martes, 7 de marzo de 2017
UN FRAILE MUY PECULIAR
Se llamaba Rafael Sánchez Guerra, y si
Miguel Ángel estuviera aún entre nosotros, sería otro de sus frailes misteriosos. Desconocido era al menos para mí hasta acceder en fechas recientes a
parte de su biografía.
Un hecho casual, la lectura de la fecha del
fallecimiento de un fraile dominico en el Colegio Apostólico de Villava, me llamó la atención. Se había producido tres meses antes de que nos
acogieran generosamente en ese centro navarro con motivo del viaje de fin de
curso a los sanfermines de 1964.
Recuerdos de aquel viaje ocuparon parte de
mi primera aparición en el blog. Aunque solo la inconsciencia de la juventud puede
explicar que algunos prefiriésemos el duro suelo de la Plaza del
Castillo para pasar la noche, y ser los primeros en el encierro, a las más cómodas literas puestas a nuestra disposición por los frailes dominicos, sí pudimos
disfrutar de su hospitalidad. Es por esa gratitud por la que, más de cincuenta años después, cualquier
hecho acaecido entre aquellos muros continúe suscitando
mi interés.
Es muy probable que algunos profesores de
Corias ya conocieran a este hombre, que incluso hubieran mantenido relación con él y nos pudieran aportar
matices valiosos de su personalidad. Pero poco podíamos saber
nosotros entonces de la reciente muerte, menos de su azarosa trayectoria vital.
Dudo que alguien hiciera algún comentario sobre el difunto, y, si lo
hizo, pasaría inadvertido, al menos para mí, con todo
el interés centrado en explorar los nuevos y fascinantes horizontes
vislumbrados entre el jolgorio de la etílica fiesta.
Sin embargo no cabe duda, Rafael Sánchez Guerra fue una personalidad y un fraile singular. Mucho
antes de profesar como dominico había estudiado en el elitista colegio del
Pilar. Después, ya licenciado en Derecho, sus sólidas
convicciones y compromiso social le llevaron a destinos diversos: oficial del
ejército durante la guerra de África, político republicano, concejal del Ayuntamiento de Madrid que enarboló la bandera tricolor para proclamar la República en la Puerta del Sol, presidente del Real Madrid, prisionero
político en las cárceles de Franco, ministro del Gobierno
republicano en el exilio presidido por José Giral,
periodista en el Paris recién liberado de la ocupación nazi y autor de varios libros.
Indagar sobre su vida puede resultar
interesante, incluso apasionante, para desvelar una etapa desdichada y poco
conocida de nuestra historia. Católico y republicano tenía poco más de treinta años al
proclamarse la República. Nombrado secretario general de Presidencia por Alcalá Zamora desempeñó un papel determinante en el
planeamiento urbano del Madrid actual.
Cuando el Ministerio de Obras Públicas, dirigido por el asturiano Indalecio Prieto, planeó el desarrollo de Madrid a partir de la actual Plaza de San Juan de
la Cruz con la construcción de los Nuevos Ministerios, había previsto que la salida de la ciudad, y continuación de la Castellana, fuera un eje diagonal que siguiendo las
proximidades del actual Paseo de la Habana desembocara por Chamartín de la Rosa en la carretera de Burgos. Pero esa nueva avenida
presentaba un problema: su trazado atravesaba los campos de Chamartín donde el Real Madrid ya tenía su estadio
y años después se levantaría el actual
Santiago Bernabeu. Sánchez Guerra, seguidor madridista,
intercedió para que se cambiase ese proyecto, consiguiendo que la prolongación de la Castellana continuase recta hasta más allá
de Plaza de Castilla. Así se impidió el desmembramiento de los terrenos de fútbol al
tiempo de perpetuar hasta hoy una anomalía en la
salida desde el centro de Madrid por la Castellana a la N-I. Después de un recorrido recto hasta la altura del hospital La Paz es
preciso efectuar un pronunciado desvío hacia la derecha para tomar esa autovía.
