martes, 30 de octubre de 2012
CRÓNICA DE UN VIAJE POR FRANCIA. ETAPAS 1 Y 2
+ I - CRÓNICA (CASI
TELEGRÁFICA) DE UN VIAJE POR FRANCIA.
Al finalizar cada viaje, consciente que el tiempo es una goma
implacable y todo lo borra, sentía la necesidad de escribir algo sobre él,
para desafiar el olvido al que estaba condenado. Otras ocupaciones, y la
pereza, siempre lo impidieron. Hasta este último viaje viniendo hacia aquí, cuando, después de tomar
algunas notas durante el recorrido, al llegar me puse a escribir. La intención
inicial era dejar un recuerdo escueto, telegráfico, pero las palabras, como
plomo derretido se derramaron, resultando más pesadas que la primera intención.
Y esto solo contando una parte del viaje; y ya se sabe que, en este tipo de
recorridos fugaces, solo se conoce y percibe una mínima parte de lo visitado
Al menos cumplí un deseo, mi hija siempre me animaba a que lo hiciese,
para después ella leerlo, como una forma de viajar juntos. Este viaje ya lo
hemos hecho a través de estos folios.
Hace unas semanas comenté a Galán, como prior de este blog, la
existencia del relato. Él me animó a enviarlo a pesar de que no pudiera ir
acompañado, por falta de medios y práctica, de alguna de las fotografías que
había tomado. De ese capítulo, como hace en todas las entradas que le envío, ya
se encargaría él. Dudé, pensando que por
extensión y tema tenía difícil encaje en el blog, hasta llegar a la conclusión que el blog es como
una librería: entras, ojeas, tomas para leer aquello que interesa, y lo que no,
se queda en la estantería. Así pues, ahí va.
1ª ETAPA.---DE
HENDAYA A NANTES
Era una mañana temprana de finales de agosto. La fina lluvia
azotaba los pinares crecidos sobre los arenales de Las Landas mientras la caravana de vehículos cargados hasta los
topes, con bultos y bicicletas, se dirigía hacia el norte como lentas tortugas
anunciando el final de las vacaciones.
Autopista de dos
carriles por sentido, tramos en obras, velocidad autorizada 110 respetada
escrupulosamente por los franceses, todos por la derecha hasta alcanzar 115
para adelantar provocando la desesperación de quienes, casi siempre extranjeros,
circulan por la izquierda a velocidad superior conscientes o no del pago
inmediato, o inmovilización del vehículo, si los gendarmes detectan la
infracción. Pasado Burdeos y sus
famosas comarcas vinícolas - este año anuncian mala cosecha en la zona-, la
autopista mejora, velocidad autorizada 130, y el sol comienza tímidamente a
despuntar. Al atravesar Cognac el
sol resplandece ya sobre los cuidados viñedos, festoneados por rosales,
productores de ese líquido dorado que, si es auténtico, entra como la seda. Más
al norte, a la altura de la llamada
Venecia Verde, la vista se pierde por infinitos verdes maizales cruzados
por brochazos gruesos de amarillos girasoles.
Nantes recibe
patas arriba. Las obras, como se descubrirá más adelante, se extienden por gran
parte de Francia trayendo a la memoria el
Madrid de Gallardón con crédito fácil y ansia de dar
negocio a sus amigos constructores. Pero a pesar de las obras Nantes tiene cosas interesantes. La
catedral gótica puede resultar un tanto fría, hasta artificial; fue reconstruida
hace unas decenas de años, después de un pavoroso incendio, pero su interior alberga la magnífica tumba
renacentista de Francisco II. Al
lado de la catedral se encuentra una puerta románica de apariencia más
auténtica. Por ella, dicen, entró Enrique
IV antes de pronunciar la frase que le hizo famoso: “París bien vale una
misa” y firmar el “Edicto de Nantes” para acabar con las guerras religiosas
entre católicos y protestantes. Cerca se encuentra el Jardin des Plantes, el Jardín Botánico, abierto al público, muy
cuidado, con abundantes plantas exóticas, también estanques, fuentes y patos, y
una agradable terraza para sentarse a tomar algo. Próximo está el rehabilitado Castillo de los Duques de Bretaña, del
siglo XIII, al que antiguamente el Loira
lamía los pies de su muralla.
Nantes, como tantas
ciudades de España, ha sufrido la reconversión industrial. Actualmente en el
lugar que ocupaban los antiguos astilleros se levanta una especie de parque
temático con creaciones mecánicas fantásticas, entre ellas un elefante de 12 metros de alto y 45
toneladas de acero y madera que se desplaza por la zona, entre el crujido de
sus articulaciones, llevando en el vientre y lomo hasta 50 personas.
Imaginación no falta en esta ciudad cuna de Julio Verne cuya casa está convertida en museo. Existen varios
museos, algunos curiosos, como el de la antigua fábrica de galletas Lu. Esta tierra es también afamada
productora de galletas.
