cauriense sujeto a su jurisdicción y a la de sus sucesores en el nombramiento y
oficio de Comisarios Apostólicos nombrados por Roma, y no bajo la autoridad del
Provincial de Filipinas o del Rector de Ocaña. Es evidente, pues, que su
fundación es distinta a la de Ocaña. El P. Larroca, restaurador
en lo material del convento e íntimamente unido a dicho P. Orge y, por tanto,
buen conocedor del pensamiento de éste, en la “Narración de la venida a Corias
de los Frailes Dominicos”, tiene afirmaciones como estas: En vano había
agotado su paciencia el Rvmo. P. Fr. Antonio Orge, Comisario Apostólico de la
Orden en los dominios de S. M. aguardando una ocasión oportuna para realizar
sus ardientes
deseos de restaurar la Orden
en España”. Reconoce que cuando en
los documentos se dice: la calidad de Colegio matriz –“y no filial”-, es por
consiguiente sin dependencia de aquel (Ocaña). Y añade: El objeto del
Rvmo. era, salvando el pensamiento del Gobierno, fundar un colegio en que se
formasen misioneros y profesores, y que sirviese de núcleo para la fundación de
otros colegios o conventos. De manera más sorprendente, declara que El
Gobierno mismo debía suponer que existía este pensamiento puesto que,
habiéndose comunicado al Provincial de Filipinas la concesión del monasterio
contestó aquel que su provincia no lo aceptaba, y sin embargo se llevó adelante
el proyecto sin que el Gobierno hubiere puesto ningún obstáculo. La
influencia de D. José Francisco de Uría y Riego, parece que está detrás de esta
afirmación.
CAPÍTULO
VII
Los hechos ratifican que
Corias era cosa diferente a Ocaña:
a) Tras la consecución de
los permisos gubernamentales, ni la Provincia de Filipinas ni Ocaña
intervinieron directamente en la nueva fundación, que quedó en manos del P.
Orge. Y, aun reconociendo la ayuda económica, las licencias eclesiásticas y
reconocimiento en Roma, con la terminología dicha, fueron solicitadas y
logradas por dicho P. Orge. Ningún fraile de Ocaña asistió a la inauguración.
Las relaciones de Ocaña con Corias se limitaron a enviar enfermos para ver si
sanaban y exigir misioneros para Oriente.
b) La exigencia de pedir
misioneros a Corias llegó a cansar a esta comunidad. Pusieron dificultades al
principio; luego se cansaron; y por último rompieron los lazos que les unían a
Ocaña. La razón principal de la oposición de Corias a enviar misioneros era
porque tenían que marchar sin haber terminado los estudios, siendo estudiantes
profesos o con alguna ordenación sagrada, pero sin ser sacerdotes ni terminar
la teología (solían terminarla en Manila). Desde los comienzos, para Corias,
este sistema era frustrante: pocos religiosos, los estudios quedaban
interrumpidos y el futuro quedaba muy condicionado por la pérdida de religiosos
.
c) Poco a poco la nueva
comunidad de Corias fue tomando conciencia de que formaba un grupo separado de
la casa misionera de Ocaña, por sus costumbres y ordenaciones distintas. Corias
era fundación de exclaustrados. Los modos, costumbres y orientaciones eran las
de sus antiguos conventos. No tenían vocación de misioneros en Asia, ni a los
jóvenes se les educaba para ello.
d) Reveladora de la
situación de ruptura con Ocaña es el Acta del Consejo de Corias: El 28 de
enero de 1866, antes de disolverse el consejo, el P. Rector, Larroca, comunicó
que el Rmo. Comisario le hacía saber que el Consejo del Colegio de Ocaña había
nombrado para Maestro de Novicios del mismo al R. P. Fr. Bruno Anduj, individuo
de esta comunidad y el Rmo. P. Orge aprobaba el nombramiento. Y considerándolo
estos RR. Padres como una extralimitación de las facultades de los de Ocaña,
que con tal acto dan a entender que su jurisdicción se extiende a los de este
convento….. atendiendo también a la falta de salud (del electo)…… se
acordó por los mismos, elevar al mencionado P. Rmo. una reverente exposición,
en la que al mismo tiempo que se protestase contra el referido acto de los PP.
de Ocaña, se suplicase al mismo tuviese a bien revocar su consentimiento a la
elección… la cual se formuló y firmó por todos los PP. de Consejo y se remitió
al Rmo. hoy treinta del mes y año arriba expresados..
