-- por jrFrancos y ULPIANO --
( Foto: B. G. G.)
Fue hace tiempo. Allá por enero. Comenté que me gustaría hablar un día del "Ideario Educativo del Instituto Laboral del convento de Corias" y eso es lo que voy a hacer.
Nunca mejor que aquí se podría traer aquello de "donde dije digo, digo Diego", porque si bien en su día manifesté que iba a hablar, ahora digo vamos a hablar.
Efectivamente, tres personas vamos a dar nuestra opinión sobre el tema que encabeza la entrada. El proceso fue como sigue: tras sopesar que ven más doce ojos que dos, elaboré una sencilla encuesta, de tipo abierto, y se la remití a cinco ex-alumnos de Corias, incluido a mi mismo, claro. Contestaron dos, alumnos significados que lo fueron en su día y que por orden de recepción son Ulpiano y Galán, y naturalmente yo.
Con el fin de no hacer muy pesado este interesante mosaico de opiniones, se irán colgando gradualmente y por orden de recepción. Con lo cual, y sin más dilaciones, a renglón seguido es ULPIANO quien da su parecer sobre el Ideario de aquel centro educativo que fue el Instituto Laboral San Juan Bautista de Corias. Así, pues, adelante, Ulpiano.
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Sobre el tema que estás preparando, Ideario de Corias, poco te puedo ayudar. Nunca lo analicé con suficiente atención. Ahora, con los recuerdos borrosos, es un poco tarde.
Al ser externo, aspectos que enmarcaban las enseñanzas siempre me resultaron bastante ajenos, además debo reconocer que mi deseo, quizá imbuido por lecturas muy tempranas, de abandonar Cangas en busca de otros horizontes, me llevó a ver Corias como un coñazo de peaje a pagar antes de comenzar a volar (eso pensaba entonces).
El ideario de Corias, a mi parecer, si existió de forma cierta, surge más de la necesidad que de un proyecto ideológico, sin que este pueda ser desdeñado. Sería iluso pensar y con su actitud, a veces, lo demostraron que no pretendieron hacer proselitismo para la orden. Con escasos resultados por lo que conozco. Pero pienso que Corias nació más de una necesidad. La necesidad de dar utilidad a aquel antiguo y decrépito caserón y ocupación a la aún numerosa colonia de frailes, sin renunciar a ganar influencia en la zona. La influencia religiosa entonces la detentaban los curas párrocos, celosos de su parcela, manteniendo a los frailes aislados en el convento. Solo cuando los viejos curas fueron desapareciendo y no poder reemplazarles por el descenso de vocaciones, los frailes les fueron sustituyendo. Nosotros ya no estábamos por allí.
Los Dominicos debieron ver una oportunidad en la nueva política del régimen de potenciar la educación laboral, y a ella se agarraron. No sería justo dejar de reconocer que fue un acierto, sobre todo en zonas aisladas, como la nuestra, donde no existía ninguna posibilidad de estudiar más allá de la escuela primaria. En nuestro caso es evidente que fue un error la elección de la especialidad inicial: Agrícola Ganadera, cuando estas actividades en la comarca eran de elemental subsistencia sin práctica capacidad de mejora. No resultaba probable que un chaval con el bachillerato terminado, un aceptable nivel educativo para aquel tiempo, estuviese dispuesto a permanecer en el lugar cuidando cinco vacas y cultivando unas parcelas de patatas, centeno, maíz o trigo. Sin embargo sirvió para dotar a muchos de formación, incluso facilitar el acceso a la universidad.
En consonancia con los tiempos la educación era netamente sexista. No resultaba imaginable el que allí pudieran estudiar mujeres, las pocas que su familia disponía de medios debían ir a las Ursulinas y demás de Oviedo. Existía incluso prevención a la presencia femenina en el convento, aunque fuera de visita. Recuerdo una excepción, la visita de un colegio de chicas de Navia, cuando incluso nos permitieron acompañarlas en la visita a Cangas. A esta actividad extraescolar si me apunté y, casualidades de la vida, con la chica, a la que acompañé para visitar Cangas, coincidí bastantes años después en Madrid, era dirigente del PCE. Posteriormente fue diputada al congreso en representación del PSOE. Por lo que han contado algunas, con las monjas era aún más crudo.
El método educativo, el tradicional en la época, sustentado en la disciplina y defensa de “valores eternos” no era muy diferente al que imperaba en casi todas partes, no solo en España. Después de escribir una entrada en el blog, sin pretender saldar nada con el pasado, sobre una paliza que recibí, sin venir a cuento, a manos de Eutimio, leí una entrevista, a Hugh Thomas me parece recordar, en la cual contaba los castigos que recibían en el colegio religioso donde estudiaba golpeándoles con el hueso de una costilla de ballena forrada de cuero. A mitad del siglo XX en Inglaterra utilizaban métodos, un poco más sofisticados, similares a Corias.
Me da la impresión que el tipo de bachillerato impartido, con más peso de las asignaturas técnicas que las de humanidades servían un poco de barrera al proselitismo de los frailes. El terreno abonado eran las actividades extraescolares padecidas sobre todo por los internos. Personalmente a partir del segundo curso dejé de asistir a aquellos terroríficos ejercicios espirituales y otros actos religiosos, ignoro el porqué pero nunca sentí atracción por la religión. No recuerdo represalias especiales por esta actitud, tampoco haber sido excesivamente presionado. Unos años después, en la mili, al declararme ateo acogiéndome a la recién promulgada Ley de Libertad Religiosa, encontré, casi siempre, tolerancia por parte de los mandos militares que me tocó tratar. A pesar del sistema que imperaba existían más personas tolerantes de las que quizás podíamos percibir.
Es indudable que a Corias también llegó la onda del Vaticano II, estableciéndose una pugna entre lo viejo y lo nuevo. Nosotros recibíamos mensajes contradictorios. Desde la curación “milagrosa” del padre José hasta las ideas avanzadas de la mente clara de Carmelo. Sin olvidarnos de los misioneros que en ocasiones nos visitaban, hace poco, en el blog, tú hablabas de uno de ellos, aportando visiones de otras culturas existentes por el mundo.
Tengo la impresión de estar contándote rollos que perfectamente conoces, pero si de algo sirve y puedo, tendrás mi colaboración.
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