El centro tiene zonas tranquilas para pasear y disfrutar de
terrazas, y un lugar, La Cigale , para comer y
deleitarse con el marco sin arruinarse. Este restaurante, fundado en el siglo
XIX, es una institución en la ciudad, con maderas talladas, dorados, azulejos
art déco, frescos en el techo; puro francés de la Belle Epoque , y encima se come
bien. Eso si, conviene reservar. Para los amantes del chocolate otro local
precioso y chocolates espectaculares, hasta “chocolates de verano” ofrecen en
esta época: el Gautier Débotté.
La impresión es que los habitantes de esta ciudad son
especialmente amables: basta detenerse en una calle a consultar un plano para
que alguien se acerque, solícito, a facilitar información del destino buscado.
2ª ETAPA.---DE
NANTES A ST-MALO
Un cielo plomizo
cubre la autopista y se tiende sobre las suaves colinas cubiertas de prados y maizales,
también de espesos bosques de robles y abedules, camino de St-Malo. El conjunto de edificaciones y murallas formando una
ciudadela sobre el mar, la ciudad intra-muros, resulta muy armonioso; pasear
por sus calles es como hacerlo siglos atrás. A ambos lados se extienden playas
kilométricas, largas y anchas cuando baja la marea, y que desaparecen cuando
está alta y el mar golpea con fuerza el muro. Por toda esta costa las mareas son muy vivas, llegando a
variar hasta quince metros el nivel del mar. Ignoro que hay de cierto, pero
alguien asegura que las aguas de ciertas mareas suben por la playa a la
velocidad del galope de caballo A lo largo de esas playas se suceden paseos que
invitan a caminar y contemplar las variadas pero armoniosas construcciones,
muchas de ellas hoteles, que obligan a recordar, con pena, el desastre
urbanístico de casi toda la costa española.
Cerca, al este de St. Malo, se encuentra Cancale, el paraíso de las ostras, al
que se puede acceder en barco aunque más práctico resulta hacerlo en coche. A
este pintoresco pueblecito se va a comer ostras, también otros mariscos y
pescados, a unos precios muy razonables. En el caso de las ostras, las hay de
todo tipo y tamaño, mucho más baratas que en España, especialmente si se
compran en los puestos de venta del muelle y se consumen en las gradas del dique.
En las rampas de bajada a nivel del mar hay auténticas montañas de conchas de
ostras ya consumidas que se van llevando las mareas. Pero más cómodo resulta
degustarlas en alguno de los múltiples restaurantes que rodean el puerto. Uno
con una relación calidad- precio muy conveniente es el Au Pied de Cheval. Para los rumbosos hay hasta un tres estrellas
Michelin.
Desde Cancale se divisa, como una pequeña pirámide emergiendo
del mar al fondo de la bahía, el Mont-St.-Michel,
otro de los puntos imprescindibles del viaje.
Al oeste de St. Malo, a pocos minutos en barco, está Dinard una pequeña ciudad enclavada en
un alto sobre el mar famosa por ser lugar de veraneo de la aristocracia europea
a comienzos del pasado siglo. Testigos de la época son las mansiones que aún
hoy lucen su esplendor. En estas playas, Hitchcock, asiduo visitante, y, dicen,
enamorado de la ciudad, rodó secuencias escalofriantes de su película Los
Pájaros, que a buen seguro algunos recordamos. Acorde con la grandeza del
lugar, los precios también lo son, en alguna terraza pueden soplar seis euros
por una triste caña (pequeña) de cerveza como en la mismísima Plaza Navona de
Roma o cualquier otro reputado lugar de asaltar el bolsillo. Dejando de lado
estas menudencias, merece la pena la visita, aunque solo sea para pasear por la
Promenade du Clair
de Lune que discurre a mitad de la pendiente ladera sobre el mar y tiene el
ribazo cubierto de gran variedad de plantas vigorosas y multicolores. Desde
este paseo se ofrecen estupendas vistas del estuario hasta St. Malo.
Un plato muy típico en toda la zona son las crêpes. En
versión salada, rellenas de jamón, tomate, queso, champiñón etc. etc. se llaman
galettes, una cena socorrida y barata como en Italia la pizza. Por todas partes
abundan las crêperies, en St. Malo una muy recomendable es Le Corps de Garde; además de hacer bien las galettes, al estar
enclavada en la muralla, ofrece unos atardeceres sobre el mar memorables. Los
bancos y mesas de tablones de madera toscamente trabajados crean un ambiente
rústico y agradable.
Ulpiano Rodríguez Calvo
lunes, 29 de octubre de 2012
TIEMPU DE MAGÜESTU
Agora que tamus nu tiempu las castañas vienme al ricuerdo
cuandu de nenacus nu mes d'outubre, bien ceu tous lus días, na más risca´l día, sacaban-nus del cubil ya cuchíamus
el cestu ya las pañaderas, ya pal soutu a cucher castañas pur debaixu las
castañales. Si taban ruzadas tuvía s'apañaban bien, peru había outras que debaixu
detsas taba aquetsu feitu un mestedal
entre: fulguera, artus, xiñestas, ya la propia fuecha del castañal, que nun se vía ni una castaña ya cuandu atoupabas
alguna arrabuñábaste lus didus tous pa puder apañá-las.
