lunes, 19 de agosto de 2013
¡¡¡Romualdooooooooooooooo!!!
Llevamos como dos semanas que no vemos a nuestro “ahijado”
Romualdo y nos extraña bastante. Recién llegados de Posada, a primeros de
agosto, el primer día que hicimos el paseo matinal, sobre las ocho menos cuarto
de la mañana, que es cuando pasamos por delante de sus naturales aposentos, allí estaba nuestro pupilo sentado esperando
pacientemente la pitanza de sus benefactores como siempre. Ya he comentado hace
poco que, dada la prolongada ausencia por nuestra parte de casi un mes sin
que el gato supiera nada de nosotros, este primer día que nos vimos el amigo
Romualdo estaba un tanto entero y distante, y no se prodigaba en zalamerías
como de costumbre, pero ese comportamiento era perfectamente entendible.
Al día siguiente le
volvimos a ver y a obsequiar con una tarrina de las que le hacen relamerse las
vibrisas continuamente y a partir de esa fecha nuestro amigo minino ha desaparecido
sin dejar rastro como si hubiese sido borrado de la faz de la tierra. Estamos
un poco moscas pues, no lejos de los pagos de Romualdo también había una
población gatuna importante y ahora tampoco se ven ejemplares apenas por allí.
Tememos que la falta de estos felinos
domésticos fuera consecuencia de la
actuación del exterminador de gatos, que les haya puesto comida envenenada para
acabar con ellos. En otras ocasiones ya pasó algo parecido pues, cuando crecía
mucho la población gatuna por estas zonas, de la noche a la mañana desaparecían
por completo todos los gatos que había por allí como por arte de magia.
Lo que no sabemos es
si el exterminio es cosa institucionalizada por parte del servicio de limpieza
del ayuntamiento o si es idea particular de algún cretino mal nacido. No hace
mucho, antes de nuestra ausencia veraniega, hubo unos días que Romualdo estuvo un
tanto apagado y poco apetente, cosa rara en él, y ya supusimos que su
decaimiento se podía deber a que habría comido algo envenenado, pero debió de ser
poca la cantidad ingerida y al cabo de
unos días superó perfectamente el daño y volvió a gozar de buena salud y a tener
vitalidad. Lo de las siete vidas debe de ser verdad.
Nosotros de momento, no estamos muy preocupados pues, el
amigo Romualdo ya tuvo de estas espantadas más de una y más de dos, en las
cuales no dio la cara en un mes o más y después aparecía todo arañado hecho una calamidad debido a las encarnizadas
peleas mantenidas entre machos por la rivalidad para acaparar novias, pero eso solo
sucedía en tiempos de celo, allá por los
meses de enero y febrero. A estas alturas del verano es más extraño, y con el
calor que hace mucho más, pues sabemos por buena tinta que Romualdo, como es un
poco comodón y finolis, no se embarca así
como así, en temas amorosos que impliquen sudar demasiado. Así pues, seguiremos
a la espera de que en cualquier momento pueda aparecer nuevamente el amigo Romualdo
sano y salvo, o su ausencia pueda ser equiparada a la ida de la abuela. Es
decir: la ida definitiva sin retorno.
B. G. G. bloguero “Prior”
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
5 comentarios:
Benjamín, ya veo que Romualdo no aparece, aunque con esta llamada, seguro que te oye. Puede ser que falte por alguna razón, pero si faltan más ya da que pensar que pueda ser una “operación” de exterminio, o también que su “novia” se cambiara de sitio y fuera detrás de ella. Probablemente cualquier día aparecerá por ahí.
Hace unos años, conocíamos nosotros a un chico de Villalón de Campos, que iba con nosotros a clase de inglés, que decía que en su casa tenían muchos gatos,- no sé si era de casa de pueblo, o chalet, pues él tenía un buen puesto en la Administración- y decía que con el calor todos los años les morían más de la mitad. Yo recuerdo eso porque nunca lo había oído, no sé si allí hará más calor que en León, pero será parecido. Claro que Romualdo al andar por la orilla del río estará más fresco.
Por cierto, que a aquella clase de inglés, también iba el padre Patxi. Hará unos quince años o más, era cuando nosotros viajábamos al extranjero, y desde el 2000, que estuve mala yo, ya no volvimos a subir en avión. Bueno, Manolo por razones de trabajo alguna vez.
Pues es curioso esto que comentas, Maribel. La verdad es que yo nunca lo había oído, pero claro que puede ser la causa de la ausencia de Romualdo y de muchos de sus vecinos. Estos animales se dice de ellos que tienen siete vidas y aunque no serán tantas, resistentes si son un rato. A veces sufren atropellos y palizas que los dejan totalmente maltrechos y con el tiempo se recuperan casi de forma milagrosa. Pero esto del calor se ve que les afecta en serio. Es probable que haya cogido “neumonía atípica gatuna “ parecida a la mía. Sin embargo estos animalillos cuando hace frío, son unos grandes amantes del sol pues en invierno les gusta mucho ponerse en el alféizar de la ventana al sol o detrás de los cristales. En los cuentos infantiles de antes era frecuente ver dibujado al gato en los tejados de las casas al lado de las chimeneas humeantes. En mi casa, una vez que se dejaba apagar la cocina de carbón al final de día, el gato se acurrucaba en el mármol que había entre la cocina y la pared y allí se pasaba la noche entera calentito muy a gusto. Seguiremos a la espera de volver a ver al amigo. Si no fuera así, tendremos que apadrinar a otro minino de estos vagabundos que son los más agradecidos.
Benjamín, deduzco, al ver que no comentas nada, que Romualdo no acudió a tu llamada. Pudo cambiar de zona para resguardarse del calor, pero ya es raro que con esos manjares que le lleváis, que no acuda algún día a por ellos.
Maribel, el amigo Romualdo debió de pasar a mejor vida con toda seguridad –la ida de la abuela-. Todos estos días al pasar por las mañanas de paseo, nos fijamos en una colonia gatuna que había no muy lejos de los aposentos de nuestro “ahijado”, y también comprobamos que ha quedado aquello limpio, sin el más mínimo vestigio ni rastro de gatos. Parece que el exterminio ha sido efectivo del todo. Lo que no sabemos es el método empleado. El caso es que restos de estos animales tampoco se ven por la zona. Igual los cogen con alguna trampa y luego se los venden a los restaurantes chinos para elaborar la carne agridulce. Si es así, cuando los restos mortales de Romualdo lleguen al plato de algún comensal, seguro que por buen apetito que éste tenga, no será capaz de comerse ni medio pernil de una sola sentada, por lo gordos y rechonchos que los tenía.
Ahora, según recomendación de Alfredo, debiéramos apadrinar a una burra muy solícita y salerosa que se llama “Juanita” y que algunas mañanas nada más vernos pasar al lado de la finca donde ella está, se revuelca ante nosotros con todas las ganas para ganarse la cebada. Es una pena que tú no visites el Facebook, pues en mi página la podrías ver enfrascada en plena toma del baño matinal de barro seco, y comprobarías el empeño que le pone la tía.
Como bien dice el Prior, ya le sugerí en el Feisbuk el apadrinamiento de "Juanita", la burrina de la que colgó algunas fotos "ganándose la cebada", ya que para mi "Romualdín" pasó a mejor vida, bien sea porque la edad no perdone, o quizá a "mejor plato", y no debemos olvidar que lo de dar gato por liebre sigue vigente. Hay quien dice que la carne de minino a es tan sabrosa como el conejo, así que....
Publicar un comentario