martes, 6 de septiembre de 2011
EL PRECIPICIO
El abuelo se reacomodó el cojín que defendía sus lumbares y, con el alivio de la nueva postura, se volvió más locuaz y fue y dijo: “¿Conocéis el desfiladero de LAS XANAS?”. Nadie de la gente joven que le rodeaba conocía tal sitio. “Bueno, es igual”, prosiguió el anciano. “Voy a contaros lo que allí sucedió siendo yo un niño allá por el año 2011”. Malos tiempos aquellos. ¡Vive Dios! Pues ocurrió que un día iba un hombre a lomos de una mula por el desfiladero que une Villanueva con Pedroveya. Un camino que apenas permite cruzarse dos caballerías como no sea pegándose materialmente a la vertical pared en la que está excavado el sendero. Todavía hoy, y mira que han pasado años, podría señalaros el sitio exacto donde ocurrió el accidente. En una de las múltiples curvas que dibuja el escabroso sendero se ensancha éste como un metro más. Exactamente en el momento en el que la mula accedía al centro de una curva, de entre la maleza que allí era abundante, salió como un torrente una jabalina enorme seguida de tres jabatos. La mula, que sabe Dios en qué iría pensando, se espantó ante aquel imprevisto ataque, se alzó de manos, giró hacia la derecha y se precipitó hacia el abismo con el hombre que la cabalgaba. Por una casualidad de esas que solo ocurren en los chistes, en los tebeos y en las películas malas de aventuras, a poco de caer, dio el hombre contra un árbol a cuyas ramas logró asirse. Con la poca esperanza de ser oído y socorrido, empezó a llamar a grandes voces que retumbaban en las paredes del desfiladero. Como es típico en estos sucesos, siempre interviene la casualidad y no tardó en aparecer por la IZQUIERDA alguien que desde arriba preguntó: ¿Qué pasa ahí? El colgado, replicó: ¿No lo ves? Caí y si no me ayudas pronto iré al fondo del barranco. El de arriba, paseó su mirada en derredor y no vio útil alguno que pudiera servirle para remediar el apuro del caído. Se sentó a cavilar que podía hacer, cuando apareció por la DERECHA otro viandante. “¿Qué pasa, quién grita?”, inquirió. “Pues uno que se ha caído y está colgado de las ramas de un árbol” replicó el primero. “Y tú, ¿qué haces ahí sentado? ¿Por qué no le ayudas?” Dijo el recién llegado. “Como si fuera tan fácil. Yo tengo una cuerda pero no llega hasta el paisano”. “Pues algo habrá que hacer” dijo el de la DERECHA. “Ese tío se va a ir al barranco”. “Ya, se dice fácil. A ver que se te ocurre a ti” dijo el primero en llegar. “Bueno” respondió el otro, “vamos a sentarnos a pensar en una solución”. Se sentaron y, como el despeñado llevaba un macuto del que asomaba el pitorro de una bota, aprovecharon para darle un tiento. El colgado gritaba exánime de vez en cuando. “¡Que no aguanto más! ¡Que ya no tengo fuerza y me voy abajo!”. Los de arriba vieron que dentro del macuto había una hogaza y un queso grande y tirando de navaja se dedicaron a ello. “¡Que no aguanto más! ¡Que ya no tengo fuerza” decía el de ABAJO. Los de arriba siguieron discutiendo si podría alcanzarle con la cuerda o bajar a Villanueva a buscar una más larga. No había acuerdo. Y el caído “¡Que no aguanto, que me mato! ¡Por Dios!”. Fue lo último que dijo, porque, al momento se oyó un golpe sordo y seco. El de la cuerda, yacía tirado al lado de su animal. Ambos muertos. Los de ARRIBA, rebuscaron el macuto a ver si había algo más que comer. Discutieron un rato sobre quién tenía la culpa de la desgracia del caído y luego continuaron su camino con la conciencia y el estómago satisfechos.
¿Os suena de algo este cuentecillo?
Pepe Morán
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4 comentarios:
Desgraciadamente cuentos como este que nos relata Pepe Morán, se dan con demasiada frecuencia en esta España nuestra. Aquí prima el quítate tú que me pongo yo.
No estaría nada mal que alguno de nuestros jerifaltes políticos hicieran el desfiladero de les Xanes tal como lo relata Morán, pero yo añadiría más:En lugar de en Mula, mejor EN BURRO. Y como nadie cedería pues ¡Todos al barranco!
¡Es lo que merecen!
Ocurrente y bien traído cuento a la situación actual, escrito de forma brillante, propia de antiguo profesor. Hace tiempo escuché uno parecido, con un ligero añadido o variante: Cuando los dos tragaldabas daban buena cuenta del contenido del zurrón, uno de ellos, el aparecido por la DERECHA, el otro era un caso perdido, apiadándose del atribulado señor, o para lavar la conciencia, le dijo.” No se desespere buen hombre, pronto vendrá Dios con una corte de ángeles y arcángeles, quienes le acogerán en sus brazos y le depositarán en un acogedor y mullido lecho de hierba”. “Vale”- respondió el desfalleciente- “Pero ¿hay alguien más que me pueda ayudar?”
Saludos y ¡quién estuviera mañana en el Acebo!
Excelente y bien traído este cuentín tan salao que yo como soy muy lento de comprensión necesito de más tiempo para poder analizarlo pero...la verdad me suena a música celestial,este cuentín cantado por Amancio Prado en un salón con buena acústica de un convento de monjas todo en silencio sería un verdadero plácer.Hatá luego y prestome mucho el cuentín.Cariñosos Slds.
Quiero decir Amancio Prada,que Benjamín me puede corregir y a un músico orquestal hay que respetarlo,no te parece JrFrancos?.Sl2.
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