viernes, 23 de enero de 2015
REGRESO A CORIAS
No, no es un regreso físico, al menos de momento. Ya me gustaría dar una
vuelta estos días por ahí. Y aprovechar para echar unos cachaos de
vino acompañados de lacón, chosco o empanada en Santiso. Pero
otras ocupaciones, a pesar de estar jubilado, o quizá por eso, lo
impiden.
Solo se trata de un regreso, virtual como
dicen ahora, a través de una memoria alimentada por una conjunción de circunstancias. Soy de los que piensan, equivocado o no, que
se suele vivir, mejor o peor, en un evanescente
claroscuro llamado presente entre sueños de futuro
y olvidos del pasado. Al discurrir la vida y estar más lejos del
principio, y más cerca del final, los sueños van
escaseando al tiempo que el bosque de lo que pudo ser olvidado se va poblando.
Entonces algunos rayos del sol de la memoria penetran en ese tupido bosque y
recuperan parte del pasado. Cuando esto ocurre se acostumbra a rechazar, espíritu de autodefensa, los recuerdos que portan aires tristes y
malos, mientras se reciben con alborozo aquellos que los traen alegres y sanos.
No resulta esto tarea fácil. Como dicen que decía Séneca, “Nada necesita menos esfuerzo que estar triste”
No cabe duda que estos días, después de la pérdida de Víctor, todos andamos un tanto apagados y a la búsqueda de recuerdos gratos para combatir la siempre acechante
tristeza. Uno de los lugares donde se pueden encontrar esos recuerdos es en las
páginas de este blog. Luego cada cual busca otros filones que
alimenten de ánimos la vida.
Por mi parte, como decía, regresé a Corias de la mano de la novela Esperando
al rey escrita por José María Pérez, “Peridis”. Y no porque en ella aparezca Corias. La
trama comienza en el siglo XII cuando Alfonso VII, el emperador, divide el
reino de Castilla-León entre sus hijos Sancho y Fernando. El
libro confiere un inusual protagonismo a las siempre olvidadas por la historia;
las mujeres. También a los canteros que hicieron posibles las maravillosas
edificaciones románicas, cercanas ya al albor gótico, que
llegaron hasta nuestros días. Entre estos canteros aparece el
Maestro Mateo y sus afanes para acometer el Pórtico de la
Gloria, además de otros terrenales amores. Alfonso VII, según algún cronista, fue quien ordenó trasladar a
Corias, aunque otros aseguran que siempre permanecieron en Oviedo, los restos
de Bermudo I, su esposa Uzenda Nunilona (al escribir este nombre no entiendo
que pueda resultar extraño el mío) y su hija
Cristina.
Además de
novelista, dibujante y humorista -su viñeta diaria
en El País es de las más celebradas desde que, casi con fórceps, se logró la transición democrática- José María Pérez fue el arquitecto que
dirigió la remodelación de nuestro antiguo convento-instituto
con innegable acierto (de nuevo según mi opinión) a pesar
algunas feroces críticas recibidas. Críticas sustentadas en la mayoría de los casos por intereses políticos, o de
otra índole, más que por razones históricas o estéticas.
En el libro en cuestión, encasillado como novela histórica, se
respira en todas sus páginas respeto y admiración por el legado histórico arquitectónico.
Respeto y admiración que, salta a la vista, trasladó a Corias.
El preámbulo, toda
una declaración de principios, corresponde a un fragmento de un texto de César Vallejo:
“Y yo te digo: cuando alguien se va, alguien queda. El punto por
donde pasó
un hombre ya no está solo. Únicamente está solo, de soledad humana, el lugar por
donde ningún hombre ha pasado.
Las casas nuevas están más muertas que las viejas, porque sus
muros son de piedra o de acero, pero no de hombres. Una casa viene al mundo, no
cuando la acaban de edificar, sino cuando empiezan a habitarla. Una casa vive únicamente de hombres, como una tumba. De aquí esa irresistible semejanza que hay entre una casa y una tumba.
Solo que la casa se nutre de la vida del hombre, mientras la tumba se nutre de
la muerte del hombre. Por eso la primera está de pie,
mientras que la segunda está tendida”
Nadie puede negar que el monasterio,
convento, o como queramos llamarlo, de Corias, desde la más primitiva construcción - su evolución está representada con riguroso acierto en las maquetas existentes en el
actual museo - hasta su condición actual de parador, es una casa viva. Viva por las
miles de personas, religiosas o laicas, profesores o alumnos, visitantes
o residentes que pasamos o pasarán por allí.
Cada uno, en él, puede
reconocer sus huellas. En las escaleras desgastadas, en los pasamanos, en la
araucaria, en las antiguas amistades, en los miedos de aquel presente y la
esperanza de aquel futuro, en la demora para acudir al aula de estudio y la
precipitación para salir al recreo, en las lágrimas aún por secar derramadas sobre los antiguos pavimentos, y, si se
presta atención, se pueden oír sollozos quedos, sonoras risas y el
grito fuerte de algún fraile airado.
Se acometieron las reformas imprescindibles
para su nuevo cometido. Sin embargo, al caminar en el silencio de la noche por
los pasillos de los claustros, se siente, al menos yo lo sentí, que se está donde se estuvo.
Recuerdo cuando alojado en lo que ahora es
parador, al pasear por el claustro envuelto por la soledad de la noche, me
rondaban unos versos que si no recuerdo mal decían algo así:
Del
claustro, esbelto y verde surtidor,
árbol de
allende los mares traído,
la
araucaria te ha reconocido,
el
silencio es su saludo acogedor.
