El tema que pretendo tratar es bastante conocido por la mayoría de los visitantes y colaboradores del blog y, salvo excepciones, no había mucha diferencia entre unos y otros. Me refiero al equipaje que llevábamos hasta nuestra vuelta a casa que, generalmente, era todo un trimestre.
Esta es la maleta que durante siete años soportó los malos tratos del ALSA y de Garrido y en la cual llevaba todas mis pertenencias, hasta las siguientes vacaciones.
El tamaño no era muy superior a las que hoy utilizamos para un fin de semana. Compárese con el móvil. Allí iba de todo un poco: un par de mudas (los había más pudientes que llevaban tres), un par de pantalones, alguna camisa, calcetines, pañuelos, dos juegos de cama, dos toallas, unos zapatos para los domingos y algún otro calzado para la semana que podían ser unas zapatillas o unos playeros, algún jersey, dos pijamas, los utensilios de aseo y poco más. Los había, de clase alta, que llevaban un albornoz y alguna prenda para la lluvia como podía ser un “pluma” o un “dugan”, eran los menos, pero los había. Por supuesto, toda la ropa marcada.
Las mantas, colcha y almohada iban enrolladas con el colchón que sólo se transportaba a finales de curso.
Las medidas de esta maleta son de 71x41x21cms.(medidas exteriores) y aquí nos cogía hasta una pequeña despensa para cuando la merienda no era muy abundante, que ocurría con cierta frecuencia. Generalmente un poco de chocolate, algún chorizo y poco mas pues, los amigos de lo ajeno, solían tener buen olfato y duraban muy poco las provisiones.
Nos podemos hacer una idea del tamaño de la maleta si la comparamos con el equipaje de cabina de un avión que es de 56x35x23 cms. (114 cms.); la maleta son 133 cms..
A pesar del frío reinante, pocas prendas de abrigo; alguna gabardina, pocas, y la mayoría camiseta sobre camiseta y, en ocasiones, el pijama debajo del pantalón incluso en gimnasia.
No por repetirlo, dejaba de ser una supervivencia bastante dura.
Aunque parece poco ropero, y lo es, me imagino el sacrificio que suponía para una familia, de aquella época, comprar todo de un golpe, incluso el colchón.
Aquí vemos los marcadores del tiempo. El de pulsera me acompañó los 7 años y el segundo sólo en los que estuve en las camarillas. El primero es un “Cauny calendario”, una novedad en aquella época y el segundo, marca Europa, ocupaba un lugar preferente en la repisa que teníamos debajo del armario.
Esta es la camarilla que ocupé durante 4 años. Era todo un lujo que muchos no teníamos en nuestra casa: armario con puerta de color rojo y cerradura, una estantería sobre la cabecera de la cama donde colocábamos la maleta y otra a la altura de la almohada donde se colocaba el despertador y debajo un pequeño hueco, para el que mi madre me había hecho una cortina, y donde se escondía el calzado, incluso las madreñas que algunos teníamos.
Cortina de color rojo en la entrada, que le daba cierto aire de privacidad y lámpara individual. Cada uno adornaba su pequeña “propiedad” a su antojo. Un servidor la tenía empapelada con los carteles de películas que Maxi iba quitando de su escaparate.
Para finalizar, la vista que tenía, desde la cama, todos los días al levantarme. La veleta de la cúpula de la iglesia que con su orientación, un vistazo al cielo y un poco de imaginación me daban una idea del tiempo que nos aguardaba para la jornada.
Como ya dije anteriormente este dormitorio era un lujo comparado con los que nos tocaron los primeros años. Claustros llenos de camas, sin ninguna división, el armario a 20 ó 30 metros de distancia y los lavabos, tipo pesebre, donde había que compartir el grifo con dos o tres compañeros. No quiero pensar qué ocurriría si ahora los internados fueran en esta línea.
9 comentarios:
Después de tu notada ausencia, vuelves con fuerza y con nuevos recuerdos de ese paso por Corias.
Me parece genial la proposición que le haces a "jesusín". A ver si te hace caso y toma nota.
Me alegro que todo se vaya normalizando y vuelvas a estar por aquí.
Impresionado por la memoria, no sólo gráfica, y objetos que nos trae aquí Samuel y recordando los aportados, cada poco, por Galán y otros, me produce tristeza pensar que antes o después desaparecerán.Personalmente no dispongo de ningún objeto de aquella época, salvo la fotografía publicada el otro día. Es como si a propósito, durante mucho tiempo, hubiese estado borrando las huellas.
Hace poco participé en el vaciado de una casa totalmente repleta de objetos que sus antiguos moradores habían recopilado con infinito cariño a lo largo de muchos años.Sentía una profunda desazón cuando veía desperdigarse aquellos objetos. Los de más valor dinerario llevados por cuatro perras por anticuarios carroñeros, el resto por traperos con destino a rastros de saldo.
