sábado, 22 de noviembre de 2014
VISITAS A LOS ALEDAÑOS DEL MONTE DE EL PARDO
Al leer la precisa y documentada exposición con la que
nos ha obsequiado una vez más Ulpiano,
sobre la visita que ha hecho al palacio de El Pardo y sus dependencias,
voy a contar yo una pequeña anécdota personal
sin importancia, que no pasa de
eso, de ser una simple anécdota, pero
creo que viene al caso. A finales de los años setenta nosotros vivíamos en Madrid y recuerdo que por
aquellos años también hubo una crisis
laboral importante en este país en el ramo de la construcción; no de la
envergadura de la de ahora, pero muy de tener en cuenta. Ya lo creo. Con la diferencia que aquella vez solo duró unos
tres años, aproximadamente. De ahí que las grandes empresas constructoras comenzaran
a verle las orejas al lobo y ya decidieran ir buscándose los garbanzos fuera de España. A mí en 1979 me tocó ir a Libia por
primera vez para un proyecto de autopista de unos ciento diez kilómetros de
longitud que iba a construir Ferrovial entre las poblaciones de Jadut y Nalut
en el interior del país. Aquella primera estancia tuvo lugar durante los meses de mayo y junio y hacía un calor tan
exagerado en aquel desierto libio, que más que desierto bien parecía que estuviese
uno en el mismísimo infierno. En los años
sucesivos también tuve que volver pero ya
fue en otra época; concretamente, en los
meses de noviembre y diciembre y la cosa cambió como de lo blanco a lo negro.
Al poco tiempo de regresar del primer viaje, ya comencé a notar ciertas molestias respiratorias y bronquiales
las cuales me provocaban tos, pero al principio no les di mayor importancia, pero luego más
adelante desembocaron en una preocupante
lesión pulmonar. Una vez puesto en manos de expertos en este tipo de lesiones
y hecho el diagnóstico correspondiente, los doctores que me vieron concluyeron
que tales daños se habían producido por
la excesiva exposición que había tenido al polvo del desierto, el cual, al contener partículas de sílice en
abundancia, de tamaño micrométrico, son tan dañinas como las de las minas que
producen la neumoconiosis (silicosis). Y
también había influido mucho cierta predisposición natural por mi parte y que estas exposiciones al polvo se hicieran coincidiendo
con estados de acaloramiento y sofoco debido a las altas temperaturas reinantes
pues, hubo días de junio que a medio día
el termómetro llegó a marcar los 55
grados centígrados. Durante el resto del
día disminuían algo, pero la mayoría de los días a las ocho de la noche, aún había que soportar los 42 grados.
Con semejantes sofoquinas diarias y el tener que viajar en coche durante dos y tres horas, a la mañana y otras tantas a
la tarde por pistas polvorientas en pleno desierto, fueron la principal causa de
la lesión sufrida. Tal que, el
especialista en enfermedades del tórax, optó por ingresarme durante 22 días en el Hospital del Rey hasta que
me curara y después para recuperarme del todo me hizo estar de baja laboral como mínimo un mes. Durante este tiempo me
recomendó que procurase alejarme a menudo de la ciudad y que me trasladase a zonas de sierra para que
respirara aire más puro y limpio.