e) Finalmente,
comprendiendo la Provincia de Filipinas que sus planes sobre Corias habían
fallado, decidió ocupar el convento de Santo Tomás de Ávila. Es muy
significativo que, invitada la comunidad de Corias a las fiestas que con ese
motivo se iban a celebrar, reunido el Consejo el 14 de septiembre de 1876, se
acordó no enviar a nadie en representación de la comunidad. En
consecuencia, queda claro que los fundadores del Colegio de Corias tenían en su
pensamiento, que se fundaba un convento formal, independiente del de Ocaña y
sometido a la jurisdicción del Comisario Apostólico, P. Antonio Orge. Se
trataba de restaurar la Orden de Predicadores en España, para trabajar en
España. Desde el nuevo colegio podrían crearse y fundarse nuevos colegio o
conventos. Todo ello bastante diferente a la concesión otorgada por el Gobierno
de Madrid y de las pretensiones del Colegio de Ocaña. Y el Gobierno lo sabía.
CAPÍTULO
Vlll
4. ¿RESTAURACIÓN DE LA
PROVINCIA O REUNIFICACIÓN DE LA ORDEN?
Hemos citado ya varios
documentos donde se manifestaba el deseo de “Restaurar la Orden en España”, de
la que Corias sería el primer convento. La expresión “Restauración de la
Provincia” está ausente del vocabulario de los documentos iniciales de la
fundación. Creo, además, que resultaría una ofensa, más que a la Provincia de
Filipinas, a la de Aragón, cuyos frailes fueron los más generosos a la primera
llamada del P. Orge. Ya lo hemos dicho: de los siete frailes restauradores
cuatro eran de la provincia de aragonesa y hubieran sido cinco, si el P. Susiac
no hubiera regresado a Huesca por motivos de salud. Y pronto se unirían algunos
más de dicha provincia.
Creo que la idea de restaurar
la Provincia fue más tardía. Impensable, antes de la revolución llamada “La
Gloriosa”, de septiembre de 1868, y de la Constitución de 1869, emanada de
ella. Pero, aun con estas circunstancias políticas, los dominicos de Corias
tardaron años en pensar en la restauración de la Provincia de España..
El problema y la
preocupación de los frailes de Corias era que dependían jurídicamente de un
Comisario Apostólico, nombrado por la Santa Sede, pero sin conexión alguna con
la Orden dominicana del mundo, ni con la cabeza de la Orden, el Maestro
General. Era, pues, un convento aislado del resto de la Orden. Y esto sí
preocupaba en Corias.
Esta situación anómala
venía desde 1804, cuando el Papa Pío VII se vio obligado por la monarquía
española (Carlos IV) a conceder la bula Inter graviores. Por
ésta, se desligaba a los religiosos de los territorios españoles de los lazos
jurídicos con sus cabezas naturales, los Superiores Generales de Roma. Desde
dicho año, los religiosos españoles tenían un Vicario General, español, sin que
el Superior de Roma pudiera intervenir en los territorios hispanos. Por la
misma bula, los Superiores Generales duraban en su mandato seis años, no de por
vida como antes. Durante seis años el Maestro General de los dominicos
gobernaba en Roma, mientras que en España y sus territorios lo hacía un Vicario
General. A los seis años el Maestro General era el español y en Roma gobernaba
un Vicario General. La mayoría de los años, sin embargo, tanto el de Roma como
el de España fueron Vicarios Generales. Como es evidente esta situación se
agravó con las leyes de exclaustración, por las que desaparecieron los
conventos en España.
En tal situación, la Santa
Sede, para cubrir el vacío de autoridad, nombró un Comisario Apostólico para la
Orden en España. El nombrado fue el P. Juan Genís . A la muerte de éste, 1856,
el nombrado fue el P. Antonio Orge.
Para los fundadores,
especialmente para el P. Orge, y para exclaustrados que iban llegando y
novicios que se formaban en Corias, la reunificación de la Orden era su mayor
preocupación. Conseguida, podían pensar en otros conventos, en sus Provincias e
incluso en otros países. La restauración de la Orden pasaba por la vuelta a la
unión con Roma, bajo la autoridad del Maestro.
Habían sido muchas las
voces que desde 1804 se levantaron contra la atrocidad de la división de la
Orden, pero el sistema fue impuesto y perduró hasta el 1872.
