domingo, 12 de junio de 2011
VER COLOR
Los sábados aún ocupando el sexto puesto de los días de la semana, son días que tienen muchas ventajas sobre sus compañeros de tanda. Son días distintos porque nos sentimos más distendidos, desinhibidos y alegres. Por eso son muy deseados y esperados. Esperados porque para llegar a los sábados es preciso arrastrar el cansancio y fatiga que producen los cinco primeros días que les anteceden y que normalmente no suelen estar exentos de trabajo, de preocupaciones, de rutina..., etc. Todas estas circunstancias rebajan sensiblemente nuestra buena disposición al optimismo durante gran parte de la semana; dicho en la jerga de moda, no son tan proclives como los sábados, para que surja con ellos el buen rollo.
Los sábados son días diferentes al resto; son especiales. Tanto el refranero español como el popular, ambos los contemplan de forma muy positiva: “no hay sábado sin sol, ni joven sin amor, ni vieja sin dolor”; “sábado sabadete, camisa limpia y de excursión a Albacete”…etc., hay un sinfín de ellos y en general, todos son elogiosos con las virtudes que poseen los sábados.
Hasta los años setenta, aproximadamente, que en la mayoría de los lugares de trabajo la semana laboral finalizaba el sábado a medio día y que, a pesar de ser un día mixto de trabajo y descanso, éste era el día de júbilo y de gozo por antonomasia de toda la semana. Aparte de los méritos propios, que los tiene, también cuenta con el parapeto del domingo que lo distancia de la amenaza del temido lunes. Dentro de los méritos propios podemos destacar uno importantísimo, que en aquellos tiempos era el día en el que se cobraba la semana, o como se dice en algunas regiones, la semanada. También era el día esperado por nuestro cuerpo por diversos motivos, entre los cuales podemos destacar el de poder tener la ocasión de ir de excursión a Albacete, y otro de importancia también vital, era que ese día tocaba la higiene integral gratificada con el premio de poder cambiar de muda y de camisa, entre otras mejoras.
Hoy día, tanto la oportunidad de poder viajar de vez en cuando a “Albacete”, como la posibilidad de poder hacer las abluciones corporales diarias de rigor, ambas cosas las tenemos mucho más al alcance de la mano que en aquellos años, y también se pueden practicar de forma mucho más frecuente, sobre todo las abluciones.
Como digo, los sábados son días normalmente diáfanos, abiertos, alegres, y por muy adversa que sea la climatología reinante, ésta no logra empañar ni anular el optimismo general que nos aportan estos días; simplemente cuando te levantas de la cama ya parece que el ambiente y hasta el color de todo lo que te rodea hubiera cambiado respecto de los días anteriores; es como si lo estuvieses viendo con otros ojos diferentes a los del resto de la semana. Esta visión de las cosas un tanto optimista, afecta tanto a los objetos que nos rodean como a las personas que nos acompañan. A todo nuestro entorno.
Hace tiempo escuchando una entrevista personal que le estaban haciendo a la cantante andaluza, Martirio, ella decía que a lo largo de la vida se suceden una serie de momentos mágicos instantáneos, casi a diario, unas veces con más frecuencia que otras, los cuales responden a impulsos circunstanciales y no voluntarios de la persona pero que motivan y predisponen de forma muy positiva. Tal es así que, de pronto y sin saber por qué, nos sentimos eufóricos, felices y contentos, y hasta comprensivos con todo lo que normalmente nos suele molestar. Esos momentos de colorido mágico son los que se deben aprovechar y disfrutar al máximo ya que son lo mejor de cada día y casi de la vida. Ella decía que, esos son los momentos que vemos color. La primera vez que le oí a esta mujer explicar esta experiencia, no me pareció sentirme muy reflejado en su teoría. Pero sí me quedé con el concepto: ver color.
A partir de ese día comencé a poner en práctica la observación de esta señora y efectivamente, pude confirmar que dentro de todo lo anodina que pueda ser la vida diaria en la que estamos inmersos y no vemos color, si reparamos en ello, comprobaremos que también tenemos infinidad de instantes donde nos sentimos pletóricos sin causa aparente alguna, pero todo es debido a que se nos está brindando la oportunidad de poder ver color.
La histriónica artista andaluza tenía mucha razón en lo que decía. Hay días que nada más levantarse ves color en todo lo que te rodea: te ves bien, estás a gusto contigo mismo, reconoces que eres afortunado, que tienes muchas cosas buenas en la vida, que estás vivo, que los tuyos te aprecian y valoran…, pues el poder reconocer ese cúmulo de cosas buenas que posees, eso es ver color. Yo diría más. Muchos de los días desafortunadamente, transcurren en blanco y negro para muchas personas, o como mucho en gris, pero de vez en cuando siempre surgen ocasiones para todos y, aún por efímeras que éstas sean, sí podemos ver color.
Este estado de autocomplacencia que de vez en cuando nos invade, puede darse en cualquier día y momento. Durante la etapa que está uno sometido al trabajo diario, parece que los fines de semana son los más propicios para abandonar el daltonismo que normalmente nos invade y acompaña a lo largo de la vida; una vez liberados de las responsabilidades laborales, cualquier momento y día de la semana pueden ser buenos para que suceda el milagro.
La posibilidad de ver color también depende de circunstancias tan elementales y sencillas como: levantarse por la mañana y sentirse bien físicamente, que los pantalones no te aprieten de cintura, que las noticias de prensa y radio no sean escabrosas, que el olor del café recién hecho te haga revivir, que cuando sales de casa te encuentres con un amigo o con alguien que te dé los buenos días de forma sonriente y sincera, que no tengas que sortear excesivos excrementos de perro cuando sales a la calle, un niño que te sonríe y te dice hola, el canto de un pájaro, un automovilista que se detiene para que pases por el paso de cebra, ver un gato sentado plácidamente en una ventana tomando el sol, en fin, todo un cúmulo de coincidencias, aparentemente de poca importancia, casi insignificantes, pero lo suficientemente reconfortantes y prodigiosas como para que, en su conjunto, puedan proporcionarte ese momento mágico en el que ves color.
B. G. G. (bloguero prior)
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4 comentarios:
Cubanin estoy de acuerdo que el sabado es el día "del color" aunque yo los 25 años últimos de mí profesión ya veia color los viernes al medio día. En la actualidad todos los días son sábados (vamos a tocar madera)todos con color. Recuerdo que en Corias el día del "color" era el Domingo: Las marchas militares a primera hora de la mañana, la marcha con Rufino a comer a Cangas y toda la tarde libre, que tiempos...
Donde dice Cubanín, sería Galán
Perdón y gracias.-
Gracias Galán por poner un poco de color en la cotidianidad. A veces uno necesita que alguien te insinúe que hay motivos para ver el día con un colorido diferente. Hoy lo has hecho tú, el otro día lo hizo Miguel Angel con las frases filosóficas o los chistes.
Normalmente no suelo mirar el blog por la mañana, pero ayer me olvidé de apagarlo y cuando pasé por delante y le vi las luces, me dije: a ver que cuentan hoy estos chicos, y mira, me encontré con un gran colorido que me ayudará a llevar mucho mejor este día.
Saludos cariños para todos.
De colores...de colores se visten los campos en la primavera...hay Benjamín que gran chavalín eres,será que soy un sentimental pero yo me pregunto,¿Cómo es que este hombre oye a la Martirio y se queda con la copla?desde luego una preciosa copla y con una música celestial,gracias y hasta luego,Slds cariñosos.
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