miércoles, 13 de julio de 2011
MEMORIA HISTÓRICA Y CORIAS
Hay acontecimientos en el devenir de la historia de las colectividades que dividen la historia en un antes y un después. Tal es la invención de la imprenta o la revolución informática. Hablo, claro, de la historia en su sentido multisecular y global. Ahora bien, no cabe duda de que , a menor escala, podemos hablar de “trozos” de la historia, de nuestra historia que han significado un cambio de enorme envergadura, fenómenos que nos autorizan a decir que han marcado también un antes y un después para la sociedad y para nuestras vida. Curiosamente pueden transcurrir decenas y hasta cientos de años sin que nada de relieve haga cambiar el normal discurrir y en nada se diferencie un siglo del anterior y del siguiente. Entre 1550 y 1770 no recuerdo nada que supusiera un cambio transcendente, ni para la sociedad en general ni para los individuos concretos que vivieron ese periodo.
Ahora, dicho esto, voy a lo que voy. Estoy seguro de que la mayoría de mis alumnos de la época de los 60 han sido protagonistas de un cambio tan enorme que se puede decir que en ellos se ha vivido una revolución tal que ha resultado un antes y un después. De entrada os parecerá sorprendente esta afirmación. Eso quiere decir que no siempre vemos con claridad aquello que tenemos ante los ojos. Es compatible ser protagonista de un acontecimiento histórico y no valorar su trascendencia.
Voy a tratar de ser claro en mi exposición. Hubo unos años, últimos de los 50 y la década de los 60, que fueron decisivos. Cuando yo vine a Asturias, año 59, había en toda la provincia 6 Institutos de Enseñanza Media. Cuando me fui, el año 70, pasaban de los 30.Esto significa que el año 55, por ejemplo, poquísimos chicos tenían acceso a la Enseñanza Media y que al principio de los 70 la inmensa mayoría ya tenían la posibilidad de iniciar unos estudios. No incluyo en esta relación la media docena de colegios de pago que existían. El año 60 yo gestioné las becas para Corias en Oviedo. Logré 9. El año 61 llegaron a Corias 93 alumnos con beca para internos que les cubría todos los gastos. Recuerdo todo esto porque yo era el encargado de estos asuntos. Del 61 al 70 llegaban a Corias todos los años unos 90 alumnos con beca.
Todos estos datos son fundamentales para evaluar lo que eso significó históricamente. Y lo voy a explicar de forma más contundente. Cientos y cientos de chicos cambiaron la tradición familiar que se remontaba al principio de la historia y que daba por hecho que así como las ovejas parían, sin remedio, corderos, las mujeres de los obreros humildes parían , sin remedio, humildes obreros. ¿Lo queréis más claro? Pues ahí va. El 99% de mis alumnos de Corias en aquellos tiempos tenían un padre de humilde extracción social y, por supuesto, sin estudios. Pero lo grave es que, retrocediendo en el tiempo, los antepasados de esos chavales y de sus padres, hasta el Paleolítico, no habían sido sino humildes gentes, siempre en un status social bajo y sin instrucción. Por primera vez en la historia el hijo de un humilde obrero podía ir a estudiar el bachillerato y, si luego venían bien dadas, incluso hacer luego una carrera universitaria. Un ejemplo, (le he pedido permiso para citarlo aquí). Mi amigo Eugenio Avanzas, tenía ocho hermanos y su padre era minero, no se conocen sus antepasados pero seguro que fueron, durante siglos gente humildísima. Eugenio se presentó a un examen en Oviedo como aspirante a una beca para Corias. En Corias estuvo, los 7 años de rigor. Luego le concedieron una beca salario para estudiar medicina en Salamanca. Hoy es un prestigioso especialista de Medicina Interna y llegó a director del Hospital de Cabueñes. Ejemplos como éste podía citar un montón. De la hornada que estuvo en Corias del 63 al 70, 42 de 52, hicieron una carrera superior. Los conozco uno por uno, y todos son hijos de obreros humildísimos, desde el Paleolítico inferior hasta los 60, nadie de su familia había podido dar un salta cualitativo tan radical de padres a hijos.
Como no es el momento ni el sitio para hacer ahora profundos análisis psico-sociales-históricos, me limitaré a dar algún detalle que con frecuencia es más revelador que diez libros científicos. Yo era el secretario del instituto y yo enviaba los boletines de notas a las familias. Si, como ocurría a veces escribía unas letras que decían “su hijo nos está preocupando por su bajo rendimiento, cuando vengan a verle hablen con el Padre X”, el padre del alumno tardaba como mucho 48 horas en aparecer por el colegio, dispuesto a arreglar el asunto por las malas. Y los chicos sabían que esa era la reacción normal de sus padres. Veinticinco años después, estaba yo de profesor en un colegio de Madrid con fama de seriedad y exigencia. Pues bien, cuando enviábamos a las familias una nota similar y les rogábamos que acudieran a una entrevista con el tutor, el 32% no se presentaba jamás. El resto acudían a decir que lo que ocurría es que no sabíamos tratar a sus hijitos y que más de un profesor le tenía manía.
