domingo, 13 de diciembre de 2015
BARCELONA Y (III)
Al llegar a Barcelona supimos que Casa
Leopoldo había cerrado sus puertas. Una víctima más, entre otros motivos, de la pertinaz crisis. Recordaba este
restaurante situado en el Raval por su aire entre castizo y catalán, con las paredes recubiertas por azulejos y carteles de toreros.
Pero, sobre todo, por las excelentes setas y albóndigas con
sepia de la última vez que comimos allí.
A este restaurante llegamos, supongo que
como muchos otros, de la mano de Vázquez Montalbán. Él solía comer en ese restaurante, y alababa sus bondades en artículos y novelas. Quienes conocíamos los
gustos culinarios a este prolífico y comprometido escritor no solíamos dudar de sus consejos. Murió hace años en Bangkok, ciudad que figuraba en el título a una sus novelas. Su Crónica sentimental de España, publicada semanalmente, en 1969, por la revista Triunfo, fue un ácido retrato pintado con magistral ironía de las
luces y sombras, más sombras que luces, de España y los españoles en tiempos de Franco. Personalmente aquellas punzantes y
amenas crónicas me ayudaron a sobrellevar el tedioso servicio militar que
por aquellas fechas cumplía en Valladolid. Su voz y sus artículos resultarían imprescindibles hoy, aportarían cordura desde el compromiso, con lúcidos razonamientos.
Descartado Casa Leopoldo, tiramos de
guías y de buenos consejos para acercarnos a la cocina catalana
actual. Renunciamos a los ‘estrellados’ de la Michelin
por considerar que se pueden encontrar restaurantes que, sin figurar en esa un
tanto arbitraria selección, ofrecen calidad similar a precio bastante más reducido.
De esta forma descubrimos estupendos
restaurantes que no conocíamos. Sus nombres, por si alguien va por
Barcelona y está
interesado: Senyor Parellada, original y
agradable local de estilo colonial cerca de Santa María; Fonda
España, precioso salón modernista en los bajos del hotel del mismo nombre situado al
lado del Liceu; Set Portes, en la Barceloneta, cerca de Colón, restaurante con solera fundado en 1836 (en el respaldo de cada
asiento una placa dorada recuerda el nombre de un personaje célebre que estuvo sentado en él); Cuines
de Santa Caterina, con moderno y
amplio comedor ubicado en el mercado del mismo nombre. En este último también se puede comer en la barra y sirven,
junto a cocina más tradicional, una amplia oferta de la llamada cocina fusión, moda de los últimos tiempos.
En todos ellos se puede comer, a precios
contenidos, suculenta comida catalana tradicional y modernizada: Cap i pota,
butifarra amb mongetes, canelones, vieras con papada, fideuá o arroces acompañados de ligerísimos alioli,
son algunos de los platos. Regados con vinos catalanes (el Priorat está de moda, pero por Montsant y Barberá también elaboran muy buenos tintos) convierten la comida en placer.
Durante los últimos
veinte años, Barcelona, ha experimentado importantes cambios en su cultura
gastronómica. Siempre, pudiendo, se comía bien, pero
se echaban en falta algunas costumbres arraigadas en otros lugares, como el tapeo.
Hacer una cena informal a base de unas buenas tapas o raciones, después de una comida copiosa a mediodía, no solía resultar tarea fácil. En la actualidad abundan bares y
restaurantes con la barra repleta de tentadoras exquisiteces, en formato de
pincho o tapa, que pueden competir con algunas de las más afamadas barras de Donostia.
El centro de Barcelona, entendiendo éste el formado por el Gótico, Ribera, Born o Barceloneta, en el
que nos movimos durante los cuatro días, -con la excepción de acercarnos a Gracia y Montjuït, para visitar las casas
modernistas y el Museu d’Art- integra interesantes y cómodas calles peatonales para pasear, también agradables terrazas donde descansar. De cuando en cuando se encuentran lienzos de
muralla, trozos del estrecho corsé que la antigua Barcino reventó en su expansión. La Plaza Real, hace años feudo del trapicheo y consumo de estupefacientes, en la
actualidad, al menos esta fue la impresión, es un
tranquilo lugar para recrearse, desde una de las terrazas bajo los soportales,
con la plaza y sus palmeras. Las palmeras de la Plaza Real se mecen suavemente
y ,delgadas y esbeltas, crecen y crecen hasta alcanzar el inalcanzable
infinito. Parecen finos pinceles que pintan pequeñas nubes
verdes en el lienzo azul del cielo.
