jueves, 10 de enero de 2013
Peón caminero o médico
Al recordar a mi madre estoy recordando a todas aquellas
madres de los años 50 que son un recuerdo imperecedero para la sociedad
española. La mía era bajita, menudina de cuerpo pero de un espíritu inmenso.
Siete hijos tuvo más una primita de nuestra edad a la que adoptó. Total: diez a
la mesa, diez a vestir y calzar, diez cuya ropa había que lavar en la helada
fuente del lavadero; más la atención a las pitas, al gochu y algún conejo. ¿Hay
quién dé más? Mi padre trabajaba para traer un exiguo jornal que mi madre
administraba con mano dulce pero fuerte. Imaginaos el panorama: yo, con catorce
años, era el segundo mayor. Detrás de mi seis más y la niña sin el instinto
dulce y enérgico de una madre aquello hubiera sido una tribu de gitanos, ella
controlaba todo, regía todo, ponía a cada uno en su sitio día y noche.
El maestro – Dios le bendiga - era uno de tantos maestros que en Asturias
estaban siempre atentos a cualquier anuncio que pudiera beneficiar a sus
alumnos. Así que un día vio en el periódico que había becas para Corias, previo
un examen en Oviedo en Junio del 61. Se ve que algo prometedor vio en mí que le
hizo comunicar a mis padres que yo tenía ahí una oportunidad. Y así fue. Me
examiné en Oviedo. Quedaron en que la concesión o no de la beca, se comunicaría
por carta a la familia. Trascurrió el verano y llegó Octubre. Lo dimos por
perdido. Incluso se acordó que entrara de pinche en unas obras de carretera con
mis catorce años y una contextura física de once. Así era la vida entonces.
¿Quién disponía de dinero para pagar unos estudios después de la escuela
enviando a sus hijos a una ciudad?
O sea que tal que un miércoles yo iría a trabajar a la
carretera. Y tal que un lunes llegó una carta donde se anunciaba la
adjudicación de una beca en el Instituto Laboral de Corias. No sabíamos ni
donde estaba eso pero era igual. Me liberaba de un trabajo impropio de mi edad
y me daba la oportunidad de iniciar unos estudios. Fueron unos días de gran
ajetreo para aportar los papeles, fotos, etc y grabar cada prenda con el número
181. Yo era casi un profesional en ganar premios escolares. En la escuela daban
un premio anual al más aplicado y aquel año me correspondió a mí. Una cartilla
en la Caja de Ahorros con cincuenta pesetas.
En fin, vamos para Corias. Primero el Carbonero a Oviedo y
luego el Alsa. Un Alsa casi tan mítico como las diligencias del oeste. La gente
iba dentro pero cuando no cabían, sobre el techo del bus en bancos de madera y
una lona que te resguardaba de la lluvia. Cuentan de un chaval de Corias que al
cruzar Cornellana, yendo en el techo, se puso de pie y destrozó un bombillón
del alumbrado público que colgaba en la vertical de la carretera.
Yo, niño al fin y al cabo, iba acompañado de mi padre.
Sentía que algo se me desgarraba dentro pensando en el hogar que dejaba y
aproximándome a algo desconocido. Entonces vi a otro chico no más alto que yo
pero mucho más macizo. Iba con su madre. Hablamos. También iba para Corias y
era del Valle del Nalón, de La Cuesta, Tolivia, Laviana, o sea de mi mismo
valle eso da una confianza que parece pertenecer a la misma tribu. En seguida
congeniamos, tanto que después de cincuenta años Julio González es mi gran
amigo en esta vida. En aquel caserón enorme donde todo era descomunal, donde
había un ambiente de seriedad y algo de miedo Julio fue para mí el primo de
Zumosol, pues era bajito pero de una contextura física que amedrentaba a cualquiera.
Y allí me dejó mi padre. Solo entre una multitud de
chavales. Previo a irse, subimos a la primera planta a entregar toda la
documentación. Allí quedó formalizado que yo pasaba a tener otro hogar.
Un hogar desconocido, duro, exigente, de disciplina casi
militar, donde todo funcionaba a toque de silbato y la consigna, o aquello o
vuelta a la gadañá, a la pala, al carbón…
Yo me di cuenta pronto que todo dependía de mi voluntad
además. Algunos ya traíamos de casa, metido en el alma el sacrificio, el esfuerzo,
el aguante, la lucha por salir adelante en la vida, solo cambiaba el dulce
hogar y unos padres cariñosos por unos frailes jóvenes pero exigentes al
máximo.
Siete años duró aquello, que dejaron una huella imborrable
en nuestras vidas, de lo cual estamos orgullos y agradecidos al Instituto de
Corias para el resto de nuestras vidas.