Naquetsus anus alcuerdu-me que aiquí n’ucidente chuvía muitu
más que agora durante tou’l utuenu ya gracias a que tsevábamus madreñas peru
asina ya tou, turnábamos pa casa cunus pias pingandu de muchaus, ya cunus didus
de las manus tous escarnizaus, atacaus de pinchus ya espinus clavaus. Ya pa encima de chuver, sempre faía el airón aquel que lus viechus chamaban: "l'aire las
castañas"; lus surrutus aquetsus yeran lus que xiringaban bien las canas de lus árbules ya lus arizus que taban regañaus pa que arruxaran al
suelu las castañas que chamábamus de dibuchu. Nos, lus rapacinus, en cuanto
chenábamus lus cestacus aquetsus u las fardelas que nus aviaban lus pais, chapinábamus
a tou miter pa casa pa sentá-nus a la vera‘l fou a secá-nus purque aparte de tiner muchaus lus pias chegábamus arrecius de fríu tous
tsarizudus. Cuandu chuvía abondu mitiamus-nus nun calaborno grandón
que taba tou furau ya fradau de caetse encima muitus rayus cunas tormentas ya las tonas del branu, aquetsu nun yera muitu risguardu, peru pu lu menus tábamus atsí acurrucaus a suteitu un
ratucu, hasta que estenara un poucu.
Espués al chegar a casa puniamus-tses las castañas a sicar ya
sulechar un poucu nu curredor del hórreu. Las castañas naquetsus tiempos faian-nus
muitu arreglu nas casas purque pa xantar u pa cinar cumíamus el caldu de castañas
que taba bonu, anque sabía un poucu
dulzón, peru pa lus tsambiones yera muitu mexor, ya espués las castañas cucidas
pilongas cun tseite na escudietsa, que taban muito bonas, subre tou pa cinar; purque
noutras ficias nun pudías puné-te munín. Nun había outru rumediu que papar lu
que te punían delantre’l fucicu, ya catsar la bouca.
Mia mai las castañas asábalas nu fornu la cucina de carbón
ya tamién turrábalas entre las brasas de la tseña na ciniza la tsariega. Nos,
lus esculinus, cuandu fuxíamus pa la escuela tsevábamus lus bulsucus del
pantalón atacaus de castañas bien calentinas. Las nenacas cumu nun tinian
bolsus nus faragachus detsas tinían que
tsevá-las nas manus y’astoncianas nos quitábamustse-las casi siempre. Pur eso vulvían desti xeitu, todas esnalazadas, glachandu ya fayendu axagüeirus pa casa a pur más castañas. Lus
esculinus naquetsus tiempos yera lu que tsevábamus pa cumer nu ricreu: una
muzada de castañas asadas u cucidas cun paraza ya tou. Ya gracias. Astoncias
nun había “Tigretones” ni mierdas desas d’agora. Miánicas nun faian falta pa
nada. You tsevaba lus bolsus tan chenus que mía mai falába-me a veces: Jasusín,
ou vas cun esus bulsaus de castañas; mi
alma paeme que toi agüechandu a tou güelu cuandu taba herniau de lus dos tsaus que paecía
que tsevaba pigadas dous fardelas a las
ingles. You cuntestábatse que taba asina muitu bien purque al tar tan calentinas
adientru’l bolsu chegábame la calore hasta la muruquina. Mia mai al uyir estu
salía itrás mía pa arreame cunu bascachu de xiñestas que tinía pa barré’l
fornu de amasar, peru nun pudía cuché-me, you chapinaba muitu más que etsa.
Destu que toi falandu del tiempu las castañas tengu you
ricuerdus imburrables que cuandu me vienen a la chola fainme casi churar de
l’alcurdanza ya milanculía que m'entra pur dientru. Cumu dixe anantias al vulver de las castañas lus rapacinus chegaba-mus
cunus pías tous muchaus chenus d’augua y’anque nus arrimáramus bien al pia del fou,
cumu parábamos pouco pul fumu que nus faia churar lus güechus, nun tses dábamos
tiempu a sicar, pur esu punianse-nus frius ya ribichius cumu si foran figus
pasus. You pu la nueti cumu yera el piquenu de tous lus hirmanus, mía mai ya
las hirmanas afalagaban-me cumu a un curdeirín, muitu más que a lus outrus que yeran más rapazones
que you.
Yera virdá, you taba algu más meimau que lus outrus, ya cuandu
pu las nueites tse farfuchaba a mia mai, pu lu baixu al uyíu, que tinía fríu a
lus pías, etsa sintábase nun tayuelu
piquenu que había na cucina ya puníase delantre'l fornu: abría-tse la puerta,
sacaba la tseña que hubiera adientru sicandu ya mandábame sintame nu sou rigazu
pa que espurriera lus pías pa dientru’l fornu. Aquetsu pa mí yera una dilicia. En
cuantu pasaba un ratadín ya taba durmiu cumu un cepu. You cu nus pías bien
calentinus y’al caretsón afitau nas tetas tan bonas que tinía mía mai de xoven,
yera el nenu más feliz de la tierra; aquetsu yera la mixor almuhada de tsana del
mundu. Ni la mixor que haiga agora, desas
de plumas u mierdas mudernas, la pudría mixorar; ou va parar.
