jueves, 1 de octubre de 2015
Los Calandrias toman el Alagón
Por jrFRANCOS
En una
jaula de oro
pendiente de un balcón,
se hallaba un piragüista,
en la sequía de agosto,
cantando su dolor.
Hasta que un hermoso río
a su piragua llegó
y con sus aguas alegres,
corriente abajo lo llevó.
Parafraseando con poca delicadeza aquel
corrido que cantaba Pedro Infante, titulado La Calandria, iniciamos este
pequeño reportaje de aire fresco y desenfado.
Los miembros del grupo Los
Calandrias, de Zafra y Los Santos de Maimona, que desde aquella incursión
en Alqueva (publicada aquí, en Abril), estaban tristes, porque habían
permanecido inactivos... Ya se sabe: el estío veraniego, la diáspora de las
vacaciones, el coordinar fechas que vengan bien a todos... Pues se
pusieron de nuevo en acción y sonrieron.
El fin de semana del 19 y 20 de
septiembre cogieron sus vehículos, las piraguas y se fueron al Alagón, afluente
del Tajo, en la provincia de Cáceres. Descendieron desde Galisteo hasta los
Canchos de Ramiro (a la altura de Cachorrilla, 64 habitantes), unos
cincuenta kilómetros, en dos jornadas (en piragua, salvo por ríos de
aguas rápidas, la media suele estar en los 6-8 km/hora). Los primeros
kilómetros transcurrieron por el Jerte, hasta "La Junta", donde se
une al Alagón, que marcha perezoso por una vega de maizales y muchos secaderos
de tabaco en abandono. Tabaco que era apreciado para envolver puros y farias
por su poca nervatura (nos lo decía el señor Hernández, ¿os acordáis?).
Como población más significativa, se
pasó por Coria (en singular, no como la del Blog) con sus 11.690
habitantes y su puente de hierro, estilo Eiffel, sobre el río, aún en servicio.
Un fin de semana de vida al aire libre,
incluso para dormir, por veinte euros mal contados, comiendo y bebiendo bien.
Es indudable que la presencia y el cómo vistes y el coche que llevas dice algo
de la persona y muchas veces ya se la cataloga sin más. Sin embargo, en Los
Calandrias eso falla. Parecen desahuciados de un banco, inmigrantes
de poco pelo comiendo y durmiendo en las alamedas. No obstante, de provisiones
alimentarias, de bebidas y hasta de licores y otras "delicatesen"
llevan las furgonetas bien repletas. Y de cultura y formación, una poca: un
licenciado y profesor de instituto, un ingeniero de calidad en la Deutz Spain
(antes Díter Zafra), la multinacional alemana de componentes de automóviles
asentada en la población; un carpintero, tallista, escultor y restaurador y
corredor de maratones, un soldador y monitor de deportes de aventura, una
diplomada en turismo, un empresario con estudios y el que suscribe, jubilado de
la enseñanza y aficionado a escribir y a hacer fotografías. Son Los Calandrias,
donde en esta ocasión faltó otro profesor y un argentino-irlandés, afincado en
un cortijo en pleno campo.
Detalle de las almenas de la muralla de Galiesteo, población
cacereña de 1.095 habitantes, completamente cercada en su parte antigua por la
misma, de gran altura, donde toda consideración queda eclipsada por este hecho
diferencial: Está construida, de los cimientos al remate, con
cantos rodados. Caso único. (Foto: jrFrancos).
Puente de Galisteo, del S. XVI. Empezado y terminado, hasta
la calzada, con sillares tallados. Después, lo mismo que empezamos el mes
comiendo chuletas y terminamos con panceta, remataron los pretiles con
ladrillo. Era contadero de ovejas de la trashumancia, lo que da idea de su
estrechez. (Foto: Pedro Grajera)
Canchos de Ramiro, que como una serpiente pétrea cruza el
río transversalmente. Hace millones de años, era una barrera que retenía el
agua, dando lugar a un gran embalse natural. Abierta brecha y formado el río
sin interrupción y transcurridos muchos millones de años, después,
el hombre construyó aguas abajo, a unos cuarenta kilómetros, en frontera
casi con Portugal, el embalse de Alcántara, cuya cola llega justo hasta aquí.
