A eso de las tres y cuarto el caballo se fue acercando al carro con síntomas de agotamiento. Ramón desde el pescante le decía palabras cariñosas para ir suavizándolo. A las tres y media se acercó. Le pasó la mano por el cuello y le habló tiernamente a la oreja. El pobre Sindo se rindió. No sabía qué ocurría pero se rindió. Dejó que Ramón le atara a un árbol. Ya había pasado lo peor. Faltaba averiguar cuál había sido la causa de lo ocurrido al animal.
miércoles, 14 de enero de 2015
Sindo, memorias de un caballo (V)
Ramón dio en
pensar que allí se había acabado su viaje. Es más, le disgustaba la idea de que
no iba a ser posible vender un caballo, que además de feo, estaba loco.
Se sentó,
confiando en que se le pasaría o que
terminaría por cansarse y se dejaría coger. Era la una de la madrugada y Sindo
seguía corriendo de un lado para otro, sin control alguno. Por momentos se
detenía unos instantes. Ramón trataba entonces de ponerle una cabezada. Sindo
escapaba de nuevo, no había manera.
A eso de las tres y cuarto el caballo se fue acercando al carro con síntomas de agotamiento. Ramón desde el pescante le decía palabras cariñosas para ir suavizándolo. A las tres y media se acercó. Le pasó la mano por el cuello y le habló tiernamente a la oreja. El pobre Sindo se rindió. No sabía qué ocurría pero se rindió. Dejó que Ramón le atara a un árbol. Ya había pasado lo peor. Faltaba averiguar cuál había sido la causa de lo ocurrido al animal.
De momento,
procedía a dormir un rato y a ver si lo podía aclarar con un veterinario,
luego, en la mañana del sábado la tranquilidad de todas las noches volvió a
reinar en el pequeño campamento.
Faltaban unos
minutos para las diez y nuestro viajero estaba en la Plaza Mayor. Apenas dos o
tres tiendas estaban abiertas. El bar abría en ese momento. Allí se dirigió
Ramón.
“Oiga, por
favor ¿Dónde podría encontrar al veterinario?” Le preguntó al dueño del bar.
“Lo siento
Señor, aquí en este pueblo no hay veterinario.” Contestó, y a continuación
“¿Qué problema tiene?”
“El caballo,
algo le pasó esta noche.”
“Bueno, si
quiere mi consejo, vaya a ver al boticario. Sabe más de animales que todos los
veterinarios juntos. Ya me lo dirá.” Dijo el del bar.
Ramón se
encaminó hacia la botica, que acababa de abrir.
“Muy buenas,
quería consultar algo con el boticario”. Dijo.
“Hola, ¿Qué
tal? Usted es el minero asturiano ¿Verdad?”
“Sí, llevo aquí
veinticuatro horas y ya veo que está enterado todo el mundo”.
“Sí, claro
comprenda que no solemos tener visitas a diario. Es una novedad. Bueno ¿En qué
puedo serle útil?”
“Pues me han
mandado a hablar con usted, es algo de mi caballo y dicen que usted sabe mucho de los animales. Vera
usted…” y le relató con todo tipo de pormenores lo ocurrido.
¿Y todo esto
dentro de la dehesa, cerca de la entrada de la carretera?
Sí,
exactamente.
Bueno ¿Dices
que ahora mismo está atado?
Sí, así le
dejé.
Bueno, es
importante sacarle de allí cuanto antes. Vete y a ver si puedes uncirle al
carro y traerlo aquí a la plaza. Yo iré por allí cuando cierre al medio día.
Que sé lo que le pasa, pero necesito verlo sobre el terreno.
Ramón, se fue a
la finca inmediatamente. Allí todo estaba en paz. El Jass le recibió como
siempre, poniéndole sobre el pecho las patas delanteras, que es como saludan
los perros cariñosos.
Sindo estaba
tranquilo y le dedicó una somera mirada. Ramón se acercó a él, le dio varias
palmaditas, le acarició el pescuezo, todo musitando palabras relajantes.
Cuando vio
claro que Sindo ya no tenía peligro, lo desató y le hizo entrar entre los
varales del carro. El pobre caballo ya era el de siempre: tranquilo, sumiso,
obediente, serio.
No se hable
más. Salieron camino de la plaza con la tranquilidad de tantos y tantos días,
pasados por el mundo.
Cuando paró el
carro frente a la farmacia, salió el boticario y tras echar una ojeada a Sindo,
recetó: “Mira, coge un cubo y llénalo de agua, ahí en la fuente. Luego disuelve
una aspirina en un vaso y échalo al cubo. Que beba todo. Luego, si admite más
agua, le pones otro cubo con otra aspirina. Así hasta tres veces si es que lo
bebe, que apostaría que sí”.
Ramón, siguió
las instrucciones del boticario. Hasta tres cubos de agua se bebió y, claro,
tres aspirinas. Se le fue la mañana en buscar cubos de agua y observar la
reacción del caballo.
Ya al filo de
la dos de la tarde, se acercó una chica joven, bien parecida y con el aspecto
de no ser del pueblo. Su ropa, su cabello cuidado, todo su aspecto la hacían
diferente. Se acercó a Ramón.
