viernes, 22 de febrero de 2013
Yo, preso en Lyublyana
Adivino lo que algunos están pensando: “Vaya, ya está Morán
apropiándose el protagonismo de situaciones increíbles”. Pues no, así fue y así
lo viví. Tampoco importaría que lo inventara pues, a fin de cuentas, como dicen
en italiano “Si non e vero e ben trovato”. Si resulta ameno poco importa la
veracidad de lo contado.
Cuento con el hecho constatado de que en Corias en aquella
época nuestra, la geografía se estudiaba en serio.
Así pues, Lyublyana es la capital de Eslovenia y esta era la
más al noroeste de la antigua Yugoslavia, lógicamente regida por los comunistas
hasta principios de los noventa. Como tal régimen comunista, estuvo unos sesenta años al margen
del turismo. Sirva esta introducción para situar mi triste experiencia en una
cárcel eslovena.
Aquel verano, “91 – 92” yo estaba pasando algunos días en
Basilea, y fui con mis anfitriones a conocer la vecina Alsacia, región francesa
limítrofe con Alemania. Solamente separadas por el río Rhin. Alsacia entera es
un jardín y sus vinos blancos una golosina. Colmar (donde hasta los canalones
están ornados de flores) y RiqueWhr donde bebí el mejor vino blanco de mi vida,
un día soleado en una terraza sombreada.
De pronto sonó mi móvil, y recibí la grata llamada de J. R.
G. Fresno ex alumno de Corias e
importante empresario.
-
Hola Pepe, soy Fresno ¿Por dónde andas?
-
Hola, Ramonín, estoy en un pueblo de Alsacia, de
turismo.
-
Oye, yo estoy en Lyublyana que maravilla es
esto. Estoy tomando una cerveza en una terraza. Es una gozada de país. Escucha,
voy a estar aquí varios días… ¿Porqué no coges un avión y vienes mañana a pasar
aquí tres días?
-
Bueno, no creo que sea fácil, tendría que ir en
avión a Bruselas o a Frankfurt o quizás a la cercana Estrasburgo.
-
Bueno, mira a ver si te arreglas, estoy en el
Hotel Continental.
-
No te prometo nada, pero si puedo allí me
tienes.
Y en efecto, cogí un tren para Frankfurt y al día siguiente
un avión a las 4 p.m hasta Lyublyana. A las siete estaba en el hotel de Fresno.
Cenamos al aire libre, nada del otro mundo, Fresno pidió una lyublyana al
natural pero no tenían disponibles. Nos retiramos pronto, pues él tenía una
importante reunión temprano y yo estaba cansado de tanto viaje.
Cuando al día siguiente me lancé a la calle, serían las
nueve y media no sé por qué razón iba soñando con desayunar un par de huevos
fritos con una loncha de bacon y una jarra de cerveza negra.
Recalé en la terraza de un restaurante y pronto vino un
camarero, ahí empezó mi tragedia, que dio con mis huesos en la cárcel. Yo había
oído decir un tópico muy conocido: “Sabiendo inglés, te defiendes para viajar
por todo el mundo”. Lo que no concreta la frasecita es que sepan inglés tus
interlocutores.
-
¿English?
-
Negativo.
-
¿French?
-
Negativo.
-
¿Españolo?
-
Negativo.
-
¿Italiano?
-
Negativo.
No pregunté en bable de milagro, ante una situación así, no
caben más que dos soluciones:
-
La artística.
-
La cómica.
Yo descarté la cómica pues uno tiene cierto sentido de la
dignidad y del ridículo y no me quería rebajar a ponerme en cuclillas en forma
depositiva y aleteando con los brazos, avanzar por la terraza proclamando “co
co co”, igual me entendía que quería un pollo asado.
Sé de un magistrado de la Audiencia nacional que acompañado
por su mujer en un país eslavo, al desear unos huevos, como yo, se puso en
cuclillas y recorrió todo el restaurante aleteando con los brazos e imitando a
una gallina.
La artística. Ay amigo, pídanle a un negado como yo para el
dibujo que plasme bien claro en un papel un plato con dos huevos fritos y
bacon. Yo me pongo a dibujar un gato y me sale un sofá. Pero de perdidos al
boli. Dibujé algo parecido a un plato (yo creo que me salió octogonal y dentro
dos redondeles, lo intenté , metí en el pretendido plato dos círculos más
pequeños con un puntito en el centro, el camarero miraba intrigado, pero no
entendía, cogió el boli y le puso al plato dos patas de ave. Yo no quería
pollo. Taché las patas, vinieron otros dos camareros, tan políglotas como el
primero, uno cogió el dibujo y en la parte posterior del plato le dibujó un
rabito enroscado. Lo taché furioso, un tercero cogió el boli y trazó una recta
de un ángulo a otro, con lo que insinuaba un pez geométrico. Estuve tentado a
llevarme la mano a cierto sitio pero temí que como aquí en España creyeran que
era un gesto insultante. Yo estaba desesperado ¿Pero es que no había nadie que
no sabía hablar ninguna lengua que no fuera el esloveno?)
“Is there anybody who can explain in sloveno, huevos con bacon” Nobody.