Pocos años después de la
inauguración de Corias el gobierno de España y la Santa Sede iban acercándose
en sus relaciones. Ya en 1867 había dominicos, como el P. Solla, que
gestionaban en Madrid entre el Nuncio y el Gobierno un decreto de derogación de
la bula Inter graviores. A lo largo de dicho año son varias las cartas
del P. Solla al Maestro de la Orden, P. Jandel, en que, de forma un tanto
velada, se cita constantemente el “tema” de la reunificación de la Orden. A la
muerte del P. Orge, 5 de diciembre de 1867, dicho P. Solla, pide al Maestro de
Roma que evite el nombramiento de Comisario Apostólico, porque sería una
adversidad para la reunificación. Y de hecho, la Santa Sede vivía
esperanzada, preparando Pío IX la derogación de la citada bula Inter
graviores. Al inicio de la primavera de 1868, llega a afirmar el P. Solla,
que en sus enlaces con el Gobierno ha visto sobre la mesa el escrito de
aceptación de la derogación. Roma esperaba que se aclarasen un poco más las
relaciones con Madrid, pero no viendo el horizonte despejado, determinó nombrar
Comisario Apostólico al P. Vicente Romero, Rector de Corias. El 13 de junio de
1868, llegó a Corias el escrito de nombramiento, vía la Nunciatura de Madrid,
en el que se manifiesta que las esperanzas se dilataban más de lo deseado:
Reverendo P. Fr. Vicente
Romero. "Reverendo Sr.: El Emmo. Sr. Cardenal Antonelli, Secretario de
Estado de Su Santidad, con oficio de 27 de mayo me dice que fundados motivos
había verdaderamente, cuando ocurrió por desgracia el fallecimiento del Rmo. P.
Orge, para esperar muy pronto se vería restablecida la Orden en su base
natural. Esta fue la causa de no haber procedido desde luego (inmediatamente) a nombrar sucesor de aquel cargo
de Comisario Apostólico de la Orden en España. Pero, dilatándose el
cumplimiento de aquellas esperanzas, se hace preciso proveer interinamente a
sus necesidades, y al recibir del Santo Padre el encargo de hacerlo según sus
necesidades, he procurado tomar los oportunos antecedentes para el acierto.
El nombramiento del P.
Romero por un año, y sin perjuicio de lo que antes de su término pueda
resolver la Santa Sede, indica claramente que aquel "status"
terminaría en breve.
Pero en septiembre de
1868, la revolución “Gloriosa” y el Sexenio Democrático, truncaron todas las
esperazas de normalización, y el Comisario Interino, P. Romero, fue prolongado
en su puesto año tras año, hasta estar 4 años como Comisario.
CAPÍTULO IX
La revolución de 1868 se
vivió en Corias con sobresalto especial. Otra vez se presentaba la tormenta de
la exclaustración. Y los exclaustrados llegados a Corias temían la vuelta a la
vida secular, más viejos, sin trabajo y sin recursos. Los revolucionarios de
Cangas estaban dispuestos a defenestrar a los frailes, y arruinar lo hecho en
ocho años. Pero el pueblo de Corias y las autoridades canguesas, y buena parte
de la ciudadanía de la villa defendieron a los frailes. Aunque no pudieron evitar
la quema de muchos de los libros, los frailes y el monasterio quedaron a salvo,
aunque con temor. El convento y religiosos siempre agradecieron la postura de
estos defensores. No podemos citar todos los textos que expresan este
agradecimiento. Nos conformamos con citar un párrafo del fogoso P. Paulino
Álvarez: Un pelotón… de Cangas, salió en dirección a Corias para saquear y
atropellar a la comunidad. El pueblo de Corias se mostró entonces digno,
cristiano, agradecido, hasta heroico en su comportamiento con los religiosos.
Mientras esperaban la llegada de los revolucionarios de Cangas, hombres y
mujeres se juntaron en la plaza del convento, dispuestos a perder la vida antes
que permitir a los criminales entrar y dañar a los frailes. Las autoridades de
Cangas, con una nobleza y entereza que merecen de nosotros eterno
agradecimiento, no sólo impidieron, con auxilio de la Guardia Civil, que la
horda de forajidos se acercara a Corias, sino que despreciaron la orden de
expulsión dada en Madrid, diciendo, que si la Junta revolucionaria de Madrid
era Suprema, no menos Suprema era la Junta de Cangas y, por lo tanto, no estaba
dispuesta a sufrir mandatos de nadie. Mas reconociendo qviolentar por la fuerza
a la comunidad de Corias, pasaron aviso a nuestros superiores para que en el
entretanto, mientras llegaban o no fuerzas armadas que les obligaran a salir y
les robaran, fueran recogiendo y poniendo a buen recaudo lo más precioso que en
el convento tuviesen, como así se hizo, retirando de seguida ropas de iglesia,
las imágenes de marfil y otros objetos de valor.
La tormenta, momentáneamente,
había pasado. Los frailes de Corias, a pesar de todo, decidieron seguir la vida
normal, con sus clases y dando el hábito a nuevos pretendientes.
Pero paradojas de la vida: la
exclaustración decretada no se realizó y el fruto de la revolución de 1868, la
Constitución de 6 de junio de 1869, fue lo más positiva para los dominicos, y
en general para los religiosos. El Título Primero declaraba la libertad de
culto, y en el art. 24 se decía: Todo español podrá fundar y mantener
establecimientos de instrucción o educación, sin previa licencia, salva la
inspección de la Autoridad competente por razones de higiene y moralidad.
