viernes, 27 de mayo de 2016
De barcos y navajas
Debe de ser la
vejez. Con los años me noto cada día más crítico y disconforme con la sociedad
de mi entorno.
Cuando yo era
televidente vi varias series que hacían pasar por creíbles, determinadas situaciones
que, de ser expuestas en su cruda realidad, no tendrían el mínimo gancho para
captar la atención del televidente. Recuerdo una que narraba las incidencias
que se vivían en un colegio y que, en realidad, retrataban un mundo
inexistente. La vida diaria en un colegio es aburridísima. Tengo un amigo
policía que me decía que lo más aburrido del mundo era una comisaría de
policía. Claro.
Lo que ocurre es
que el lenguaje de la tele, el de la novela, el del teatro, nada tienen que ver
con el lenguaje de un notario. No reflejan sino que recrean la realidad.
Si una cámara fija
filmara todo lo que sucede en un colegio o una comisaria resultaría tan
aburrido que no interesaría a nadie. Normal. Cada medio tiene su estilo
narrativo y mezclar la poesía con un atestado de la guardia civil sería risible.
Desde siempre se
han utilizado las licencias literarias para dar vida a una realidad vulgar. El
cuento, la novela, la comedia, el drama, el cine etc… utilizan un lenguaje que
recrea la realidad para que ésta parezca amena y atractiva.
Si yo cuento que una
vez me metieron a la cárcel por pegarle una patada a una mesa en una cafetería
en Liubliana (Eslovenia) doy por hecho que el lector lo encontrará ameno y le
servirá de regocijo. Por supuesto que, lo que menos importa es si yo estuve alguna
vez en una cafetería en Liubliana.
Si digo que una
pega difundió una calumnia contra un cura, nadie se planteará que el hecho sea
real o bien una invención mía.
Si publicas algo en
algún medio, es porque pretendes que quien lo lea lo encuentre entretenido y
pase un buen rato.
El tránsito de la
realidad –casi siempre vulgar y sosa- a
la realidad virtual que supone la literatura, o el teatro, o el cine, exige
utilizar bien varios recursos que capten la constante atención de quién lo lee
o lo ve.
No de otra manera
sucede con determinados alimentos. Es difícil de imaginar algo más prosaico,
vulgar y hasta casi desagradable que el estómago de una vaca. Pero esa víscera
vacuna, debidamente aderezada, sazonada y ayudada de especias da lugar a los
suculentos callos que serían incomestibles en su primitiva realidad.
Supongo que cuando
Cela escribió La Colmena, con sus casi 400 personajes, hizo una recreación de
la realidad de la postguerra y nadie le interesaría si los personajes son una
realidad o un producto de la imaginación del autor.
Por una vez -sin
que sirva de precedente- voy a desvelar
una cosa. Hace muy poco, publiqué en el blog una entrada sobre cómo las
chavalas irlandesas bebían a costa de los marineros transeúntes. Pues bien. Me
inventé el nombre del pub, el nombre del barco, la escena del Punto Umbrío
bebiendo cuatro jarras. Me inventé todo.
Tenía que ponerle
un nombre al barco, y se me ocurrió Sierra de Cazorla ¡Vaya por Dios! De las
más de 400 sierras que hay en España, fui a dar con una que ya da su nombre a
un barco que navega.
También es mala
suerte. Tenía que haber pensado que algún lector creía que yo era cronista de
sucesos o un sargento comandante de puesto de la Guardia Civil, cuando en
realidad soy un humilde aficionado a crear ficción literaria. También es verdad
que creía que los lectores del blog sabían distinguir el lenguaje notarial del
lenguaje literario.
Próximamente,
aparecerá otra entrada mía que comienza “Cuarenta años después de haber
degollado a aquel individuo seccionándole el cuello con una navaja barbera
marca “La Palmera”.
La frase contiene
una verdad y una invención mía. La verdad, que tuve un amigo que degolló a un
individuo, y la invención, marca “La Palmera”
Ya me adelanto a
decirlo no vaya ser que, así como apareció un entendido en marina mercante,
aparezca un entendido en navajas barberas y me salga al paso advirtiéndole a
los demás lectores de que exista tal marca citada…
Pepe Morán. Dominico-ex
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5 comentarios:
Lo que cuenta Morán en esta entrada me parece muy acertado y, por otra parte, entretenido. A mí también me parece que lo que se escribe en el blog no tiene que ser de una “precisión” total. Hay que tener en cuenta que, generalmente, son cosas que pasaron hace bastante tiempo y el recuerdo se va desdibujando. Además de que carecen de importancia los nombres tanto de personas como de otras cosas. De hecho, en los medios de comunicación, son bastantes las veces que cuando entrevistan o relatan algún hecho que indican que el nombre del protagonista es ficticio.
Dicho lo anterior, Morán hila fino. Con su punto… -no sé cómo decirlo- nos trae la marca “La Palmera” que dice que es invención y no es una marca de navajas de afeitar. Ahí quiero decir que yo de navajas de afeitar no sé, pues mi padre nunca las utilizó, creo que ya estaban desfasadas; pero lo que sí tengo comprado y visto por casa, cuando era niña-adolescente, fueron muchas cuchillas de afeitar de marca “Palmera” que en aquel momento decían que eran las mejores.
Maribel, si te fijas en la cacha visible del mango de la navaja verás el dibujo de una palmera como anagrama de la marca. Con lo cual, sí hay marca La Palmera de navajas de afeitar. De todos modos, esto es una pequeña jugada que le he gastado a Pepe poniendo esta ilustración. Lo del dicho: nunca digas de este agua no beberé, ni este cura no es mi padre.
Morán, yo creo que con los años nos volvemos todos mas críticos, sobre todo con los contrarios a nuestras ideas o pensamientos. No se si es que nos hacemos mas intransigentes...y que debido a los años vividos creemos que estamos en posesión de la verdad.
Lo de poner nombres diferentes a los reales en una historia, creo que es divertido y como dice Maribel, no tiene por que ser tan riguroso, sobre todo si se trata de entretener. A mi me gusta mucho leer la historia novelada y me meto mas en el libro que estoy leyendo, si este, está basado en un hecho real.
Ayer sábado en Majadahonda cayeron varias trombas de agua y por la noche también ha llovido. En estos momentos luce el sol entre nubes. Veremos lo que dura.
Buen Domingo a todos!!!
Tiene razón Morán. Qué sería de nosotros sin imaginar lo que nunca ha ocurrido y tal vez nunca va a ocurrir. Además todo lo imaginado tiene raíces en la realidad y, al menos para quién es capaz de imaginar, de alguna forma sucede o crea la expectativa que puede suceder. Si las imaginaciones son agradables, como deben que ser, en caso contrario deberían estar prohibidas, construyen preciosas esperanzas que pintan la vida con más diversos y, posiblemente, atractivos colores. Imaginar es recrear otra forma de vivir.
Olga, ayer compartimos tormenta. Estaba cerca, en Pozuelo. Vino bien para dar cuenta de una estupenda fabada sin que agobiara el calor.
Maribel completamente acertada en lo de las cuchillas de afeitar Palmera,junto con las Beter fueron las mas conocidas,en las Palmera había Palmera plata y,Palmera oro.
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