domingo, 5 de agosto de 2012
DE LAS COSAS DEL COMER
Aunque el título es casi de copla, película, o ambas cosas a
la vez, basta sustituir comer por querer, esta entrada solo pretende intentar,
abordar o continuar algo que con insistencia algún colega viene reclamando y
haciendo: diversificar el blog, utilizarlo, también, para transmitir
información de aquellos temas que cada cual pueda estimar de interés.
Lo más cercano, lo que nos ata, el ADN del blog, son los
recuerdos de Corias, y estos tienen final. También continuación en las vivencias
posteriores de todos y cada uno de nosotros. Abrir el blog a esas vivencias,
plasmando en él las experiencias propias, obviando aquello que no interese,
puede informar y ayudar en situaciones que pueda deparar el futuro.
Cierto, existen guías completas y documentadas sobre los
temas más variados. Pero estas entradas las ganan en accesibles y próximas, con
una ventaja añadida, la posibilidad inmediata de queja y aviso a navegantes ante
algún inevitable, seguro no intencionado, embarque.
Tentado estuve a escribir esta entrada sobre la exposición
de Hopper en la Thyssen
que recién visité. Sin ser experto en pintura su ensimismado realismo, igual
que a tantas personas, me impactó. Tentación fugaz, la pintura es terreno bien
cultivado por Miguel Ángel, en numerosas entradas lo ha demostrado. Espero se
recupere pronto, lo deseamos todos, y también reanude su buen hacer en el blog.
Sobre pintura solo una información, esta exposición permanecerá abierta hasta
el 21 de septiembre, y un consejo, quién pueda que vaya a verla, y de paso,
está enfrente, la de El Último Rafael en El Prado.
Así pues regreso a lo mío, a las cosas del comer que también
pueden ser otras formas de arte.
No soy nada partidario de buscar fuera de nuestras fronteras
comida española. Salvo en contadas y
asesoradas ocasiones la búsqueda termina en rotundo fracaso; con paellas
esperpénticas adaptadas a los gustos locales, o tortilla londinense como la
narrada aquí por Morán. Cada región o país tiene su propia cocina, ahí es donde
se debe indagar, educando el paladar.
Sabido es que no existen dos personas con gustos culinarios
idénticos, al menos en mi opinión, si bien los sabores de la infancia irradian un
denominador común. Sabores que permanecen indelebles en el sentido del gusto. A
ellos, sin desdeñar los nuevos que hemos ido adoptando, volvemos cuando se
presenta la ocasión. Sin establecer ningún agravio comparativo con otras regiones,
nacionalidades o países, a ellos les atraerán los suyos, los asturianos sentimos la llamada de nuestros
excelsos sabores.
Ahí quería llegar, a los lugares que acudes cuando vives en
Madrid y sientes esa llamada de la cocina asturiana; los restaurantes
asturianos de por aquí, pues aunque estamos en profunda crisis y Rajoy ya
anunció que no bajará las pensiones.- el continuo digo/diego obliga de
inmediato a tocar madera,- el país necesita que gastemos todo lo posible, para
pagar más impuestos y reactivar la economía.
Sin pretender ser exhaustivo, citando solo aquellos que
conozco y, en mi opinión, difícilmente defraudan, sugiero, por si a alguien le
interesa, lugares de buen comer asturiano en estos lares.
La cocina asturiana más elaborada, más aceptada en ciertos
ambientes de la capital, también más
cara, se asienta en EL PARAGUAS de la calle Jorge Juan donde sus verdinas con
marisco hacen furor. PIÑERA, más reciente, en la c/ Rosario Pino cerca de Plaza
Castilla no le va a la zaga, aunque se prodiga menos en platos de raigambre
asturiana. VIAVÉLEZ se trasladó, hace pocos años, desde esa preciosa villa marinera
del occidente Astur hasta una esquina de General Perón trayendo con ellos el
buen hacer con el impecable producto que
le dieron merecida fama allí.
Pero estamos en verano, nada mejor que una terraza para cenar
comida asturiana. EL OSO, salida carretera de Burgos, antes de la Moraleja, tiene agradable
terraza y excelente comida a unos precios algo más contenidos (recientemente
han abierto, al principio de Maldonado, otro llamado El Esbardo, sin
terraza, pero más accesible para ir sin
coche, y la misma calidad de comida). Continuando con terrazas no podemos
olvidar EL BOSQUE SAGRADO situado en el antiguo Pabellón de Asturias en la Casa de Campo. En este
apartado debiera incluir EL FILANDÓN, carretera Fuencarral – El Pardo, tan de
moda últimamente, pero a pesar de sus excelentes pescados, de asturiano tiene
poco más que el nombre, su dueño es el de Pescaderías Coruñesas, propietario
también, entre otros, del afamado gallego O’PAZO.