Esto provocó que los
dominicos se lanzaran a la fundación de Colegios, como el caso del P. Solla en
Padrón o en el mismo Corias que retomó la enseñanza para seglares. Más tarde
otros conventos seguirán esta línea, si bien en muchos casos de manera efímera,
ya que tampoco había tantos profesores como para mantener dichos colegios. Pero
era una vía para abrir el horizonte a nuevas fundaciones y su mantenimiento.
El Papa Pío IX, después de
mucho sopesar la situación, la conveniencia y el cambio que se había producido,
reconociendo que habían sido muchas las voces que clamaban contra la división
de la Orden, promulgó la reunificación de los dominicos por medio de un Breve,
dirigido a la Orden de Predicadores, subsanando y anulando los usos (abusos) de
la Inter graviores, y haciendo volver a los dominicos al régimen propio
de la autoridad del Maestro de la Orden, a sus Constituciones y Leyes. La bula,
Religiosorum ordinum, se dio en Roma, sub annulo piscatoris, el
12 de julio de 1872, año 27 de su pontificado.
El Breve fue entregado a
la Curia Romana de la Orden y el P. Maestro, P. Jandel, lo aceptó con obediente
alegría. El mismo Maestro se la envió al P. Romero, Comisario Apostólico en
España. Inmediatamente, dicho padre Comisario, tras recibir el Breve, escribió
a todos los frailes existentes en los territorios de España una carta dando la
feliz noticia. Sin tardanza, dice, os transmito la carta circular del
Maestro General vehementemente deseada por todos. Ha llegado el día en el que
nuestra Orden, quitada la división que desde principios de siglo luctuosamente
la desgarraba, ha sido restituida en su unidad originaria. Ahora, pues, somos
una perfecta grey, pues que tenemos un pastor, una cabeza suprema, un Maestro
General para todos. Que nadie pretenda sustraerse a su cuidado y obediencia si
quiere pertenecer en alma y cuerpo a la familia de Sto. Domingo (Esperaba
que la noticia llegase a los exclaustrados, con lo que se terminaba su status
de exclaustrados dominicos).
Agradeciendo al papa Pío
IX que ha restablecido la unidad, pido que se alegren todos y exulten dando
gracias a Dios.
Tras comunicar que cesan las
facultades que tenía como Comisario Apostólico, pide todas las casas, conventos
y frailes que están (o han estado) bajo su autoridad que, para dar las gracias
debidas a Dios, se cante solemnemente el Te Deum, con los versículos y
oraciones acostumbrados.
Corias, Colegio de S. Juan
Bautista, 27 de agosto de 1872. ue, si no por el derecho, podía la Junta de
Madrid
CAPÍTULO
X
5. RESTAURACIÓN DE LA
PROVINCIA DE ESPAÑA EN CORIAS
Tras la reunificación de la
Orden, 12 julio de 1872, el Comisario Apostólico, P. Romero, había dejado su
puesto. El Maestro de la Orden proveyó la autoridad para España con un Vicario
Provincial, para cuyo puesto fue nombrado el P. Martín de Clemente Pulido. Al
menos, desde el 3 de octubre de 1872, dicho padre actuaba como Vicario
Provincial. Se hablaba ya de la Provincia y su restauración.
Corías era el único convento
formal y a él pertenecían los jóvenes que se formaban o se habían formado y los
maduros, ancianos, exclaustrados de las a provincias de España y Aragón, que
aún vivían. Sin duda, reflexionaron sobre el comienzo de la Orden, cuando, en
1221, sólo existía una sola provincia en toda España, de la que fueron naciendo
las de Aragón, Portugal y Bética, según aumentaban los conventos. Y decidieron
que para la restauración se siguiera la misma ruta. No podemos tratar el asunto
en profundidad, pero el núcleo de Corias manifestará claramente que su idea era
tener una provincia fuerte en número de frailes y vida religiosa, y, desde
ella, paulatinamente, ir creando conventos, también fuertes, de donde emanarían
las provincias. Y en esto coincidían todos los de Corias. Teoría opuesta fue apareciendo
en los últimos años del XIX, entre algunos frailes carismáticos, ya fuera de
Corias, que lo que querían era recuperar todos los conventos antiguos posibles
y abrirlos sin una comunidad formada. Cosa que creaba dispersión de fuerzas
materiales y numéricas y fragilidad en las fundaciones.
Para crear o restaurar una
Provincia, las leyes de los dominicos, exigían que un año antes de dicha
restauración, el territorio tuviera tres conventos de 12 frailes, de los que 10
debían ser profesos solemnes, con Prior y Lector de teología.
