miércoles, 19 de noviembre de 2014
Aquel monasterio de Corias, hoy parador nacional
Pocos días después de inaugurarse el
Parador de Corias, Gonzalo Suárez Calvo, publicó en La Opinión de Zamora
(02.08.2013) un artículo con el título "Aquel monasterio de Corias, hoy
parador nacional..." Gonzalo Suárez Calvo, fue alumno de
Corias entre 1954 y 1957. Es periodista y escritor, especialista en los
problemas sociales del continente africano, con abundante obra publicada y
redactor jefe que fue de la revista Mundo Negro.
Este es un artículo que considero
interesante y entretenido por alguna anécdota que relata. Si Benjamín lo
considera interesante, que lo publique.
Inocencio Fdez. Mdez.
***
GERARDO GONZÁLEZ CALVO Casi siempre
tengo que repetirlo dos veces: «Corias de Asturias, cerca de Cangas del Narcea,
no Coria de Cáceres». En Corias hay un vetusto monasterio que acaba de
convertirse en parador nacional; se encuentra a escasos kilómetros de Cangas
del Narcea y a muy pocos metros del río Narcea. En él estuve entre 1954 y 1957
cursando los tres primeros años de latín, cuando era una escuela apostólica o
seminario regentado por los dominicos de la provincia de España. Volví a
visitarlo a principios de los años ochenta con dos compañeros de seminario, el
vallisoletano Jesús Alcalde, profesor en la madrileña facultad de Ciencias de
la Información, y Jesús Torbado, periodista leonés y novelista, que había sido
galardonado con el premio Planeta en 1976.
El monasterio estaba entonces
prácticamente deshabitado; solo había en él tres frailes dominicos; uno de
ellos, el padre Felipe Lanz Yoldi, nos había puesto clases de francés y de literatura.
Evocamos el barullo de los más de 300 seminaristas alborotando por los
claustros y los tres campos de fútbol. Y, sobre todo, el guirigay que se
formaba al bajar unas escaleras de madera añeja con los pasamanos bruñidos por
miles de manos como las nuestras. Hubo un momento embarazoso con el padre
Felipe Lanz. Me preguntó al lado de una de las arcadas de los claustros a qué
me dedicaba y le dije que era periodista y redactor-jefe de la revista «Mundo
Negro». «Supongo, me dijo, que no serás como ese ingrato de Torbado, que ha
puesto a los dominicos a caer de un burro después de que le ayudaran tanto,
después de abandonar el convento». Torbado estaba a mi lado, pero el padre
Felipe no lo reconoció; el novelista se limitó a dar una calada más honda a un
cigarrillo.
Visitamos la iglesia con su majestuoso
altar barroco, con bajorrelieves que cuentan la historia del monasterio,
levantado en el siglo XI y ocupado por monjes benedictinos. Dicen las crónicas
que entre los siglos XII y XIII alcanzó su máximo esplendor con inmensas
posesiones de los monjes en la mayor parte del occidente de Asturias e incluso
de la vecina provincia de León. Nosotros entonces no teníamos más que algunas
nociones vagas del castillo de Piñolo. Aún se encontraba en la iglesia un antiguo
órgano de tubos, donde dos de los hermanos Castaño -Pepe Domingo y otro, de
cuyo nombre no logro acordarme- aprendieron a tocar alguna cantata de Bach.
Corias era entonces un pequeño pueblo con
escasa actividad. Los domingos iba mucha gente de Cangas del Narcea a oír misa
en la iglesia del monasterio. Los seminaristas salíamos juntos de tanto en
tanto a dar un paseo junto al río Narcea, festoneado de castaños y avellanos.
Una vez al año, íbamos durante el verano en varios camiones al puerto de Leitariegos,
ya en el municipio leonés de Villablino. Durante el trayecto animábamos al
conductor a acelerar y le recordábamos chillonamente que con el vino se
engrasan las bielas, según la canción de marras. Había en Leitariegos una gran
laguna, en la que nos bañábamos antes de comer al aire libre y de la que muchos
salíamos con las piernas peladas de insaciables sanguijuelas.
El paraje de Corias era magnífico y
espectacular para un chico de la llanura zamorana como yo. Allí vi por primera
vez arar a una mujer con unas vacas rojizas y menudas. Los carros eran pequeños
y tenían ruedas de madera, como los sanabreses. En los prados abundaban los
almiares de heno. Había entonces muchos en los montes adyacentes cerezos y
manzanos y algunas viñas con cepas raquíticas, en comparación con las que había
visto en Pajares de la Lampreana.
