LA SEQUÍA EN EL BLOG

Continuando un poco con el concepto de ver color diré que uno de los muchos motivos por los cuales yo veo color es cuando dispongo de un poco de tiempo para conectarme a Internet y una vez en línea compruebo que algún amigo ha escrito algo nuevo en el blog. En esos momentos, ya estoy en marcha,  diría  que me entra  ánimo simplemente con verlo. La verdad es que me pongo muy contento y , en ese mismo instante siento  ganas de sentarme a escribir algo, pero una gran mayoría de las veces, la intención es buena, lo peor es que no se me ocurre nada viable sobre qué podría hacerlo; de todas formas, suelo intentarlo.

Los días de diario si no tengo que ir a ningún sitio especial que requiera madrugar más,  como puede ser el tener que  hacer recados burocráticos, ir al ambulatorio a por alguna medicación, ir a por churros …etc. ,  me levanto normalmente sobre las ocho, u ocho y media de la mañana. Los lunes, miércoles y viernes,  que mi mujer tiene piscina  de nueve a diez horas, esos días tengo la mañana un poco más apretada ya que, aparte de tener que levantar a mi padre, afeitarle y  asearle, tengo que  preparar el desayuno para los tres. Si el día se presenta bien, y  nada más comenzar ya promete, es decir: si se insinúa la posibilidad de ver color, puedo hasta en ese pequeño  intervalo de tiempo que tengo, desde que  preparo al Sastre hasta que  llega  mi mujer de los  remojos mañaneros, que es sobre las diez y cuarto, aprovecho ese ratillo, para poner  en marcha  el ordenador aunque solo sea  para ver el correo recibido y el blog. Si  hubo colaboraciones en el blog, bien sean comentarios o entradas, ya noto que tengo una ocasión más para comenzar bien el día.

A mí, si digo la verdad, esto del blog me entretiene, me distrae y me ocupa  bastantes momentos del día pues, aparte de cuando me pongo expresamente a ello, también  me lleva tiempo el estar en guardia, casi de continuo, por si en un momento determinado  surgiera alguna ocurrencia que bien pudiera servir de iluminación o pista para  elaborar  algún relato,  más o menos  ameno, que sea digno de colocar en el blog y  que no resulte demasiado tostonazo a los lectores.

 Hay veces que, durante los paseos mañaneros que suelo hacer  por el alfoz de la ciudad, que me llevan del orden de hora y media a dos horas, mientras camino voy pensando en la posibilidad de preparar algo para el blog. Normalmente acostumbro a llevar conmigo papel y bolígrafo por si salta la liebre de la inspiración, o por si  me acuerdo de alguna cosa que vea y que en principio la considere  adecuada para dar pie a una nueva entrada. Llegado el caso, si me parece prometedora  la idea la apunto de forma muy escueta;  simplemente escribo  una pequeña  frase  para después intentar desarrollarla en casa.

En muchas de estas  ocasiones   que me sucede esto,  cuando llego a casa, después de  una vez  aseado y sentado, mientras tomo un café,  saco el papel de las notas e intento desglosar y releer lo que he apuntado. Una gran mayoría de las veces, me sucede que no veo la forma de poder sacar algo decente y curioso de aquello que, a pesar de haberme parecido una gran idea, apenas una hora antes, en este momento no le veo aplicación alguna. Tal que,  mi gozo a un pozo, y otra vez a esperar a que salte la liebre, y eso si salta, que no siempre lo hace.

Coincidiréis conmigo en que, circunstancias  parecidas a éstas que yo apunto, pasan en todos los aspectos de la vida. En este caso del blog, comienzas algo con cierta euforia que en principio te parece muy prometedor pero al poco rato de haberlo  iniciado, empiezas a dudar, lo relees y decides sin más demora echarlo todo a la papelera de reciclaje, pues, no solo no te gusta nada, sino que además, te parece una perfecta absurdez;  bien por la idea en sí, o por  la forma que has tenido de enfocarla. “Jesusín” diría que el asunto le parecía una gran  “burricada”.

Por el contrario, cuando veo alguna colaboración nueva en nuestro blog, de cualquiera de los amigos  que habitualmente lo hacen, todas me parecen interesantes y de forma casi instantánea me alegra  y me entran unas ganas irrefrenables de ponerme a escribir algo para intentar corresponder y continuar  la buena racha iniciada. Unas  veces lo consigo, pero otras termino haciendo lo mismo que he dicho hace un momento. Echando la idea  al cesto de los papeles.

 

El escribir  a diario sobre algo concreto, aunque el tema sea libre,  es una tarea agotadora y muy difícil de cumplir. Lo primero que se precisa es ser muy ocurrente y contar con una  gran desenvoltura para la escritura, así como poseer  una gran dosis de responsabilidad para  poder llevar a cabo semejante compromiso. También  es imprescindible tener lo que se llama oficio, como pasa con  todas las cosas que debemos acometer para vivir; sin oficio no se hace apenas nada, ni en estas pequeñas tareas que son diversión, ni en las ocupaciones más  importantes de  la vida.

A mí siempre me han llamado mucho la atención y me causan gran admiración los autores que tienen el compromiso diario e inflexible  de tener que hacer algo  para una publicación;  bien sea un artículo o un chiste.  Me parecen seres especiales, con una capacidad y un ingenio asombrosos, fuera de lo corriente.

Utilizando la coyuntura aprovecho para recordar  que entre los colaboradores/as del blog, estoy seguro que hay docenas de ellos que reúnen las condiciones  mencionadas,  sobradamente. Así pues, que no se diga y adelante con nuestras participaciones que, aunque a veces sean solo testimoniales, debemos mantenerlas para que no desaparezcan.

B. G. G. (bloguero prior)