Muitu m’alcuerdu de aquetsus ratadinus de suenu que pasei you
nu rigazu de la probe de mia mai cunus pías bien espurrius ya mitíus nu fornu. Tsástima que nun turnaran
de nuevu aquetsos tiempus pa vulver a faer lu mesmu agora. Un día cunteitse-lu
a la Gúmer ya la
gran xustrona detsa espatarrábase de risa cuandu tse dixe que quiría faer cun etsa lu
mesmu que faia cun mia mai. Pa esu tinía
que sintame nu sou rigazu ya miter lus pias nu fornu. Nese mumentu dixu-me que
etsa nun pudía faeme tal cousa, que nun tse petaba purque etsa nun me pariera.
Ya tindría razón la cundenada, riniegu lus dimonius. Tamus apañaus. Ya cun esu
alon muninus.
“Jesusín”, el pelgar
Recordando
Desde una perspectiva meramente observadora, pero dado los vínculos que me unen a la Madre Patria y ante los recientes acontecimientos con los que los "expertos" nos bombardean un día sí y otro también sobre la actualidad, no puedo menos o más que recordar algo que un ilustre nos legó en su momento, lo cual me tomo la libertad de incluir en este Blog.
Nuestro querido editor y Bloguero Mayor tiene mi más absoluta confianza para, si considera que pueda generar desavenencias o cualquier otra situación desagradable, eliminarlo
Sin más preámbulos ahí va:
Nuestro querido editor y Bloguero Mayor tiene mi más absoluta confianza para, si considera que pueda generar desavenencias o cualquier otra situación desagradable, eliminarlo
Sin más preámbulos ahí va:
Don Santiago Ramón y Cajal, gloria de la ciencia española y Premio Nobel
de Medicina en 1906:
"...No soy adversario, en principio, de la concesión de privilegios regionales, pero a condición de que no rocen en lo más mínimo el sagrado principio de la Unidad Nacional..."
Palabras de Don Santiago Ramón y Cajal
(El Mundo a los Ochenta Años. Parte II». Madrid 1934)
«Deprime y entristece el ánimo, el considerar la ingratitud de los vascos, cuya gran mayoría desea separarse de la Patria común. Hasta en la noble Navarra existe un partido separatista o nacionalista, robusto y bien organizado, junto con el Tradicionalista que enarbola todavía la vieja bandera de Dios, Patria y Rey.
En la Facultad de Medicina de Barcelona, todos los profesores, menos dos, son catalanes nacionalistas; por donde se explica la emigración de catedráticos y de estudiantes, que no llega hoy, según mis informes, al tercio de los matriculados en años anteriores. Casi todos los maestros dan la enseñanza en catalán con acuerdo y consejo tácitos del consabido Patronato, empeñado en catalanizar a todo trance una institución costeada por el Estado.
A guisa de explicaciones del desvío actual de las regiones periféricas, se han imaginado varias hipótesis, algunas con ínfulas filosóficas. No nos hagamos ilusiones. La causa real carece de idealidad y es puramente económica. El movimiento desintegrador surgió en 1900, y tuvo por causa principal, aunque no exclusiva, con relación a Cataluña, la pérdida irreparable del espléndido mercado colonial. En cuanto a los vascos, proceden por imitación gregaria. Resignémonos los idealistas impenitentes a soslayar raíces raciales o incompatibilidades ideológicas profundas, para contraernos a motivos prosaicos y circunstanciales. «
¡Pobre Madrid, la supuesta aborrecida sede del imperialismo castellano! ¡Y pobre Castilla, la eterna abandonada por reyes y gobiernos! Ella, despojada primeramente de sus libertades, bajo el odioso despotismo de Carlos V, ayudado por los vascos, sufre ahora la amargura de ver cómo las provincias más vivas, mimadas y privilegiadas por el Estado, le echan en cara su centralismo avasallador.
No me explico este desafecto a España de Cataluña y Vasconia. Si recordaran la Historia y juzgaran imparcialmente a los castellanos, caerían en la cuenta de que su despego carece de fundamento moral, ni cabe explicarlo por móviles utilitarios. A este respecto, la amnesia de los vizcaitarras es algo incomprensible. Los cacareados Fueros, cuyo fundamento histórico es harto problemático, fueron ratificados por Carlos V en pago de la ayuda que le habían prestado los vizcaínos en Villalar, ¡estrangulando las libertades castellanas! ¡Cuánta ingratitud tendenciosa alberga el alma primitiva y sugestionable de los secuaces del vacuo y jactancioso Sabino Arana y del descomedido hermano que lo representa!.
La lista interminable de subvenciones generosamente otorgadas a las provincias vascas constituye algo indignante. Las cifras globales son aterradoras. Y todo para congraciarse con una raza (sic) que corresponde a la magnanimidad castellana (los despreciables «maketos») con la más negra ingratitud.
A pesar de todo lo dicho, esperamos que en las regiones favorecidas por los Estatutos, prevalezca el buen sentido, sin llegar a situaciones de violencia y desmembraciones fatales para todos. Estamos convencidos de la sensatez catalana, aunque no se nos oculte que en los pueblos envenenados sistemáticamente durante más de tres decenios por la pasión o prejuicios seculares, son difíciles las actitudes ecuánimes y serenas.