Antes de terminar, quiero contar dos detalles del carácter y
las hechuras de mi madre. Una vez, en Corias, me quitaron la beca por muy bajo
rendimiento, cuando yo, en realidad sacaba sobresaliente en todas las
asignaturas. Ahí saltó el carácter de mi madre. Escribió una carta al Ministro
de Educación pidiendo una revisión justa de mi caso. A los cuatro días,
contestó el Ministro pidiendo disculpas y aumentando la cuantía de la beca en
dos mil pesetas.
“Suyo ilustrísimo queda a su disposición… M. Lora Tamallo”
En otra ocasión, un pariente nuestro minero fue expulsado
por reiterada mala conducta y absentismo. Mi madre se presentó sin protocolo
previo en el despacho del director de Hunosa y le aclaró que el susodicho tenía
que trabajar ya que tenía cinco hijos pequeños, que ella se encargaría día a
día de que se cumpliese con su deber. Así se hizo y terminó jubilándose en la
mina.
Así era aquella mujer. Sé que para cada uno la mejor madre
fue la suya. No lo dudo. Pero todas después de la mía.
Yo me jubilé de médico especialista en medicina interna en
el Hospital de Cabueñes y Julio de Catedrático de Química en la Universidad de
Valladolid.
Eugenio Avanzas González.
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8 comentarios:
Leyendo esta glosa a su madre por parte de Avanzas, me vienen al recuerdo los duros momentos de nuestra época en Cangas,cuando a mi a padre, vigilante minero en la Empresa Alvarez en Gedrez, lo jubilaron por enfermedad, con una pensión pequeña (entonces los mineros todavía no gozaban de los beneficios que posteriormente lograron)y mi madre Elena hubo de ponerse a trabajar para aportar unes pesetines a la economía familiar, en algo que casi todas las mujeres de aquella época sabían hacer muy bien:PLANCHAR. ¡Cuántos repartos de camisas de caballero con aquellos cuellos duros y brillantes, o vestidos de Primera Comunión le tocó realizar a mi hermana Mari Carmen! También a mi me tocó alguno, aunque menos porque en esos tiempos estaba mal visto que un hombre hiciera aquel tipo de recados. Desde aquella profesión de mi madre, a nuestra familia en Cangas se le conoce como "los de la Planchadora". Sirvan estas líneas como homenaje a ella.
¡Bienvenido al Blog amigo Eugenio! Esperamos que tus apariciones en el Blog se prodiguen a partir de ahora que gozas como la mayoría de nosotros de una bien merecida Jubilación.
El amigo Eugenio, ahora que ya ha roto el hielo con su primera participación aquí en el Blog, contándonos cómo el azar le llevó a Corias y cómo gracias a su madre, que era una mujer de rompe y rasga, salieron todos adelante de forma muy honrosa y airosa. En otro momento debiera contarnos qué pacientes de los antiguos alumnos de Corias, le tocó atender durante el ejercicio de su profesión en Asturias. Seguro que cuando se le haya dado el caso de tener que tratar alguno, habrá advertido al equipo de cirujanos: “vosotros atentos, que si el paciente estuvo en Corias de joven, no hace falta ponerle anestesia ninguna para intervenirle”. Seguro que aún le dura el adormecimiento de los miembros: superiores e inferiores, por el frío pasado en el internado. Lo peor sería para hacerle las incisiones en el pellejo porque aún lo tendría acartonado. Bueno, supongo que el láser lo arreglaría todo y no sería problema.
Ya tenemos un profesional de la medicina a quien contar nuestros achaques que cada vez van siendo más frecuentes.
Bien merecido se lo tiene, su madre, el homenaje que Avanzas, le ha dedicado en este blog. Seguro que, casos como éste, pasaron más de uno por Corias.
Mo primera beca, creo recordar, era de 600 Pts, y el sueldo de mi padre no llegaba a las 1000, lo que da una idea de los cálculos que tendrían que hacer para pagar mi estancia que, aunque no era muy confortable, era la única oportunidad que se me presentaba.
Avanzas, estoy seguro que tu participación en el blog traerá tan buenos recuerdos como los que dejaste en Cabueñes.
Bien venido.