Barcelona, como toda capital del sur de
Europa que se precie, no está exenta de la inevitable picaresca. En
una ocasión nos acomodamos en una terraza para tomar un vino y una cerveza.
A la hora de pagar entregamos al camarero un billete de veinte euros. Él se situó detrás de
nosotros y, después de hurgar un rato el monedero que llevaba prendido al cinturón, nos devolvió unas monedas. Al no llegar el resto
reclamamos la vuelta hasta veinte. Con aplomo enarboló un billete
de diez diciendo:”menos mal que no lo llegué a guardar, éste es el que me dio” . Para evitar un ‘pollo’
que nos amargara el día asumimos
que tal vez éramos
nosotros los equivocados y que la mejor opción era irnos.
Eso hicimos con la certeza de haber entregado un billete azulado y no
anaranjado. Allí
se quedaron las monedas devueltas como sobrepropina.
Total, un Alella y una caña, veinte euros.
Lejos de tanto estereotipo que suele
circular por ahí
sobre la forma de ser y comportamiento de los
catalanes, la impresión percibida durante estos pocos días en Barcelona es la de
una ciudad multicultural habitada por gentes abiertas y amables. La lengua, al
menos para quienes pasamos allí unos días, resulta
un problema marginal. Lo normal es que se dirijan en catalán al recién llegado, pero si la respuesta es en
castellano,el interlocutor cambia sin problema al castellano. Como en toda
regla puede producirse alguna excepción. Solo
percibí un cierto mal modo en una ocasión; al
intentar comprar el periódico El País en un quiosco de La Rambla.
Con ligero desdén rechazaron la tarjeta de suscriptor, alegando que no disponían el dispositivo de cobro, y no me entregaron el periódico. Sin embargo, en otro quiosco situado a menos de cincuenta
metros del anterior, pude adquirirlo con esa misma tarjeta y atención exquisita el resto de los días. Bordes
existen en todas partes, y, como no, también en
Barcelona.
Ésta siempre ha sido una ciudad avanzada. Por poner solo un
ejemplo, en esta ciudad se llevó a cabo la primera manifestación masiva contra el franquismo, la
llamada huelga de tranvías en 1951. Sin remontarme a esos tiempos
y otras luchas tengo fresco un recuerdo de la primera vez que estuve en
Barcelona. Era a comienzos de los pasados años 70 y me
sorprendió ver por la calle a una pareja del mismo sexo intercambiando besos
y caricias sin que ninguno de los numerosos viandantes les increpara, algo
entonces impensable en Madrid. Hoy estas efusiones públicas son
normales en cualquier ciudad, pero no lo eran en aquel tiempo, con un
franquismo que aparentaba ser eterno y no pocas personas encarceladas en
Carabanchel por su condición sexual. Este recuerdo, solo es una anécdota, pero me confirma la merecida fama de ciudad cosmopolita
ganada por Barcelona. Una ciudad tolerante que incluso ahora, zarandeada por
las tensiones independentistas, no pierde la educación ni la
compostura. Las salidas de tono quedan para grupos movidos por sus particulares
intereses políticos o para exaltados cerriles. Pero éstos, para
desgracia de la convivencia, abundan por todas partes.
Cuando escribo esto, un periódico digital publica que, en Almagro, un grupo de descerebrados graciosillos han
bautizado al cerdo que van a rifar en no sé qué festividad con el nombre de ‘Artur mas o
menos’. Vergonzoso baldón que no merece esa histórica y monumental,- no solo por el famoso Corral de Comedias-
ciudad manchega. La amabilidad y el saber estar de sus gentes lo pude constatar
durante una corta estancia hace menos de
dos meses.
