martes, 27 de diciembre de 2011
PEPE EL DE ABLAÑA
Veinte largos años compartí el trabajo en la Biblioteca Nacional con José Fernández Sánchez. Para mí era Pin de Ablaña y yo para él Pin de La Pola. En fin de cuentas éramos doblemente colegas, de trabajo y del mismo valle astur. Nuestras vidas de trayectoria tan diversa concurrieron en la BN. Él acababa de venir de Rusia y yo de un convento.
Fue el quien se enteró de que otro asturiano se había integrado al personal de la biblioteca y acudió raudo a saludarme. Yo creo que olía todo lo referente a Asturias, personas y cosas. Con frecuencia me interpela con las cosas más insólitas. Su memoria de Asturias se había detenido en el año 37 cuando lo metieron en un barco con destino a San Petersburgo. Un día se acordaba de una canción y consideraba una desdicha que ya nadie la supiera. “Pin, a la hora del café te la canto yo”. Y, en efecto, le canté, “Les barandielles del puente ximiélguense cuando pases” y se emocionaba, el pobre. Otro día, me preguntaba: “Y tú, Pepe, ¿acuérdaste de la 3.743?”. Yo ni idea. Resulta que era una máquina de vapor muy potente que él veía en la estación de Ablaña en su infancia antes de su exilio a Rusia. Todo esto lo narra su libro “Memorias de un niño de Moscú”, todo él, una auténtica joya literaria, pero especialmente el capítulo titulado “Cuando el mundo era Ablaña”. En nuestras innúmeras charlas aquellos años en la BN me contó cientos de anécdotas que luego no trasladó a sus libros. Algunas de éstas había que contaban cosas de auténtico estupor, que resultaban imposibles de admitir que ocurrieran en el siglo XX en Europa. Un día le interpelé: “Y tú, Pepe, ¿por qué omites lo más terrible de cuánto pasaste en la Rusia soviética?”. Y aquí su respuesta de estricta categoría humana: “Mira Pepe, yo lo pasé muy mal, pero en aquella época todos lo pasábamos muy mal, los rusos y nosotros. Pero allí me hice un hombre, allí trabajé codo con codo con ellos, allí me casé…Ellos me dieron todo cuánto tenían. Yo soy una persona que no conoce el rencor”. Resultaba espeluznante oírle narrar cómo vivía en un pueblo de los Urales (cerca de Perm), donde se fabrican los famosos Kalasnikov. Les regalaban cuatro o cinco míseros kilos de los recortes de madera con que hacían las culatas para combatir un frío de -30º C de una casa de una habitación y suelo de tierra.
O cuando su hijo de cuatro años contrajo una neumonía. En la farmacia le dijeron que sí que tenían antibióticos pero solamente para las familias de los jefes del Partido. Pin, un hombre de una timidez patológica, se arrojó al suelo gritando: “Por favor, mi hijo que se me está muriendo. ¡Tengan compasión de mi!”. Al fin, hubo antibióticos.
Rara vez hablamos de política. Después de años de hablar a todas horas no sé cuáles eran sus ideas en este punto. Lo único que deduje es que en un momento determinado, un episodio aparentemente nimio, le abrió los ojos a la realidad. Le asignaban para las vacaciones quince días en una residencia de reposo en medio de la estepa rusa. Un tren los dejaba en un apeadero a treinta kilómetros de la residencia y luego, un viejo autobús, los trasladaba de 50 en 50 desde la estación a la residencia. Con un poco de suerte, esperabas solo 5 horas. Una carretera pasaba paralela al ferrocarril en aquel lugar conduciendo a los jerarcas del Partido en sus limusinas ZIS, hacia el paraíso de Odesa. Allí tuvo Pepe su caída del caballo comunista. Pensó: “Estos que van en la limusina tienen que obedecer hasta la desvergüenza pues de lo contrario el año que viene están esperando en este apeadero para veranear en la triste residencia”. Allí acabaron sus dudas políticas.
Recuerdo con especial agrado las reuniones que teníamos una vez al mes. Él, José Manuel Castañón (novelista lenense exiliado en América hasta los años 70) y un ex - embajador asturiano cuyo nombre no recuerdo y yo mismo. Comíamos en el centro asturiano y la sobremesa duraba varias horas. A veces, asistía el autor teatral Jaime de Armiñán, so pretexto de un muy lejano parentesco suyo con alguien de Asturias. Probablemente sería cualquiera de los que andaban por Tazones el día que llegó el Emperador Carlos.
La Academia de Escritores en Rusia en la época de Gorbachov creó el Premio Puskin para otorgar a la persona que más hubiera contribuido a difundir la cultura rusa en el mundo. Él fue el primer galardonado con este premio y es que nadie ha traducido al habla hispana con el primor y el rigor de Pin. Basta leer como ejemplo “El Capote”, la famosa novela de Gogol y, compararla con otras traducciones que no quiero citar. Entre él y su mujer, Galina, organizaron en la BN la mejor biblioteca de lenguas eslavas en Madrid. La admiración por Pin era absoluta. Y no tanto por su inmensa cultura y su profesionalidad en el trabajo como en su categoría humana. En la BN era admirado, querido y respetado por todos por su talento, su bonhomía, su afectuosidad y por su alegría contagiosa. Por cierto, ¿cuántos asturianos tenían noticia de la existencia de un hombre de esta categoría nacido en Ablaña? Somos así.
José Morán Fernández, dominico – ex.
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4 comentarios:
He leído muchas de sus aportaciones al blog y siempre me han parecido muy interesantes.Espero que siga enriqueciéndonos con sus vivencias.Gracias.
Es una pena que la persona que hace el comentario no se identifique ya que dice ser seguidor habitual de los artículos de Pepe Morán. Tengo la certeza de que al autor de la entrada, le sería aún mucho más grato el comentario si supiera la identidad del que lo hace. Tres cuartos de lo mismo nos pasa al resto de los visitantes y colaboradores del blog. De todas formas, gracias por visitar nuestro blog.
Pepe Morán,magistrales tus relatos los cuentas también y talmente parece que los estás viviendo y nos haces vivirlos a los que con tanto interés te leemos,un fuerte abrazo,El del consumismo y la Moda para qué decir,todos excelentes.
Pin...tar pintáteis bien amigo Morán,desconocía la existencia de semejantes PIN,tanto de Ablaña como de Lena...pero ahora ya conocemos algo más y nos encantaría seguir leyendo alguna nueva historia que seguro la recuerdas también como estas que nos cuentas,agradecido y orgulloso de tenerte entre nosotros,recibe un fuerte abrazo y otro para Pin el de Ablaña,dos verdaderos Talentos.
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