No cabe duda que Corias poseía
el número suficiente para alimentar tres conventos, pero en 1872 y años
sucesivos era el único convento. Por ello, sería absurdo que dichos religiosos
pensaran antes de esa fecha en la restauración de la Provincia.
Pero ya despuntaban otras
casas, como el Colegio de Padrón, fundado por el P. Solla, la comunidad de
Belchite (Zaragoza) y Las Caldas de Besaya. Los tres mantenidos con frailes de
Corias. Y tanto en Roma como en Corias se fueron dando pasos para conseguir los
tres conventos necesarios.
a) CORIAS
Como hemos dicho tenía
suficiente número como para crear otros dos conventos. El Catálogo de 1874
(preparado con datos de 1873) nos da los siguientes datos:
- Padres y profesores: 27
- Padres jóvenes, estudiantes:
3
- Estudiantes de Teología: 6
- Estudiantes de Lugares
Teológicos: 10
- Estudiantes de Filosofía: 8
- Novicios: 2
- Hermanos de votos solemnes:
14
- Hermanos de votos simples: 1
- Novicio para hermano: 1
- Donados o Terciarios: 2
- Asignados a Corias, pero
viviendo en Padrón: sacerdotes: 5, hermanos: 3.
- Capellanes de monjas: 2
(Cangas y Lerma)
- Con la familia: 2.
Totales: en Corias 74; en
Padrón: 8; fuera del conv En 22 de septiembre de 1875, el Vicario General, P.
José Sanvito, daba especiales licencias al Vicario Provincial, a fin de
solucionar problemas que apareciesen:
En atención a la distancia y
a la urgencia de los casos que puedan ocurrir, doy a V. P. M. R. las facultades
necesarias para que por ellas disponga lo que crea conveniente para el bien de
la Orden y sus individuos en la Provincia que le está confiada. Cuando para
este objeto tuviese V, P. M. R. necesidad de disponer de alguno o algunos
religiosos del Colegio de San Juan Bautista de Corias, sujeto a mi inmediata
jurisdicción, acudirá a mi autoridad y, si el caso fuera urgente, se pondrá de
acuerdo con los RR. PP. de Consejo de dicho Colegio. Disposiciones que parecen estar dirigidas a los
problemas que pudieran aparecer en las fundaciones de Padrón y Las Caldas en
vista a la Restauración de la Provincia.
CAPÍTULO
Xl
b) PADRÓN:
Un dominico exclaustrado,
gallego, que ya hemos nombrado, el P. Andrés María Solla García, actuaba por
libre. Comenzó a moverse para adquirir alguno de los doce antiguos conventos
gallegos. Lo intentó con el de Pontevedra, pero fracasó.
Hacia 1867, tuvo noticia de un
antiguo convento del Carmen, que los Carmelitas Descalzos habían tenido en
Padrón y, desde la exclaustración, estaba ofrecido al mejor postor. Logró que
la testamentaría del Sr. García Pan, lo comprara y lo cediera a la Orden. Las
gestiones se iniciaron, pero la revolución de 1868, colapsó todo el proceso,
aunque el P. Solla consideraba ya suyo el edificio. La donación se firmó el 3
de julio de 1871, cuando ya llevaban los frailes dos años residiendo en Padrón.
La Constitución de 1869 le
brindo la ocasión, y el P. Solla la aprovechó para establecer un colegio en
Padrón, que sería cebo para una comunidad que lo regentara. Contó con el
Comisario Apostólico, P. Vicente Romero, que no sólo aprobó la idea, sino que
envió al P. Vicente Izquierdo, y al hermano Pedro Suárez en 1869 y, en años
sucesivos, a los PP. Ángel Venero y Cipriano Sáenz de Buruaga, José Pío
Carreras, Santiago Garrido y a los hermanos Froilán Rivero, Félix Álava y
Ambrosio Urrutia. El colegio, sin estar formado como convento, había comenzado
a impartir clases el curso 1870-1871, con mucho éxito de estudiantes.
El P. Solla se movía con
desparpajo y agilidad en la Curia de Roma, y consiguió la aprobación canónica
de la comunidad, que celebró por todo lo alto el 8 de diciembre de 1876, y al
año siguiente logró que el colegio fuera lugar de estudio de teología,
sustrayendo algunos estudiantes de Corias; en 1877-1878 tenía 9 estudiantes de
teología.
La visita canónica del P.
Larroca, para preparar la restauración de la Provincia, realizada a finales de
1877, fue el espaldarazo a la obra de Padrón. Tan admirado quedó al visitador
que promovió la elevación de la casa a convento formal, y al P. Solla de prior.