Los planes urbanísticos pueden
condicionar etapas de nuestra vida, y esto pudo ocurrir en mi caso. Al
finalizar la guerra, sobre los terrenos que debía haber
ocupado el enlace de la descartada gran avenida diagonal con la carretera de
Burgos, se edificaron las naves y oficinas de la Fábrica
Electrotécnica Chamartín. Favorecida por el desarrollismo autárquico y dedicada a la fabricación de
transformadores, condensadores, reactancias, luminarias y otros componentes
industriales llegó
a dar ocupación a unos dos
mil trabajadores. En ella, meses después de
abandonar Corias, comencé yo mi andadura laboral a lo largo de
unos seis años. También, en un solar lindante con esta empresa,
Samuel Bronston, sobrino o familiar cercano de León Trotski,
montó los estudios cinematográficos donde se rodaron buena parte de las
superproducciones de la época: El Cid, 55 días en Pekín, La caída del
Imperio Romano, El fabuloso mundo del circo…y por
esos estudios desfilaron las estrellas más rutilantes
del cine de aquellos tiempos, Sofía Loren, Ava Gardner, Claudia Cardinale,
Rita Hayworth, David Niven, Charlton
Heston, John Wayne…y una interminable relación. A
mediados de los sesenta, cuando entré a trabajar en la fábrica, los estudios continuaban en plena actividad, se rodaban películas y programas para TVE. Las ventanas del departamento al que
fui destinado daban sobre los estudios y desde ellas veíamos el trajín del montaje y desmontaje de decorados,
los avatares de los rodajes y las idas y venidas de los actores y las actrices
más famosos del momento. No creo que esa circunstancia favoreciera
nuestra dedicación al trabajo y elevara la productividad, pero hacía más amena la jornada laboral.
Después de este
circunloquio regreso al personaje central de esta historia. En agradecimiento a
sus decisivas gestiones para salvar del desmembramiento el campo deportivo,
y reconociendo su acendrado amor al club, la afición merengue le eligió como presidente en 1935. Desde esa
presidencia impulsó
la popular campaña “Fútbol a peseta” con el objetivo de convertir ese deporte en un fenómeno de masas, con la incorporación de Lecue,
Kellemen, Alberty y otros, formó un potente equipo que ganó la última Copa de la República en la final disputada al Barça.
Cuando se produjo el golpe de Estado contra
la República era concejal de Madrid, cargo que ejerció durante los años de asedio a la capital. Al finalizar
la guerra, con la entrada de las tropas llamadas “nacionales” en Madrid, su sentido del deber y bonhomía le
llevaron a pensar que no tenía nada que temer. Confiado en el
cumplimento de la “paz honrosa”, negociada por el coronel Casado y
Franco, rehusó
los medios puestos a su alcance para abandonar España y permaneció junto a otros dirigentes republicanos en
la sede de un ministerio. Pero ningún propósito
albergaba Franco y su Régimen de ser clemente con los vencidos y,
al igual que miles de madrileños, fue detenido y encarcelado. Condenado
a treinta años de prisión estuvo confinado inicialmente en la cárcel de Porlier, una de las veintiuna cárceles que
existieron en Madrid, dieciséis de hombres y cinco de mujeres, durante
el periodo 1939-1945. Este imponente edificio, situado en el barrio de
Salamanca (Padilla esquina a Porlier), existe todavía
reconvertido en colegio de los Calasancios.
Por
esta cárcel, entre otros miles de republicanos represaliados, pasaron
además de Sánchez Guerra, reconocidos personajes como Miguel Hernández, Antonio Buero Vallejo o Marcos Ana. Un elevado número de presos fueron sacados de allí para ser
fusilados en las tapias del cementerio del Este. Juana Doña, por aquellas fechas presa en la cárcel de
mujeres de Ventas, donde se hacinaban unas cuatro mil mujeres, narra en su
libro autobiográfico “Desde la noche y la niebla” los trágicos
amaneceres sacudidos por las descargas de los fusilamientos cuyo sonido,
sobrevolando el antiguo arroyo del Abroñigal y
actual curso de la M-30, llegaba con nitidez hasta la prisión. También el de los espaciados tiros de gracia
con los que las presas hacían recuento de los fusilados cada
madrugada. Tampoco las mujeres se libraban del macabro ritual diario perpetrado
en aquellas tapias. Recordadas son las
llamadas Trece rosas. Trece jóvenes, de edades comprendidas entre los
dieciocho y veintinueve años, fusiladas en aquel lugar meses después de terminada la guerra bajo la acusación de formar
parte de la JSU. “Que mi nombre no se borre en la historia” escribió Julia Conesa, una de aquellas jóvenes, en la última carta dirigida a su madre antes de
ser fusilada. Rememorando ese trágico episodio autores como Carlos
Fonseca, Jesús Ferrero y otros han escrito libros para recuperar pasajes de su
vida, detención y muerte. Incluso se realizó una película, con dudoso acierto, en años
recientes. Todos los años, el 5 de agosto, fecha de la ejecución, se celebra un emotivo homenaje ante la tapia donde fueron
segadas sus vidas.
