domingo, 2 de marzo de 2014
“FOTÓGRAFOS” EN ESTOS TIEMPOS, TANTOS COMO TOREROS EN SEVILLA.
A propósito de las máquinas de retratar, como decíamos en perfecto
castellano durante la infancia, hoy día han cambiado y evolucionado tanto estos
artilugios que aparte de reducir los tamaños y pesos
hasta límites increíbles, casi
como las de los espías, hasta los modelos más elementales están dotados de alta tecnología. Las hay tan completas que solo
les falta poder comunicarse con el
retratista y que, en cierto modo también lo hacen. Y por si fuera poco con
esto, también deben resultar bastante asequibles
a los bolsillos de una gran mayoría del personal, ya que todo perro y gato lleva consigo cámara de fotos. Hasta las
criaturas las vemos con su máquina de retratar en mano y no como aquellas de juguete
de nuestro tiempo que al apretar el disparador salía hacia adelante el objetivo
que era una especie de gusano con cuerpo de acordeón. Al paso que vamos y no tardando, los peques irán ya a la guardería con un chip
incorporado en la muñeca o bajo la epidermis, que incluirá: móvil con cámara de
fotos, de vídeo, TV en 3D, GPS, MP3, bluetooth y otros muchos avances tecnológicos que
ya están a la orden del día y aunque yo no utilizo, sí me consta que son utilizados
por todos aquellos que se sienten abducidos
por toda esta vorágine actual, de los cachivaches digitales.
Hace unos días me
comentaba un amigo que a él cada vez le aburría más el asistir a fiestas familiares, simplemente por
el hastío que le provocaba la pesadez de mucha gente con el hacer fotos a cada
instante. Decía que no había entrado por la puerta y ya le estaban “inmortalizando”,
con cámara, con móvil, con tableta, con el demonio. Y a este tipo de gente les da igual lo que estés
haciendo: comiendo, bebiendo, riendo, llorando… Solo falta que también te saquen fotos durante el tiempo que permaneces
en el escusado. Menos mal que la mayoría de esas tomas luego no tienen
trascendencia ni repercusión ninguna; pero puede darse el caso, que cuando menos te
lo esperas te puede decir alguien: ¿pero fulano qué hacías tú el otro día en
tal sitio que te hemos visto en el Facebook o en el You Tuve y vaya bien
acompañado que estabas? y te quedas medio alelado, si ya no lo estabas de
antemano.
¡Hombre! también conviene decir que a uno todo este exceso
de modernidades digitales ya le están desbordando y hasta cansando un poco, porque aunque se haya ido evolucionando con
los tiempos, nuestras costumbres de crianza y juventud fueron tan diferentes a las
actuales que no acaba uno de entrar por
el aro. Encima ahora, nos estamos dando cuenta que todo esta saturación
digital de la que nos vemos rodeados, sí ha
mejorado nuestro quehacer diario bastante, pero no ha aumentado ni la tranquilidad ni el bienestar interior.
Y yo puedo decir que en
mis años de niño, y en mi entorno, ya había algún afortunado que otro, entre los que yo no me encontraba, que para la primera comunión les regalaban una
cámara fotográfica de las de entonces; cosa inaudita, pues también es verdad que si en estos momentos quisiera
enumerar a todos aquellos suertudos me bastarían con los dedos de la mano, aun ampliando bastante el
entorno.
Yo, mi primera cámara de retratar, que fuera de mi
propiedad, la tuve a los 40 años. Y mis primeros
contactos con la fotografía los tuve a los veintitantos años gracias a las cámaras de empresa que utilizábamos para el trabajo. Pero las fotos que se hacían
para aquellos menesteres no tenían ningún interés artístico, tan solo se
intentaba que dieran fe y mejorasen en lo posible la interpretación de ciertos
detalles técnicos, que pudieran quedar poco claros solo con la descripción escrita. De
todas ellas se elegían las mejores y se incorporaban a los informes en un apéndice
fotográfico final, el cual servía de ilustración y también de engorde para los
casos en que el ejemplar no saliera todo lo robusto que era deseable.
De ese tipo de fotos puedo decir que llevo hechas miles. De ahí viene mi tendencia a hacer fotografías de gran parte
de lo que nos rodea. Y aunque, actualmente, sigo haciendo fotos casi a diario
en el campo, conviene decir que todas ellas son
tomadas sin la más mínima pretensión
de lucimiento. Cuando incorporo una foto a lo que he escrito solo pretendo
ilustrar el texto y aportarle algo
de color. En lo único que procuro esmerarme algo más, es en los encuadres y en los enfoques, siempre que sea posible, porque
a veces tampoco resulta nada fácil. En cuanto a
criterio artístico, ninguno. Si acaso, lo armonía que pueda aportar la
experiencia de haber hecho muchas. Como ya he dicho en un comentario del
Facebook, contestándole a Marta, yo conservo una gran cámara analógica de marca Olympus, con
una óptica Zuiko de óptima calidad, que en el año 1981 me costó 50.000 pesetas
(todos mis ahorros). Con esta cámara he hecho infinidad de fotos, la mayoría de
ellas relacionadas con el trabajo y algunas muy buenas; sobre todo, por la nitidez y el color tan real que tenían las imágenes, gracias a la naturaleza y buena calidad de la óptica. Además,
dicha cámara resultaba de muy fácil manejo pues, aunque es muy completa y
avanzada, tiene la opción de utilizarla
de forma manual para el que sabe tras de lo que anda, pero cuando no es así, se
puede poner en automático y aquí ya solo tienes que controlar la
distancia y el enfoque, porque todo lo
demás, referente a iluminación, campo, fondo … lo hace ella sola y de forma
casi perfecta.