- - Hola
soy Gloria, una de las dos maestras del pueblo. Le tendió la mano.
- - Encantado.
- - Eres
la novedad del pueblo ¿Lo sabías?
- - Eso
parece.
-
Escucha,
si vas a estar aquí el lunes me gustaría que fueses hasta la escuela. Me agradaría que les dijeses cosas de la mina a los niños mayores.
- - No
sé qué decirte. Yo no sé hablar como los maestros.
- - No
importa. Yo te voy preguntando cosas y tú nos cuentas.
- - Tampoco
sé si voy a estar el lunes.
- - Bueno,
suponiendo que estés. Prométeme que acudirás.
- - Bueno,
si te empeñas.
- - ¿Qué
vas a hacer esta noche? Porque ponen cine. Una del Oeste. Te invito a verla.
Gloria se fue,
la vio ir, la siguió con la mirada. Ramón se fijó en su sonrisa al recordarla.
Había sido un momento y le daba la impresión de que la conocía hacía mucho
tiempo, que le era familiar. Lo que no entendía, era como podía ponerse seria
por ejemplo, en clase. Es que sonreía con toda la cara, no solo con la boca.
Los ojos, los párpados, las cejas, los pómulos. No concebía que pudiera no
sonreír. ¿Qué habría tras aquella sonrisa tan natural? Tenía cara de pillina,
sin que lo fuese. Parecía una sonrisa de adolescente. En bable se diría que
tenía la cara de guajina revoltosa. Y luego la naturalidad de la chica fue lo
que más le desconcertó.
No le había
dado oportunidad de ponerse en guardia como solía hacer con todas las que
conocía por primera vez. Sus amigos en Carisia, le solían decir que o tenía
miedo a las mujeres o no tenía ganas de comprometerse. Sí era verdad que sentía
un poco de vértigo cuando se sentía ligeramente atraído por alguna chica. Su
orfandad desde casi la cuna le había marcado. Por una parte le atraía algo que
le era desconocido, la dulzura femenina. Pero ese mismo desconocimiento, le
provocaba una especie de miedo a lo desconocido y de timidez.
A la espera del
cierre de la botica, mientras terminaba de atender a la salud de Sindo, se
sentó al lado de la fuente y trató de quitarse de la cabeza la imagen risueña
de la maestrita. La alarma sobrevino cuando se dio cuenta de que llevaba más de
media hora pensando en ella. Jamás le había ocurrido y, el pobre, falto de
experiencia previa no se percató de lo peligroso que puede llegar a ser tener
durante tanto tiempo en la mente la
imagen fija de una chica. Es tentar a la suerte y acercarte demasiado al
precipicio. Si piensas en una, media hora seguida, estás ante el riesgo de
pensar en ella una hora, dos horas… y eso nunca le había ocurrido. El recuerdo recurrente de la dichosa sonrisa
le resultaba inevitable de dominar. En fin, que, como siempre. Por ahí se
empieza.
Por no poder
evitar una imagen que resulta a un tiempo deliciosa y no deseada.
Sintió que
naufragaba cuando se percató de que sería estupendo volver a verla sonreír.
Durante un rato se debatió, por primera vez en su vida entre el deseo de estar
otro rato mirando aquella carita, y su temor a involucrarse en algo que no le atraía.
A las dos vino
el boticario a sacarle de esa pesadilla.
¿Vamos? Tengo
que ver por donde anduvo comiendo ayer el caballo. Y se fueron camino de la
dehesa. De camino el boticario ofreció:
- - Oye
¿Dónde tenías pensado comer hoy?
- - Bueno,
como siempre, llevo comida en el carro.
- - No,
mira ya avisé a mi mujer que estás aquí y vienes a casa a comer con nosotros. Y
no me digas que no. La comida ya está preparada.
- - No
me dejas escape ¿Verdad? Replicó. Bien, comamos en tu casa.
- - Además,
prosiguió el boticario, seguramente tendré que hablar contigo un rato después
de comer. Me temo que hoy te vas a enterar de cosa que ni te imaginas.
- - ¿De
qué me hablas?
- - Espera
un momento y lo verás. Necesito confirmar una sospecha que lleva toda la mañana
rondándome la cabeza.
Cuando llegaron
al lugar donde había pasado la noche, Ramón y su amigo Sindo, el boticario empezó a
escudriñar el suelo, caminando de un sitio a otro. Cada poco Ramón, le oía
decir “Ya, claro, efectivamente, evidentemente, claro, claro”. Luego, cogió una
amapola, cerca de allí cogió una hoja de un arbusto, luego otra y luego otra
más allá…
Al fin se
dirigió a Ramón.
Mira, amigo,
amapolas, estramonio y floripondio, la tres son plantas alucinógenas. En
pequeñas cantidades no provocan efecto, pero ingeridas todas juntas y en grandes dosis resultan
fatales. Tu caballo estaba anoche completamente drogado, borracho. Pudo
envenenarse, menos mal que no terminó en una desgracia.
