Como cada año por estas fechas un
grupo de amigos, entre los que se encuentran algunos antiguos compañeros de
fatigas de nuestras andanzas en Corias, nos reunimos en la Sidrería Pigüeña de
la popular calle Gascona en el Barrio de la Sidra de Oviedo para celebrar el
Desarme.
El Desarme es una tradición
inspirada en hechos históricos acaecidos en la primera mitad del siglo XIX,
allá por 1836, durante las guerras carlistas. Los historiadores no han logrado
ponerse de acuerdo sobre el origen real de esta comida. Algunos apuntan a un
gran menú de celebración tras repeler los defensores de la ciudad un duro
ataque de los carlistas. Otros, la mayoría, apuntan a que esa copiosa comida, y
sus efectos posteriores, permitieron desarmar a uno de los bandos en liza.
Aunque dicha fiesta gastronómica
se celebra el día 19 de octubre, nosotros venimos haciéndolo desde hace ya más
de veinte años el viernes de la semana siguiente por comodidad de fecha en fin
se semana y facilidad de reserva en los restaurantes.
Como siempre nos ponemos en manos
de Begoña, la cocinera que nos prepara unos estupendos garbanzos con bacalao y
espinacas, callos acompañados de unas riquísimas patatas fritas y de postre no
puede faltar el más asturiano de todos, el arroz con leche. Todo ello regado
con un excelente Rioja de Bodegas Paco García seleccionado especialmente para
nosotros por Tony de su estupenda bodega.
Una jornada en amena armonía que
esperamos seguir celebrando mientras el cuerpo aguante.
Alfredo
Fernández González
12 comentarios:
“Desarmes” como estos son los que hacen falta en la vida. Por cierto, no veo en el grupo al amigo Juan Baragaño que me consta que otros años sí asistía. El menú estupendo, menuda pinta tiene. Ahora bien, como lo cortés no quita lo valiente, yo pregunto una cosa: para aliviar los cargos de conciencia pos la ingesta, ¿el regreso a casa que lo hicisteis a paso ligero o a la carrera?, porque la cosa yo pienso que no era para menos ¡Que lo sigáis celebrando así muchos años!
Menos mal que ya cené porque si veo esos platos cuando tuviera un poco de hambre, me daría más envidia, si cabe.
Alfredo siempre prepara unos reportajes estupendos. Creo que hubiera sido un gran periodista.
Y el amigo Víctor que decía que se dedicaba al deporte los fines de semana… Buen deporte es ese. Como dice Galán, tendríais que volver a casa andando, y no me refiero a Gión, que viviendo en Oviedo seguro que lo hizo. Va por Alfredo, aunque ya sé que sabe cuidarse, y seguro que a lo largo de la semana, dará sus paseos de rigor por Gijón.
Alfredo ya te puse en el FB, que sois unos cangueses de pico,porque con esos callos no tomar un Penderuyos o un Castro Limes, no teneis perdon,fartar si que os fartasteis bien pues la mesa taba repleta,pero lo del vino fué un fallo,espero que no tuvierais ardores de estomago de noche, que tais en una edad........ya un poco complicada pa tanta grasa,pero veo que enseguida "entamais" una fartura,estos de Cangas nun teneis remedio,se me olvidaba, tais muy guapos en las fotos,asi que seguro que la cosa no os sento muy mal,pues se os ve muy gallasperus
Este año la afluencia fue un poco menor pero no dejó de ser agradable la convivencia. Como bien apunta Galán entre las ausencias estuvo la de Baragaño pero según tengo entendido justificada por algún problema de tipo familiar.
Maribel yo volví a casa andando....hasta y desde la estación de RENFE ya que utilicé este transporte porque en días como el de ayer es prácticamente imposible aparcar en Vetusta. Votorín se fue dando un paseo hasta casa pero prometió volver en otra ocasión.
A Mamen ya le contesté como debe ser en FB, pero lo reitero aquí. ¡Si no había vino de Cangas, que hacíamos! Marchar como el anuncio de la Casera...... Era una pena dejar tan suculento menú.
Alfredo, en cuanto vuelvas por Oviedo procura convencer a los sidreros de la calle Gascona, a esos que no saben que existe el vino de Cangas, para que lo hagan cuanto antes y adquieran una buena partida de vinín cangués, y si son reacios a ello, les dices que va a ir Mamen a hacerles una visita y como no tengan un tinto de Cangas, de calidad similar al Curriellos GR, se van a enterar de lo que vale un peine.
El amigo Alfredo,no perdona una y ahí tamos gallasperus como dice Mamen,desafiando el desarme,con ganas y alegría,compartiendo un año más este encuentro mini pero muy amañao,somos pocos pero bien avenidos y eso ye lo importante,pasámoslo bién,comimos muy bién y la digestión...cojonuda,perdón,nadie dijo que estaba impaciente,el remate fueron unos gin tonic que ayudan a digerir mejor las viandas,tampoco la comida era fuerte,para nada,así que hasta el año que viene Dm y ya sabeis los de Cangas habiendo farturas ahí tamos,nun tenemos arreglo,un abrazo.
Alfredo, ya que nombras el anuncio de La Casera, -el que se marchan si no hay Casera-, os voy a contar una anécdota que me pasó a mí, y cuando salió ese anuncio deduje que a mucha más gente y en muchos sitios.