Una historia conmovedora,creo que con tu relato,les habras recordado a muchos de los que por aqui escriben o leen,una historia parecida,pues habria muchos en tus mismas circunstancias,pero os debeis sentir muy orgullosos,pues los sacrficios no fueron en vano,por lo que veo todos seguisteis estudiando y llegasteis a situaros en la vida unos en unos puestos y otros en otros,pero siempre en buenas situaciones, que os permitieron vivir con dignidad,tambien quiero recordaros,que aquellas noches de frio y otras penalidades que pasasteis en Corias,aunque hay algunos, que reniegan de todo aquello,otros yo creo, que lo recordais con cariño,pues fué para la mayoria,una via de salida para lo que algunos llegasteis a ser en la vida,que seguramente en la mayoria de los casos,no lo hubierais logrado,sin ser asi.Y sobre todo esas madres coraje de aquellos tiempos,que de verdad lo eran, que con este relato creo que haces un homenaje a todas las madres.Gracias.
Dr Avanzas,solamente cuatro renglones porque casi ni nos conocemos,recuerdo un día en el Aeropuerto que estabas con tú mujer y yo con mi hija y allí nos saludamos muy de pasada,pero no quiero dejar de agradecerte tu comentario homenaje a tú Madre,que es un poco el fiel reflejo como bien dice Mamen,de lo mucho que tuvieron que luchar para sacar a los hijos adelante,estás orgulloso de haber pasado por Corias,de tu historial profesional y ahora como jubilado,te mereces lo mejor en compañía de toda tu familia,así te lo deseo sinceramente.
Samuel,no está nada mal que contemos en el blog con un médico, además del nivel del Dr Avanzas...pero tampoco será cuestión de poner un consultorio los Lunes de siete a ocho de la tarde para ir a contarle todos nuestros achaques,no te parece?ahora toca descansar y olvidarse un poco del pasado,ocuparse en otras actividades deportivas que seguro que las tiene,o bien la lectura,la música o el paseo diario,e incluso la restauración...,como los demás.Dn Benjamín...sabes que el blog está tomando un cariz que me está gustando igual que a tí?,a veces no llego tan lejos para entender ciertas cosas,mis niveles intelectuales son muy limitados,pero la verdad estoy aprendiendo un montón y esto me gusta mucho,Un abrazo.
PD Pretendía ir hasta Australia a cambiar de clima...pero me parece que las antípodas están muy lejos y además igual salgo chamuscado con tanto incendio,casi vamos a las Canteras que también se está muy agusto y el clima Canario es muy agradable,de acuerdo?
Además de darle la bienvenida a este Blog al amigo Avanzas, le felicito por el cariñoso y entrañable homenaje que dedica a su señora madre, menudina de cuerpo y colosal de empuje y sentido común.
Aquellos fueron para todos tiempos muy difíciles y para algunos en particular más, si ello era posible. Los que nacimos en pueblos remotos, teníamos el handicap además de no disponer de escuela nacional, ni por supuesto maestro titulado. Por lo tanto, la enseñanza? nos la proporcionaban, todavía en el año 1956, los profesores? contratados por nuestros padres, para poder recibir una instrucción de mínimos.
Sólo y hablo de mi zona de nacimiento, el cariño, el sacrificio y la casta de algunos progenitores(muy pocos) lograron cambiar nuestro destino y futuro, como le ocurrió a Eugenio.
El doctor Avanzas y yo tuvimos hace años, en los ratos libres la misma afición de ocio, el tenis. Cierta similitud ante la pelota y la lucha por conseguir el punto nos asemejaba. He de decir, que al igual que su vecino de Urbanización y amigo mío, Octavio.
Tres peleones de tomo y lomo, y si se me permite la broma, tres medianos Gladiator's que se dejaban la piel en la cancha.
Sé de siempre de su gran talla como médico, aunque no he tenido la necesidad de usar su gran valía como tal.
Un fuerte abrazo,
11 de enero de 2013 20:00
Suprimir
La primera referencia que tuve de Eugenio Avanzas, fue aquí en el Blog, en el mes de agosto, con motivo de su jubilación. Ahora después de leer su entrada que, sobre todo, es un homenaje a su madre, y por lo que cuenta, bien merecido, ya me voy dando una idea de cómo es, sin referirme al físico, que vi en la fotografía de agosto y en la que Galán, como siempre, tenía y supo escoger, de los primeros años de Corias.
De su entrada se deduce que es una persona agradecida, pues no sólo agradece a su madre, también tiene un recuerdo para el maestro que les informó sobre la beca que podía conseguir, y para el Instituto de Corias. Sin olvidarse de su amigo Julio.
Esto es sólo una bienvenida al Blog.
El otro día el comentario de JulioAC creí, en principio, que era del amigo de Avanzas pero, ya luego, me di cuenta que sus apellidos no coincidián y, por supuesto, su forma de ser y de actuar no tienen ni parecido con Julio González R. al que invito a participar en este blog ahora que ya está jubilado y también por alusiones en la entrada de Avanzas.
Si mis datos no me fallan, Julio era profesor de Física, no de Química, en la escuela de arquitectura en Valladolid.
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