Así, ya había dos conventos
El convento de Padrón,
pronto dejó la enseñaza para seglares. Los frailes se dedicaron a la enseñanza
de formandos dominicos y a la predicación, convirtiéndose el convento en el
centro más importante del Apostolado de la Palabra del Noroeste.
c) CONVENTO DE NUESTRA
SEÑORA DE LAS CALDAS DE BESAYA.
Esta casa fue una fundación de
los primeros años del siglo XVII destinada a mantener el culto a una imagen de
la Virgen venerada en Las Caldas desde tiempo memorial. Pero adquirió renombre
y comunidad suficiente en 1663. Su finalidad principal fue la de atención al
culto de la Virgen, primero en su pequeña ermita y luego en el hermoso
santuario que se construyó; pero sin descuidar la predicación por la región.
Dicha casa y comunidad se
mantuvo durante la exclaustración con los religiosos que tenía, aunque
oficialmente, como comunidad en 1836. Sin embargo, sobrevivió, desconectada de
la autoridad dominicana, bajo la autoridad y protección de los obispos de
Santander. Los dos, tres o cuatro frailes dominicos, diríamos, pasaron a ser
curas diocesanos, sometidos al obispo de turno. Pero ellos siguieron viviendo
en su convento. Desde 1844, el convento se
convirtió en “casa de corrección de clérigos de la diócesis”, siendo
considerada como algo propio de la sede santanderina. El Comisario Apostólico,
P. Vicente Romero, quiso colocar a los frailes bajo su autoridad pero no lo
consintió el obispo Ilmo. López Castro. Fallecido este obispo, el Vicario
General de la Diócesis, sede vacante, se puso en contacto con el Vicario
General de la Orden en Roma, P. José María Sanvito. Éste, con su socio, P.
Larroca, avisaron al P. Vicario Provincial, P. Clemente Pulido para llegar a un
acuerdo con la diócesis. El acuerdo se firmó en 1875, comprometiéndose los
dominicos a mandar padres jóvenes y la diócesis a pasar la jurisdicción a la
Orden. Inmediatamente, cuatro padres de Corias pasaron a fortalecer la anciana
comunidad de exclaustrados, llevando savia nueva al santuario. Cuando el nuevo
obispo de Santander tomó posesión, ratificó lo hecho por su Vicario diocesano.
Desde 1877, con ayuda de
políticos en Madrid, lograron una R. O. en la se decía: Que los religiosos
podían vestir públicamente el hábito, vivir según sus reglas y constituciones,
predicar y ejercer sus ministerios, sin gravamen alguno para el presupuesto.
En Las Caldas, pues, no se
realizó fundación ni restauración, puesto que la comunidad no había dejado de
existir, sino que volvió a la jurisdicción de la Orden de Predicadores.
La presencia de dominicos
jóvenes fue el comienzo para ir formando el tercer convento que se necesitaba
para restaurar la Provincia. Por ello, celebraron la restauración de la
comunidad, con gran solemnidad y concurso de autoridades y de fieles, el día 8
de diciembre de 1877. Hasta se bajó la imagen del camarín para ser venerada en
una solemnísima procesión. Ese día los religiosos aparecieron en público con el
hábito dominicano. Desde 1836 sólo lo habían podido usar en privado.
Sólo faltaba elevar la
casa de Las Caldas a priorato, cosa que hizo el Vicario General, P. Sanvito, el
22 de mayo de 1878, pero, curiosamente, no nombró prior. Se eligió al P.
Joaquín Alonso Flórez, Maestro de estudiantes de Corias, que fue casado. Se
eligió luego al P. José Pío Carreras, que no aceptó. Al final, se nombró
prior al P. Cayetano García Cienfuegos.
Con la incorporación de
los conventos de Padrón y de Las Caldas al grupo de Corias, no sólo se
culminaban las condiciones para ser Provincia, sino que se realizaba la
diversidad de ministerios apostólicos dominicanos y manifestaba bien a las
claras la idea de la casa matriz de Corias: tener una provincia fuerte con casa
de formación y facetas apostólicas propias de la Orden: Corias, como casa
principal de estudios, formación y con buen plantel de profesores. Padrón, que
ya comenzaba a ser un centro de predicación importantísimo en la Región
Gallega, a costa de la pérdida del colegio. Las Caldas como comunidad dedicada
al culto mariano y la predicación. Los religiosos tenían las opciones propias y
peculiares de la Orden; los jóvenes estudiantes de Corias podían elegir
caminos, apostolados, para la realización de la vocación dominicana.
CAPÍTULO
Xll
6. DECRETO DE RESTAURACIÓN
DE LA PROVINCIA
La visita canónica del P.
