miércoles, 24 de diciembre de 2014
ESPICHA
Tengo recuerdos
entrañables de algunas de las espichas a las que asistí a lo largo de mi vida.
La espicha es un rito con todos los ingredientes de lo asturiano. Pocas cosas
hay que sinteticen tanto los rasgos más característicos de Asturias y sus
gentes. En mis
recuerdos las asocio a los atardeceres de primavera, cuando languidece y se va
apagando, cuando los murciélagos con su vuelo quebradizo van tejiendo el oscuro
manto de la noche. Suena
en el bosque cercano la inquietante llamada de las lechuzas y más próximo, el
telegráfico cantar de los sapos. Se van encendiendo las luces de la aldea, se
cierran las ventanas indiscretas, se guardan los animales, los gritos de los
críos desaparecen, las parejas buscan los rincones que amparen sus amores, todo
se torna en paz, en silencio, en dulce melancolía. Los grupos de mozos patean
cada noche por la carretera arriba y abajo, cantan a dúo canciones entrañables de Asturias “El
xuntavente””Fui al Cristo” “Eras de la quintana etc..”
Yo con diez
años me quedaba hipnotizado por la belleza del momento. La voz imperativa de mi
madre rompe el encanto: “Pepín, a la cama” Y Pepín se va a la cama y oye:
Ya
cierra la flor
Ya
torna la paz
La
alegre algazara
De
la mocedad
Cantando
se va
Y
luego
Al
tapecer del día
Cantando
se va
El
suave rumor
De
la soledad
Impone
su ley.
Soñar.
Perdonen este
arranque de nostalgia. En la vida de un niño de diez años hay hechos puntuales
que por su magia, operan sobre el alma del niño y lo conforma el resto de su
vida.
Me complace
constatar que las espichas gozan de buena salud. Por lo pronto hay más espichas
que nunca. La calidad del producto apenas ha mejorado pero el ritual sí y no me
extraña, pues es algo entrañablemente nuestro.
Han proliferado
las espichas comerciales. El bar X y la asociación Z dan una espicha que, por
lo pronto, tiene una finalidad crematística, comercial, recaudatoria. Y una
espicha no es eso. Las espichas comerciales desvirtúan la esencia de las
espichas. Por lo pronto lo que era una fiesta de “prau” se celebra ahora en un
local urbano. Que no, que eso ya no es.
La espicha de
prau tiene unos ingredientes que, según mi criterio, son tan definitorias de
rito como paso a enunciar.
Una espicha que
se merezca dura alrededor de quince horas, desde el mediodía hasta las tres de
la mañana del día siguiente.
Muchos comen y
se van a sus casas a reposar y vuelven al cabo de siete horas para seguir
comiendo.
El
autoinvitarse a la espicha no resulta improcedente, siempre y cuando no vayas
con las manos vacías.
Siempre van
hombres y mujeres. Con frecuencia ocurre que es gente muy heterogénea a las que
a veces, solamente les une la amistad con el anfitrión.
Todos elogian
la sidra a pesar de que deja bastante que desear y el anfitrión simula
creérselo.
Las
conversaciones resultan interesantes porque los temas son muy diversos. No como
en las relaciones diarias. Sobre todo las mujeres comentan hasta la extenuación
los cotilleos del pueblo.
Otro detalle
interesante es que, al no sentarse a una mesa, todos hablan con todos, lo cual
enriquece la reunión, las viandas que llegan a acumularse son ingentes, varias
empanadas, varias tortillas, chorizos a la sidra, varios quesos, repostería
local, etc, etc…
Ignoro porqué razón siempre hay fritos de bacalao.
Siempre al
final sobra bastante y la mujer del anfitrión batalla con las amigas “Va muyer,
llevái algo ¿Qué voi facer yo con too esto?
No hay espicha
sin cantares, siempre hay alguno que se atreve con “La mina y el mar” y “Los
carromatos”. Entre las mujeres siempre hay alguna buena voz que se hace de rogar durante horas para
cantar alguna cancioncilla astur.
Los viejos y
las viejas sentados se retiran a una hora prudencial.
A mí que no me
inviten a una espicha urbana. Yo quiero ir a las espichas de toda la vida, y
disfrutar del infinito placer de rendir culto al rubio y chispeante diosecillo
de los asturianos, es decir, la sidra.
Pepe
Morán. Dominico-ex
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1 comentario:
Por Nochebuena, Morán, nos trajo este relato como regalo. Aún permanece sin comentarios. Las causas, a mi entender, están claras: Unos están o estamos digiriendo los inevitables excesos propios de estas Fiestas. Unos y otros hemos quedado impactados por la maestría en verso y prosa.
“ El quebradizo vuelo de los murciélagos tejiendo el oscuro manto de la noche” . La naturaleza nos ofreció, y Morán recrea, fenómenos mágicos acontecidos en ese atardecer de primavera que, inevitablemente, retrotrae a la ya lejana niñez. Lástima que la mayoría de los niños de ahora, embelesados con sus móviles, ordenadores y tablets, a través de los cuales reciben la realidad de la naturaleza manipulada de forma interesada y muchas veces irreal, no la puedan apreciar y ver como la vimos nosotros, y como nos la devuelve ahora el antiguo profesor.
Aunque sé que no acostumbra a leer estos comentarios, no dejaré de reiterar mi más sincera alabanza por su buen hacer al escribir.
Aprovecho para corresponder a la felicitación de Cubanín. Para él y para quienes participan en el blog mis deseos de que el próximo sea un buen año para todos.
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