Hace unos treinta y cinco años, estábamos en Oviedo con unos amigos, llegó la hora de comer y vimos un restaurante recién inaugurado, en la Plaza Longoria Carbajal, de nivel medio-alto. Se llamaba Peña Castil. Entramos y pedimos la comida. Para beber pidieron vino, y a mí, por no desentonar demasiado, se me ocurrió pedir Casera. Quisiera que vierais la cara del maitre. Parecía que había visto una marciana. Me dijo riéndose: -¡Oh! No señora, aquí de eso no tenemos. Si quiere agua de seltz… Respondí, totalmente abochornada, que no. La comida tengo que reconocer que era buena, pero a mí ya se me atragantó. Luego durante bastante tiempo, estuve dándole vueltas al tema y me sentía mal, pensé que tendría que haber pedido “gaseosa” –pero ya me dejó claro que sólo tenían “sifón”, dicho con palabras más finas.
Como supondréis nunca volvimos a ese sitio. Cerró en dos o tres años, y la comida, como ya dije era buena, pero esa forma de tratar a los clientes no les debió de dar muy buen resultado. Pues si no tenían, aunque le pareciera una ordinariez pedir Casera, tenía que decir: Lo siento, no tenemos, o algo parecido.
Cuando pasados unos cuatro o cinco años de aquello veo el anuncio, me reconfortó. Vi que no había sido la única. Y que en muchos más sitios, aunque espero que sin reírse de quien la pidiera, ocurrió lo mismo y tuvo que llegar a oídos de la fábrica y algún creativo tuvo la buena idea de sacar ese anuncio que tuvo bastante impacto.
Un caso parecido al de Maribel y relacionado con la negación de ciertos dueños de bares o restaurantes, para servir determinadas mercancías, aunque les sean afines, no creas que solo fue cosa del Peña Castil. En San Sebastián, en el barrio de Amara, existía en los años setenta (ya no existe) un bar muy típico llamado el Penalty. El dueño de esta tasca se negaba en redondo a echar gaseosa al vino y a servir mosto a los “txikiteros” habituales. Tan solo servía mostos a los niños y a las mujeres. Cuando se daba el caso de que llegaba algún forastero que no sabía de la misa la media y pedía una de las dos bebidas censuradas, el tasquero se hacía el loco y si el cliente insistía en seguir pidiendo, el tabernero le espetaba: en esta casa, siendo mayor de edad, se toma vino o cerveza. Esas otras bebidas son para los chiquillos y las mujeres. Con lo cual, el sediento parroquiano o tomaba vino solo como el resto de la barra, o se iba a la tasca de enfrente.
Ya que hablamos de la Casera, creo que es de los mejores refrescos para apagar la sed; bien fría y mezclada con el vino de Cangas de antaño. Muchas veces Berguño, el bar que estaba enfrente de Casa la Chata me encargaba traerle (viruta o serrín), de los aserraderos que había en el Reguerón, en aquellos carros de madera, cuyas ruedas eran rodamientos de camión, y el volante un cordel, que uno guiaba tumbado con destreza, la gasolina era el pie derecho, que hacía de pértiga para impulsar. Cargarlos y subirlos a la carretera, costaba. Cuando uno llegaba a Corias, traía un buen secaño. Solamente el saciar la sed con varios vasos de casera y vino, aparte de la propina bien merecía la pena el sofocón.
Digo bien fría, es como a mí me gusta. El año pasado fuimos la familia a comer a Villar de Vildas, en el valle de Pigueña (Somiedo). La comida era la típica asturiana: potaje de berzas, y un plato de patatas fritas, dos huevos fritos y picadillo. Todo muy bien pero la casera estaba del tiempo, y me amargó la comida.
Antes de llegar a Grado había un restaurante que, debido a mi perdida progresiva de memoria, npo recuerdo el nombre, donde, al contrario que en el Peña Castil, el trato era inmejorable.
Os cuento: cerca de Navia, en el pueblo de Armental, hay un palacio, el Palacio de Lienes, que éste era el nombre de la familia propietaria en aquel entonces. Un día que veníamos de Oviedo un grupo de unos diez o doce compañeros de trabajo, paramos a comer allí. A la hora de elegir el vino, con total seriedad le pedimos al camarero vino Marqués de Lienes. El buen hombre, muy profesional, nos pidió que esperásemos un momento que lo buscaría. Regresó diciendonos que , lamentandolo mucho, se les había terminado justamente la víspera y nos ofreció otro, no recuerdo cual, que aseguró que era similar.
El cachondeo fué mayúsculo aunque nadie se atrevió a aclararle el motivo. El resto de la comida el buen señor estuvo mosqueado aunque nos trató con total corrección.
Felipe.
Felipe, ¿te acuerdas cuando Juán de Antón le pedía un cubalibre de vino SIN Coca-Cola a Telva? y ¿del bocadillo de blanco y negro de Mon del Trisco?
Felipe,buen profesional era aquel camarero del Palacio de Lienes en Armental,no sé si ahora sigue abierto,pero cuando se es profesional...se queda muy bién y el negocio haciendo caja,un abrazo.Víctor Gión
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