El
mismo destino, en el mismo lugar, tuvo Eugenio Mesón, joven
dirigente de la JSU y marido de la autora del libro antes citado, Juana Doña.
Los presos de Porlier recordados aquí por su nombre sufrieron distintas suertes. Resulta conocido que
Miguel Hernández murió en la cárcel de
Alicante en 1942. Buero Vallejo permaneció en
distintas prisiones durante siete años y Marcos Ana, fallecido
recientemente, sufrió presidio durante veintitrés. Entró en la cárcel a la
edad de diecinueve años y salió cumplidos
los cuarenta y dos gracias a una amplia campaña
internacional por su excarcelación. En su libro “Decidme cómo es un árbol” refleja con descarnado verismo
aquellos terribles tiempos. También Rafael Sánchez Guerra
escribió un libro titulado “Mis prisiones, memorias de un preso de
Franco” sobre aquella dolorosa etapa de su vida. Aunque él tuvo más suerte. Gracias a los buenos oficios de
su primo el general Antonio Barroso, que sería ministro
de Franco, consiguió
salir en libertad después de más de dos años en prisión.
Posteriormente pudo salir clandestinamente de España para
establecerse en el Paris recién liberado de la ocupación nazi y formar parte del Gobierno republicano en el exilio. En
Francia ejerció
de periodista y creó una agencia
de noticias.
Cuando a finales de los años cincuenta su mujer, Rosario, estaba a punto de fallecer, él, ferviente católico, le hizo la promesa de ingresar en
un convento. Ayudado de nuevo por su primo el general Barroso consiguió permiso para regresar a España con el
compromiso de ingresar en la Orden de los Dominicos con sede en Villava. Allí tomó
los hábitos y permaneció hasta su muerte el 2 de abril de 1964, tres meses antes de que
alumnos de Corias fuéramos acogidos en aquel lugar durante
nuestro periplo festivo. Tenía 66 años.
ulpiano rodríguez calvo
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5 comentarios:
Los personajes de la foto pienso que son como sigue. Izquierda: Juanma, Galán, Fidel, Raúl, Olegario y Juan Pedro. En el centro fray José Rey Agüera. En la derecha: Escandón, Ángel, Balsera, Samuel, Miyares, Francos, Carmelo y al lado de la pared Ulpiano? La verdad es que a Ulpiano no se le ve bien, tengo dudas que en vez de Ulpiano, fuese un dominico el de la pared. Tampoco recuerdo si faltaba alguno del grupo que no estuviera presente en el momento de la foto.Samuel seguro que lo tiene más claro.
Vuelvo a casa después de dos semanas de viaje y me dispongo a poner en orden mis asuntos, tarea no siempre grata a la vista del buzón, atestado de publicidad y cartas de amor, como llamo a las del banco, las únicas que recibimos ya. En el ordenador se acumulan los correos y en el teléfono, los mensajes. Todos exigen sus derechos con la feroz tiranía de señores feudales. Son las nuevas formas de esclavitud impuestas por la tecnología, acerca de las cuales ya nos advirtió Marguerite Yourcenar en las Memorias de Adriano al decir que la esclavitud no desaparecería y que, a lo sumo, cambiaría de nombre.
La más grata de esas exigencias es el blog, que me depara una magnífica sorpresa: el espléndido estudio de Ulpiano sobre ese peculiar fraile.
