sábado, 13 de noviembre de 2010
**LOS MAIZALES**
Hoy he leído una noticia en el periódico que decía: Los maizales hospedan la maría. En ese mismo momento he pensado para mis adentros, vaya, lo que le faltaba al maíz, aparte de manipularlo genéticamente ahora le quieren hacer cómplice de situaciones ilegales. El cultivo de la "maría" cuyo nombre científico es Cannabis sativa, se ha hecho tan doméstico, últimamente, que el menor día la veremos adornar los balcones y ventanas de las casas. Aunque para alféizares y repisas de ventanas y balcones, la verdad es que no se presta mucho, no por otra cosa, simplemente por la gran altura que alcanza la planta pero, visto lo visto, todo puede llegar. Hasta ahora se cultivaba de forma camuflada en parcelas baldías, situadas en medio del monte, sobre todo, en sitios alejados del tránsito humano, y en tiestos de gran tamaño en el interior de las casas con luz artificial; pero a los maizales aún no les había llegado el turno. Ahora, parece que ya sí.
Los maizales siempre han sido unas plantaciones gregarias hermosas con múltiples usos. Digamos que, hasta los años cincuenta-sesenta, más o menos, en las zonas rurales como no se disponía de cuartos de baño en las casas, las evacuaciones mayores corporales se hacían principalmente en dos puntos cercanos a la vivienda: en la cuadra durante el invierno, y en el verano y parte del otoño, en los maizales. Esta frondosa y esbelta gramínea que alcanza gran altura y que gracias a la espesura y verdor que logran sus plantaciones cuando están bien desarrolladas, ponen a nuestro alcance, gratuitamente, camuflaje y cobijo para múltiples usos.
En las fiestas de los pueblos los maizales que estuviesen próximos a los prados donde se celebraran las romerías veraniegas, ya podían prepararse pues, los cortejos vespertinos que llegaran a buen término, por la noche siempre se culminaban bajo la protección de estas plantas. A veces, los efectos eran devastadores, similares al paso de una piara de jabalís. También los había muy discretos y cuidadosos que apenas se notaba su paso por la plantación; pero al dueño del maizal cuando le tocaba, éste, podía echar todas las pestes que quisiera, pero tenía que aguantarse. Muchos animales también los usan como guarida para protegerse del hombre y así poder camuflarse durante el día, y la noche. Otra utilidad del fruto ya maduro, de uso exclusivamente infantil y un tanto chusco que hacían la chavalería en el invierno, era el utilizar el pelo de las panochas para situárselo adecuadamente, a los muñecos de nieve en los bigotes y en otras partes.
Y si el pelo de las panochas se usaba para presentar escenas chistosas, no digamos de las hojas de las mazorcas que servían como relleno recambiable y sonoro de los jergones para los peques en las casas, ya que, cuando a éstos se les soltaba la espita sin previo aviso durante la noche, no quedaba otra solución que vaciar el jergón y “fuecha” nueva . Había casas en las cuales, gastaban tanta que, toda la fuella que hubiera en el cortinal, toda era poca.
Bien podemos decir que el maíz, es una planta tan útil que, aparte de su cometido vital alimentario, tanto humano como animal, también se presta a proporcionarnos durante su desarrollo, toda una serie de servicios primarios muy necesarios. Etimológicamente, su aumentativo sirve para designar a un tío desgarbado y muy grande, llamándole maizón. El fruto, es decir, la mazorca, también suele servir de elemento comparativo para ponderar lo voluminosa que debiera ser cierta parte el cuerpo, que ahora no viene al caso mencionar.
Concluyendo, digamos que el maíz nunca puede disfrutar de estar solo. Cuando no es el hombre quien le manipula o perturba, son otras plantas que también gustan de vegetar junto a él, en su mismo terreno: como las habas o los calabazones. Pero como hoy día, todas estas utilidades que nos prestaba el maizal, han ido quedando obsoletas, resulta que, ahora que el maíz estaba empezando a estar muy a gusto y contento él solito; va y le sale una nueva intrusa que es la “maría”. ¡Qué poco dura la alegría en casa del pobre! Lo peor es que a esta peligrosa y psicoactiva dama, también apodada como “marijuana”, le gusta mucho el sol y, por lo tanto, como no se dé prisa en crecer para, al menos igualar, a las estiradas espadañas de las mazorcas, tendrá que asistir a sesiones diarias de rayos UVA para suplir la falta de luz solar.
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