EL CONDE DE SOTIECHO

Si alguna vez entráis en Asturias por la autopista del HUERNA, sabed que, justo debajo del peaje llamado de Campomanes, hay un pueblo llamado Sotiecho de larga y apasionante historia. Encima  del peaje hay una aldea, hoy abandonada, llamada ALCEO DE LOS CABALLEROS. Sugerente  nombre con resonancias medievales. Es un pueblo original pues la mayoría de sus casas tienen una noble factura de piedra de sillería y todo quiere rememorar alguna pasada grandeza. Hay quien opina que allí estuvieron establecidos los Templarios. Hoy es una llaga. No le falta ninguno de los síntomas  que caracterizan a los pueblos abandonados: el silencio, las ortigas y eso que hace que una casa, por pobre que sea, resulte humana: humo en una chimenea. No os invito a entrar en una casa pues están todas impresentables

Yo pienso ir por allí, una vez más, este verano. Ando escaso de inspiración  y no renuncio a la idea de, entre tanta ruina, encontrar algún pergamino que me sirva de inspiración  para escribir una novela histórica. Aquí, desde el famoso CODIGO DA VINCI, todo el mundo encuentra un pergamino y ya le vale. Mi compañera de la Complutense, Julia Navarro, encuentra cada poco un legajo antiguo que le da para una novela de 634 páginas. Cómo  será lo mío que  hasta sueño con el argumento que desvelará mi  pergamino. Nada original. Hablará de una Iglesia pervertida, meteré algo de erotismo….en fin lo normal de estas novelas. En mi caso sería estupendo descubrir que había una grave malquerencia entre el obispo de Sotiecho y el Arzobispo de Campomanes y todo por causa de una moza de Sotiecho de buen ver y mejor palpar. No me negareis que, de entrada, ya tiene el morbo que le gusta a la gente. Luego resultará que la tal moza tuvo un hijo con el obispo de Sotiecho, el cual hijo, llegado a su madurez, llegó a ser un famoso bandolero que asoló durante años todo el valle que va de Ablaña hasta Pajares. Fue odiado por todos los hombres de la comarca y adorado por todas las mujeres, que ya es sabido que a las mujeres les chiflan los bandidos.  Luego le retiró de la higiénica vida de salteador de caminos y le recluyó en el  Convento de Corias a purgar sus muchos pecados. Puedo incluso atribuirle el invento del garabatu. También pienso que no vendría mal crearle un competidor en su faceta de cazador de hembras y para eso nada mejor que enfrentarle al Conde de Sotiecho famoso en aquella época por su enorme capacidad genesíaca, es decir, para engendrar. Hay documentos (y si no los hay, los invento) que acreditan un  enorme subidón de la demografía en toda la zona. La mayoría de los historiadores venían atribuyendo tanta paternidad al Conde, pero ahora descubro yo la contribución del bandolero al incremento de la población. Algún día os contaré la historia del condado de Sotiecho. Ya la tengo escrita.

Simplemente para picaros la curiosidad os diré un detalle. El 21º Conde de Sotiecho fue alumno mío en Corias durante siete años. Actualmente es un alto ejecutivo de la RENFE, con residencia en Madrid. Si pasáis alguna vez por la estación de Chamartín, preguntad por él. Tiene allí su despacho. El no  anda por ahí presumiendo de título nobiliario pero yo, que lo sé,  lo cuento porque tengo a honra haber tenido un alumno Conde. Se llama Jesús Álvarez Lorenzo, estuvo en Corias del 63 al 70 y luego hizo la carrera de ingeniero.

Ya  veo vuestra cara de sorpresa al leer esto. Pues ¿que diríais  si os informara  que  no fue este el único alumno de Corias con título nobiliario? En su mismo curso estaba  José Manuel Álvarez González, Marqués de EL RODICAL. Actualmente es el director de las Escuelas de Arriondas. No sé que tal les sentará que descubra este secreto pero, como son buenos amigos míos, me perdonarán. Si ya cuando estaban en Corias se les atisbaba un estilo, unas maneras que denotaban el noble origen. Me acuerdo perfectamente.

En mis tarjetas de visita tengo escrito debajo: Ex profesor de un Conde y de un Marqués. Que nadie vaya a pensar que fui un don nadie.

¡Ay, cuantas cosas  le quedan a uno por contar…!

Pepe Morán  Fernández