Frondosos
setos de boj alrededor,
laberintos
que ya has recorrido,
¿fugaces
destellos de quién has sido?,
hoy solo un huésped llegado
al Parador.
Parador
ave fénix del convento,
versado
centro, fuente de lecciones
que
del saber fueron primer sustento.
Si
en él de nuevo buscas ilusiones,
descubrirás que vano es el intento,
si
lejanas están ya tus pasiones.
ulpiano
rodríguez calvo
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5 comentarios:
En más de una ocasión me referí a la sensación que produce pasear por los remodelados claustros.
Se siguen oyendo los gritos y se percibe el ruido que, las dos filas de alumnos, producían al subir y bajar por las escaleras.
En el librillo editado cuando la apertura del Instituto titulado: "Puertas Abiertas", dice:
La antigua Escuela Apostólica, con sus 320 alumnos y 35 Padres y Hermanos, dejó Corias. Por un momento nuestros claustros quedaron vacíos, nuestros patios desiertos y los montes vecinos se volvieron más silenciosos sin el eco alegre de voces infantiles.
....... Diez frailes dominicos, con la ilusión de una nueva consigna, cruzaron animosos viejas verjas de hierro, volvieron a voltearse las campanas, y las cátedras y los confesionarios de nuevo estuvieron ocupados.
Cambio de tercio. Se cerró 2014 con una precipitación de 1125 litros y este mes está siendo abundante en lluvias y nieve.
Ulpiano, en esta primorosa entrada te superas a ti mismo ¡Que ya es difícil! Aparece en ella el culto, el filósofo, el poeta… Me quedo sin palabras.
Después de la opinión sobre la entrada, me gustaría comentar que me parece muy acertada la frase que citas atribuida a Séneca “Nada necesita menos esfuerzo que estar triste”. Yo no la conocía.
Ahora, copiando a Samuel, “Cambio de tercio” y precisamente es para decirle a él que esta semana –con las inclemencias del tiempo- me acordé varias veces de que el meteorólogo del blog nos tenía desinformados. Tenía pensado poner un comentario hoy solicitándole información y que fuera preparando la de enero, pues a juzgar por lo que llovió en Cangas va a ser un mes interesante. Así que me lo puso muy fácil.
También a propósito de lo que dice Samuel de la información “Puertas abiertas”, acabo de estar mirando la fotografía que tiene Manolo de todos los alumnos internos del primer año de Instituto Laboral y que eran sólo dieciocho. Estaban también los externos y mediopensionistas, pero me imagino que los trescientos veinte de la Escuela Apostólica serían internos.
De momento, la precipitación de enero, va por buen camino. El aljibe lo tengo a 3/4 y en un mes estará a plena capacidad.
Nos falta una buena nevada y más días de frío, para que la primavera venga florida y hermosa.
Los que vivimos lejos de Corias, tenemos la ventaja que al entrar en el Blog de los antiguos alumnos, nos recreamos la vista al aparecer majestuosa esa mole pétrea del convento. En el lado inferior derecho se observa un pequeño trozo de tejado, la casa donde pasé mi infancia y juventud; lugar hasta donde llegaban las voces juveniles de los niños que albergaba. Primero la Escuela Apostólica de los dominicos, y luego el Instituto Laboral.
Hoy llegan fotos y vídeos en tiempo real, como las riadas del Narcea, nada que ver como la del noviembre de 1966, que tengo gravadas en mi retina.
Este verano, mi hija pequeña de desplazó a conocer Cangas, al oírme hablar de los lugares donde me crié. Como sabe que me gusta la lectura, en la librería Treito, preguntó por algún libro que hablase del Monasterio de Corias. Le aconsejaron “ Arin”, de Agustín Roca.
Es una novela histórica, anclándose a principios del siglo XIII. El libro es un canto al concejo de Pola de Allande , donde nace Arín en el castro de san Chuis, descendiente de una familia de los guardianes del castro.
El libro III está dedicado a Corias, a donde se traslada Arín por ser un maestro cantero constructor, siendo muy apreciado por el abad benedictino, pero sin estar integrado plenamente en la vida monástica. Realiza toda clase de trabajos y construye casas en Regla de Corias. En Los siguientes libros, se desplaza a Roma con un encargo del abad para el mismo Papa, sufriendo toda clase de peripecias en el camino. Toma parte en la batalla de las Navas de Tolosa, siendo prisionero de los muslimes. Posteriormente regresa para asentarse en Riovena, donde su maestría construye molinos, batanes, ferrerías….
Como dice Ulpiano en su entrada, uno también regresa a Corias, mental y virtualmente; y carga las pilas con esta herramienta que es Internet, que hace acortar las distancias.
Hoy se celebra Santiso, esperamos que tanto Maribel como Mamen, nos cuenten como está la Villa, aunque por lo que predice el tiempo frío y nieve que apenas apetece salir.
Sabes Carlos,que yo celebro todo y Santiso,como sabes en Cangas y en Aviles,con los residentes que hay ahi de Cangas,bien que lo pasamos,echamos ,algun cantarin y todo,hoy tambien se celebraba Santisin,pero hoy iba La Cofradia del vino,pero tuvieron suerte que no llovio,pero frio a porrillo,pero tamos en el tiempo,tengo ido yo de nena,con una buenas nevadas,pero Santiso era sagrado,habia que ir,ye la primera folixa del año.Como te leí hablar de San Chuis,alli tengo echado unas cuantas partidas al tute,por el verano,yo pensaba ,si levantaran la cabeza, los que hicieron esto y vieran aqui a estos individuos profanando sus habítaculos,que dirian
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