Supongo que ahora el antiguo monasterio
de Corias atraerá a muchos asturianos y leoneses. Quienes vayan, podrán
disfrutar, sobre todo en la época estival, de las aguas frescas del río Narcea,
donde abundan las truchas, los salmones y las anguilas. Había en este río un
remanso que llamaban El Chandeu. Jesús Alcalde y Jesús Torbado se bañaron en
él. Después nos dirigimos a Tineo. Degustamos en Villanueva de Sorribas unas
truchas exquisitas recién pescadas en el mismo río Narcea, que discurre por
allí más angosto y turbulento, pero con aguas limpísimas.
¡Quién nos iba a decir que nuestra vieja
escuela apostólica se iba a convertir en un parador nacional! Primero fueron
los castillos semiderruidos, como el castillo de la Mota en Benavente, cuando
Manuel Fraga Iribarne fue ministro de Información y Turismo. Ahora le toca el
turno a los seminarios,
conventos y monasterios, que se convierten en hoteles,
como pasó hace años con el seminario verbita de Coreses, o en parador nacional,
como el monasterio de Corias. Quienes puedan y quieran, que lo saboreen.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
4 comentarios:
En el penúltimo párrafo del artículo hay una frase que puede inducir a error y dice así: “como el castillo de la Mota en Benavente”. El castillo de La Mota está en Medina del Campo. Pero se da la circunstancia que el parador de Benavente se encuentra al final de los Paseos de la Mota, en el paraje conocido como Jardines de la Mota, pero en Benavente.
Acertada la indicación de Benjamín.
Tengo una anécdota de el castillo de la Mota de Medina del Campo.
Eran las fiestas de Navidad de 1.966.Hacía la mili en el cuartel General Arroquia de Salamanca y llegadas la Navidad no dieron unos pases para usar los trenes que desde Madrid se dirigían a Asturias.Salamanca a Medina del Campo y luego a nuestros destinos...todos los trenes que venían de Madrid, venían hasta los topes...y en Medina pasamos la Nochebuena,por la Estación,lugares cercanos al Castillo,etc.Despues de 48 años estamos aquí para contarlo.
Algo tuvo Corias, arraigando de tal manera en nuestras vidas, que aún perdura después de tantos años.
Hay un detalle que cuenta Gerardo que me llama la atención y es el guirigay que se formaba al bajar las escaleras. Pocas veces, en nuestros tiempos, nos dejaban bajar o subir, hablando por las escaleras. Casi siempre, por no decir siempre, era con las manos atrás, en dos filas y en silencio pues en la parte superior, de las mismas, es decir en el tercer piso, se situaba el vigilante de turno y todo aquel que se saltara la norma ya sabía el premio que le estaba esperando.
Nosotros no logramos salir a pasear por la carretera hasta segundo o tercero, año 61-62; a no ser durante las clases de gimnasia o en el verano, para bañarnos en el Chandou.
Me pregunto por qué no acuden los antiguos alumnnos del apostólico a los encuentros de setiembre como lo hizo, durante varios años el veterano, Benigno Suárez Valdés?.
Inocencio, muy interesante el artículo que enviaste para publicar. Quedo asombrada de lo que fue Corias en el siglo pasado, mucha gente pasó por allí. Bueno, para construir un monasterio de esas características siempre tuvo que ser muy importante, pues aún para construirlo hoy sería una gran obra a pesar de grúas, materiales, etc.
Hay una “leyenda urbana”, probablemente conocida por todos, que dice que en unas obras que se realizaron allí hubo una huelga de los trabajadores porque todos los días les daban salmón para comer. No sé si en aquéllos tiempos existirían las huelgas… yo no estoy muy al tanto de eso.
En cuanto a la aclaración que hace Galán, también opino que está muy bien hecha, pues creo que a todos al decirnos “Castillo de la Mota” se nos viene a la cabeza Medina del Campo.
Casualmente este año, en el puente del uno de mayo, estuvimos nosotros en el Parador de Benavente, cuya dirección es Paseos de la Mota s/n. La torre del Castillo-Palacio que se conserva en el Parador se llama la Torre del Caracol.
En cuanto a una entrada que enviaste en octubre con unas fotografías de una reunión en Corias de alumnos de 1955 y otros, es una casualidad que una revista canguesa “La Maniega” en su número 202 (septiembre-octubre 2014) vienen fotografías de otra reunión de alumnos de la promoción de 1954, -no trae fecha-. Según la vi creí que era la misma, pero luego ya vi que no. En esta de 1954 hay una fotografía delante del convento-parador con 19 personas; y otra dentro de la Iglesia en la escalinata de acceso al altar.
Siguiendo con esa misma revista también trae la reunión del 27 de septiembre de ADEACO, con una fotografía de los Ex - Alumnos que asistieron, y otra en que ven perfectamente al Prior y señora, y creo que es Roberto –está de espalda- hablando con Mamen y Castro, pero casi tapados, se supone más que se ve.
Publicar un comentario