Casi me da vergüenza escribir estas cosas, pues alguien podría deducir que yo, como todos los viejos de siempre, defiende que cualquier tiempo pasado fue mejor, sería injusto pensar eso. Fundamentalmente porque yo no lo digo y segundo porque tampoco trato de hacer una comparación.
Para no alargarme mucho diré que lo que fue motor de cambio, de promoción social de oportunidad histórica para miles y miles de chicos, es decir, la enseñanza se ha convertido hoy en algo casi irrelevante. La escuela que fue catalizador de generaciones de chicos hacia una vida mejor, hacia un cambio social, se ha convertido hoy en un ámbito de desaliento, de decepción. Fuisteis los protagonistas de un cambio histórico. Ahora ya retirados o a punto de hacerlo, os toca sentaros en el tendido de sombra de una buena jubilación y ver a los chavales de hoy enfrentarse al toro del paro de la precariedad laboral y económica, para lo cual nadie les previno ni les educó.
Pepe Morán Fernández
P.S. 1.- ¿Será posible, que de tantos cuantos leen este blog, nadie se anime a complementar estas reflexiones? Está visto que tuve unos alumnos fenomenales pero ágrafos.
P.S. 2.- El otro día estuve en Corias, las obras van razonablemente avanzadas. Los cursos que controlo, (los del 61, 62 y 63) tenemos pensado ocupar en la medida que nos dejen, todas las habitaciones del parador el primer día, quién esté interesado que vaya contactando con uno de estos teléfonos:
- Alfredo Mario 639.411.406
- José Antonio Ramos 667.623.416
- Pepe Morán 649.389.909
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4 comentarios:
Tiene razón el P. Morán; todavía soy incapaz de llamarle Pepe y tutearle como hacen la mayoría de sus alumnos; quizá porque soy de una época en la que el respeto, en el que iba incluido el trato de usted, a nuestros mayores, a los maestros, profesores o médicos era una de las primeras enseñanzas que mis padres me inculcaron; cuando dice que somos muy pocos, de los que leemos sus entradas en el Blog, quienes completan sus reflexiones. Al menos en mi caso quizá sea debido al poco trato que mantuve durante nuestra coincidencia en Corias, entre los años 59-62. Creo que tan solo nos dio a los de mi promoción 57-62, un año estando en 3º. Sustituyó al P. Rector de entonces Jesús Martín para la clase de Lengua Española y Literatura, motivado como ya indiqué en alguna ocasión por la enfermedad del P. José García que provocó algún cambio en el planning de profesores. Y como también dije en alguna ocasión mi experiencia personal de aquella asignatura en aquel Curso no fue del todo satisfactoria. Quizá fuera debido al sistema de enseñanza que cada profesor tenía. Estábamos acostumbrados a la forma de impartir la clase por el P. Rector y pretendíamos que todo siguiera igual. De ahí eso de cada maestrillo tiene su librillo. No obstante anticipo que me puso creo que notable a fin de curso.
Sobre el interés que se tomaban nuestros padres en aquella época cuando recibían alguna comunicación sobre nuestro comportamiento y aunque no haya ocurrido en Corias, voy a contar un caso que me ocurrió cuando todavía vivíamos en Santa Marina de Quirós allá por 1954 más o menos. Unos cuantos guajes subíamos por la carretera que va hasta el alto de la Cobertoria camino de Pola de Lena y a uno de nosotros se le ocurrió cosa mejor que coger una piedra de tamaño bastante grande y lanzarla por un prado abajo. Pero al parecer en ese prado estaba un hombre sentado al que no alcanzó la piedra de casualidad, ya que junto a él parece ser tenía un hacha a la que la piedra alcanzó partiéndole el mango en dos. La trastada llegó a oídos de mi padre al día siguiente cuando estaba jugando la partida en Casa Ginés. Un hermano del damnificado hizo el comentario por el que mi padre se interesó rápidamente y cuando se descubrió que dos de aquellos guajes éramos mi hermano y yo, nada más llegar a casa comenzó el interrogatorio por sumarte. Lógicamente no hubo disculpas. Solo que nosotros no sabíamos que aquel hombre estaba allí. El castigo que nos impuso fue el siguiente: “Mañana vais a ver a Benito y le pedís perdón, pero éste que os lo de por escrito”. Tal como nuestro padre dijo fuimos a ver a Benito y después de aceptar las disculpas y recomendarnos que debíamos tener cuidado, nos dice sonriendo que, ¿cómo va darnos un justificante? Después de insistirle varias veces nos dijo. Ya hablaré yo con Manolín, que así le llamaban a nuestro padre. Cuando llegamos a casa ya habían hablado entre ellos, pero al dia siguiente tuvimos que volver a pedirle el papel que en esta ocasión si nos dio. Mi mujer y yo hemos tratado de educar a nuestras dos hijas en el respeto a los demás y creo que lo hemos conseguido. Han sido buenas estudiantes con carrera universitaria de lo que estamos orgullosos, y hoy tanto ellas como sus parejas son de las que se pueden considerar afortunadas por tener trabajo estable.