No soy adversario, en principio, de la concesión de privilegios regionales, pero a condición de que no rocen en lo más mínimo el sagrado principio de la Unidad Nacional. Sean autónomas las regiones, mas sin comprometer la Hacienda del Estado. Sufráguese el costo de los servicios cedidos, sin menoscabo de un excedente razonable para los inexcusables gastos de soberanía.
La sinceridad me obliga a confesar que este movimiento centrífugo es peligroso, más que en sí mismo, en relación con la especial psicología de los pueblos hispanos. Preciso es recordar –así lo proclama toda nuestra Historia– que somos incoherentes, indisciplinados, apasionadamente localistas, amén de tornadizos e imprevisores. El todo o nada es nuestra divisa. Nos falta el culto de la Patria Grande. Si España estuviera poblada de franceses e italianos, alemanes o británicos, mis alarmas por el futuro de España se disiparían. Porque estos pueblos sensatos saben sacrificar sus pequeñas querellas de campanario en aras de la concordia y del provecho común.
Santiago Ramón y Cajal. El Mundo a los Ochenta Años. Parte II». Madrid 1934.
"...No soy adversario, en principio, de la concesión de privilegios regionales, pero a condición de que no rocen en lo más mínimo el sagrado principio de la Unidad Nacional..."
Palabras de Don Santiago Ramón y Cajal
(El Mundo a los Ochenta Años. Parte II». Madrid 1934)
«Deprime y entristece el ánimo, el considerar la ingratitud de los vascos, cuya gran mayoría desea separarse de la Patria común. Hasta en la noble Navarra existe un partido separatista o nacionalista, robusto y bien organizado, junto con el Tradicionalista que enarbola todavía la vieja bandera de Dios, Patria y Rey.
En la Facultad de Medicina de Barcelona, todos los profesores, menos dos, son catalanes nacionalistas; por donde se explica la emigración de catedráticos y de estudiantes, que no llega hoy, según mis informes, al tercio de los matriculados en años anteriores. Casi todos los maestros dan la enseñanza en catalán con acuerdo y consejo tácitos del consabido Patronato, empeñado en catalanizar a todo trance una institución costeada por el Estado.
A guisa de explicaciones del desvío actual de las regiones periféricas, se han imaginado varias hipótesis, algunas con ínfulas filosóficas. No nos hagamos ilusiones. La causa real carece de idealidad y es puramente económica. El movimiento desintegrador surgió en 1900, y tuvo por causa principal, aunque no exclusiva, con relación a Cataluña, la pérdida irreparable del espléndido mercado colonial. En cuanto a los vascos, proceden por imitación gregaria. Resignémonos los idealistas impenitentes a soslayar raíces raciales o incompatibilidades ideológicas profundas, para contraernos a motivos prosaicos y circunstanciales. «
¡Pobre Madrid, la supuesta aborrecida sede del imperialismo castellano! ¡Y pobre Castilla, la eterna abandonada por reyes y gobiernos! Ella, despojada primeramente de sus libertades, bajo el odioso despotismo de Carlos V, ayudado por los vascos, sufre ahora la amargura de ver cómo las provincias más vivas, mimadas y privilegiadas por el Estado, le echan en cara su centralismo avasallador.
No me explico este desafecto a España de Cataluña y Vasconia. Si recordaran la Historia y juzgaran imparcialmente a los castellanos, caerían en la cuenta de que su despego carece de fundamento moral, ni cabe explicarlo por móviles utilitarios. A este respecto, la amnesia de los vizcaitarras es algo incomprensible. Los cacareados Fueros, cuyo fundamento histórico es harto problemático, fueron ratificados por Carlos V en pago de la ayuda que le habían prestado los vizcaínos en Villalar, ¡estrangulando las libertades castellanas! ¡Cuánta ingratitud tendenciosa alberga el alma primitiva y sugestionable de los secuaces del vacuo y jactancioso Sabino Arana y del descomedido hermano que lo representa!.
La lista interminable de subvenciones generosamente otorgadas a las provincias vascas constituye algo indignante. Las cifras globales son aterradoras. Y todo para congraciarse con una raza (sic) que corresponde a la magnanimidad castellana (los despreciables «maketos») con la más negra ingratitud.
A pesar de todo lo dicho, esperamos que en las regiones favorecidas por los Estatutos, prevalezca el buen sentido, sin llegar a situaciones de violencia y desmembraciones fatales para todos. Estamos convencidos de la sensatez catalana, aunque no se nos oculte que en los pueblos envenenados sistemáticamente durante más de tres decenios por la pasión o prejuicios seculares, son difíciles las actitudes ecuánimes y serenas.
No soy adversario, en principio, de la concesión de privilegios regionales, pero a condición de que no rocen en lo más mínimo el sagrado principio de la Unidad Nacional. Sean autónomas las regiones, mas sin comprometer la Hacienda del Estado. Sufráguese el costo de los servicios cedidos, sin menoscabo de un excedente razonable para los inexcusables gastos de soberanía.
