PUNTO DE PRÉSTAMO DE BICICLETAS, EL EJIDO, EN LEÓN

En estas dos primeras fotos podemos ver el  punto de préstamo, El Ejido, de 10 bicicletas con algunas fuera, recién inaugurado.

Estado en el que quedó el punto de préstamo al poco tiempo de estar en uso, con todas las conexiones forzadas y destrozadas.

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Ya que en la entrada anterior Maribel ha mencionado el sistema de alquiler de bicicletas que existe en algunas de las ciudades españolas a cargo de los ayuntamientos, yo debo decir que en León ya disfrutamos de esa estupenda utilidad desde hace varios años a pesar del comportamiento tan incivilizado por parte de determinados ciudadanos. Dicho servicio es municipal, gratuito y admirable. Para poder hacer uso de las saludables prestaciones que nos ofrece la bicicleta, solamente es preciso sacarse una tarjeta personal identificativa, sin coste alguno, con la que el usuario puede acceder a la utilización de una de estas máquinas en cualquier momento y en cualquiera de los  puntos  de préstamo que existen repartidos por toda la ciudad. Simplemente hay que atenerse a unas elementales normas establecidas en cuanto al tiempo de tenencia y disfrute, así como respetar unas elementales instrucciones  de uso  y nada más. Lo malo de estos admirables servicios, que raramente suelen estar al alcance de los ciudadanos, es que fueron  pensados y diseñados para ser utilizados por personas  respetuosas, civilizadas  y con sentido cívico, pero  como estas cualidades, desgraciadamente, cada día suelen escasear más, por no decir que brillan por su ausencia entre gran parte del personal con el que convivimos, por eso todos estos adelantos es muy difícil que se mantengan y que perduren en estado aceptable.

 Aquí en León concretamente, algunos de estos puntos de préstamo de bicicletas han sido totalmente arrasados y  desguazados por el vandalismo callejero. Como es lógico, en estos puntos que son  sentenciados por el gamberrismo nocturno y que han sido pasto de sus iras repetidamente, la propiedad  ya no ha vuelto  a reparar los daños causados en estos puntos de préstamo, ni a reponer  las bicicletas deterioradas. Concretamente el punto cercano a mi casa, que está situado al lado de las piscinas cubiertas del barrio de El Ejido, fue uno de los preferidos, junto a otros más, para ser destrozados por la barbarie de algunos individuos que campan impunemente por las noches a sus anchas por la ciudad.

Otra de las facilidades que ofrece este avanzado servicio de préstamo de bicicletas, es que el usuario de la bicicleta  puede tomarla  en un punto determinado de la capital y dejarla en otro distinto. Por ejemplo yo tengo que ir de viaje y para trasladarme de mi casa a la Estación de Autobuses, si apenas llevo equipaje,  puedo coger una bici en el préstamo que hay cercano  a mi casa,  trasladarme con ella hasta la Estación y allí mismo la puedo dejar en el punto de préstamo existente. A la vuelta puedo hacer lo mismo en sentido inverso: tomo la bici en la Estación de Autobuses y la dejo en el punto más cercano a mi domicilio. El poder hacer esto resulta muy cómodo y muy servicial. A tal efecto, el ayuntamiento ha distribuido una serie de puntos de préstamo por toda la ciudad, creo que fueron seis en un principio y después ampliados a nueve,  con diez bicicletas en cada uno; cantidad que cubre ampliamente las necesidades de los muchos leoneses que gustan de andar en bicicleta. Estas bicis están en los puntos de préstamo trabadas mediante un vástago que llevan en la parte delantera y que se encastra en una especie de viga horizontal metálica que de forma electrónica las mantiene sujetas. Al lado de las bicicletas está el punto de control que es una columna a modo de cabina expendedora con un atril donde hay una pantalla y un pequeño teclado. El usuario introduce su tarjeta en el lector de tarjetas y teclea su código personal y una vez verificados los datos  del solicitante el dispositivo libera de forma automática la bicicleta. Las instrucciones de uso figuran en el panel del atril y están  expuestas de forma visible, clara y sencilla de comprender para cualquiera.

Para garantizar el buen funcionamiento de estas máquinas, hay un mecánico que diariamente  recorre los diferentes puntos de los préstamos para comprobar una por una el  buen estado  y funcionamiento de cada máquina, sustituyendo si es preciso,  las diferentes piezas que estén desgastadas por el uso. Esta maravilla de  servicio, para cualquier ciudadano sensato, debiera suponer  un orgullo como signo de adelanto, de progreso y de consideración con el público,  pero sintiéndolo mucho, en nuestras ciudades aún estamos muy distantes de que podamos disfrutar plenamente de estas finuras pues, todavía  existe mucho marginal que no sabe hacer otra cosa que arremeter contra todo lo que sea de uso público. Es una lástima porque, el poder disfrutar de estos privilegios populares, bien debiera considerarse y valorarse como indicador del nivel de bienestar de una ciudad, ya que supone el  equipararse a países ejemplares como  Suiza u Holanda, pero está claro que la miel no se ha hecho para la boca de los asnos.

Mientras siga existiendo este tipo de gentuza que campa libremente a sus anchas  por nuestras ciudades y pueblos, sin miedo ni respeto a nada, a lo único que podemos aspirar el resto de los ciudadanos que somos respetuosos con nuestro entorno y con nuestras ciudades, es a ver si algún día se  implantara un código penal mucho más severo del que tenemos, que castigue como se merece a todos estos infractores que solo disfrutan atentando contra los intereses de uso público.

B. G. G.  , bloguero “Prior”

P. D. Inicialmente este texto iba a ser un comentario afín al tema de las bicicletas que insinuó  Maribel en la  entrada anterior, pero como tenía las fotos tan oportunas, por eso  lo convertí en entrada. Disculpad si a veces resulto un tanto cansino. Son los años.