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sábado, 4 de junio de 2016
OBRAS Y PROYECTOS EN CORIAS I,II
I LA LINTERNA
No hace muchos días, me llamó
por teléfono un familiar (antiguo alumno de Corias) para decirme que
le habían entregado unas fotocopias con temas y fotos de Corias y
que, en una de ellas, aparecía yo formando parte un equipo de
fútbol.
La foto corresponde a la
liguilla que se había organizado entre los distintos cursos allá
por el año 1965, y en la que también aparece Vigil (cubanón) de
portero, ya que nuestro curso andaba un tanto escaso de fichajes.
El trabajo es del arquitecto
José Ramón Puerta y trata de las obras realizadas y las
proyectadas, que no se llevaron a cabo, por el arquitecto José Gómez
del Collado, más conocido por Pepe Gómez.
El trabajo es bastante
detallado por lo que solamente me centraré en lo más interesante,
sin entrar en profundidades.
La primera de estas obras,
llevadas a cabo, corresponde a la linterna que corona la cúpula de
la iglesia, acometida entre 1960 y 1961, de la que adjunta una serie
de fotografías y dibujos realizados para la ejecución de la obra.
Según se desprende de este
estudio, la obra está hecha en hormigón armado con un peso
aproximado de 30 toneladas y su estado actual no es del todo óptimo
ya que las armaduras interiores presentan puntos oxidados ocasionando
cierto deterioro y aumento de tamaño en algunas partes que dan al
exterior.
En un principio se pensó
hacer la obra en granito gris pero su importe desaconsejó su
ejecución.
También hace el comentario
(José Ramón) que si la obra del parador superó los 35 millones de
Euros, debiera abordarse la reparación de la linterna ya que, cuanto
más se tarde, mayor será su presupuesto.
Pepe Gómez fue el impulsor y
autor del libro que recoge los actos del centenario de la llegada de
los dominicos a Corias 1860-1960 ( publicado en 1961) con la
colaboración, entre otros, del P. Jesús Martín y gran número de
fotografías cedidas por Fr. Tejo.
A continuación van algunos de
los dibujos que Pepe Gómez realizó para la ejecución de la obra.
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II
EL COMEDOR
Cuando mi promoción llegó a
Corias, el comedor, estaba pegado al de los frailes y por el otro
lado estaba el patio trasero.
Asientos y respaldos de madera
seguidos que ocupaban todo el perímetro de la nave, excepto por la
fachada de la entrada.
La parte trasera, o respaldo,
terminaba en una pequeña repisa donde depositábamos la servilleta
y, en los últimos años de su ocupación, la pastilla de tulipán
que debía durar una semana.
El total de internos no
superaba el centenar por lo que no había problemas de espacio.
Año tras año, los internos
fueron aumentando y fue necesario añadir una fila de mesas, todo a
lo largo, por el centro de la nave.
Pero la alegría duró poco
tiempo y hubo que recurrir a dos turnos de comida con el fin de que
el creciente aumento de alumnos se adaptase a las instalaciones
existentes.
Ante esta situación se
proyectó la construcción de un nuevo comedor cuyo proyecto, como no
podía ser de otra forma, fue encargado a Pepe Gómez.
Se estudiaron varias
ubicaciones como cubrir uno de los patios centrales, el que
conocíamos como el de los conejos, por tener allí el P. Eutimio su
buen criadero, que tiene unos 26 metros de lado y estaba previsto
cubrirlo sin pilares.
Había dos alternativas:
cuatro grandes cables coserían diagonalmente el patio y sobre ellos
una serie de correas metálicas formarían una red, sobre la que se
apoyarían ligeras placas de fibrocemento y otras traslúcidas de
policarbonato.
Estaría previsto un óculo
central que permitiría el paso de la luz.
Una segunda opción sería
aquella en la que la estructura principal partía del punto medio de
cada fachada y cosía estos con los vértices opuestos formando una
figura con cierto perfil árabe.
Ambas opciones situaban la
cota del suelo más baja que el pavimento de la planta baja con el
fin de mantener la iluminación en las dependencias de dicha planta.