. Desgraciadamente hoy ya no se ve a nadie ceder el asiento a un anciano en el autobús, dar los buenos días cuando te cruzas en la escalera o ayudar a cruzar la calle a un ciego.
Aquella asignatura que hoy denominaríamos como María ya no se imparte. Se llamaba URBANIDAD. En el sistema de Enseñanza de hoy pertenece al pasado.
Como se cuándo y dónde se reúne la Promoción 61-68, a la que asiste normalmente el P. Morán, espero poder acercarme a saludarlo y quizá a partir de entonces pueda emplear el tuteo. A él y los demás componentes, entre los que se encuentra también el P. Lastra. Hasta si los organizadores lo autorizan, igual asisto a la comida en el Mancu de Cabueñes.
En cuanto a la segunda posdata, me parece una buena idea la de copar el Parador en su estreno a base de antiguos moradores del caserón conventual; pero me da la impresión de que la cosa aún irá para largo. El que no lo haya previsto hasta ahora, y le pille con la hucha vacía, que no se preocupe; puede estar bien tranquilo por el asunto que aún está a tiempo de comenzar a ahorrar, y pienso que podría llegar a acumular tal cantidad de dinero, que podría permitirse el lujo de ponerse de pupilo o patrona en el Parador, cuando abra, durante un mes por lo menos.
Muy interesante la entrada de Morán.
Este tema ya salió a relucir en distintas ocasiones y, salvo excepciones, todos coincidimos en que, Corias, fue la gran oportunidad para la mayoría de los jóvenes del occidente y del resto de Asturias con pocas posibilidades económicas.
Aquí comentamos, en muchas entradas, el sistema educativo que se impartía allí en aquella época y que ahora nos parece casi un sistema carcelario pero no era muy distinto al de otros centros de la época.
Tengo varios miembros de la familia dedicados a la enseñanza y el descontento es general, la falta de interés por los alumnos es patente y los padres, que en aquella etapa estaban siempre del lado de los profesores, ahora están del lado de no se sabe quien pero que no contribuyen en absoluto en la formación de sus hijos. Ramos seguro que sabe mucho de esto. Creo que es la profesión con más bajas por depresión y ansiedad
Morán nos podrá decir cuántas veces tuvieron que subir la nota para que el alumno no perdiera la beca.
Lo de reservar plaza en el nuevo hotel, habrá que tomarlo con calma y lo del precio no hay problema; ADEACO tiene fondos para eso y mucho más.
Hola a todos.
Puedo decir que soy uno de los asiduos "mirones" del blog aunque, de vez en cuando, haga mi pequeña aportación.
Estoy muy de acuerdo con Pepe Morán. En mi caso creo que le debo a Corias mucho más que la formación académica, que también.
Creo que lwe debo la capacidad de comprender los distintos puntos de vista de cada persona: la tolerancia.
Creo que estuvimos en el sitio adecuado en el momento adecuado y de que no se nos inculcó ningún tipo de fundamentalismo sinó que se nos enseñó a poder elegir entre varias opciones sin por ello creer que las demás estan equivocadas.
Digamos que fuimos un poco los precursores del famoso Mayo del 68.
Creo que cualquiera de nosotros podría firmar los versos de la canció: "yo vengo de muy abajo, y muy arriba no estoy, al pobre mi canto doy, y así lo paso contento porque stoy en mi elemento y ahí valgo por lo que soy".
Quizás mi pùnto de vista no sea lo suficientemente amplio pues coincide exactamente con el rectorado del P. Basilio, pero creo que también coincidió con los años de mayor esplendor, si se me permite el calificativo, del Instituto Laboral.
Quisiera también decir que, el no colaborar más, caso que seguramente le acurre a más "mirones", es que se siente uno un poco abrumado por la espléndida prosa de alguno de los habituales empezando por el Bloguero Prior.
En otro orden de cosas me parece reconocer en la foto del Comedor (Rfectorio) a varios compañeros de curso: Florentino Fernández Gonzalez (Flor), Celestino Fernández Iglesias (Tinín Carcarosa), Adolfo Gonzalez (Fítero.
Saludos a todos.
Felipe.
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