miércoles, 29 de mayo de 2013
HASTA LOS GORRIONES ACUDEN A LOS SEMÁFOROS
Foto tomada de la página web del ABC
Hasta qué punto estaremos afectados por la crisis, que hoy he visto un
detalle muy revelador, significativo y curioso. Estando esperando en un paso de
cebra de los que están semaforizados, es decir: de los que el muñeco aparte de
cambiar de color, también indica el
tiempo que el peatón debe esperar hasta
que le den paso de nuevo para cruzar la
calle, y que en este caso marcaba concretamente, 73 segundos. Y aunque éste sea
un periodo de tiempo breve, hay veces que si llevas prisa, los 73 segundos te pueden parecer una espera larguísima; con lo cual, para aliviar un poco la demora siempre intentas
buscar algo alrededor de ti donde distraer la vista. Si fuera el caso de
nuestro genuino bloguero “Jesusín”, ya
sabemos todos lo que pretendería ver, pero en mi caso y en ese momento al menos, no fue así.
La verdad sea dicha que yo no
tenía excesiva prisa y en el instante que alcancé el borde de la acera esperé
pacientemente a que el semáforo agotara los 73 segundos y cambiara a verde.
Durante ese intervalo de tiempo he visto que al otro lado de la calle había un
gorrión posado en el bordillo de la acera, tan tranquilo, como si nada. En cuanto
el semáforo se puso rojo para los coches se detuvo al pie del paso un turismo que traía quitada
la rejilla o calandra del frente delantero y por lo tanto se le veía parte del radiador
del motor que estaba repleto de insectos pegados de los que impactan
con el vehículo cuando éste va en marcha.
Cuál sería mi sorpresa al comprobar que el
simpático gorrión, que estaba posado en el bordillo junto al coche, no estaba
allí de más por estar, no; estaba a la espera de que se detuviese algún coche pues, nada
más hacerlo este primer vehículo, el atrevido gorrión miró para el frente del motor
y sin dudar un segundo se coló para dentro del hueco de la rejilla y comenzó a
picar los mosquitos calentitos que estaban pegados al radiador. En cuanto
valoró que aquello se podía poner en marcha de un momento a otro, se salió a toda prisa y se volvió a posar tan
tranquilo en el bordillo a la espera de que el semáforo volviera a obligar a detenerse
a otro proveedor de comida rápida. Ante este comportamiento tan valiente y
atrevido por parte del gorrión, me quedé parado sin cruzar la calle, para comprobar si cuando se
volviese a cerrar el semáforo y se detuviesen nuevamente coches, el gorrión volvía a hacer lo mismo. Y así fue. Tal que, nada más ver
esto por segunda vez dije para mí: este pájaro está abonado a este paso de
cebra pues sabe que aquí no le falta comida y por eso se pasa las horas de
mayor tráfico rodado, picoteando los frentes delanteros de los coches que se detienen
obligados por el semáforo.
Esta segunda vez le llegó un todoterreno
bastante alto, que tenía el frente del motor
tapado como corresponde, pero en la celosía de la rejilla había tres o cuatro
avispas pegadas y aplastadas, dos de las cuales pasaron al estómago del gorrión
en un santiamén. Este osado comportamiento del pájaro me ha hecho mucha gracia
y luego pensando sobre ello me di cuenta, de por qué el pajarillo había
escogido este semáforo y no otros de calles próximas. Yo pienso que era simplemente porque este semáforo regula la
entrada de los vehículos que llegan a la
ciudad procedentes de largo recorrido, con lo cual la posibilidad de que el
coche traiga carga pegada es mucho mayor que en los coches que solamente callejean
por el interior de la capital, que pocos insectos pueden traer pegados consigo. Otra
actuación que me admiró de este urbanita e inteligente pájaro, fue la prisa que se daba en recoger el condumio en cuanto se detenía
el vehículo a su lado, porque sabía que si tardaba más de lo debido se
arriesgaba a tener que tirarse en marcha o ir a parar a La Bañeza como cerca, sin pretenderlo.