Estando totalmente de acuerdo con
esta sensata y saludable recomendación por
parte del médico, mi mujer y yo todas los fines
de semana nos íbamos a la zona del Goloso, en el norte de la capital, que son las estribaciones del monte de El
Pardo y allí permanecíamos varias horas en una extensa zona arbolada a la
que no se permitía la entrada de coches y en la que nosotros nos
encontrábamos muy a gusto, paseando por el campo entre encinas y robles y
viendo pastar rebaños de gamos y ciervos muy cercanos a la gente. Un día
durante el paseo por la zona libre y
coincidiendo al lado del cerramiento con
la zona restringida a los visitantes, nos sorprendió ver en el suelo un cuerno
muy grande en forma de pala dentada, el cual
supusimos que habría pertenecido a alguno de aquellos animales y lo más seguro a un gamo; lo que no nos imaginábamos era cómo lo había
perdido pues, se notaba que se acababa de desprender de la cabeza del astado
pues aún estaba un poco manchado de sangre en su parte inferior. En un
principio no supimos qué hacer con el
dichoso cuerno y lo camuflamos un poco
con unas ramas secas que había por el suelo y seguimos paseando. Al llegar la
hora de irnos, viendo que no había mucha concurrencia por allí, decidimos
llevarnos aquella cornadura pues nos pareció que podría resultar un objeto singular
y hasta decorativo. Lo peor era que había que sacarlo del parque
a la vista pues el coche estaba a cierta distancia. Por miedo a que nos
pudieran echar el alto lo cubrimos con una de nuestras chaquetas y el cuerno
llegó al maletón del Seat 127 sin mayores problemas. Una vez en casa lo
limpiamos bien y lo dejamos guardado en
la terraza. Acto seguido busqué información sobre el tema pues no sabíamos cómo
había podido el animal perder semejante parte de la cabeza. Nada más consultar
una enciclopedia, aún no había Google, pude saber que los gamos mudan anualmente la
cornamenta y que nadie se la había quitado de forma violenta, sino todo lo contrario, el mismo animal había tenido
a bien el desprenderse de aquel estorbo, simplemente, para quitarse “cosas“ de la cabeza.
Pasado el tiempo, ya casi nos habíamos olvidado del cuerno y un día rebuscando algo que le habíamos
perdido la pista, apareció de nuevo el asta. Entonces, ya hubo que plantearse
qué hacer con semejante objeto, y
después de barajar varias posibilidades, pues el apéndice era muy curioso, decidimos
que debiéramos guardarlo y al año siguiente por esas mismas fechas, volveríamos
al sitio a ver si con un poco de suerte encontrábamos otro similar para
completar la pareja. Lo difícil era que el que teníamos con nosotros era el
derecho y claro, para que hiciera juego, el otro tendría que ser izquierdo. Nos
pareció bien la decisión tomada y nos olvidamos del cuerno hasta el
siguiente año que llegadas las mismas fechas del anterior, volvimos a frecuentar el Parque del Goloso.
Con tan buena suerte que a la segunda o tercera visita que hicimos, un sábado a
primera hora, volvimos a encontrar otro
cuerno y para mayor coincidencia era el izquierdo. Ahora bien, esta vez ya íbamos
mejor preparados por si sonaba la flauta y nos acompañaba una prenda amplia con la que se podía
esconder perfectamente el segundo cuerno por grande que éste fuera. Una vez completada la pareja los hemos ido trasladando
de casa en casa y es el día de hoy que aún los conservamos. Algunas visitas cuando los ven expuestos en
la pared del garaje se sorprenden bastante de momento, pues saben que yo siempre fui enemigo de la
caza como deporte cinegético. Entonces, para evitar interpretaciones falsas les explico
que dichas astas no han sido
arrebatadas de mala manera, sino que el propio animal las suelta de forma voluntaria
y anualmente, sin intervención violenta alguna del hombre. En ese momento, los
visitantes ya respiran más aliviados y
dicen: menos mal, porque en un primer
momento ya nos tenías preocupados y hasta hemos llegado a pensar
que si ahora habías adquirido los
mismos gustos que el Blesa o el destronado emérito. La de andar
asesinando vilmente y por puro gusto, a
los animales indefensos.
En su momento, cuando comenté esta aventura con los compañeros de la
oficina, me dijeron que habíamos tenido
mucha suerte con los hallazgos, y por dos veces nada menos pues, en aquellos tiempos estos cuernos
estaban requetebuscados por personas que
se dedicaban a eso precisamente, y que correteaban
a diario el parque durante la época de muda, incluida la zona vallada no
visitable, al encuentro de posibles cuernas para
luego vendérselas a las tiendas
de artículos de caza, con la finalidad de
fabricar con ellos sillas y
percheros, o como simples objetos de adorno.