Digo
nadie. Ya había cinco camareros, uno cogió el bolígrafo y seguramente ya
informado de que era español le dibujo al monstruo picassiano que teníamos ya,
un par de cuernos, al tiempo que con una servilleta dio dos capotazos al aire.
Yo estaba frenético. ¿Cómo es posible que nadie supiese inglés cuando en España
lo hablan hasta los de Rengos? Ya fuera de mí – out of my mind - le pegué una patada a la mesa, otra a la
silla y me fui. No llevaba andados más de cuarenta metros cuando alguien me
cogió del brazo derecho y simultáneamente otro del brazo izquierdo. Miré. Eran
dos policías uniformados, algo dijeron que yo interpreté “Queda usted
detenido”. Y hacía la comisaría. El comisario estaba ocupado y me metieron en
un cuartón. Al cabo de media hora me
recibió y en un fluido esloveno intuí que me hacía preguntas. Nada. Volví a mí
inglés, francés. Nada. Entonces tuve una gran idea, cogí el móvil y escribí en
un papel mi nombre y el hotel donde me hospedaba. Como la palabra hotel es
universal, aquel borrico pensó que quería hablar con alguien del hotel, para
que acudieran en mi ayuda y para que avisasen a mi colega Ramón. Hablé con un
chico que vino del hotel y le expliqué lo ocurrido (por cierto me dijo que ese
desayuno me lo podían haber facilitado en el hotel) quedamos en que el
comisario haría ciertas gestiones previas y que en cuarenta minutos estaría
libre. Otra vez al cuartón, ahora había otro inquilino: un hombrón enorme, de
barba blanca y aspecto de marinero noruego. Al cabo de media hora me llevan
ante el comisario que estaba acompañado de mi amigo Ramón. Este muerto de risa
me echó una regañina: “Pero hombre, Pepe, que no se te pueda dejar solo ni una mañana... ¿Fue por culpa de una
lyblyana?” “Que va, - respondí -avergonzando,
fue por un par de huevos fritos”
Allí continuamos dos días, realmente era una ciudad con
encanto, pero no había manera de hablar con nadie, vivimos de tópicos: “Hoy con
el inglés y el español, das la vuelta al mundo”. Recuerdo que un alumno mío en
Madrid me decía “Si yo supiera el inglés que tú este verano arrasaba en Ibiza”.
Que no, tío que hay sitios imposibles y mira que las lyblyanas estaban
buenísimas: al horno, fritas, a la plancha. Al natural. Fresno quería una al
natural, pretestando que en Japón se comen el pescado crudo y en China comen
perros. En seguida le disuadí, arguyendo que no quería verle en la cárcel como
yo.
COMENTARIO: En pleno siglo XXI en Europa, donde millones de
personas deambulan por todo el continente, aquellos miserables no habían
aprendido que el negocio del turismo conlleva ciertas exigencias mínimas
¡Claro! Casi sesenta años allí encerrados sin salir ni recibir visitas del
resto del mundo terminaron por crear un turismo tan elemental que ignoraba que
huevos en inglés, se dice eggs, aunque puede que sea mi culpa no saber que
huevos, en esloveno se dice jajca.
Pepe
Morán. Dominico. Ex
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2 comentarios:
La historia es amena y creíble. Hay que pensar fue hace 20 años y la ciudad recién salida de un régimen comunista más o menos cerrado al turismo. En esas ciudades, algo por mi experiencia, y más por lo leído y oído, en hostelería, salvo en los hoteles de una categoría como son aquí los de cuatro o cinco estrellas, se hablaba sólo el idioma propio. Tampoco ponían mucho interés en querer entender a la gente.
¿Prisión o detención?, dos palabras análogas pero distintas. La prisión solo la puede decretar la Autoridad Judicial, bien por sentencia firme, o en la fase de instrucción del proceso, para evitar una posible fuga u ocultación de pruebas.
La detención es practicada por los agentes de la Autoridad. Si el encausado no tiene documento que acredite su personalidad, se le lleva a comisaría o cuartel de la Guardia Civil, para practicar las correspondientes pruebas de identidad, finalizada éstas si no existe obligación de presentarlo ante la Autoridad Judicial, queda libre.
El artículo 540 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, es muy taxativo en la forma de proceder a la detención y derechos que asisten al detenido. Pobre del agente de la Autoridad, que no cumpla con lo preceptuado en dicho artículo, pues entonces el detenido será él.
En mis años en activo tanto en la Policía Judicial como en la Guardia Civil de Tráfico, cuando por alguna circunstancia se detenía un vehículo en la carretera, ( bien por control rutinario, como por una supuesta infracción), si el conductor era español no había problemas, pero si era extranjero, empezaba un diálogo de sordos ( hay que tener en cuenta que el extranjero tiene que pagar la multa en el acto o se les precinta el vehículo). Estábamos dotados de unas cartulinas, escritas en los 6 idiomas más hablados de Europa, que eran los turistas que nos visitaban. Cada una decía lo mismo en su respectivo idioma mas o menos lo siguiente: “ Usted ha cometido una infracción al Reglamento General de Circulación Español, el agente no entiende su idioma, debe abonar la cuantía que se le indique……………”. Los números son universales, se les indicaba la cuantía con el correspondiente descuento y santas pascuas. Hoy en día, las cartulinas están traducidas al Chino, Japonés……….
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