Ignoro si ya se ha hecho,pero haría una propuesta, puesto que existe una asociación presidida por un senador, según he leído y otras muchas personas dispuestas a colaborar, se trataría de negociar con la futura gestión del Parador para habilitar una sala, como si fuese un museo ,donde recoger aquello que cada uno pudiese aportar. Seguro que los frailes que aún viven allí tienen muchos tesoros de aquella época.
Con esta recopilación, museo o como se llamase, el futuro Parador ganaría en valor. Los huéspedes podrían entretener sus ratos de ocio, cuando la lluvia les impida ir al monte, visitando una exposición ,sobre la vida de unos chavales que habitaron allí en una época ya lejana.
Hago esta propuesta apresurada,por si alguien tiene a bien,considerarla y madurarla.
Sólo dos matizaciones, ya que yo no lo recuerdo asi.
La primera es obvia, y es que en ese dormitorio (al que llamábamos "diputación"), en mi recuerdo sólo se estaba los dos últimos años. Perdón: el último año. Y es que los anteriores (el curso de sexto) se dormía en alguno de los adyacentes, a saber: el cañón, el siberia o el ataúd. ¿es que no lo recordáis?
La segunda matización, es referente a los números que nos bordaban en la ropa. También hablas algo en tu colaboración, pero esto es algo puntual mio:
Resulta que a mi me asignaran el número 66 (eso entendió mamá). Y con esos números en los calzoncillos, en los pañuelos, calcetines... etc. me fui pal convento.
Y cuál no sería mi sorpresa y malestar cuando un dia se fijó en ello el "padre prado" y me hizo de retocarlos todos.
Explicación: Se dice que el 6 es número diabólico. Se asocia a esa tradición, y por tanto, en un convento de dominicos no se debía llevar semejante marca.
Conclusión: Con una tijerita muy fina que me facilitó, tuve que hacer una delicada operación que consistía en "abrir" el redondelito del 6 por detrás y que asi pareciese un 5. ¿Captáis?
Qué tiempos...!!!
Quien lea esto, seguro que se le ocurrirá algún comentario al respecto.
Ulpiano, tu propuesta me parece de lo mas lógica. Yo, le había propuesto a Cuervo negociar con el futuro parador un local para nuestra asociación y que muy bien podía albergar todo lo que tu apuntas.
Creo que los antiguos propietarios del monasterio no guardaron nada, basta ver el estado en el que estaba el fabuloso museo de Ciencias.
Los que guardaban algún trabajo, de los bien terminados, eran Coque y Lisardo pero a saber qué ocurrió con todo aquello que tanto trabajo nos costaba.
Sobre las camarillas, a nosotros, quinta del 59 nos tocaron desde 4º y sólamente las teníamos que abandonar durante la etapa, en Cangas, de la vuelta a Asturias y nos enviaban, al claustro, a dormir en el suelo.
Hoy pasé por Corias y no pude resitir la tentación de aparcar y echar un vistazo. La techumbre de la fachada principal está toda desmontada y ya está terminada la residencia de los frailes en lo que era el cine y la planta baja.
Olga, gracias por tu recibimiento.
Samuel, "la quinta del 59 and company" el dormitorio no solo lo dejábamos libre, por mayo, durante la Vuelta Ciclista a Asturias. También debíamos tomar el montante cuando venían los cursillistas de la Agraria que Diputación les impartía unos charlas en régimen de internado sobre agricultura y ganadería, las cuales duraban del orden de una semana. Afortunadamente vinieron pocas veces.
Cierto, si señor. Lo curioso es que nos tomábamos la acampada, en el claustro, como una diversión pero con toda clase de incomodidades; más que las que teníamos habitualmente.
Desde aquí quiero desear a nuestro colaborador y excompañero José Manuel (Gera) su pronta recuperación para que nos sorprenda con otro de sus artículos.
Leo el comentario de Samuel, sobre la salud de Gera nuestro compañero, y desde este blog le deseo por supuesto una pronta recuperación. Esto me recuerda cuantas veces comimos juntos en el "CHOCO" calle Melquiades Alvarez ¿Te acuerdas?.-
Acabo de hablar con Gera y afortunadamente ya está en casa, después de un percance que tuvo y que le llevó al Hospital donde le operaron de un codo.
Me pasé casi la hora leyendo una cantidad de comentarios excelentes,Samuel al leer tu extenso comentario y aportando esas reliquias que siempre sorprenden recordé varias cosas de aquellos lejanos tiempos,casi siempre agradables y casi me atrevería a decir que irrepetibles pues los años no vuelven y si acaso ahora más bien disgustos,pero...ánimo y que el amigo Gera se recupere,dice Alfredo que fue en un codo,desde luego por empinarlo no creo que José Manuel nos dé estos disgustos,lo dicho pronta recuperación y mañana si me dejan volverá a daros un ratín la lata,Slds muy cariñosos.PD Miguel Angel si seguimos así terminamos comiendo en la Gruta aquí en Oviedo,bueno a ver en que para esta convención de Urbiés.
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