Para mí, que conozco Madrid poco y mal, el documentadísimo artículo de Ulpiano es una puerta que se abre a mundos desconocidos: el urbanismo de la capital; los personajes que en él fueron más o menos decisivos; los sucesos terribles de una época atroz y la historia de sus victimas… Y cómo la casualidad, si es que existe, lleva a un jovencísimo ex-alumno de Corias a trabajar en un despacho desde cuyas ventanas ve a los actores y actrices que las jovencitas, como yo entonces, admirábamos boquiabiertas desde la butaca de un cine. La misma casualidad que había llevado a ese alumno y a sus compañeros de Corias a alojarse en el Convento de los Dominicos de Villava, donde tres meses antes había muerto el peculiar fraile protagonista de la historia.
Porque todo esto es historia, cierto, pero también es literatura. No soy especialista en crítica literaria aunque por diversas razones la he ejercido mucho y cada día me reafirmo en mi teoría (discutible, naturalmente, tanto por ser teoría cuanto por ser solo mía): la literatura no es lo que se cuenta, sino cómo se cuenta. En esto Ulpiano es un maestro. Pocas veces he visto habilidad semejante para unir elementos tan dispares con tanta armonía : Corias, Villava, la guerra civil, las grandes producciones cinematográficas de los años 60, el urbanismo de Madrid, el fútbol… Saramago lo explica como nadie hablando de su abuelo Jerónimo :”era capaz de poner el universo en movimiento con apenas dos palabras”. No importa que el narrador sea analfabeto como el abuelo Jerónimo o cultísimo, como Ulpiano o Morán, cuyas maravillosas historias no volveremos a leer. Ellos pueden poner el universo en movimiento y ése no es el único poder de los grandes narradores. Yo conozco otro pero no os lo desvelaré. Tendréis que descubrirlo vosotros mismos.
El amigo Ulpiano ha informado de un fraile especial. El lego dominico fray Rafael Sánchez Guerra. Veo, conoce bien su vida, pero quiero aportar algo que Ulpiano no cita.
En este enlace se puede ver.
http://deportes.elpais.com/deportes/2017/02/12/actualidad/1486934026_059214.html#?ref=rss&format=simple&link=link
También es de esa época la entrada en el noviciado dominico del torero Mondeño (30 de Agosto de 1964).
Un abrazo, Inocencio Fdez.Mdez.
Como es su proceder, Ulpiano, nos trae un relato lleno de detalles, muy elavorado y muy interesante.
Comenta que no encontró ningún comentario sobre su fallecimiento ni sobre su trayectoria por este mundo.
Podemos comprobar que es bastante frecuente, este tipo de comportamientos, dentro de algunas congregaciones. Parece como que les molesta reconocer la valía de alguno de sus compañeros.
Me atrevo a compararlo como cuando algún miembro de un partido político decide pasarse al enemigo. No suele ser despedido con alabanzas, aunque las mereciera.
Galán, no veo faltas en tu relación de la foto. Incluso está Ulpiano que asegura no ser muy blando el cemento de la Plaza del Castillo.
Inocencio, la fecha del 30 de agosto de 1964 nos es muy conocida, por una publicación del P.Jacobo titulada "Los Hombres Nacen de Nuevo". Creo que fue vendida íntegramente entre los escolares, con el pretexto que se iba a agotar rápidamente la tirada.
Hace unos días cuando leí esta entrada de Ulpiano, a pesar de que estoy acostumbrada a leer sus narraciones, me admiró más, si cabe, que las anteriores.
En este caso lo que más me admiró fue el contenido, entre otras cosas, por lo original, lo bien documentado y la relación con los ex alumnos de Corias.
El fraile, aunque yo creo que desconocido para el gran público, fue todo un personaje. ¡Vaya cantidad de vivencias! –Ejército, política, deporte, religión…¬-
Por otra parte, quiero comentar que me parece todo un lujo que en el año 1964 os llevaran a los Sanfermines.
Me dice Manolo que Fray José Rey Agüera estudiaba cuando él en Corias. Es decir, con los que empezaron en el año 1957.
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