domingo, 16 de enero de 2011
PORNOFOTOGRAFíA (o el mal uso de un buen clic)
NO ES LO MISMO LLEVAR CUERNOS A QUE TE METAN UN CUERNO
Cuando escribo este artículo me dice un amigo: "Dale caña a tu alcalde, que últimamente habla y miente mucho".
Mi alcalde, y el de Los Santos de Maimona, es don José Santiago Lavado, un político que me cae bien menos cuando se excede.
Pero no, no voy a hablar de mi alcalde; dejémosle que disfrute de esos "momentos de gloria" a que, según Andy Warhol, tiene derecho toda persona al menos una vez en la vida. (Concentración por el SI el pasado 19 de junio, donde vendió que asistieron 2.500 personas, que según fotos del partido independiente CISex, 2 concejales, escasamente llegaban a 1.000, y posterior viaje a Madrid donde logró que lo recibieran en el Ministerio de Medio Ambiente, cuando, según el citado partido le dieron un tirón de orejas).
No, Alcalde, disfruta de este balón de oxígeno y sigue como puedas salvando los muebles hasta que pase mayo de 2011, porque yo hoy voy a hablar de cuernos y fotografía.
Llevar cuernos los llevan algunos animales y por eso se les dice también cornúpetas, que no cornudos, que sería correcto, pero esa acepción se reserva en el mundanal hablar más bien para... bueno, no nos metamos en charcos dolorosos. Y meterle a uno un cuerno es... es lo que reflejaban todas las portadas de los periódicos nacionales y regionales el lunes 22 de mayo, con el cornudo Opíparo llevando colgado al torero Julio Aparicio de un cuerno después de habérselo metido por la garganta y sacado por la boca. Sólo se salvó de semejante exhibición fotopornográfica el diario "Público".
Si Henri-Cartier Bresson, el primer fotógrafo que expuso en el Louvre, fue conocido como el Ojo del Siglo, al reportero gráfico Gustavo Cuesta, autor de la toma, con todo merecimiento podríamos llamar el Ojo de la Feria taurina San Isidro 2010, lo mismo que a todos esos periódicos que, aún comprendiendo que no son ONGs, sino empresas para ganar dinero -y expandir "su" idea-, les diríamos que en los negocios, como en la vida, no todo vale y, por merecimientos propios, les otorgamos el distintivo de "Ojo Turbio". Si el quehacer fotográfico tiene la obligación de captar tanto lo bello como lo histórico, lo cotidiano o lo trágico -y ya luego el tiempo dirá qué instantánes resisten el paso de los tiempos-, los directores de periódicos debieran anteponer el herir sensibilidades al hacer caja
Cuando en aquel trágico accidente murió Lady Dy, hubo en la prensa rosa ("prensa de la vagina" según C. J. Cela) un falso debate en torno a si se debían publicar unas imágenes que al parecer había y en las cuales se veía a la princesa agonizar. La prensa, toda ella, debería hacer un serio debate y tener claro dónde están límites.
Fechas atrás vi la exposición de Marín, el fotógrafo de toda una época, en Logroño. En una de sus históricas instantáneas aparecía, yacente, el torero Granero con un parche en el ojo derecho. Ignoro si hay fotos de la cogida, pero si las hubiese, en el archivo para los anales de la tauromaquia. Con aquella, bastaba. Todos sabemos que Pocapena le metió un cuerno por ahí y después de reventárselo le removió los sesos. Tomen nota, señores directores de periódicos serios, aunque a veces con ramalazos de sensacionalismo y carnaza. En fin, de pornografía sin sexo.
jrFRANCOS.-Fotógrafo de la Naturaleza
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