Larroca, diseñada para preparar la Restauración, dejó perfilados las casas y
conventos de la futura provincia de España. Incluso escribió un Reglamento de
Estudios para ser aplicado en Corias y otras casas de estudios. Vuelto a Roma,
la cartera de informes era más que satisfactoria, para proceder a la
Restauración. Había no sólo deseos, sino expectativas muy firmes de una
continuidad potente y gloriosa. Así lo entendió el Vicario General de los
dominicos en Roma y los organismos consultivos y la Santa Sede, que dio su
beneplácito.
Por fín, el 27 de enero de
1879, la autoridad suprema de la Orden de Predicadores, el Vicario General,
Rmo. P. Fr. José María Sanvito firmó el Decreto de Restauración de la Provincia
Dominicana de España. He aquí el texto, en español:
Nos, el Hermano José
María Sanvito, Profesor de Sagrada Teología y humilde Maestro de toda la Orden
de Predicadores, Vicario General.
Como con la erección en
priorato de la casa de San José de Padrón, recientemente hecha por Nos, se
hayan reunido tres conventos en la Provincia de España, en la que antiguamente
florecieron gran número de conventos en las letras y en observancia, pero que
por la malicia de los tiempos ya casi no se la conocía, a tenor de las
presentes, después de haber tenido el Consejo de Padres graves, declaramos
restaurada a la referida Provincia, decretando asimismo que disfruta y goza de
los derechos de cualquier otra Provincia y de los que antes tenía por legítima
costumbre.
"Dado en Roma el día 27
de enero de 1879.
Con vosotros siervo en el
Señor, el Hermano José Mª Sanvito, Maestro, Vicario General.- Registro, pag.
43.- El Hermano José (María Barroca),
Maestro, Provincial de Grecia y Socio.
La esperada noticia de la
firma de este Decreto llegó a España antes que el documento. Éste se recibió en
Corias, donde lo esperaba el P. Vicario Provincial Martín de Clemente y Pulido,
que se apresuró a ponerlo en conocimiento de los religiosos por una circular,
del 12 de febrero de 1879. Por la misma, en la que se incluía el texto latino
del Decreto, se convocaba Capítulo Provincial para elegir el primer Provincial
después de exclaustración, que se celebraría en Corias, el sábado anterior a la
domínica segunda de la Octava de Pascua, que sería el 3 de mayo de 1879. La
elección recayó en el P. Larroca, pero Roma lo casó (no aceptó la elección, por
no desprenderse de hombre tan valioso). En la segunda elección los votos fueron
para el P. Fr. Martín de Clemente y Pulido, siendo el primer Provincial de la
restauración.
CAPÍTULO
Xlll
CONCLUSIÓN: UN BALANCE
INSOSPECHADO
Por muchas esperanzas e ilusiones que
tuvieran los fundadores de Corias, creo que ninguno soñó con la realidad tan
extraordinaria que manifestaba el balance a los 19 años de la fundación. Es
verdad que el sueño de un convento lleno de exclaustrados, había fracasado.
Fueron muy pocos los que retornaron a la vida conventual. Pero la vitalidad de
Corias sobrepasó con creces todas las esperanzas y expectativas.
Se había logrado en ese
breve espacio de tiempo: restaurar la Orden de Predicadores en España y
restaurar la unidad de la misma, y como colofón, la Restauración de la
Provincia de España. La desolada abadía benedictina se había remozado, había
vuelto a la vida y estaba llena de frailes dominicos: pocos ancianos, muchos
maduros y un tropel de jóvenes.
En esos momentos, su fecundidad había creado
otras tres comunidades o conventos. De los siete fundadores habían pasado a
130. Su “Escuela Apostólica”, la primera de los Dominicos en España, era un
hervidero de gente adolescente y joven, que auguraba un futuro más repleto de
más esperanza.
A la villa de Cangas y su
contorno le había ofrecido, ya desde 1861, un colegio para la educación de los
jóvenes, que se mantuvo hasta 1878, cuando Cangas abrió un centro propio. Hasta
la diócesis de Oviedo encargó a los dominicos de Corias algunos de los exámenes
de sus clérigos. Sin olvidar la dedicación al estudio, no podían los frailes
predicadores olvidar la predicación al pueblo cristiano. Sus prédicas
cuaresmales, novenarios y misiones se extendieron no sólo por el partido de
Cangas, sino también las villas y ciudades de toda Asturias. En su labor
pastoral recuperaron, fortalecieron o crearon devociones de gran impacto en su
tiempo: las Cofradías del Rosario, centradas en Corias, pero extendidas a los
pueblos más pequeños; la Venerable Orden Tercera de Sto. Domingo (Oden de
dominicos Seglares), que llegó a tener 1.077 asociados; incluso se creó la
Cofradía a la Virgen del Carmen, que no era devoción dominicana, pero sí de
Cangas y su tierra. Los fieles cristianos podían acercarse a Corias a cualquier
hora del día para recibir los sacramentos, en especial el de la penitencia.