Pensando en el otoño- invierno conviene no olvidar a los
clásicos de siempre con sus fabadas y potes, LA MÁQUINA en Sor Ángela de la Cruz, CASA HOTENSIA, c/
Farmacia o LA HOJA
c/ Dr. Castelo. En esta calle está uno de mis preferidos de antaño CASA PORTAL,
hace tiempo que no como allí. También, más baratos, existen otros asturianos
con excelente comida como LA CASA DE
ASTURIAS c/ Argumosa, donde no es infrecuente comer con Ian Gibson en la mesa
de al lado, ASTURIANOS en Vallehermoso tiene menús con una relación calidad- precio inigualable, una objeción
además de lo reducido del espacio, tienen una carta de vinos cuidada y extensa
que da más prioridad, es mi impresión, a
los vinos portugueses que a los de Cangas, cuando según tengo entendido
ellos proceden de por allí. En esta relación de calidad-precio debiera citar a
CASA PARRONDO c/ Trujillos, pero su actitud ,expulsando del local, hace algún
tiempo, a dos mujeres que se hacían arrumacos demostrándose su amor, me lleva,
personalmente, a mantenerlo en cuarentena.
Consciente estar aburriendo ya hasta a las ovejas no me
puedo extender más. Seguro que no están todos los que son, pero casi seguro,
para gustos hay colores, que “sí son” todos los que están.
Solo un recuerdo para el ya histórico CASA MINGO del Paseo
de la Florida. En
una ocasión comía en su terraza con un amigo unos chorizos a la sidra y pollo
asado. Pasó un vagabundo y sin mediar palabra extendió su mano envuelta en una
mugrienta venda, cogió el pollo de mi amigo y se puso a devorarlo a
dentelladas, mientras, desafiante, le miraba fijamente. Yo, viendo la cara de
perplejidad sin atinar que decir del amigo, ya casi reventaba de risa, hasta
que este reaccionó y con buen criterio dijo: “Que le aproveche buen hombre”. Encargamos
otro pollo al camarero, el vagabundo se fue y terminamos plácidamente la
comida. El recuerdo de esta anécdota me trae sentimientos encontrados, este
amigo, hace años, ya se murió.
Y aunque no os lo creáis, ninguno de los restaurantes
citados me pagan comisión, como máximo, alguno, en alguna ocasión me ha
invitado al chupito de orujo.
ulpiano rodríguez
calvo.
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6 comentarios:
Ulpiano, tus recomendaciones sobre sitios de Madrid donde se puede degustar buena comida asturiana, son muy acertadas, pero también conviene decir que la mayoría de estos restaurantes tienen el pelo muy fino como decimos por Cangas. Yo de todos los que enumeras conozco principalmente El Portal. Durante varios años mi empresa solía hacer allí la comida de confraternización navideña con todo el personal. Fuera aparte, yo también tengo ido por mi cuenta con amigos que no eran asturianos pero que les gustaba mucho. Concretamente, de vez en cuando íbamos con un gaditano que era un loco de la genuina tortilla de cebolla que hacían y supongo que seguirán haciendo los de Portiella.
También conozco el Piñera porque yo viví dos años en la calle Rosario Pino en los apartamentos que hay frente al Hotel Meliá Castilla. Pero en los años de mi estancia no existía todavía; entonces, por aquella zona, estaban El Txistu, El Caserío y el Asador Donostiarra, principalmente. De todas formas mantengo un amigo en esa calle que es de Cibuyo y cuando he ido a verle alguna vez, pasados los años, me ha invitado al Piñera que es muy bueno y muy “carete”, pero mi amigo es un asturiano “echao pa lante” como dios manda y no repara en gastos. Él suele decir que hasta que la Visa eche chispas, seguirá dándole caña. La cosa es que aguante. Y parece que resiste con crisis y sin crisis. Todo lo hace quien puede y no quien quiere.
De todos modos creo que para los tiempos que corren y los que nos esperan, yo optaría por recomendar el pollo de Casa Mingo de La Florida, con esa sidra dulce como la que se toma por septiembre en el Acebo, que además de ser muy rica y ecológica, si se toma algo caliente es un laxante eficientísimo. Casi tanto como la purga de Benito.
Se ve que eres un gourmet, no solo por lo que dices en esta entrada, pues, si mal no recuerdo, también hablabas de restaurantes de Roma en otra anterior, y de comidas como las de las vendimias y Santa Águeda. Por cierto que hablando del menú de Santa Águeda nombras unas “chuletas empanadas” que no sé si serán las que yo pienso, porque se comían bastante por esa zona de Cangas. Me refiero a chuletas de cordero envueltas en salsa bechamel y luego empanadas (Con huevo y pan rallado). A mi me gustan mucho, las comí por primera vez en casa de mi suegra, y era típico que las llevaran como parte de la comida al Acebo. Después fijándome allí había gente de Cobos y de esa zona que las llevaba también.
