miércoles, 29 de febrero de 2012
LAS CAMPANAS
Hay determinadas percepciones, tanto sonoras como visuales, que día a día las va uno fijando durante la infancia y pasados los años se llegan a quedar grabadas en la memoria de tal forma, que perduran para siempre. Tal es así, que jamás se olvidan. A mí desde chico, a pesar de tener el oído duro como el pedernal, siempre me han llamado la atención los sonidos propios que genera la actividad de la vida diaria del pueblo donde uno se crió, como pueden ser: los diferentes toques de las campanas, el canto de los gallos al amanecer, el de los pájaros después de un chubasco primaveral, el chirriar de los antiguos carros del país al subir las cuestas, los golpes del herrero machacando el hierro sobre el yunque en la fragua, el campaneo de los cencerros y esquilas de los ganados mientras pastaban en los prados o andaban por los caminos, el estridular de los grillos durante los meses de mayo a julio, el canto nocturno del sapo anunciando agua o sol, depende; etc.
Para mí todos estos sonidos, junto a otros muchos, son como los testigos presenciales que todavía recuerdan la vida y el ambiente donde uno nació y se crió; tal es así, que ahora cuando los vuelvo a oír, siempre me producen una elevación del estado de ánimo. En mi juventud cuando llegó el momento de tener que dejar la vida rural de la aldea e irse a la ciudad, allá por el año 1966, no me fue muy traumático porque en aquellos años las capitales, tanto las grandes como las pequeñas, aún no eran ni la mitad de ruidosas ni complicadas de lo que son hoy día y parecía que aún conservaban cierto aire de pueblo grandón. No obstante, el ambiente sonoro de la ciudad era muy distinto al de la aldea e infinitamente más molesto. Recuerdo con cierto agrado algunos sonidos nuevos para mí, como fueron el paso y los pitidos del tren al llegar a la estación a altas horas de la madrugada. Al principio, sí me molestaban un poco, pero pasado el tiempo me acostumbré de tal forma a estos estridentes sonidos, que cuando no los escuchaba ya los echaba en falta.
A lo largo de la vida, en más de una ocasión me tocó vivir en diferentes ciudades en casas u hoteles que coincidían próximos a la estación del ferrocarril y nunca me resultó molesto. Es más, me gustaba oír el silbato de la locomotora pues, dada la puntualidad del tren, era una cómoda forma de saber la hora en plena noche, sin necesidad de tener que mirar el reloj.
Esto de los sonidos lo traigo a colación por una curiosa noticia que he leído en prensa referida a que en un pueblo de la Sierra de Madrid, ya hace tiempo, parece que había llegado un nuevo vecino con aires de pichi y tan finolis y delicado debía de ser el tío, que solicitó al ayuntamiento que paralizara el reloj de la torre de la iglesia porque no le dejaba dormir ya que le desvelaba y le irritaba mucho el oír las campanadas una tras otra durante la noche, anunciando las horas.
El alcalde se quedó de una pieza al oír semejante ridiculez pues, resulta que jamás en la historia del pueblo habían molestado las señales horarias del reloj de la torre de la iglesia a los vecinos, hasta que apareció por allí esta especie de tonto quijotesco el cual decía que le producía insomnio el sonido de las campanas. No sé a qué será debido, si es al cambio climático o a otra cosa; pero la realidad es que cada día es más frecuente el saber de personas que presentan este tipo de taras tan extravagantes.
Después de leer esta noticia me vino a la memoria otra similar protagonizada por un “cantamañanas” muy parecido al anterior, pero con la diferencia que este último, nada más llegar al pueblo donde había adquirido una casa para los “Weekends”, antes de hacer alguna amistad entre los vecinos, de lo primero que se preocupó fue de entablar disputa y hasta pelea judicial con un residente cercano que tenía gallinas y decía que el gallo que era muy madrugador, como suelen ser todos estos sultanes alados y jefes de harén, le despertaba con sus sonoros y repetitivos cánticos desde las cinco de la mañana en adelante; sobre todo, los sábados y domingos que era cuando pernoctaba en el pueblo este delicado urbanita. Al final no supe cómo el señor juez habrá resuelto el caso, pero seguro que el animoso y madrugador gallo no tendría que cerrar el pico porque se le antojara a un advenedizo bobalicón desubicado.
