viernes, 27 de mayo de 2016
JORDANIA ( III )
22 de Septiembre – 5º día – Ammán –
Petra.
A las 8 de la mañana los viajeros están a
la puerta del hotel con armas y bagajes ¡Esta noche dormiremos en Petra! Pero
antes de llegar a “la ciudad encantada” haremos otras visitas interesantes.
Mádaba es la primera de ellas, ciudad de
los mosaicos, antiquísima, que ya figura en la Biblia como escenario de feroces
enfrentamientos entre amonitas y arameos. Alcanzó su máximo esplendor en época
bizantina como sede de una extraordinaria escuela de arte musivo. En la iglesia
de S. Jorge admiramos el más famoso de todos los mosaicos de aquella famosa
escuela: el mapa de Palestina , hecho para uso de los peregrinos que caminaban
hacia Tierra Santa. En él aparecen las ciudades de Jerusalén, Belén y Jericó,
el Jordán, el Mar Muerto, el Lago Tiberiades e incluso Egipto y el Mediterráneo.
Después de 15 siglos conserva sus delicados colores y un cierto estilo naif verdaderamente
encantador.
Mádaba es una pequeña ciudad muy agradable,
tranquila, llena de restos arqueológicos de todas las épocas y, algo inusual en este país, abundante en árboles,
jardines y flores.
A 10 km de Mádaba se halla otro centro de
gran interés para los viajeros: Monte Nebo, lleno de significado religioso e
histórico para judíos
y cristianos. Según el relato bíblico Moisés contemplo desde aquí la Tierra
Prometida que por castigo divino no habría de pisar y, según la tradición, aquí
murió y fue enterrado. Nos acercamos por tanto a un lugar sagrado. El autobús
queda aparcado fuera del recinto y los
viajeros ascienden caminando por una carretera flanqueada por pinares y algunos
monolitos que conmemoran acontecimientos diversos, entre ellos la visita del
Papa Wojtyla. Desde la cumbre se contempla una preciosa vista del Jordán que
viste de verde una amplia franja en medio de tanta aridez. Monte Nebo, más que
una iglesia o monasterio, es un yacimiento arqueológico de gran interés bajo
cuya cubierta a dos aguas se hallan restos de 4 iglesias – una paleocristiana
del sg. IV y otra bizantina del VI entre otras - que fueron ampliadas y modificadas en épocas
posteriores. Pero lo verdaderamente deslumbrante de Monte Nebo son sus mosaicos
del sg VI, descubiertos en 1.976 en asombroso estado de conservación. Escenas
de caza y pastoreo, figuras de hombres y animales organizados en 4 bandas
enmarcadas por una larga inscripción en caracteres griegos con una cenefa
trenzada componen, más que un mosaico, una alfombra, un tapiz de gusto
exquisito por la perfección del dibujo y la delicada armonía de los colores.
Hay además capiteles y bases de columnas, bajorrelieves, lápidas con
inscripciones en árabe, etc…pero todo palidece ante los mosaicos.
El exterior también tiene su encanto. La
sobriedad de la iglesia con sus viejas escaleras de acceso y los restos de
columnas que adornan el jardín lleno de
cipreses; el monumento de hierro forjado con el báculo y la serpiente en
memoria de Moisés que sugiere la imagen del Crucificado… todo en monte Nebo
exhala espiritualidad y misterio. No cabe duda de que nos encontramos en un
centro especial para los creyentes de dos religiones y, por ello, Monte Nebo es
un lugar sagrado.
De nuevo en el autobús nos dirigimos hacía
el sur, hacia Petra. Saber que esta noche dormiremos allí, que veremos la
puesta de sol tras sus montañas, excita de tal modo a los viajeros que algunos
dudan de que tal prodigio pueda ser cierto.
Camino de Petra nos detenemos en la
fortaleza de El-Kerak, castillo roquero por excelencia que construyeron los
Cruzados sobre base romana en el sg. XII. Situada sobre un cerro testigo a
1.000 mts de altura domina una enorme extensión de tierra árida y algunas
aldeas. Las dimensiones de la fortaleza son impresionantes y las reformas y
ampliaciones realizadas por sus sucesivos amos le confieren aspecto laberíntico.
Incluso los materiales de construcción son diferentes. Los Cruzados usaron
oscura y durísima piedra basáltica toscamente tallada. Los árabes, caliza clara y blanda, fácil de
trabajar y perfectamente cortada. Desde aquella altura se alcanza a ver el Jordán
y el Mar Muerto. Nuestros antepasados – romanos, bizantinos,
cruzados, árabes- eran
consumados arquitectos y estrategas.
Pocos kms después de El_Kerak el autobús
se detiene. Ante nuestros asombrados ojos se extiende el paisaje más árido, inhóspito y sobrecogedor que hayamos
contemplado jamás. Es Wadi Mujib, un torrente que, en su curso hacía el Mar
Muerto, ha excavado una garganta tan espectacular como pueda serlo el cañón del
Colorado o cualquier otro desierto sobre la faz de la tierra. El autobús debe
descender hasta el fondo del valle, en donde está la presa de un pequeño
pantano, pasar sobre ella y ascender por la ladera opuesta. Así lo hacemos
admirando la aridez de este paisaje lunar donde no hay más huella humana que el
asfalto. De pronto, al volver una curva, en dirección opuesta a nosotros, una
mujer joven, descalza, vestida de negro y terriblemente cargada, con su hijito
de unos 3 años de la mano, asciende penosamente carretera arriba. Algunos la
contemplamos el breve instante que la velocidad del autobús y las curvas
permiten. Después nos miramos entre nosotros con la misma pregunta en la mirada
¿de dónde viene, a dónde
va, quien es, qué busca, dónde vive? Nunca sabremos nada de ella, nuestros
caminos no volverán a cruzarse. Pero jamás la olvidaremos.
A las 6 de la tarde una conmoción sacude
a los viajeros: divisamos las montañas de Petra que dibujan sus agudas cumbres
contra el cielo rojo del atardecer. El autobús se detiene junto a un mirador
para que podamos contemplar el espectáculo. Los viajeros toman asiento en las
piedra, en los bordillos, en el suelo. Su excitación es patente; algunos hemos
esperado este momento durante toda la vida y a duras penas podemos creer que
haya llegado. El sol comienza a ocultarse tras las montañas, eternas
guardianas de Petra, que se tiñen de púrpura y oro. La
ciudad no es visible y tampoco el Siq. Pero sabemos que está ahí, oculta, esperándonos
y eso aumenta su magia, su misterio y nuestra excitación.
Llegamos al hotel a las 8 de la tarde.
Nuestras ventanas quedan frente a esas montañas y, mientras los más animosos
después de la cena tienen fuerzas para recorrer la pequeña ciudad, otros se
sientan frente a esas ventanas como hipnotizados repitiendo en silencio ¡mañana
veremos Petra!
ulpiano rodríguez calvo
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1 comentario:
Ulpiano, como siempre un placer leer lo que escribes. Es este un viaje que a mi me gustaría realizar, pero en los últimos años se incrementó tanto la violencia que resulta muy difícil animarse a perderse por estas tierras tan castigadas y a la vez tan conocidas por su historia. No se si en algún momento lo podré hacer, pero da la impresión de que el problema en vez de disminuir aumentará.
Estoy deseando que nos describas la ciudad de Petra.
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