Ramón estaba
perplejo de semejante diagnóstico.
Oye ¿Y ahora
que va a pasar con el caballo?
Supongo que ya
pasó el peligro. Yo le recomendaría que le dejes tranquilo un par de días.
Vamos a tenerle un poco a dieta. Solo agua en abundancia.
Pues vaya lío
en el que me mete.
Oye, ¿Tú que
prisa tienes? Si llevas casi un mes rodando por el mundo que más te da un día
más o menos. Yo creo que es mejor para el caballo no esforzarse para nada en un
par de días. Así eliminará mejor todas las sustancias tóxicas que comió. [continuará…]
Pepe
Morán. Dominico/ex
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Noticia destacada de LA VOZ DE GALICIA,hoy 15 de Enero de 2015.
La supuesta "burundanga" de los Rosales-barrio de La Coruña-era estramonio.
Esta noticia viene a cuento por la violación de una joven hace unos días en la zona y a la que se cree,fue drogada con "burundanga"
El estramonio,planta tóxica muy común en los bosques y montes de toda Galicia,inclusive en los bordes de los caminos.También es muy común la "burundanga" en zonas verdes de climas húmedos,como aquí ocurre.
Hace tres años dos jóvenes fallecieron en Madrid al combinar extramonio con otras sustancias tóxicas.
En 2004,diez jóvenes tuvieron que recibir asistencia médica en la zona del Barbanza,lugar de Galicia.
Dice la noticia,que contiene alcaloides como la escopolamina-común la"burundanga"-que dependiento de la cantidad que se suministre,puede incluso causar la muerte.
El estramonio es una planta muy abundante en las tierras que están en barbecho o baldías, lo mismo que en las cunetas de los caminos. En León es frecuente verla en estos lugares durante el final del verano. El estramonio está relacionado con la brujería. Se cree que el tópico de las brujas volando sobre escobas viene de que las usaban para aplicarse con el palo o mango un ungüento en la vagina que sacaban de esta planta alucinógena. Parece que también se untaban los sobacos y otras partes del cuerpo donde crece vello, para sentir la sensación de que flotaban o volaban. De ahí que estos años de atrás unos jóvenes en Getafe, ingirieran partes de esta planta, de efectos alucinógenos, mezcladas con alcohol y unos ya fueron víctimas de la Carpanta al poco tiempo de haberla consumido, y otros tuvieron que ser hospitalizados en estado de coma por intoxicación del combinado estramonio-alcohol. Popularmente a esta planta de la familia de las Solanáceas también se la conoce como: berenjena del diablo, o higuera del infierno. Con estos nombres se puede uno hacer cargo de los efectos que puede producir. De antiguo la medicina tradicional usaba infusiones de estas plantas para tratar el asma. Pero este uso está totalmente abandonado. En las fotos se pueden ver dos variedades: una de flor blanca y otra de flor color morado claro.
No, no están faltos de razón
los cuarenta comensales
que hacen olas a raudales
al docto y claro ex mentor.
Pienso como hace Samuel
de esos cuarenta colegas
de extraordinario nivel:
todos deseamos sus letras.
De ideas van sobrados
y con sus aportaciones
al ser genios consagrados,
sería un Blog de …valores.
¿Qué sería de Maribel,
de Gera y de Ulpiano,
de nuestra Olga y Samuel,
y de Alfredo, mi paisano?
¿De Francos, cuasi santeño,
de Cubanín, el isleño,
de Mamen y de Longinos,
y del Prior más Galán
que nos puso en los caminos?
¿Nos harían olvidar
al bloguero más “Pelgar?
El tema de la burundanga es muy serio. Creo que es una droga que te quita la voluntad y que no es necesario ingerirla para que haga efecto, simplemente teniendo contacto con ella. Eso es lo que tengo entendido.
Jose Manuél, yo creo mas bien, que es el "Pelgar" el que se olvida de nosotros. Yo he disfrutado muchísimo y me he reído hasta saltarme las lágrimas con sus historias, sobre todo en sus primeras entradas, cuando contaba las historias mas verosímiles y que yo creo que no se las inventaba tanto como después.
De todas formas, sería estupendo que entrara con mas frecuencia, pues siempre que lo hace nos motiva y nos obliga a entrar al trapo...., el muy pelgar.
No se conoce muy bien su procedencia, aunque no pocos aseguran que viene de américa, donde se considera afrodisíaca y de uso bastante habitual.
En guaraní, su nombre es "yua aqué", es decir, fruto espinoso que hace dormir.
Muy utilizada en farmacia por su enérgica acción sobre el sistema nervioso.
Sus hojas, aplicadas como cataplasma, se utilizan para calmar los dolores reumáticos.
En algún tiempo se usaban, como lavativas, aunque su empleo es muy peligroso porque los alcaloides son rápidamente absorbidos por vía rectal.
Su uso más frecuente es para confeccionar cigarrillos antiasmáticos, pero siempre con máximo cuidado.
Su intoxicación debe combatirse de inmediato con lavado de estómago o, en cualquier caso, obligando al paciente a vomitar.
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