Ya se sabe que los gustos de las personas pueden ser, y de hecho son muy diferentes y variados, los de unos y los de otros, pero hay cosas tan naturales que las ha visto uno desde que ha nacido, que para una gran mayoría nos parece que forman parte de uno mismo. Sin embargo, existe otro tipo de gente que todo les molesta y les resulta anacrónico y fuera de lugar. No se dan cuenta que lo que hacen con esas actitudes tan ridículas es rayar en la estulticia y la estupidez. Yo sé que soy excesivamente pueblerino y por eso cuando tengo la suerte de poder escuchar el canto de un gallo de madrugada, en ese momento me invade una sensación muy agradable que me retrotrae a la tranquila vida rural de los años de la infancia. Por eso no entiendo cómo puede haber personas que les molesten estos hechos y costumbres tan arraigadas y casi inherentes, a la propia vida del hombre.
Sobre gustos se dice que no hay nada escrito y puede ser esto verdad; pero cuando se trata de personas que deben arbitrar sobre la estética de los bienes públicos, sus decisiones sí debieran obedecer al menos al buen gusto general y sobre todo, al sentido común. En la foto que encabeza esta entrada, vemos el campanario de una iglesia que está muy cercana a la ciudad de León y que fue restaurada no hace muchos años. El campanario antiguo tenía de toda la vida unas hermosas campanas que anunciaban a las gentes todos los actos extraordinarios a celebrar en el barrio. Ahora, una vez restaurado el edificio, las campanas han desaparecido dejando los huecos de la espadaña vacíos, lo que origina una estampa penosa; da la impresión como si hubiesen sido robadas. Seguro que la idea de aligerar de peso el campanario partió de alguna lumbrera oficial, de las muchas que existen, que, o bien quiso solidarizarse en exceso con la crisis, o le importaba muy poco el aspecto y estética del monumento en cuestión.
Un campanario como el de la foto, así vacío sin campanas, da sensación de ruina, de robo, de abandono; pero se da la circunstancia que el monumento en cuestión al que pertenece la foto, no solo no ha sido víctima de ningún robo, sino que está siendo bien cuidado y recientemente, se ha invertido en él una cantidad importante de dinero para mejorar su aspecto y remozar las fachadas, techumbre, puertas etc. Pero en el tema del campanario seguro que algún iluminado decidió por su cuenta que las campanas sobraban, que no hacían falta para nada y que además, como meten mucho ruido con los toques, el campanario está mejor vacío sin nada y así se evita que haya protestas porque rompan el silencio de vez en cuando.
Menos mal que las cigüeñas con mayor y mejor sentido de la ornamentación que el patán o patanes que las han suprimido, se han planteado la situación y han decidido paliar la ausencia de las sonoras campanas con sus amplios nidos, su laboriosidad, su crotorar y su serena y pacífica presencia diaria.
Yo de niño le he oído contar a mi madre varias veces, y a otras personas que eran de su misma edad también, que ellas siendo criaturas habían presenciado cómo se fabricaron las campanas de la iglesia de Vega de Rengos, hechas por unos campaneros que las fundían “in situ” y venían desde Toledo expresamente para hacer este trabajo en los pueblos que las campanas estaban rajadas o destempladas. No me extraña que aquellas criaturas que fueron testigos de cómo se fabricaron sus campanas y después de haberlas escuchado tañer a lo largo de la vida, pasados los años, todavía llevasen grabado dentro de sí su melodioso sonido.
Yo recuerdo durante mi estancia en Chile, cuando estuve por motivos laborales un tiempo, que al hablar con mi mujer por teléfono, más de un día coincidió que mientras conversábamos estaban tocando a misa en la iglesia de la parroquia que está cercana a nuestra casa en León y las oía yo perfectamente desde Santiago de Chile. El primer día que las escuché, en ese momento, sentí gran alegría. Pasado el tiempo, ya de vuelta en León, un día hablando con unos amigos estábamos comentando lo melodiosas y potentes que pueden llegar a ser unas campanas para comunicarse entre los pueblos como se hacía de antiguo y yo les dije que las de la parroquia de Jesús Divino Obrero, en León, tenían tal alcance, que se llegaban a escuchar perfectamente, en tiempo real, hasta en Chile y yo podía dar testimonio de ello. Algunos se reían, como diciendo: ¿Pero qué tonterías dice este hombre? Una vez que les expliqué cómo había yo escuchado los toques de las campanas de esta parroquia, desde Santiago de Chile en el mismo momento que se estaban tañendo en León, dijeron: pues sí que deben ser potentes, sí; pues de lo contrario, cómo se iban a poder escuchar en otro continente, estando a miles de kilómetros de distancia.