Desde hace varios años en los
semáforos de las entradas a las ciudades, sobre todo en verano, suele haber grupos de personas que se empeñan a toda
costa, hasta aburrirte, en limpiarte (embadurnarte más bien) el parabrisas del
coche a cambio de una propina, pero debido a la crisis tan tremenda que hay, ahora les ha salido competencia pues en estos
momentos me consta que hay gorriones que
hasta te limpian el frente del radiador en unos instantes y tan solo a cambio de unos mosquitos aplastados
y resecos; con la particularidad de que estos pequeños personajes alados y callejeros, son rapidísimos a la hora de prestar el servicio y
no dejan huella alguna.
Estos audaces pajarillos todos
sabemos que se han acostumbrado de tal forma a la presencia del hombre que
apenas le temen y por eso son tan arrojados.
Yo los tengo visto meterse dentro de algunos bares cuando están las puertas
abiertas de par en par, y pasearse tan
tranquilos por la base del mostrador, en
presencia de los clientes, para buscar restos
de comida. Y también los he visto atreverse,
como los de la foto, a posarse hasta en
las mesas de las terrazas para picotear
las migas de los cruasanes que dejaban los comensales, incluso sin haberse
levantado estos de sus sillas; pero ponerse en los semáforos a despegar los
insectos achicharrados que llevan los coches en su parte delantera, como hacen
los rumanos con la limpieza de los parabrisas, nunca lo había visto hasta hoy.
Como para que luego algunos miembros
del gobierno se empeñen en decirnos que ya se comienzan a ver brotes verdes. Ni
verdes ni negros: crisis total. Como diría un “catalá”: “la cosa está cada día
más fotuda”. Si no, que se lo pregunten a los pardales leoneses (aquí en León a los gorriones se les llama
pardales) que para poder comer, no les ha quedado otro remedio que echarse a la carretera.
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6 comentarios:
Samuel.
Un día has citado a Corniella.Ayer 28 de Mayo,pasé en coche por Corniella,venía de Gera y me digo voy a bajar al corredor del Narcea,por Los Somiones,Corniella,Sorribas,donde nació Campomanes.Por lo que sé, de su casa,no queda.Algo me han dicho de la Pila Bautismal.Puedes hacer algún comentario de esa Zona.
Un saludo.
Inocencio.
Amigo Inocencio, siento no poder complacerte en lo que me preguntas pues, el que sabe bien los pormenores de la zona, por ser natural del mismo Corniella, es José Rodríguez Francos, que de vez cuando participa en el blog. Espero que esta pregunta le sirva de reto y te conteste de forma amplia y documentada como suele ser habitual en él. Un abrazo.
Muy ameno lo entamaste
con sólo un gorrión viario,
si llega a ser bandada
nos obras un Diccionario.
Benjamín, no hay cosa que se te despiste. Quedo asombrada con la entrada de los gorriones por dos motivos: uno por el hecho en sí, viendo lo listos que son para ponerse en los semáforos de las entradas a las ciudades; y otro, porque a cualquiera, que no fuera tan observador como tú, le hubiera pasado desapercibido. Cada poco nos das una lección magistral sobre cualquier tema.
A José Manuel, decirle que muy bueno el ripio, y le aplicaremos aquello de que “lo bueno si breve, dos veces bueno”.
Inocencio, Galán tiene razón, el más entendido de la zona es el amigo Francos o de Corniella. Yo paso, alguna vez, por la carretera que va desde El Puelo a Gera pero no llego a Corniella.
Me llama la atención lo de los gorriones, que son todos machos. ¿No os habéis dado cuenta?.
Podríamos calificarlo como violencia de género por tener a las compañeras, en casa, o pidiendo en la puerta de algún extablecimiento, mientras ellos dan buena cuenta del pastel.