La sinceridad me obliga a confesar que este movimiento centrífugo es peligroso, más que en sí mismo, en relación con la especial psicología de los pueblos hispanos. Preciso es recordar –así lo proclama toda nuestra Historia– que somos incoherentes, indisciplinados, apasionadamente localistas, amén de tornadizos e imprevisores. El todo o nada es nuestra divisa. Nos falta el culto de la Patria Grande. Si España estuviera poblada de franceses e italianos, alemanes o británicos, mis alarmas por el futuro de España se disiparían. Porque estos pueblos sensatos saben sacrificar sus pequeñas querellas de campanario en aras de la concordia y del provecho común.
Santiago Ramón y Cajal. El Mundo a los Ochenta Años. Parte II». Madrid 1934.
Un saludo.
domingo, 28 de octubre de 2012
EL FRAILE MISTERIOSO
Nuestro fraile misterioso de hoy va especialmente dedicado a
Mamen. Al tratarse de un dominico normal, es la única persona que considero
puede acertarlo...con los pocos datos que aporto. Nacido en una aldea asturiana
(ver foto) y fallecido hace unos años. Algo en común con el hijo de Mamen la Música. Fue misionero,
recorrió muchos conventos de la orden en España, entre otros el de Oviedo,
donde paso varios años. Ahora ofrecemos la pista más interesante: Hijo de una
monja dominica de clausura, prima carnal de mi abuela Josefa.
¿DE
QUÉ FRAILE HABLAMOS?
Miguel Ángel Vázquez Vega
Volando Sobre América
El siguiente Documental va dedicado a todos y en especial para Olga así vaya planeando su próximo viaje al otro lado del charco. No tenemos la riqueza histórica que posee la madre patria, pero podemos ofrecer otros intereses que harían la estancia muy atractiva. Que lo disfruten
Un saludo
Un saludo
sábado, 27 de octubre de 2012
Un juego para el nieto de Alfredo
Texto: jrFRANCOS
Fotos: Félix RINCÓN
Hace unas fechas, Alfredo, colgaste una entrada contando las vivencias de un viaje en tren con tu nieto.
Yo no soy abuelo aún, aunque mis tres hijas pasan todas de los treinta años (no sé quien piensan que va a pagar sus pensiones). Pero me imagino que, en el plano educativo, ser abuelo es como ir a tu antiguo colegio a dar una clase emérita: llegas, derrochas simpatía y buen humor, les haces algo novedoso y guay, y te los metes en el bolsillo. Otra cosa es el día a día durante un curso escolar de nueve meses.
El abuelo, con sus nietos, como está un rato con ellos, pues hace como el maestro de una clase aislada y voluntaria: les da un cariño, unas atenciones y hasta unos caprichos que los maestros titulares (léase padres) no pueden hacer porque es un día y otro y así los trescientos sesenta y cinco del año.
Pues, tras ese preámbulo, Alfredo, paso a describirte cómo es el juego ¿Has visto a Pepe?, que un día de primavera, del curso 2010-11, les hice a los alumnos de 5º, con la presencia del maestro titular Félix Rincón, que ocupó mi cargo cuando me jubilé y que es quien hizo las fotos (es, además de profesor de E.F., cineasta, y el pasado verano estrenó en Zafra un corto, con gran éxito de público y medios de comunicación, sobre un hecho histórico de la Guerra de Independencia, donde alumnos suyos hicieron de extra. Si entra en los comentarios, que lo cuente él. Y ahora preparando otro del oeste. Se nota, por las fotos que veréis a continuación, y otras varias que borré, pues había hecho una auténtica película de fotogramas estáticos, que tiene claro lo de la secuenciación).
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Foto 3: El animador pregunta al que tiene a la derecha: "¿Has visto a Pepe?". Y éste contesta preguntando: "¿Qué Pepe?". Y tú le respondes: "El que se agacha así", y te pones en cuclillas con los brazos al frente. Y siguen las preguntas y las respuestas hasta que toda la hilera está en cuclillas.
Foto 4 y 5: Cuando ya están todos en cuclillas, preguntas al que está inmediatamente a tu lado: "¿Has visto a Pepe?". Y este contesta preguntando: "¿Qué pepe?". Y entonces, la gran traca final, tú le respondes: "El que arrima el hombro así", y le das un empujón, produciéndose el efecto dominó, cayendo todos al suelo en medio de regocijo general .
Foto 6 y 7: Se les dice que no se muevan y se queden como están. Una vez calmados los ánimos, se les dice que vamos a hacer relajación: "Cierra los ojos". "No sientes los brazos". "Tus piernas se relajan y no las sientes". "Respira hondo y despacio". "No pienses en nada"... Algunos, sobre todo los de infantil y primero, llegan a dormirse.
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Bueno, Alfredo, pues espero nos cuelgues las fotos con los resultados de tu aplicación del juego. Ah, no lo dije, pero es evidente que cuantos más sean, mejor, de modo que reúne a todos tus nietos, a sus amiguitos y si hace falta a los hijos de la vecindad, para juntar por lo menos decena.
("¿Has visto a Pepe?" se puede aplicar también a gente adulta. ¿Qué tal si para el año que viene, después del pote cangués y el vinín Pesgos lo hacemos? ¿Os imagináis a Gión relajándose teniendo como almohada la pierna de Cuervo y a Mamen haciendo lo propio en la de Marta y ésta en la de Maribel y ésta apoyando su cabeza en la de...?
