REGLAS MNEMOTÉCNICAS

Estamos viendo y comprobando que según  va pasando el tiempo, la vida aparte de avanzar de forma excesivamente rápida, galopante diría yo, también discurre de forma un tanto injusta y contraria a lo que sería más lógico y más equitativo. Es decir, lo deseable sería que una persona según va sumando días a su existencia también fuese acumulando una serie de  cualidades compensatorias que le permitieran ser más resistente frente a la decrepitud y a la  vejez. Pero no solo no es así, sino  que es todo lo contrario pues, sin darnos apenas cuenta  cada hoja que diariamente arrancamos del calendario, es como si a la vez también  fuéramos recortando (como el  Gobierno)  una pequeña parte de cada una de esas facultades que son inherentes al ser humano y que gracias a ellas nos permiten pensar, vivir, disfrutar y valernos por nosotros mismos, al menos mientras mantenemos cierto empuje y juventud. El caso es que llega un  momento en el que  las defensas adquiridas frente a la vejez   no solo no son  equiparables a los años vividos, sino que  son  inversamente proporcionales al tiempo transcurrido. Cuantos más años vamos atesorando en general, menos aptitudes vamos teniendo en todo: menos dinero,  menos pelo, menos hambre, menos vigor, menos fuerza, menos paciencia y lo más preocupante y más importante de todo es la memoria,  que aparte de menguar  también se nos va anquilosando y a veces, hasta borrando.

Yo curiosamente, aparte de estas aptitudes ya mencionadas, que son todas susceptibles de merma, y vaya como se nota  su continuo y progresivo debilitamiento o deterioro,  también tengo a modo de compensación otra capacidad que es la única que no solo no me  ha ido a menos, sino que me va en aumento de día en día, y es la sed. A veces me consuelo yo mí mismo diciendo: hombre, no todo  iban a ser mermas; al menos hay algo que resulta placentero al espíritu y que con el paso del tiempo se renueva y se incrementa. Esperemos que seamos capaces de mantenerlo.

Bromas aparte, y  volviendo a lo de la memoria, todos somos conscientes  que esto es un tema muy serio y  preocupante que además siempre lo fue, pero actualmente, dado lo que se han incrementado los años de vida media de los seres  que habitamos países medianamente avanzados, uno de los tributos que debemos  pagar por este aumento es la pérdida de la memoria. Estamos viendo a diario que llegada  cierta edad son pocas las personas que la mantienen en condiciones aceptables. Pero sin tener que recurrir a los casos ya extremos y trágicos de  tipo alzhéimer o de demencia senil, todos vamos notando que, con demasiada frecuencia, se nos esfuman las ideas a cada momento y que perdemos el hilo de lo que estamos  pensando decir durante una simple conversación. Esto suele pasar a menudo y sobre todo nos ocurre en los momentos más comprometidos durante  cualquier exposición pública o simplemente cuando estamos conversando con los amigos. La rabia que producen estas lagunas mentales es tremenda, porque hay veces que no le sale a uno el nombre de las cosas más  cercanas que probablemente, no hace ni dos días que las has pronunciado pero  en ese momento no hay forma de dar con ellas;  se podría decir que no las tiene uno a mano, aunque al cabo de un rato es casi seguro que las recuerdes.

A mi también me suele pasar con cierta frecuencia, que dudo a la hora de situar ciertos  topónimos de pronunciación parecida pero pertenecientes a sitios diferentes. Por ejemplo  si estamos hablando del Uruguay, en ese momento me entra la duda de si el más cercano a Argentina, es el Uruguay o el Paraguay,  pues acto seguido si puedo, voy lo compruebo en el mapa y veo que es el Uruguay. Entonces para que no se me vuelva a olvidar  me hago lo que nos recomendaban a diario los frailes profesores en Corias, que consistía en prepararse una regla mnemotécnica como  auxilio de la memoria;  es decir, un pequeño truco fácil de recordar y que esté relacionado o implícito en las mismas palabras que en este caso quiero  situar y diferenciar. Dichas reglas se pueden hacer de muchas maneras. Una de ellas es buscar algo que pudieran tener en común las palabras cuestionadas.  Por ejemplo: yo en el caso de cómo acordarme que el país más cercano a Argentina es el Uruguay y no el Paraguay, he buscado algo que tuvieran en común Buenos Aires y Uruguay. Y rápidamente me he dicho: Buenos Aires y Uruguay las dos palabras tienen  la letra u en las primeras sílabas, luego está claro  por  similitud que  el Uruguay se corresponde con Buenos aires.

Otro caso que antes siempre tenía dudas cuando surgía en conversación, hasta que me hice la regla nemotécnica, era cuando salían a relucir: Canaletas (fuente)   o Canalejas (plaza). Canaletas está en  Barcelona y Canalejas está en  Madrid. Pues bien para acabar con las dudas me dije. La Plaza de Canalejas está en Madrid y en Madrid existe un plato antiguo, muy típico, que son las gallinejas, luego la norma está fácil de hacer. Las dos palabras que llevan jota se corresponden entre sí: gallinejas (Madrid) con Canalejas. A partir de elaborar este truquete, nunca más tuve dudas entre si Canalejas era una plaza madrileña,  o una fuente catalana.

La norma también se puede hacer de forma inversa, es decir: utilizando lo contrario de lo que parece. Por ejemplo: yo me liaba  a veces a la hora de situar dos localidades leonesas que son Sabero y Fabero y las cambiaba de lugar. Las dos son ribereñas. Una pertenece a la zona del río Sil al oeste de la provincia, y la otra lo es del Esla  y situada al Este. Analizando estas dos palabras lo más lógico sería que  Sil y Sabero fueran juntas por tener ambas la letra ese, pues no, es todo lo contrario. Fabero está en el Sil y Sabero está en el Esla. En este caso solamente debo acordarme que la normativa es justo al revés de lo que parece.

Debo decir que esto de las reglas mnemotécnicas yo me lo aprendí muy bien en Corias y siempre me gustó utilizarlas y  las sigo poniendo en práctica porque me funcionan estupendamente,  y a menudo me sacan de muchas dudas. Por no extenderme excesivamente, pero tengo montones de casos como estos  que he expuesto aquí.

Durante mi estancia en  la Escuela de Minas de León también se utilizaba mucho este sistema, sobre todo en la asignatura de Geología y Mineralogía para memorizar los nombres de los fósiles característicos de cada serie y para los diferentes pisos de los periodos geológicos. En este caso la regla se hacía preparando una frase que tuviera sentido con las primeras sílabas de las palabras a recordar. Por ejemplo, si  las palabras que había que aprender eran: cenomaniense, turoniense, senoniense, danisiense… Pues bien, se confeccionaba una frase que tuviera cierto atractivo y que resultara fácil de memorizar,  como la siguiente: ”cenó turrón senón el danés”. Una vez retenida esta frase, con utilizar la primera sílaba de cada palabra ya teníamos pie para acordarnos de toda la retahíla de nombres y así  poder repetirlos a modo de papagayo, las veces que hiciese falta  y por su orden cronológico.

B. G. G. bloguero “Prior”

P. D. Pinchad este enlace a ver si estáis de acuerdo con lo que dice el comentario de un exalumno, "Valdiégano",  en la Nueva España de hoy martes 12:
http://www.lne.es/occidente/2013/03/12/paradores-saca-licitacion-equipamiento-bar-cocina-corias/1381124.html#EnlaceComentarios