sábado, 19 de noviembre de 2011
POLONIA 2
Me ha gustado mucho el artículo de Pepe Morán de los polacos, y salvando las distancias, yo he tenido una vivencia muy parecida, pero sin tener que llegar, como Pepe y sus amigos al tercer grado de la cogorza, que es la exaltación de la Patria; pero solo le faltó un pelín. Otra diferencia significativa, fue que la mía se celebró en territorio nacional. Para más detalles en una pensión de la calle Atocha de Madrid.
Sería por el año1982-83 y en aquellos años RENFE había importado una tecnología pionera y novedosa, mediante la cual a las locomotoras se les podía corregir la curvatura o deformación que se produce por rozamiento en el ángulo recto exterior de las ruedas que apoya sobre el carril. Para subsanar este vicio es preciso realizar cada cierto tiempo un refrentado del perfil, a fin de mantener la perpendicularidad entre las caras horizontal y vertical de las ruedas. Esta importantísima operación se hacía aquí, periódicamente, en los talleres de RENFE cuando era preciso, pero el realizar esta operación implicaba el tener que desmontar cada una de las ruedas de la locomotora; lo cual, obligaba a tener la máquina inmovilizada en vía muerta durante varios días o semanas.
Sin embargo los polacos, en aquellos años, ya tenían una técnica muy avanzada, totalmente informatizada, mediante unas bancadas de torno construidas “in situ” que permitían entrar a las locomotoras hasta el punto de reparación, y sin tener que soltarles las ruedas, se elevaba toda la máquina mediante unos gatos hidráulicos y se podía aproximar la cuchilla del torno a cada rueda para corregir de forma exacta e igual en todas ellas, el vicio producido por el rozamiento entre la rueda y el rail.
Esta innovación la llevaban a cabo unos ingenieros polacos que llegaron a los talleres de RENFE de León contratados para una estancia del orden de seis meses, pero sin hablar ni una palabra de español. Mi suegro, como empleado de RENFE y persona de ideas amplias, rápidamente y como pudo, hizo buena amistad con estos ingenieros polacos, llegando a invitarles varias veces a su casa. Y ellos encantados de tener a alguien cercano con quien compartir los ratos libres de los fines de semana. Recuerdo algunas tardes de juntarnos todos, y ellos con un simple minidiccionario de polaco -español en mano cada uno, lográbamos tener unas conversaciones fluidas y muy amenas.
Como todo en la vida, llegó el momento de tener que irse de España por haber concluido su cometido y de forma totalmente exitosa. Mis suegros, dada la amistad entablada, y aprovechando que mi mujer y yo vivíamos en Madrid, quisieron despedir a estos buenos amigos de una forma cordial, al menos acompañándoles hasta el momento que tomasen el avión y se desplazaron hasta nuestra casa a Madrid.
Durante la mañana de la marcha, mi suegro y yo les llevamos a los polacos por el Madrid de los guiris abrevando a cada poco en las típicas tabernas madrileñas, hasta que se fue acercando la hora de embarcar. En esos momentos les acompañamos a su pensión en la plaza de Atocha para que recogieran sus pertenencias y momentos antes de partir, sobre la misma cama de la habitación, en agradecimiento y homenaje por la compañía prestada, sacaron de sus maletas unas latas de un producto de cerdo similar a un foie gras y unas botellas de vozka de puro trigo: Unas eran como regalo para llevárnoslas a casa, y otras para trasegárnoslas allí mismo. Serían como las doce de la mañana, y nosotros les comentamos que aquí, estos licores fuertes, se solían tomar después de haber comido copiosamente. Pero ellos insistieron que su bebida era tan natural que no tenía efectos secundarios de ningún tipo, a pesar de tener 42 grados de alcohol, aunque se tomase sin haber comido. Nosotros dada la buena empatía existente entre ellos y mi suegro, después de varios meses juntos, no pusimos para nada en duda sus argumentos y, de pie, en unos vasos improvisados de lavarse los dientes y otros de usar y tirar, nos repartimos la primera botella de vozka: Eso sí, cada envite acompañado de un montadito de aquella especie de paté, que ellos prepararon en homenaje a nosotros al saber que no estábamos acostumbrados a tomar el vozka por las mañanas, así a palo seco. Aquello estaba buenísimo, tal que tras la primera hubo una segunda. El caso fue que nos sentó, tanto a mi suegro como a mí de maravilla. No olvidaré que los envites se hacían de un viaje. Y había que decir todos al unísono una palabra similar a: ¡Parrusky! Que supongo querría decir, más o menos, algo como ¡salud!
Guardo un gran recuerdo de aquel día, del vozka y de aquella buena gente.
B. G. G. (bloguero “prior”)
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1 comentario:
Antes del rollo iniciar,
tengo a bien felicitar
a nuestro amigo Galán
y al gran bloguero Morán,
por Entradas de polacos,
bebedores cual cosacos.
*************
UNA MAS DE SOBRADOS
Es el verso cotidiano
del poema castellano,
ocho sílabas contadas
tras licencias aplicadas.
Sinéresis y dialefa,
diéresis y sinalefa,
son las licencias métricas,
siendo la más empleada
la sinalefa citada.
Que a nadie le ocurra pensar
que esta lección es magistral;
solo propongo un ejemplo,
otro más de pasatiempo.
Y lo dije en su momento,
contaré entretenimiento
de jubilatas vacantes
que me sean más chocantes.
Y este que ahora describo
tiene que ver bien conmigo.
Como estoy de sobrado
casi me sentí obligado
a este selecto tinglado,
por amigos del pasado,
y aunque lejos del versado
juego un poco con palabras
cual construyo crucigramas.
Como hoy toca hablar de mí
preciso hacer un esfuerzo,
por eso silabas cuento
con licencias que yo añadí.
Octosílabos los versos,
y hasta próximos sucesos
no quiero ir ya más lejos
y para evitar mi mofa
paso del tipo de estrofa.
Como me dice un amigo
“ripias simple, bien sencillo
no está lo tuyo descrito
ni en un roman paladino,
más parece que esté dicho
en tu román manoliño”.
Saludos,
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