Fotos: Félix RINCÓN
Hace unas fechas, Alfredo, colgaste una entrada contando las vivencias de un viaje en tren con tu nieto.
Yo no soy abuelo aún, aunque mis tres hijas pasan todas de los treinta años (no sé quien piensan que va a pagar sus pensiones). Pero me imagino que, en el plano educativo, ser abuelo es como ir a tu antiguo colegio a dar una clase emérita: llegas, derrochas simpatía y buen humor, les haces algo novedoso y guay, y te los metes en el bolsillo. Otra cosa es el día a día durante un curso escolar de nueve meses.
El abuelo, con sus nietos, como está un rato con ellos, pues hace como el maestro de una clase aislada y voluntaria: les da un cariño, unas atenciones y hasta unos caprichos que los maestros titulares (léase padres) no pueden hacer porque es un día y otro y así los trescientos sesenta y cinco del año.
Pues, tras ese preámbulo, Alfredo, paso a describirte cómo es el juego ¿Has visto a Pepe?, que un día de primavera, del curso 2010-11, les hice a los alumnos de 5º, con la presencia del maestro titular Félix Rincón, que ocupó mi cargo cuando me jubilé y que es quien hizo las fotos (es, además de profesor de E.F., cineasta, y el pasado verano estrenó en Zafra un corto, con gran éxito de público y medios de comunicación, sobre un hecho histórico de la Guerra de Independencia, donde alumnos suyos hicieron de extra. Si entra en los comentarios, que lo cuente él. Y ahora preparando otro del oeste. Se nota, por las fotos que veréis a continuación, y otras varias que borré, pues había hecho una auténtica película de fotogramas estáticos, que tiene claro lo de la secuenciación).
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Foto 3: El animador pregunta al que tiene a la derecha: "¿Has visto a Pepe?". Y éste contesta preguntando: "¿Qué Pepe?". Y tú le respondes: "El que se agacha así", y te pones en cuclillas con los brazos al frente. Y siguen las preguntas y las respuestas hasta que toda la hilera está en cuclillas.
Foto 4 y 5: Cuando ya están todos en cuclillas, preguntas al que está inmediatamente a tu lado: "¿Has visto a Pepe?". Y este contesta preguntando: "¿Qué pepe?". Y entonces, la gran traca final, tú le respondes: "El que arrima el hombro así", y le das un empujón, produciéndose el efecto dominó, cayendo todos al suelo en medio de regocijo general .
Foto 6 y 7: Se les dice que no se muevan y se queden como están. Una vez calmados los ánimos, se les dice que vamos a hacer relajación: "Cierra los ojos". "No sientes los brazos". "Tus piernas se relajan y no las sientes". "Respira hondo y despacio". "No pienses en nada"... Algunos, sobre todo los de infantil y primero, llegan a dormirse.
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Bueno, Alfredo, pues espero nos cuelgues las fotos con los resultados de tu aplicación del juego. Ah, no lo dije, pero es evidente que cuantos más sean, mejor, de modo que reúne a todos tus nietos, a sus amiguitos y si hace falta a los hijos de la vecindad, para juntar por lo menos decena.
("¿Has visto a Pepe?" se puede aplicar también a gente adulta. ¿Qué tal si para el año que viene, después del pote cangués y el vinín Pesgos lo hacemos? ¿Os imagináis a Gión relajándose teniendo como almohada la pierna de Cuervo y a Mamen haciendo lo propio en la de Marta y ésta en la de Maribel y ésta apoyando su cabeza en la de...?
HUELE MAL AQUÍ
Todavía estaba yo en activo cuando allá por mediados de los
90, un mes de julio, fui invitado a pasar tres días en un pueblecito de la
provincia de Segovia llamado Fuente Pelayo. Cerca estaba Cantimpalos famoso por
sus chorizos. No me habían advertido de algo tan llamativo y oloroso como que
el pueblo entero día y noche olía a pocilga de cerdo. Claro. Como que en las afueras
del pueblo había unas inmensas naves donde engordaban pacíficamente unos 4.000
cerdos.
Yo quedé anonadado. ¿Y tenía que soportar aquella peste
durante tres días, o sea, 72 horas, es decir, 4.320 minutos con la impresión de
estar alojado en una cochiquera? Mi condición de invitado me impedía protestar
de semejante martirio. No obstante, alguna insinuación dejé caer sobre el
asunto. Me informaron de dos cosas pretendidamente consoladoras: Primero, que
ellos allí no olían lo mismo que yo olía. Vamos, que ellos ya tenían la
pituitaria atrofiada y no percibían el maldito olor a cerdo. Y, segundo, que
con un poco de suerte si se levantaba un aire del oeste hacia el este, cesaba
en gran medida aquel pestazo. Y una tercera información consoladora: Que ese
problema lo tenían muchos pueblos vecinos donde vivían miles y miles de
ejemplares de la raza porcina. Total, que tomando ejemplo de los enormes
bosques de pinos que hay en la comarca, decidí RESIgNArme. Perdón por chiste
tan fácil. Y, en efecto, pasados tres días, cuando de regreso a Madrid me alejé
varios kilómetros del pueblo, dejé de sufrir la agresión que los sabrosos
animales me infligían.