EL MUNDO AL REVÉS.
Inocencio, si te sirve de algo, entresaco unos datos de de la parroquia de Santa Eulalia de Sorriba, del libro escrito por el Tinetense Senén Gonzalez Ramírez, en el primer centenario de la muerte de D. Antonio Peláez de Campomanes (1811-1892).
"La parroquia de Sta. Eulalia de Sorriba, está formada por las siguientes entidades de población: Buseiro, Carbayo,Corniella, La Oliella, Pilotuerto, La Prohida, La Reigada, Requejo Sorriba y Villanueva. Está atravesada por la carretera La Espina-Ponferrada y bañada por el río Narcea; su terreno es montañoso y de escasa vega, y de fáciles comunicaciones. Entre los cultivos tradicionales destacaron el viñedo, del que antaño se lograron buenas cosechas de uva que era vinificada en los propios lagares.También el garbanzo y el panizo rendían notables beneficios. Hoy sus tierras de labor han sido convertidas en pastizales; la gente trabaja en las minas de antracita, explotadas en sus términos.
La cabeza de parroquia, Sta. Eulalia, dista de la capital municipal 13 kms. Y su censo es de 60 habitantes. Situada a una altitud de 425 m., en una planicie que es un magnífico mirador del valle del Narcea, cuyo río vese desde aquella atalaya lamiendo las márgenes verdes de las huertas y praderíos. Muy próximo, hacia el oeste, levanta su silueta el derruido castillo de Sta. Cruz.
La aldea de Sorriba está dividida en dos barrios: de Arriba y de Abajo, encontrándose la iglesia parroquial en éste último, forma placita en el tranquilo, alto y acogedor pueblo. La fachada-puerta adintelada de obra carpintera. Óculo, espadaña de dos ojos, pequeño pórtico lateral sostenido por pies derechos, el interior de una sola nave cubierta de bóveda de cañón apuntando, dividida en dos tramos por un arco de piedra sobre impostas; el arco de triunfo es de trabajadas impostas, cubriendo el techo del presbiterio una bóveda de crucería. En el primer tamo de la nave, lado izquierdo, una puerta comunica con una pequeña sacristía, hoy dedicada o otros fines. Posee tres retablos, el de la capilla mayor pudiera ser obra de los escultores de Villatresmil : Fernández y Palomino, y hacemos esta aseveración basándonos en el asombroso parecido al de la parroquial de Bodenaya (Salas), que es obra de los mencionados escultores. No albergamos duda sobre el retablo de la izquierda, fabricado en Villatresmil, está incompleto, y para trastocarlo más se le añadió en su única hornacina una antiestética vitrina, cosa semejante hecha con el de parte de la epístola.
Como iglesia monasterio fue fundada por Fruela II ( textos interpelados del Libro de los Testamentos), pero lo que ahora se ve no dice nada que abunde de su carácter medieval.
El primitivo templo, en ruinas, se encuentra ubicado en la ladera que da vista al valle del Narcea, aquí fue consagrado abad de Corias en 1173, Pedro Pelagii por el Obispo de Oviedo. Gonzalo. Cubre la desnudez de su ruina con hiedra, maleza y arbustos. Lo que queda de muros, ábside-semicircular, cubierto de bóveda de “ horno”- y sus entradas-arcos de medio punto, uno tapiado, muestran hechuras medievales. La espadaña, alta y gruesa, mantiene abiertos los dos vacíos ojos al abandono que le circunda.
Aquí fue bautizado en 1723, el primer Conde de Campomanes. Llama la atención el epígrafe situado a baja altura, lado derecho de la fachada principal , al que aseguran ser escritura hebrea.
De aspecto y magnitudes impresionantes es la casa del General D. Antonio Peláez Campomanes, resuelta en un gran volumen central que asoma a los campos mediante galerías; a un lado y a otro, quizás para dignificar el conjunto, se adosaron dos torres que le dan aspecto palaciego".
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