(Foto: Pedro Grajera)
El meandro del Melero (publicado ya en estas páginas), no
nos cayó en la trayectoria, pero se quiere resaltar como accidente
geográfico notable de este río, el Alagón, que en abrazo amoroso estrecha
la cintura de su amada, la tierra. Es algo digno de ver, tanto que siempre
cuenta con espectadores tomando fotos o vistas desde el mirador. (Foto:
jrFrancos)
Una parte de los "expedicionarios" al calorcito de
la candela, para luego ir a dar con sus huesos en el suelo, sobre una esterilla
y metidos en el saco. (Foto: Pedro Grajera)
El autor del reportaje desperezándose, al despertar, en la
habitación 504 del Hostal, con su colchón, su almohada, sus sábanas y su
pijama. Solo le faltó el orinal. (Foto: Paola de Olivenza)
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6 comentarios:
Demasiadas alforjas para ese viaje. Mas que saco de dormir, parece una funda nórdica en toda regla.
Pijama, almohada, colchón... no se parece en nada a aquellas acampadas del Acebo, Muniellos o el viaje a San Fermín en el 64.
Si teníamos un poco de hierba para meter debajo del suelo de la tienda, ya nos sentíamos afortunados.
Los tiempos cambian y sobretodo los huesos que se adaptan peor al terreno.
Francos, preguntaron por ti en la reunión de este año.
Al releer ahora mi entrada, veo que caí en un error respecto al tabaco. Lo que decía el señor Hernández, aquel perito agrícola que nos daba clase cuando estudiábamos el Bachiller Laboral bajo la modalidad Agrícola-Ganadera, hasta 5º los de mi promoción (después, para 6º 7º fue Industrial-Minera), pues lo que decía aquel profesor era "que el tabaco de Asturias era muy apreciado en la industria tabaquera porque, al ser un clima húmedo, la hoja tenía poca nervatura, lo que la hacía ideal para farias y puros".
Pero... A mí no se me alcanza el saber en qué lugar de Asturias se puede dar ese microclima especial que necesita el tabaco para su cultivo. ¿Alguien puede arrojar algo de luz al respecto?
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Mi estima, Samuel, para quien en la comida-convivencia te hayan peguntado por mi.
Casi seguro que para la del 2016 estaré allí. Incluso para esa que a nivel más particular haceis los de nuestra promoción. Avisadme con tiempo, para mentalizarme y organizarme.
En cuanto al cultivo del tabaco en Asturias, sé que en la posguerra era famoso el tabaco capero de Serín; cultivado en los terrenos próximos a los que hoy día ocupa la bifurcación de la y griega asturiana, cerca de Gijón. En la zona occidental también se cultivaba en Ibias y en La Nisal.
Galán, con su “nueva profesión” de estudio de plantas, animales etc. todo lo sabe. No hay nada que se le resista en ese campo.
Hablando de eso, y aunque para su uso particular, en los tiempos de la guerra o posguerra, mi abuelo materno, cultivaba tabaco en una esquina de la huerta que tenían debajo de casa, en la calle Pelayo de Cangas. La huerta era entre la casa, que daba a la calle, y el río. Yo a mi abuelo ya no lo conocí, me lo contaba mi madre. Me decía que él se quejaba de la mala calidad, pero no podía resistir la tentación de fumar.
Regresas con fuerza después de meses de ausencia mostrando tus peripecias por el cauce del Alagón.
Francos, te quiero agradecer dos cosas; recibir noticias tuyas y las imágenes de esas tierras extremeñas que por distintos motivos hace años que no piso pero a las que algún día intentaré volver.
No dices nada, supongo que estuvisteis más al sur, de las huellas del incendio que este verano asoló parte de la Sierra de Gata. Cuando hace ya tiempo estuve por allí dimos un largo rodeo desde Coria hasta Montehermoso, - donde hacen o hacían unos sombreros muy pintorescos, uno de los cuales lo tuve por casa hasta hace pocos años - y recuerdo que había parajes preciosos.
En cuanto al tabaco me habéis recordado algo que había olvidado por completo. También en casa de mis padres, cuando era niño, todos los años cultivaban unas cuantas plantas de tabaco. Crecían vigorosas y hermosas, al parecer la tierra y el clima de Limés les sentaba bien. Después las ponían a secar en el desván y desprendían un olor agradable. Supongo que más tarde las picarían para liar los cigarros que fumaban mi abuelo y mi padre, además de una tía abuela que decían, no la llegué a conocer, fumaba como un carretero.
Ignoro cual era la calidad de ese tabaco, me faltaban unos cuantos años para comenzar a fumar.
En el concejo de Salas, en el llamado Corredor del Narcea, una vez pasado el Puente de Bárcena, había unas naves que eran secaderos de tabaco que se cultivaba por esa zona. A pesar de que paso por allí muchas veces (en la ida y vuelta a Oviedo) no sé si se ven todavía.
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