En cuanto a los restaurantes de Madrid no conozco casi nada allí y además no me acuerdo de los nombres. Sólo recuerdo uno de los que comenta Galán “El Caserío”, que está en Capitán Haya, y allí estaba la oficina principal de la empresa que trabajaba Manolo, y, cuando iba a algún curso o algo, lo acompañé alguna vez. Mientras él trabajaba, yo salía por Madrid con una amiga que tenía allí y disponía de tiempo. Siempre me gustó mucho Madrid, sobre todo en otoño, pero no pude o no tomé interés en ir mucho.
Gourmet no soy, Maribel, si me gusta, cuando puedo, comer bien. Se puede preguntar a Juanma las tajadas de cecina (excelente) que fue echando en mi plato durante la comida en Valdevimbre, no quedó ni una.
Las chuletas empanadas son, efectivamente, las de cordero que tú recuerdas. Cuando el cordero es mayor se suelen poner a macerar, antes de empanar, con ajo y perejil, incluso con un poco de vino blanco. Frías también están muy buenas, por eso es costumbre comerlas en el Acebo.
Por los pueblos de la zona vivían mujeres que habían trabajado de cocineras en Argentina y trajeron estupendos platos de la cocina italiana, francesa, rusa y de otras nacionalidades.
Ah! En El Caserío, con aquellas mujeres vestidas de negro, tan típico de los restaurantes vascos, se comía bien. Hace algún tiempo ya estaba más apagado
Saludos.
Estimado amigo Ulpiano,
en lo tocante al comer
no sé yo si eres gourmet
pero siempre das en clavo.
Algunos y yo me incluyo
comemos hasta "fartarse"
más tú con tu pico fino
siempre hallas algo de arte
en cualqier sobrio condumio.
Un abrazo.
PD. Al comentario del Prior, recordando el Asador Donostiarra,
he de añadir que de la época en que desconocíamos lo que era la "prima de riesgo", tengo gratos recuerdos de haber paladeado sus endivias con anchoas, que supongo de Santoña.
Ulpiano, como el prior, domina todos los palos no hay tema que se le resista.
Viví bastante tiempo en Madrid pero no me permitían mis ingresos visitar esos lugares aunque mi zona fue la calle Ballesta y después la Plaza España.
Solía ir algo por El Garabato en la calle Echegaray. Tenían buena fabada, con ingredientes de Tineo. Supongo que ya no existirá ese local.
Durante mi vida laboral tuve que ir muchas veces a la capital, pero como la central estaba en Arganda nos invitaban por aquella zona.
Ulpiano, coincide lo que dices, respecto de las chuletas empanadas, de que mujeres de tu zona de Cangas habían trabajado en Argentina de cocineras, pues casualmente mi suegra nació en Buenos Aires, y allí estuvo hasta los 8 ó 10 años porque los padres trabajaban allí, la madre precisamente de cocinera. Así que ya sé de donde vino la receta. (Siempre se aprende algo nuevo).
En cuanto a la comida de Valdevimbre, ya había visto las fotografías y el comentario, o sea, que sigo con la misma opinión. “Donde haya buena comida estás tú, y donde estés tú hay buena comida”
Recordando después me acordé que con mi amiga comimos dos o tres veces en el Restaurante “Tres Mares”, (Por los años 80 y principio de los 90) y ya no me acuerdo de más.
Yo a Madrid no fui hasta que me casé (22 años, en el año 1973). Era la ilusión de mi vida. Yo quería tener alguna tía u otro familiar allí para poder ir, pero nada. Cuando veía pasar unos autocares que iban directos a Madrid, allá por los años sesenta y principios de los setenta, me daban mucha envidia. (No sé si los recuerdas).
Como decía fui a Madrid en la luna de miel, cuyo destino era París, pero como en aquellos tiempos, y casi ahora también, el centro de conexión era Madrid, aprovechamos allí una semana también.
Como buena “pueblerina” me gustaba mucho la zona de Sol y calles adyacentes, Preciados, Mayor… Además en aquel momento estaba todo bastante tranquilo. Por cierto que un día que íbamos a cenar a un Restaurante en Sol (No recuerdo el nombre, era un restaurante normalito), nos encontramos allí con Pepe Morán. Él enseguida se levantó saludar a Manolo, que era a quien conocía. Yo sólo lo conocía de vista de verlo por Cangas.
Al final se le vienen a uno a la memoria cosas.
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