El acceso al comedor sería por un tramo de escaleras.
La solución final fue la
cubrición del patio posterior, a dos aguas, con vigas metálicas
rematadas con placas de fibrocemento y policarbonato para facilitar el acceso de luz al recinto.
La fachada, abierta al
exterior, se remató con una cristalera triangular de vidrio y
carpintería de madera.
Así permaneció hasta las
obras del actual parador aunque a partir de 1981, que dejó de ser
centro de formación, fue alquilado a una empresa de hostelería.En la
actualidad sigue manteniendo el uso para el que fue proyectado
aunque se procedió a la demolición de su cubierta, colocando dos
filas de columnas laterales que sustentan una cubierta plana, un
falso techo en madera curvada, con ventana al final que resulta
excesivamente pequeña.
Mejores materiales, peor
arquitectura, según el comentario del autor de este trabajo.
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3 comentarios:
Samuel, creo que en “algún sitio” del Monasterio de Corias mereces una mención, como alumno que, todavía después de tantos años, demuestras un gran interés por todo lo de allí.
En tantos años que lleva el Monasterio habría mucho que mencionar, y algunas antiguas hay, pero en este caso me refiero a la época, creo que muy importante, en que fue Instituto Laboral. Habría que empezar por los Rectores.
Todos los que estudiábamos en Corias durante los años 1960-61, en especial los externos que veníamos en bicicleta desde Cangas, veíamos a diario el trajín de aquellas obras y también la cúpula desmochada. Algún compañero interno, autorizado o no, se había aventurado por aquellas alturas rodeadas de vacío y trasladaba después a algunos de sus oyentes, entre los que me encontraba, una espantosa sensación de vértigo.
No parece resultar lógico que unos 55 años después de realizada la obra, utilizando hormigón armado, la linterna presente ese deterioro. Esto puede llevar a dudar de la calidad de los materiales empleados o de la escasa pericia en su utilización.
Es cierto que Pepe Gómez, nombre por el que fue conocido, era toda una institución en Cangas. A él acudían casi todos los paisanos del concejo cuando necesitaban un visado para levantar una casa. Su huella se mantiene presente por todo Cangas y salta a la vista por su contraste o modernidad. Una modernidad que a los chavales nos asombraba, poco podíamos saber entonces que aquellos coloridos diseños, en Júlter, Pénjamo y tantos otros edificios, estaban inspirados en Mondrian, Miró y otros artistas para nosotros perfectos desconocidos. Sus trabajos levantaban fuertes controversias entre cangueses detractores y partidarios de su obra. Lástima que desde hace años una de sus obras más emblemáticas, la que fue Hotel Truita, de piedra desnuda con figuras geométricas de cerámicas coloreadas, permanezca en estado ruinoso en el centro de la villa pidiendo a gritos una restauración. Muchos recordaréis que en los bajos de ese hotel estuvo el Bar Los Faroles. Buen lugar para intentar conquistar una chavala después de unos bailes en la verbena del Paseo cuando éste estaba todavía arbolado y de verdad era un agradable y romántico paseo.
Para los alumnos que coincidimos con las obras de la linterna fue, en cierto modo, un alivio.
Las misas, rosarios y toda ceremonia religiosa se realizaban en la capilla habilitada en el segundo piso, frente al salón de estudio, entre la campana y el balcón central que da al patio de cemento.
Era más pequeña y le daba algo el sol por lo que, junto lo uno y lo otro, no se pasaba tanto frío.
Recuerdo que no había confesionarios y, durante la confesión, nos tapaban con el escapulario.
Sobre el comentario que hace Ulpiano y el hormigón armado tiene cierta razón, aunque hay que tener en cuenta que con los medios de aquella época, en aquel lugar y, posiblemente, el presupuesto darían como resultado un material con poros por donde se filtra el agua, oxida el encofrado y ocasiona las grietas que parece están presentes.
Bajo mi punto de vista no tiene fácil y económico arreglo.
Lo del hotel Truita ya es de preocupar. No entiendo cómo el ayuntamiento no obliga a su demolición o arreglo.
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