jueves, 9 de mayo de 2013
VIAJE A JAPON/3
Tras
los primero días en Tokio, dejamos la capital para viajar a Nikko, uno de los
principales lugares turísticos de Japón, declarado patrimonio mundial de la
Humanidad y uno de los centros del budismo más importantes del País. Yo lo
compararía con Covadonga. La gente llega visita los templos y a lo más al día siguiente se va.
Fachada del Hotel en Nikko
Templo Shihonryu-ji actualmente en reparación
Situado
a unos 150 kilómetros al norte de Tokio
en la región de Kanto, colindante
con la prefectura de Fukushima de
ingrato recuerdo por el accidente nuclear de marzo de 2011. Para viajar estrenamos el Bono adquirido
previamente en España y que ya habíamos activado para comenzar a utilizarlo en
este viaje y posteriores y que tiene una duración de una semana. En la estación
de Sinagawa nos subimos a uno de los trenes bala de la Japan Rail que en unos
40 minutos nos deja en la estación de Utsunomiya, donde debemos cambiar a un
tren de cercanías sin apenas tiempo de espera que nos lleva hasta Nikko en
otros 30-35 minutos. Como el hotel estaba
en la otra parte del pueblo, había algo de niebla con frío y no era cuestión de
pasear el equipaje, optamos por tomar un taxi. El hotel típico de la zona no es
un hotel al uso. No hay camas. Dos futones a modo de colchones en suelo
solamente. Por un momento retrocedía en el tiempo 45 años que me llevaron a mis
tiempos del Servicio Militar cuando en una ocasión hube de probar la
prevención, que para los que no estén al tanto de los deberes militares
consistía en coger el colchón de tu cama con las sábanas y mantas e irte a
dormir al calabozo en el santo suelo. A la entrada de la habitación un par de
zapatillas tipo pantufla te “indican” que no se puede entrar con calzado de
calle.
Samurai con su pañuelico rojo sanferminero
Una vez acomodados iniciamos una pequeña caminata por la ladera del río
donde se pueden contemplar figuras de Samuráis. Ese camino lleva a un Templo al
que no pudimos acceder dado que estaba en reparación y además había que hacerlo por unas escaleras
de piedra en muy estado y como llevábamos el carrito del nieto se hacía
prácticamente imposible, con el añadido de que la niebla y el orbayu cada vez
se hacía mas persistente con lo cual regresamos al pueblo para buscar un lugar
donde comer. Encontramos una franquicia americana donde pudimos probar una excelente carne a la parrilla. Como
anécdota diré que nos facilitaron un delantal, es de suponer que con el fin de
no mancharnos. Previsores que son.
Después
de recuperar fuerzas un paseo hasta el Monte
Natai, poblado de inmensos cipreses
japoneses donde se concentran la mayoría de los Templos que para no variar están
situados en lo alto del monte poblado de viejos e imponentes cedros japoneses, algunos con diámetros superiores a 1,50 metros. Allí se encuentra el más importante el Shihonryu-ji que fue fundado por el monje budista Shodo
Shonin, que según cuenta la leyenda llegó a Nikko tras cruzar el puente
a lomos de dos serpientes que se transformaron en el puente.
Para cruzar el puente hay que pasar por taquilla (300 yenes = 2,50 )
Este templo está
actualmente en fase de restauración, entre otros elementos la techumbre. Para
ello construyeron una inmensa nave que lo envuelve con el fin de preservarlo de
la lluvia durante la misma. Parece ser que llevan unos ocho años con la obra y
todavía no tiene visos de acabarse.
Amaneció
la jornada siguiente sin que el tiempo mejorara por lo que tomamos la decisión
de adelantar el viaje de regreso al Hotel de Tokio donde teníamos reservada
otra noche antes de viajar a Kyoto. Como llegamos pronto nos fuimos a comer
frente a la Estación Central de Tokio, donde en uno de sus muchos rascacielos
hay infinidad de tiendas, bares, cafeterías y restaurantes de todo tipo. Como allí
no hay costumbre de tomar café después de comer en el mismo restaurante, aprovechamos
el tiempo restante para visitar el entorno del Palacio Real ya que no se permite
la entrada.
Como
a la vuelta de Kyoto teníamos que cambiar de Hotel, había que guardar el
equipaje que no lleváramos y aunque el apartamento-estudio de Cristina es
pequeño, al menos tenía cabida para guardar allí lo que no íbamos a usar.
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2 comentarios:
Alfredo, muy interesante el recorrido que nos muestras y muy bien ilustrado. Supongo que habrás tomado tus buenas notas en su momento, sobre todo pensando en tu labor periodística-bloguera, pues al cabo de varias semanas cómo para acordarse de los detalles de cada día, al nivel que tú nos los explicas. Después de tus estupendas crónicas, creo que Japón se ha ganado unos cuantos posibles turistas más, con muchas ganas de poder visitar ese enigmático país en cuanto les sea posible.
Alfredo, pusiste hace seis días esta nueva entrada del viaje a Japón, pero yo marché el viernes y vine el domingo, y después ya fueron pasando los días. Leer la leí el viernes, pero escribir fuera de casa es más difícil.
Lo ilustras muy bien. Así nos damos una idea de lo diferente que es, porque aunque el relato está muy bien, le aplicaremos aquello de que “vale más una imagen…”
El detalle de daros el delantal para comer está muy bien, yo creo que ahora, incluso aquí, se están concienciando de que algunas cosas no las comemos por el miedo a salpicar la ropa. Sobre todo el marisco que cuando utilizamos las tenacillas, al menos yo, siempre acabo teniendo que llevar la ropa a limpiar, porque además, como se suele comer en celebraciones, generalmente, va uno con “sus mejores galas”. En Italia se ve más a la gente con servilletas muy grandes y colocadas por delante. Será por el tomate en salsa que se utiliza en tantas comidas allí.
Nos quejamos de las autopistas, pero el puente de la fotografía todavía es más caro. La vida en general, debe de ser bastante más cara que aquí. De todas maneras el viaje, en las condiciones que ibais vosotros, teniendo familia allí, no era para perdérselo.
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