El otro día comentaba un amigo que ahora con el tema
digital, ya no tenemos fotos en papel para otro día poder mirarlas y remirarlas
detenidamente como hizo él no hace mucho, cuando rebuscando por casa dio con una caja de
zapatos llena de fotos ya un tanto amarillentas, y vaya bien que lo pasó viendo imágenes de
cuando éramos jóvenes y recordando viejos tiempos. Otra cosa será el día que
queramos tener en nuestras manos fotografías
de las vivencias actuales y no podamos hacerlo
por no haberlas llevado a papel como se hizo siempre. Esa será la factura que deberemos pagar en el
futuro, por habernos conformado con el
simple visionado en pantalla digital.
B. G. G. Bloguero
“Prior”
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4 comentarios:
Además, tengo entendido, de que el soporte digital es efímero. ¿Más que el papel?.
Benjamín, me parece muy acertado todo lo que dices en esta entrada. Para no coincidir en todo, decirte que a mí me parecen muy buenas las fotografías que haces. Yo de arte no entiendo nada, pero están muy bien hechas, encuadre, luz etc.
Nosotros, hasta hace dos o tres años, siempre tuvimos máquinas de lo más barato y simple que había. Eran de esas automáticas que lo hacían todo, así que no tenías que preocuparte de nada. Cuando íbamos de viaje, a veces le pedíamos a alguien que nos hiciese una fotografía y como fuera alguien que entendiera un poco y se pusiera a “regular” cosas, foto perdida. La máquina no estaba acostumbrada a tanto.
Cuando empezaron las digitales, compramos una ya mejor, pero, aunque hace muy buenas fotografías en automático, al compararla con las que empezaron a salir a los dos o tres años, resulta demasiado grande. Total, que hace dos años pedí yo a los Reyes Magos una máquina y la escogió mi hija, la quiso con no sé cuántos “relojes” que a mí me sobrepasa. Así que cuando quiero hacer alguna fotografía la hago con el teléfono, que es bastante “birrioso” pero no tengo que regular nada.
Eso de mirar la caja de la fotografías es un entretenimiento muy agradable. Nosotros tenemos dos álbumes familiares, y el resto en una caja, pero desde que empezaron las digitales no imprimimos ninguna. Tienen mucho más encanto las que están impresas, y yo creo que a pesar de que primero las guardábamos en CDs y luego en Pendrive, se van a perder muchas. No perder exactamente, pero sí no encontrarlas, por mucho letrero que se ponga. Bueno, cuando no tenga que trabajar me dedicaré a organizar cosas de esas en casa, porque ahora, tanto los papeles, como los archivos ya tengo bastante con los del trabajo.
Hace unos seis años compré un aparato para pasar las cintas de VHS a DVD. Lo pensaba hacer en las primeras vacaciones que tuviera, pero pasaron seis por lo menos y todavía no pasé ni una. Ahora también digo que para cuando esté jubilada.
Que en este mundo hay gente "pa too" es una verdad como un templo. Algunas personas poseen dotes naturales que sobresalen en cualquier grupo sin pretenderlo. Lo de la fotografía es una curiosa afición que yo envidio, pero que considero ser un pato para hacerlo bien.
Observo que en cualquier reunión, festejo, deporte, excursión, etc, siempre hay un voluntario, por incómodo que resulte, que siempre está en sana disposición para inmortalizar el momento. Como dice el "entradista" sin buscar el lucimiento.
He visto en feisbuk un conjunto de fotos referidas al colorido y diferentes tonalidades que deja en el suelo la caída de las hojas en otoño. Una maravilla, además muy elaborada. Eran obra de este crecido fotógrafo que desconoce la pereza y que a excepción de los deportes, lo hace todo bien. ¡Qué jodido! Además creo que lo consiguió a base de afición y trabajo. Enhorabuena
Se percibe que el escribir esta entrada, Benjamín, ya andaba mosqueado por el abuso de la fotografía digital. Tal vez, de haber esperado una semana, su mosqueo hubiese sido aún más candente.
Al menos es lo que me ocurre a mí. Desde que a un grupo de famosos haciendo el ganso en la última entrega de los Oscar, igual que Obama y la rubia nórdica durante el entierro de Mandela, se les ocurrió hacerse lo que llaman un selfie, éste ha causado furor.
Por todas partes, incluidas reuniones de gentes serias y sensatas, aparecen grupos de cabecitas apiñadas inmortalizándose en auto fotos. La llamada nube de Internet debe de estar a punto de reventar, y me temo que va a descargar sobre todos nosotros un diluvio de esas autocomplacientes imágenes.
Quizá yo esté muy desfasado, pero me surge la duda de que solo los niños pequeños sean monos de imitación.
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