B. G. G. bloguero “Prior”
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12 comentarios:
Muy simpatico tu comentario de las campanas,aqui en Cangas todavia suenan en muchas procesiones, y la campanona que es la mas grande, de ahi su apodo,con un sonido grave y contundente, toca en las grandes solemnidades, como puede ser el Corpus Christi, la Magdalena y el Carmen, ahi, Abundio el del Cascarin es el profesional, debe de llevar toda su vida, tambien es el que toca en la Capilla del Carmen cuando las novenas.Seria innteresante saber que paso con las campanas a las que tu aludes, no creo que desaparecieran por arte de magia en algun sitio estaran.
Al precio actual del cobre, hasta hace poco hacía cálculos de costos para una fundición, no es difícil imaginar donde pueden estar las campanas. Por estas tierras de Madrid, en un santiamén, desaparecen kilómetros de cable de cobre dejando barrios enteros sin alumbrado, sin teléfono o con trenes inmovilizados.
La ausencia de las campanas denunciada por benjamín me trae a la memoria un episodio ocurrido en Limés hace ya años.
En la diminuta iglesia de un pueblo de la parroquia, Villarino de Limés, existía una pequeña pero valiosa talla románica. Al cura de entonces solo se le ocurrió pasar por allí un buen día ,colocar una de escayola y llevarse bajo la sotana la talla románica. Alguien se percató del cambiazo y avisó a los vecinos que armados de forcaos, guiadas y demás aperos de labranza se plantaron ante la casa parroquial (hoy Hotel la Casilla) exigiendo la devolución de su imagen que ya descansaba en la trastienda de un anticuario de Oviedo.
El desenlace de la historia lo perdí por estar ya en Madrid.
De las campanas de las Iglesias tengo yo un recuerdo que ahora casi 60 años después me produce risa pero que cuando ocurrió casi me hace llorar de rabia.
Cuando vivíamos en un pueblo de San Martin del Rey Aurelio, Cocañin, yo era monaguillo junto a otros dos guajes más del pueblo que nos turnábamos en los oficios especiales como podian ser las bodas y bautizos porque así nos llevábamos la propina que solian dar los padrinos, y en los entierros para "repicar a muerto", desde una hora antes de llegar el féretro a la Iglesia para después del Funeral pasar a la inhumación en el Cementerio. En uno de estos entierros que me tocó a mi el repiqueteo ocurrió el suceso. Ensimismado, yo seguía tocando y tocando incluso después del sepelio. El Cura que posteriormente fue Párroco de la Corredoria, era un cachondo y cuando alguien le indicó que las campanas seguian doblando, dijo que me dejaran seguir hasta que me cansara. Había pasado casi una hora cuando un tio mio subió al campanario para dicirme que aquello habia terminado y que dejara de tocar. No os podéis imaginar las ampollas que tenía en las manos de tanto repique. Por supuesto fue él quien me dijo lo que había comentado el Cura.
En cuanto a la historia que Benjamin cuenta de los cantamañanas finolis que se iban de “Weekend” a los pueblos y protestaban porque las campanas les molestaban e impedian conciliar el sueño, podemos trasladar la historia a aquel Secretario que llegó un dia desplazado a trabajar al Ayuntamiento de Cangas y que cuando comprobó lo que era "el primer dia de Novenas, primer dia de fartura" quría amparándose en su supuesta autoridad impedir que se tiraran voladores porque él vivía creo recordar por las Almenas y le molestaba el ruido. Desfortunadamente para él se tropezó con D. Benito el de la Banca. De ahi el famoso "Voladores si" que tanto Mamen como Olga recordarán perfectamente.
¿Qué dirían si tuvieran que vivir en la Plaza Mayor de Plasencia donde el reloj del Ayuntamiento da hasta los cuartos durante las 24 horas del dia.?