Torpes inciviles, echando leña a la hoguera de las divisiones y rencillas, hay en todas partes,
también en Cataluña. Pero lo verdaderamente importante es
que haya muchos ciudadanos tendiendo puentes, buscando y dando valor a tantas
cosas que unen. No le daré más vueltas,
este relato de impresiones pide a gritos
el punto final.
En la tarde del último día nos dirigimos a La
Boquería, -una de sus terrazas bajo los
soportales ya nos había acogido para cenar alguna noche- a
comprar embutidos catalanes con el que obsequiar a personal mesetario al
regreso del viaje.
Y cuando la oscuridad se había adueñado de Barcelona, a Sant para retornar a Madrid.
ulpiano rodríguez calvo
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
5 comentarios:
Ulpiano, qué entiendes tu por precios contenidos?.
Samuel, entre otras, tienes una virtud que admiro, la de poner los puntos sobre las íes. Lo de “precios contenidos” puede ser como la plastilina que cada uno moldea a su entender, posibilidad necesidad y gusto.
Precio contenido, según mi parecer, podría ser el equivalente al de un menú de nuestros encuentros en Corias. Cuando superan, vino incluido, los cincuenta por barba o el capilar que sea, puede resultar muy bueno, pero ya no es contenido.
Ay mísero de mi, qué mas quisiera yo que poner correctamente los puntos sobre las íes.
Hace una semana tuve que hacer un viaje relámpago (ida y vuelta) a Madrid. A la hora de comer nos fijamos en un restaurante que tenía buen aspecto pero, al mirar el precio del menú, no se ajustaba a un bolsillo contenido. Tenía tres menús, 45,55 y 65 Euros.
Ya no miramos el contenido de cada uno de éstos pues, por mucho que te ofrezcan...
Los que somos de estómago reducido, tenemos que mirar muy bien la cantidad para no caer en la tentación y quedar mal.
Mañana nos tocará la lotería; no la del bombo, me refiero a la de seguir haciendo combinaciones para ver qué tipo de gobierno nos van a encajar después del resultado del último escrutinio.
Eduardo, posiblemente te equivoques en mi tendencia política. Nunca voté a ese partido que me quieres enguiñar.
De momento, FELICES FIESTAS a tod@s.
Este trimestre estuvo un poco flojo el blog, sobre todo de comentarios a las estupendas entradas que hacéis y la verdad es que después de leerlas, tanto las de Morán en la cena con la familia inglesa, como la de la alumna con tantos problemas encima, son de lo mas interesantes. Yo me quedé con ganas de saber el final de esta muchacha. Morán, estoy esperando esa segunda parte que nos has prometido.
La aventura de Galán con su padre para poder cobrar, saboreando el anís que la buena mujer les tenía preparado no tiene desperdicio, aunque luego tuvo que ir la madre a rematar la faena. No se que sería de los hombres sin las mujeres!!
Y ya por último el viaje de Ulpiano a Barcelona, que nos lo relata con todo detalle y nos hace participar de sus emociones. Yo estuve hace un par de años en Barcelona visitando el templo de la Sagrada Familia y me pareció espectacular.
Ayer día de elecciones, ya se ha votado y ahora se presenta un panorama un tanto incierto. Veremos a ver como lo van resolviendo, pero complicado sí que está.
Mañana la lotería y el día de la salud!!.A ver si alguno tenemos suerte....
Maribel está muy calladina últimamente.... Y José Manuél nos tiene un poco abandonados sin sus versos.....Ay!!!que vamos de mal en peor. Menos mal que de vez en cuando sale Samuel a poner los puntos sobre las íes y Eduardo Villamil con su memorión pone fechas y nombres a las fotografías. Yo soy la que menos debe hablar, ya que me prodigo muy poco por estos lares, pero bueno a ver si esto sirve para que en el próximo año nos comuniquemos un poco mas a través del blog.
Bueno amiguinos todos, os deseo unas estupendas fiestas y que el Nuevo Año nos traiga a todos Paz y felicidad.
FELICES FIESTAS!!!
Samuel:Libreme El Cielo de catalogar a nadie políticamente y,menos aventurar intenciones de voto.
Un fuerte abrazo para todos los bloggeros y que la suerte OS acompañe.
Publicar un comentario