Creo que no quedé mal. En fin de cuentas la educación tiene
estas servidumbres. No es de recibo presentarte en casa ajena a criticar lo que
en ella no te gusta. Quien convive con una deficiencia, termina por no tener
conciencia de ello y se incomoda si tú, ajeno a su entorno, les echas en cara
algo que, por evidente que sea, ellos no perciben en su vida diaria. Hay que
ser prudente. La propia experiencia aconseja ser cauto.
Yo mismo me vi en situación incómoda en cierta ocasión en
que invitado por un amigo a su pueblo palentino le dije que me llamaba la
atención la baja calidad de las bragas de sus convecinas.
Le sentó mal. Lo noté.
“Hablas como si tú fueras un técnico en bragas. Llevas aquí
tres horas y ya presumes de conocer la ropa interior de las mujeres del
pueblo”, me dijo.
“No, me defendí. Si lo digo solo porque el pueblo entero está lleno de
tendederos a la calle donde ellas exhiben sus bragas como trofeos flotantes. Y,
¿eso qué tiene que ver? Las mujeres de aquí usan las mismas bragas que en todas
partes. Se ve que viste pocas bragas”. La situación se puso tensa y yo traté de
arreglarlo.
“Bueno, tu mujer por lo menos tiene mejores bragas que las
otras”.
Se detuvo. Me miró alucinado. Yo creo que estaba a punto de
agredirme. Tuve que aclarar: “Lo digo por la ropa que tu mujer tiende en el
jardín que tenéis detrás de casa. Supongo que no estarías pensando que yo…”. No
fue mi día afortunado. Perdí a un amigo por elogiar las bragas de su mujer. Los
hay desagradecidos.
Quienes me hacen el honor de leer mis artículos (los tres o
cuatro que lo hacen) ya estarán pensando de qué diablos pretendo hablar. Tienen
razón. Reconozco mi vicio incorregible de ponerme a escribir y dejarme llevar
sin control y sin ir al grano. Quizás sea debido al influjo de Ortega que decía
que no hay asunto, por minúsculo que sea, sobre el que no se puedan escribir
una docena de folios.
Pues bien, a donde quería llegar es al trauma personal para
lo cual los ejemplos anteriores me vienen como anillo al dedo. Resulta que, dos
años después de jubilarme, dejé mis compromisos de Madrid (la Biblioteca de Caritas
española) y me vine a vivir a mi pueblo, Pola de Lena. Lo que aquí me encontré
fue algo muy parecido a lo acontecido en el pueblo de los cerdos. Mis oídos
llevaban 35 años acostumbrados a Madrid y, de repente, me encuentro sumergido
en una cochiquera verbal que me hiere a todas horas como los cerdos del pueblo
segoviano. Día a día, minuto a minuto, mis oídos están inundados de un lenguaje
fétido del que, por lo que parece, soy yo la única víctima. Vamos, que los
demás oyen lo mismo que yo y ya no se enteran y les parece tan normal y
aburrido como oír caer la lluvia. En todas partes, a todas horas, con una
pertinacia digna de mejor causa, mis oídos son abatidos por un unánime
colectivo y aplastante lenguaje donde como un “leitmotiv” horrible suenan
repetidas mil veces las palabras: puta, madre, Dios, me cago, me cago…
Cuando oí por primera vez a un sobrino mío exclamar en una
cafetería: “Me cago en mi puta madre…” Quedé alucinado porque yo conozco a mi
prima, su madre, y es tan buena y delicada que me pareció bestial que su propio
hijo la calificara públicamente de puta y digna de excrementar sobre ella. Yo
no estaba en el grupo, pero me acerqué y le dije que ignoraba que mi prima
fuera una fulana. Creo que todavía no me lo ha perdonado. Aquí huele mal. Y
como a los segovianos, hemos perdido la sensibilidad, no de la nariz, sino del
alma. Se necesita tener atrofiada la más elemental delicadeza para llamar a tu
propia madre puta y no percatarse de la bestialidad de hacerlo.
Cuando hago constar esto me miran como si yo fuera un ser
cursi y absurdo. Aseguran que así se habla en todas partes. Los del pueblo
segoviano creían que el mundo entero olía a cerdo y aquí no se creen cuando
afirmo que en 24 años en Madrid dando clase a chicos entre 18-20 y pico años,
solamente oí una blasfemia. Nada, soy un finolis con residuos de cura. En fin,
no merezco ser tratado con la mínima consideración. Si oigo esta peste de
lenguaje porcino, la culpa es mía.
Hablan así y están orgullosos de ello, como las palentinas
de Saldaña estaban orgullosas de colgar en las fachadas de su preciosa plaza
mayor toda una colección de bragas cara al viento y con la cabeza muy alta al
exhibir su ropa interior.
Cuando aquel árbitro asturiano se dirigió al linier y le
dijo: “Me cagon mi madre, Rafa”. Los micros de la televisión fueron notarios de
esta realidad asturiana. Que esta gente no respeta ni a su propia madre.
Y se quedan tan anchos. Perdón, se sienten hasta orgullosos
de esta peculiaridad regional.
Así nos va… En todo.
Pepe
Morán, Dominico ex.
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