domingo, 25 de enero de 2015
LA NOVIA DE MI AMIGO
Primero. Hay
dos grandes grupos. Los que piden haciendo algo (tocar algún instrumento,
cantar, vender algo, pintar etc…) y los que piden poniendo la mano sin más. A
los primeros nunca les niego una limosna, a los segundos, casi siempre.
Bueno, la única
vez que mendigué en la calle lo hicimos cantando. Digo hicimos porque éramos
tres. Arturo, Avanzas y yo en Londres. Arturo cantaba, Eugenio pasaba el dedo
en círculos como si fuera un tocadiscos, y yo con un bombín en la mano recogía
las limosnas. Arturo cantaba canciones asturianas en el corazón de Londres.
Cuando sacamos para unas cervezas, nos fuimos a beber.
Segundo. Luego
están los mendigos de a diario y los mendigos de ocasión. Los primeros te lo
ponen difícil, un mendigo de todos los días es malo de socorrer. Los mendigos
de ocasión son los más difíciles. Todos cuentan una milonga…que nunca sabes si
se están riendo de uno.
El más conocido
es que el que mendiga para completar el precio del billete. Perdió la cartera
y, claro…
El que te lo
pone tirado es el que dice que lleva dos días sin comer. A ese le pagas un
bocata o un menú y está resuelto (hay que vigilar que se lo coma). De toda
fauna de mendigos que pululan por ahí, el mejor es, como el mío, el que vende
clínex en un semáforo.
Así era el mío.
Pablo, se llamaba. Se había adjudicado en propiedad un semáforo en mi calle. Mi
calle desembocaba en una gran arteria: La avenida del Mediterráneo. Lógicamente
el semáforo de mi calle estaba mucho tiempo en rojo para los coches. Ideal para
el clinero, que tenía ante sí, ocho o diez coches cada poco a fin de ofertarles
su paquetito de pañuelos.
Pablo y yo nos
hicimos buenos amigos. Yo no le compraba clínex, pero le pagaba una caña al
día.
- - Entonces,
tú Pablo ¿Cómo te dedicas a esto tan joven?
- - Ya
ves, la vida…
- - Pero
¿Tienes familia?
- - Sí,
mi madre y una hermana.
- - Y
¿No vives con ellas?
- - No,
vivía. Me echaron de casa.
- - ¿Y
eso?
- - Porque
algunas veces llegaba a casa borracho.
- - ¿Algunas
o muchas?
- - Bueno,
bastantes…
- - Y
¿Dónde vives ahora?
- - Me
pago una habitación muy barata y con el resto voy tirando.
- - ¿Cómo
cuanto haces aquí cada día?
- - Unas
1500 pesetas.
- - Bueno,
amigo. Te dejo una caña pagada en el Cofi (pub de la calle).
- - ¡NO!,
que no me dejan entrar allí.
- - Bueno,
entonces te dejo pagada una lata de cerveza en el chino de al lado.
- - Eso
está mejor.
Así durante
días y días. También le suministraba algo de ropa. Alguna vez le compraba un
buen bocata. Supongo que yo era su mejor amigo. Un día que faltó llegó un
gitano rumano y se puso a mendigar. Tuve que tomar cartas en el asunto. Defendí,
creo que muy bien la plaza de mi amigo. Me encaré con el rumano, le mostré mi
carnet de la Biblioteca Nacional y le dije “Policía”. No quiero verte otra vez
por aquí. Si vuelves, te detengo.
No volvió.
Ya en
confianza, un día quise profundizar,
- - Bueno
Pablo ¿Nunca tuviste novia?
- - Bueno,
alguna.
- - ¿Y
ahora?
- - Ahora
tengo una chavala que anda por ahí abajo (señalando en dirección a la calle
Ciudad de Barcelona).
- - Hombre,
eso está bien. ¿Cómo la conociste?
- - Pues
un día que entré ahí abajo a un bar y ella estaba allí. Tomamos dos o tres
cervezas y yo quería irme a casa, pero empezó, no te vayas hombre, qué prisa
tienes, tómate otra…y al final me dijo ven conmigo hasta donde vivo y luego te
vas.
- - ¿Y
fuiste?
- - Sí,
fui con ella.
- - ¿Y
donde vivía?
- - En
un coche abandonado debajo del puente de
Vallecas.
- - Oye,
tío. No me fastidies. A ver si además del problema que tienes con el alcohol
vas a coger alguna enfermedad.
- - No,
tranquilo, ella es muy pero que muy limpia.
- - Ah,
bueno. Menos mal.
Pepe
Morán. Dominico-ex
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2 comentarios:
Durante mi estancia en la capital, frecuentaba la calle Issac Peral, muy cerca de Cristo Rey.
Alli nos sentábamos a charlar por las tardes, y a la misma hora pasaba, todos los días, un mendigo, primero dirección al Ministerio del Aire y a las tres ocuatro horas en dirección a Cristo Rey.
Un día le preguntamos cuánto sacaba en esas tres o cuatro horas y nos dijo que sobre 300 Pts.; más que la mayoría de los currantes en una jornada de trabajo y sin cansancio alguno.
Estando en la cola de un Banco situado en la Jirafa, me precedía un pedigüeño
muy famoso de Oviedo para depositar la recaudación, realizada la operación la empleda le entrega la libreta de ahorros, la pone a la altura de su cara y yo sin pretenderlo vi el saldo, que cara pondría, que cuando la cajera me atiende me dice, lo que vio es lo que es.
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