Recuerdo yo la campanas de la iglesia de Cangas que eran las que avisaban cuando había fuego y también cuando alguien fallecía. Cada acontecimiento tenía su repiqueteo específico y era la mejor manera de avisar a toda la villa del incidente. Cuando tocaban a fuego todo el mundo salía despavorido a ver donde era para poder ayudar, ya que entonces no
había servicio de bomberos. Cuando tocaban a muerto, (así se decía), la gente se preguntaba entre la vecindad quién podría ser. En este último caso, supongo que seguirán repicando. Que Mamen nos informe. Recuerdo el caso del secretario que llegó a Cangas y quiso quitarnos las descargas. No sabía él con quien se enfrentaba.
Durante mi etapa en el movimiento vecinal tuvimos que tratar un tema parecido al de las famosas campanas.
Un señor se vino a vivir a la zona rural y quería eliminar todas las cuadras cercanas a su casa por el mal olor que daban los animales y el estiércol. La bronca y la juerga que se montó, con el buen ciudadano, fue mayúscula y creo que no lo quedaron ganas de insitir en el tema. Al final desconozco si abandonó la zona o compró máscara.
Lo cierto es que ya hay muchos campanarios, tanto de iglesias como de edificios públicos, que suspenden sus toques a partir de cierta hora de la noche.
Creo que se va a prohibir la circulación de vehículos, por las ciudades, a partir de las 10 de la noche, hasta las diez de la mañana, para que los menos madrugadores puedan disfrutar de la almohada
Contestando a Olga, quiero decirle que el toque que sonaba cuando alguien fallecia, ya no lo hacen,que la verdad cuando sonaban era el comentario ¿quien moriria? ahora si no ves las esquelas ni te enteras,Otro repique que desaparecio,era el toque a gloria, que cuando sonaba era que habia fallecido algun niño o bebe, cosa que hace 50 años era mas habitual que ahora,a causa de muchas infecciones, que gracias a la ciencia hoy tienen cura.Tambien no se si recordareis, la campanilla que iban tocando por la calle cuando iban a casa de alguien a llevarle la extremaunción,como casi lo define la palabra,estaban en el ultimo momento de la vida, cuando sonaba, yo me acuerdo que ibamos todos los nenos detras a ver a que casa iba.Como estamos viendo, las campanas estan muy ligadas a la cultura de los pueblos, cada toque tenia su significado.Y sobre el tema que cuenta Ulpiano si me acuerdo de aquello, tampoco sé en que quedo,Se me olvidaba contaros ,sobre el tema de las molestias, que aqui tuvieron que suspender el toque que hacian para avisar a la novena del Carmen de por la mañana,porque protesto algun vecino,era sobre las 7 y media. Sobre el secretario de que hablais,gran amigo de mi padre Jose Luis Aracil Miyares una gran persona, quiza la novatada de encontrarse con algo que nunca habai visto ni oido,el vivia en casa de Cuervo, y aquellos estruendos a aquellas horas de la noche no lo comprendio, pero creo que fué de lo mejorcito que paso por esta Ayuntamiento , una gran persona que conservamos su amistad toda la vida, .
Mira: campanada, la que va a dar el Sporting, si gana hoy en Barcelona...
Oremos porque asi sea...
Ramon tus plegarias no han sido escuchadas. ¿Será porque te falta costumbre?
Va de chiste corto
mamá mamá en el colegio me llaman
Campana,claro hijo es que eres tan-ton-tín...jajaja,otro día más slu2
Otro más corto y más malo que el de Víctor Gión:
el niño entra en casa y dice:
Mamááá!!! (gritando con música) Por quéééé papááááAaá le tiene tanta rabaaAAaaAss, al preeeee..gonerooo???
A VER QUIÉN ADIVINA POR QUÉ ES... ahi queda eso!!!
Hombre, yo pienso que el padre del niño, nada más ver al pregonero acercarse se echaba las manos a la cabeza y no era porque le tuviera manía, no; era para comprobar si seguía teniendo los cuernos en su sitio, o se le habían caído por descalcificación natural.
Otro chiste muy cortín...cual es el colmo de un sindicalista?que su hija se llame Am-paro.jajaja,tengo más pendientes.slu2
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