jueves, 1 de septiembre de 2011
AMAS DE CRÍA
Viendo la escena de la foto, que resulta tan tierna como lamentable, y no por el acto que representa en sí, pues pocas cosas habrá en la vida tan nobles y amorosas como ésta, sino por las carencias que muestran madre e hijo, me vienen a la mente las “amas de cría”. Una de mis abuelas lo fue en los madriles, allá a principios del siglo XX.
Todos nosotros, o la mayoría, habremos oído hablar alguna vez de aquellas valientes mujeres, generalmente gallegas, asturianas, cántabras y vascas, que aprovechando su fortaleza y buena salud, la cual disfrutaban gracias a su fuerte naturaleza y a la sana alimentación que llevaban, parte de ellas cuando parían solamente podían dar el pecho a la criatura recién nacida apenas durante los primeros tiempos, ya que a las pocas semanas de haber dado a luz, debían irse lejos de su casa para dar de mamar y criar a niños ajenos. Durante la ausencia de las madres a los recién nacidos se les sustituía la leche materna por la de las vacas de casa.
Muchas madres norteñas de la generación de nuestras abuelas, mientras les duraba el periodo de lactancia, después de haber parido, tenían que aprovecharlo al máximo y no solo para alimentar con su leche al hijo propio durante las primeras semanas, sino también amamantado a otro niño ajeno a cambio de dinero. Para ello tenían que dejar al recién nacido en la casa familiar, a cargo de hermanas o madres ya viejas, y ellas se iban a las grandes ciudades, principalmente a Madrid, para criar a los hijos de las familias pudientes, con el fin de que las jóvenes y adineradas madres capitalinas, no desfiguraran sus enhiestos pechos por el constante chupeteo del insaciable churumbel que acababan de traer al mundo.
Estas amas de cría vivían en la casa a la que iban en régimen de pensión completa, como si fueran un miembro más de la familia, para así poder estar en contacto continuo con el advenedizo chupóptero, y a la vez también colaboraban en las tareas domésticas, recibiendo ellas a cambio la manutención y una cantidad de dinero mensualmente, por alimentar con su leche durante unos meses al afortunado mamón o mamona de turno.
En gran parte de las familias influyentes de este país, los hijos que vinieron al mundo en las primeras décadas del siglo XX, han sido amamantados por mujeres sin parentesco alguno con ellos; gracias a estas generosas mujeres que, a pesar de no tener vínculo familiar alguno con estos niños, les criaban como a príncipes; lo mismo que si fueran hijos suyos o mejor, y no por su gusto, sino más bien obligadas a tener que hacerlo por la falta de dinero que había en sus casas. La mayoría de estos infantes, de no ser por estas buenas mujeres, cuando quisieran mamar, tendrían que hacerlo utilizando los propios pulgares de su manos.
A primera vista parece como que estas mujeres fueran unas desaprensivas y unas desnaturalizadas al abandonar temporalmente a sus propios hijos para dedicarse a otros, pero no, todo lo contrario. Eran muy valientes y decididas, ya que gracias a su generosidad y abnegación, aún teniendo que casi renunciar a sus pequeños recién nacidos, durante varios meses, era la única posibilidad que tenían de poder mejorar un tanto la economía familiar.
Yo he tenido bastante trato, por razones de trabajo, con un importante ingeniero de caminos de Madrid, nacido en aquellos años, que dicho por él mismo con cierta frecuencia, apreciaba bastante más al ama de cría que lo amamantó, que a la mujer que lo trajo al mundo. No me extraña nada.
Relacionado con este tema he leído estos días en la prensa, que en Mallorca existe una organización de madres lactantes jóvenes, que donan diariamente y altruistamente la leche que les sobra después de amamantar a sus hijos, durante los seis meses primeros de la lactancia que es cuando la leche materna posee más proteínas. Esta leche se deposita diariamente en unos frascos adecuados a tal fin y refrigerados, que son recogidos semanalmente y almacenados en condiciones de frío especiales para después de pasteurizada servir de alimento a los niños que nacen prematuros con muy bajo peso, y que sus madres no pueden, o no están en condiciones de darles de mamar. Me parece una acción, la de estas jóvenes madres mallorquinas, de una generosidad ejemplar y digna de ser imitada por otras mujeres que estén en condiciones de poder hacer lo mismo.
Aunque este tipo de imágenes, como la de la foto, le enternecen a uno por lo sensibles y bonitas que son, no puedo por menos que pensar en cierto exalumno de Corias que yo me sé, que es quinto y amigo mío, y que juega muy bien al golf, que presume mucho de sus conquistas amorosas, pero ya quisiera él poder dormirse todos los días con un chupete tan hermoso como el que tiene en la boca el pobre niño de la foto, a pesar de la flacidez del biberón que le ofrece su abnegada y sacrificada madre. Este chupete en sí, sin tener en cuenta la miseria que denota, es goloso para cualquiera y no digamos nada, si es para uno que esté “esmetsao” (desdentado), entonces: miel sobre hojuelas.
B. G. G. (bloguero “prior”)
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2 comentarios:
Excelente relato por parte de Banjamín sobre las amas de cría.
Yo creo que por más que le hayas dedicado un párrafo a nuestro amigo el "golferas" (de Golf) no lograremos que aprezca por este Blog el muy ladino, ni para darnnos los buenos días.
Es cierto, esta fotografía no refleja la ternura de ver a una madre amamantando a su bebé. Y una acción tan tierna, da lástima verla con tanta miseria, pero esto, como muchas otras cosas, también forma parte de la vida. Una vida tan diferente, solo por el hecho de nacer en un continente u otro.
Lo que no entiendo muy bien, es por qué metes a ese compañero tuyo en esta historia. Noto yo una cierta maldadddd... ¿o si?
Hacéis bien en reclamarle su atención para este blog. Debe tener muchas ocupaciones que lo distraen de estos menesteres. No estaría demás que tomara ejemplo de sus compañeros, nos hiciera un poco de caso y nos contara sus experiencias pasadas y por qué no, también presentes.
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