Siempre había un dominico para acogerlos.
Pero no todo acabó en 1879.
Corias siguió siendo la madre feliz de hijos que continuó proporcionando
frailes que salieron de su Escuela Apostólica y de sus claustros para los
numerosos conventos que se crearon a finales del s. XIX y primera mitad del s.
XX; dio a luz a las Provincias de Bética y de Aragón; extendió su hijos por
toda Hisponamérica, que a su vez crearon Misiones, Vicarías y Provincias.
Continuó ofreciendo al partido judicial de Cangas del Narcea la oferta de su
Colegio, Instituto Laboral e Instituto de Profesional. Lo mismo hizo con la
predicación del Evangelio.
Ahora, en nuestros días,
exhausta, con pocos hijos en casa, y éstos mayores, celebra los 150 años de su
gloriosa restauración dominicana. Posiblemente no llegue a celebrar otro evento
parecido; pero nadie le arrebatará (ni olvidará) el honor y la gloria de haber
dado vida fecunda y hermosa a la Orden de Predicadores en España y a este valle
del Nancea, que la acogió en el ya lejano 1860.
Fr. Lázaro Sastre, O.P.
5 comentarios:
Pues ahora, quedan 3 dominicos y pertenecen a la comunidad de Oviedo,esto cada vez mengua mas,para vuestra informacion,el Padre Jaime lo llevaron para la Virgen del Camino,no regia ya muy bien,quedan Emiliano Prior, Pachi e Illana,y con mucho trabajo, que llevan cantidad de parroquias,hace 15 dias hicieron mis nietos alli la Comunion,ceremonia intimisima,pues no estabamos nada mas,que padres abuelos y tios,y primos,mi hijo toco el organo,una ceremonia muy sencilla y luego cenamos en El Parador,pues la hicimos a las 7 de la tarde,la atencion magnifica la cena ,estupenda y demasiado abundante,el menut escogido era muy bueno,e incluso despues de la cena,vino una chica a recoger a los niños y los llevaron para hacer juegos y entretenerlos,asi que como os digo genial todo
Parece que, contra todo pronóstico, el parador está cuajando bastante bien.
¿Cerró este invierno o estuvo operativo todo el año?.
Mamen, el P. Jaime ya no es un niño, supongo que el abandonar Corias, después de tantos años de inquilino, no le habrá resultado nada fácil.
Dices que ya no regía bien, querrás decir que ya regía peor, pues bien, bien...
¿Quién les atiende en sus dependencias: comida, limpieza, ropa, etc.?
Supongo que no tendrán clausura como en los viejos tiempos?.
Samuel, eres uno de los ex alumnos de Corias más agradecidos al sitio. Aunque la mayoría de la gente que conozco, que estuvo en Corias, tiene buena opinión, pero tú tienes algo “especial”. Casi todos, sobre todo los de la zona, reconocen que su vida si Corias hubiera sido distinta, pues no habrían tenido oportunidad de estudiar.
Este relato que estás poniendo resulta interesante. Además puesto así en “dosis” no muy largas, como sería leer un libro de tirón, hace que se profundice más en lo escrito. Así que me parece muy buena idea. Bueno, en realidad es “nos parece”, pues aunque Manolo no escribe, leer sí que lo lee todo.
El P. Jaime debe de hacer muy pocos días que fue para La Virgen del Camino, pues el día 13 de este mes, estuvo aquí en Cangas Morán, que venía con unos ex alumnos a Cangas y Pola de Allande, y nos comentó que lo había visto en Corias.
En cuanto al Parador, este invierno cerró desde el día seis de enero, hasta el 17 de marzo. No fue mucho tiempo. Me imagino que la fecha de la Semana Santa, influiría en la fecha de la reapertura.
Maribel, nunca oculté mi apego al caserón. También debo decir que, hasta hace poco tiempo, mis pesadillas se desarollaban en Corias. Nunca fueron sueños alegres, todo lo contrario.
No me cansaré de repetir que tuve pocas alegrías y muchas tristezas pero, en sueños, sólo se repiten las tristezas, nunca las pocas alegrías.
Cambiando de tercio ¿visteis la 2 de TV, el lunes por la noche?. Echaron "Los 4 Robinsones", en blanco y negro.
Pido disculpas por la tardanza en publicar nuevos capítulos.
Estuve ausente 15 días y me resultó bastante complicado publicar el capítulo VI.
Espero seguir añadiendo cada segundo día.
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