Bueno, si habéis sido capaces de llegar hasta aquí y
aguantar toda esta tabarra, sois merecedores de un premio porque, entretener,
lo que se dice entretener, no os habrá entretenido mucho, pero al menos si un
día los llegáis a ver, ya contáis con
información veraz y de primera mano, sobre la procedencia de los “cuernos del Prior”.
B. G. G. bloguero “Prior”
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5 comentarios:
Esta oscuridad temprana
que irrumpe cada tarde
porque Apolo se apaga,
bien nos sirve de acicate
para acometer los retos
que en estío son esfuerzos.
Lo que vengo a proponer
en los versos que prosiguen,
tiene un mínimo interés
para lectores sublimes.
Si no los quieres leer
nada te vas a perder,
aunque calidad busqué
y en ello puse interés,
tantas veces lo intenté
otras tantas la c…
COMPLEJOS PSICOLÓGICOS.
Un suceso en el entorno
de gran calado y bochorno,
me retrotrajo a pensar
los problemas que a veces
se inoculan sin cesar
en las inmaduras mentes.
Por ello y sin intención
y aún menos pretensión,
voy a hacer una reseña
enunciativa y somera
de los diversos complejos
que psicológicos ellos
aquejaron al humano
en el transcurso de años.
De psiquiatras es el tema,
su síntoma y tratamiento
mas por curiosidad mera
y por entretenimiento,
mencionaré unos cuantos
algunos sí del Convento:
De Edipo, de inferioridad
de Electra, de superioridad,
de patito feo, de Cenicienta,
de castración, de bella y bestia,
de Peter Pan, de Caperucita,
de Alejandro, de Agripina,
de Brunilda, y de Caín…
¡buf… y a relación pongo fin!
COMPLEJO DE EDIPO.
Lo sufre el hijo varón,
que compite con el padre
la absoluta posesión
del cariño de su madre.
La coloca en pedestal
y nunca encuentra mujer,
desde niño a la vejez,
que siquiera esté a su par.
¿Que porqué así se llama?
fue Freud el que así menta
a esta penosa dolencia,
pues como a Edipo, en el drama,
esta penuria asemeja.
COMPLEJO DE ELECTRA
Lo padecen ciertas hijas
que a papás idealizan,
compitiendo con su madre
las atenciones del padre.
He mentado al empezar
por mí un sabido caso,
encuadrado por azar
en este complejo aciago.
Este comentario nada tiene que ver con la Entrada de don Benjamín.
Casualidad por ser la última. Disculpa Prior.
Está usted disculpado. Los comentarios siempre son bien acogidos. Si están relacionados con el tema expuesto perfecto, y si no lo están, también. En este caso cabe lo que se quiera poner.
Buen comentario Galán y conseguí leerlo del tirón, así es que tranquilo, que ahora ya sabemos todos de donde proceden esos cuernos que el prior tiene guardados aunque no sean suyos. Bueno, ser si son suyos, porque se los encontró, claro.
En cuanto a los versos de José Manuél, como siempre interesantes.
COMPLEJOS PSICOLÓGICOS.
(continuación)
Como el loco con su tema
yo sigo con los complejos,
y si alguno me afecta
al mirarme en el espejo
¿lo obviaré con una befa
o pondré sobre palestra?
Tanto el de inferioridad
como el de superioridad,
raudo los voy a saltar
al ser ya muy conocidos,
cotidianos y masivos.
COMPLEJO DE PATITO FEO
Suele ocurrir en los clanes,
donde unos niños sobresalen
por sus dones y aptitudes,
con excepción del endeble
que al ser protegido siempre
no se cree con virtudes
y de autoestima adolece.
COMPLEJO DE PETER PAN
Ciertos varones de edad
desean ser siempre chicos
que al no querer madurar
seleccionan como amigos
gente más joven que ellos;
irresponsables contentos
e inmaduros irredentos.
Continuará…?
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