lunes, 13 de febrero de 2012
LA CORBATA
En la localidad de X, aquí en la Cuenca Minera, había hasta hace poco un bar… bueno, un bar que era al mismo tiempo tienda donde, como ahora en los chinos, se podía comprar de todo. Desde unas madreñas hasta unas zapatillas de pompón, pasando por toda latería de conservas, una fesoria y queso en porciones El CASERÍO. Es más, era ocasionalmente fonda, restaurante y, de vez en cuando, carnicería. Gerardo, el dueño del local, compraba con frecuencia un xatu al que exponía vivo a la puerta del local. La gente, tras examinarle, iba pidiendo el trozo que más le convenía. Cuando lo sacrificaba ya estaba todo vendido con antelación.
La casa del bar formaba parte de una larga hilera de casas construidas entre la carretera general y el río, que lamía la parte trasera de todos los edificios
Lo más peculiar del bar eran los servicios. Al exigirlo Sanidad no hubo más remedio que practicar un hueco en la pared que daba sobre el río y con unos potentes soportes metálicos se improvisó un cuchitril con unas tablas que apenas guardaban la mínima privacidad. Unas paredes de escaso 1,40 aislaban lo que allí ocurría de miradas indiscretas. No creo que los servicios del PALACE de Madrid reúnan el encanto y la sensación de aventura que los de Casa Gerardo. En todo caso, es cuestión de preferencias.
Gerardo era un prodigio de simpatía y con su buen talante convirtió su local en lo más imprescindible de la parroquia. Porque también era casino. Como veis todo esto de las GRANDES SUPERFICIES, al menos como idea germinal, ya funcionaba en Asturias hace muchos, muchísimos años. Hace un par de años vi un polivalente establecimiento de este tipo en el concejo de Tineo. No recuerdo el nombre. Si recuerdo que, entre otros 2000 artículos para la venta, tenía en las estanterías unas botellas de coñac Soberano de hace más de 50 años. No por casualidad los fundadores en España del CORTE INGLÉS y de GALERÍAS PRECIADOS eran personas criadas en una aldea astur. Cambiaron el tamaño pero no la esencia del tipo de negocio. En realidad aquellos bares de las aldeas eran el recinto donde se albergaba toda la vida de una parroquia y donde el inmenso caudal del mejor humor asturiano tenía su cobijo.
En casa Gerardo convencieron a un rapazón de una aldea cercana, que cantaba muy bien las tonadas asturianas que estas, las tonadas, eran susceptibles de ser envasadas, como un líquido, en garrafones, que luego se exportaban a los nostálgicos emigrados a America que pagaban un dineral por garrafón. El pobre chico llenó muchas garrafas de canciones en casa Gerardo. El local estaba siempre abarrotado de gente, desde quien acudía a por un kilo de garbanzos, hasta el que quien pasaba allí cuatro horas sin soltar el vaso de tinto de la mano.
El caso es que un día invernal llegó al bar un paisano de una aldea cercana. Entró atropelladamente y dando tumbos debido a la inmensa borrachera que llevaba y, quizás debido a alguna necesidad fisiológica que le urgía. Atravesó el bar como un cohete camino de los servicios. Como la puerta de estos estaba abierta y el paisano entró como un torrente cayó sobre el entablado de madera que hacia de pared y salió volando hacia el río. Como el río llevaba bastante caudal rápido se movilizó un equipo de salvamento que logró rescatar al paisano debido que éste se agarró a un tronco que, arrastrado por la corriente, se había atravesado en el río.
Os podéis imaginar en que líquido estado quedó el individuo. Le subieron al bar y la mujer de Gerardo dictaminó que a aquel hombre había que desnudarlo, meterlo en la cama y esperar a que se secasen las ropas. Tal se hizo, entre las protestas del paisano, que quería arrancar así para su casa. Lo malo es que, con el baño, el hombre había recobrado la mitad de su lucidez habitual, que tampoco era mucha. Viéndose en aquella situación empezó clamar a grandes voces que le dejaran irse para su casa y, luego, dándose cuenta de su desnudez, exclamaba a gritos: ¿y cómo me presento yo en casa sin ropa ….Gerardo, harto de sus lamentos le gritó, desde abajo : “ Coño, marcha cuando quieras, nunte peocupes por la ropa…. Préstote yo una corbata”.
Esto del progreso ha logrado que desaparezcan de nuestras aldeas este tipo de establecimientos que daban vida y encanto a los pueblos. Juraría que ya no queda en toda España un solo bar desde cuyos servicios puedas caerte a un río que pasa por debajo. Me niego a admitir que orinar en el hotel RITZ sea más emocionante y original que en un cajón colgado sobre un río.
José Morán Fernández
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2 comentarios:
DnJosé Morán,me gustó el comentario pero...tengo que decirte que no opino igual,a mi me gusta el progreso,yo estar en un vater colgado y el río debajo me pega que terminaría yendo al prao más cercano...,además tengo vértigo y mira tú este probe hombre todo mojado,el susto que se pegó y con el culo al aire,porque dió con el bueno de Gerardo y su esposa y lo atendieron,hoy te caes al río y nadie para a echarte una mano,la corbata para afogarte, así que cada cosa en su momento,el pasado pasado está y ahora nos toca vivir el presente con sus dificultades pero es lo que hay,derecho a patalear tenemos,claro, es lo poco que nos queda pero nada más,eres un sentimental,yo también,un Abrazo.
Pues sí Morán, todavía quedan comercios como el que comentas.
No hace mucho estuve en un pueblo de Valdés que se llama Belén, a 17 Km de Luarca y allí hay una "taberna" que tiene de todo, desde el vaso de vino, pasando por unos calcetines hasta un Kg. de manzanas, de todo.
Ricardín se llama el tendero y está a punto de jubilarse, por lo que no veo el futuro de la taberna, que así la llaman, muy lejano.
Lo que no comprobé es la existencia de WC. Hace muchos años, cuando yo vivía por aquella zona, no lo tenía. La solución era la cuadra, en la planta baja.
Como anécdota diré, que allí también vive Jesús, hijo de José y María y que Belén, salió no hace mucho en la prensa investigando un gasto del caso Marea.
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