Foto: SAMUEL
Salgo de Oviedo a las doce menos diez. Mañana nublada y fresca; voy abrigadito. Pasado el Puente de Tuña en cielo empieza a sonreír y yo a hacer paradas para en un "estriptis" de cuneta ir aligerando el atuendo.
Llegado a la explanada de la fachada principal, aparco donde puedo y con paso rápido me dirijo a la puerta de la Iglesia, flanqueada por un andamio, lo que me recuerda la entrada de una galería de mina. Vuelvo a ponerme la cazadora de entretiempo porque sé que en la umbría del templo la temperatura baja unos grados, y también por respeto.
En ese mismo instante empezaba la misa, oficiada por el padre Basilio, a quien asistía el padre Lastra; a la derecha del altar, en un banco, Jacobo y otro más, que no conozco.
Entre los asistentes, algunas caras conocidas (Samuel y su mujer Fefi, Alfredo Fernández... y Gión, el último de la fila con un amigo, puesto del que le desplacé, pues pasé a ser la retaguardia pese a la reiterada invitación del otrora saxofonista de la orquesta Nopal. "Quieres estar lejos para si no rezas que no te vean", me susurra al oído el muy tunante. "Tú lo has dicho -contesto-; ...y porque me gusta observar".
La misa es llevadera porque fue más bien breve, y tuvo un rasgo de cercanía cuando llegada la homilía el padre Basilio descendió la escalinata (nunca me ha gustado ni la tarima que eleva al profesor sobre los alumnos, ni los escalones que hacen lo propio con los oficiantes sobre los feligreses) y, como en las representaciones teatrales o conciertos interactivos, se sitúa en el pasillo, entre nosotros. Palabras bondadosas y rectas de quien mira ya por encima del hombro los "ochenta y cinco" que a mí me gustaría oír, tal vez, sentado bajo un árbol, junto al río o en una mesa, con poca gente, para abrir tertulia y debate.
Bajo el peso de aquel templo, de tantos recuerdos machacantes, he de admitir mi incapacidad para valorarlas porque me suenan a más de lo mismo. Yo entro mucho en capillas, iglesias, colegiatas y catedrales -y hasta lo haría en mezquitas, de no ser que por "infiel" no me está permitido- porque me gusta el arte en todas sus facetas y tendencias. Y cuando veo a alguien rezar o con devoción silenciosa mirar hacia el altar o a una imagen en concreto, le envidio. ¡Qué suerte! ¡Quién pudiera...!
Jacobo reparte antes de finalizar una cuartilla impresa, por iniciativa del padre Basilio. En una parte trae la "Oración que se rezaba por la noche en la Iglesia o por los altavoces en el dormitorio"; el resto lo ocupan tres sonetos (uno dedicado al convento y los otros dos al árbol estrella del jardín: la araucaria).
Me paso el resto del acto religioso leyéndolos una y otra vez a ver cual me gusta más para transcribirlo. Por contenido, un diez a ambos, en cuanto a técnica, veo que uno no respeta siempre lo del verso endecasílabo. Para no alargar ni ser injusto, solución salomónica, a fin de cuentas en templo estamos. He aquí una estrofa de cada uno:
Perfección de armonía y sutileza
que hundes tus raíces en el suelo,
e impulsada por un velado anhelo
escalas las alturas con destreza.
(Eugenio Martínez, padre dominico)
Tus ramas van cargadas de memorias:
de santos monjes en el cementerio,
frailes blancos rezando su salterio
o alegres niños relatando historias.
(Valentín Tascón, ex-dominico)
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Finalizada la misa, la foto de rigor en la escalinata de acceso al altar y después corrillos y tertulia bajo la claraboya o lucernario de la cúpula. Samuel me presenta a Mamen y su marido Castro -que al día siguiente me lo encontré en el Acebo y hemos quedado para salir un día de ruta en bicicleta, pues a ambos nos gusta-, estrechón de manos a Alfredo Fdez., un "¡hola!" sin detenerme a José Manuel Cuervo, que lo están entrevistando, cuando me dirijo al padre Lastra (¡qué bien se conserva, el joío, cuando debe ser diez años mayor que yo!), quien me saluda con mucho afecto y cuando me presenta ante el padre Basilio, que no me reconoce, lo hace en tales términos que me da un subidón el ánimo; caminamos los dos charlando hasta mitad del pasillo de salida, donde están Pepe Morán y Gión apostados y medio cortando el paso con su XL. Gión me presenta ante Morán y este me saluda... "¡Hombre, José Francos Rodríguez...!" y es ahora con quien salgo, haciéndole notar que ese fue un personaje muy importante (1), con calle y boca de Metro en Madrid; que yo tendré no una sino dos, pero de momento dejemos las cosas en su sitio: Rodríguez Francos. Me cuenta, entre otras cosas -como detalles del suceso aquel del metro en Londres, que relató en estas mismas páginas- que tiene escritos unos artículos que irá desgranando para los seguidores del Blog. ¡Si la Parca nos respeta, Morán, que ya estamos más p´allá que p´pacá!
Ya fuera, en la Plaza, entre coches, árboles y materiales de obra, Gion me presenta ante unos y otros. Unas veces, "Aquí Francos, el Alcalde de Zalamea de la Serena" y otras, cambia de plaza y me restituye en mi afición: "Aquí Francos, fotógrafo y alcalde de Los Santos de Maimona". Hasta tal punto lo hace de bien, que después -en los entremeses- alguien se me acerca para charlar sobre política y no me queda más remedio que restituir la verdad: "No, no, yo no soy alcalde; dejémoslo en... fustigador del alcalde (2)".
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Ya en la Bodega, piscolabis de pie en el bar y acto seguido, al comedor. Pequeño, con profusión de madera que olía aún a árbol y aserradero, pero suficiente (Mamen, Castro, Gion, yo y uno que es policía en Oviedo y cuyo nombre ahora no recuerdo nos quedamos sin sitio, pero con celeridad nos improvisaron una mesa que resultó ser la mejor: presidencial y con unas vistas al valle increíbles por el portón de entrada ; los demás, ciegos y al plato).
La comida en sí, regular: el pote muy espeso y pelín salado; el segundo bien y el postre mal (hablaba la invitación de tarta y a nuestra mesa sólo llegó una tarrina de caldo endulzado "aguapura" que come-come con aquella cucharilla diminuta tentado estuve de llevármelo a los labios, cual vaso). ¡Con el brazo gitano que nos pusieron el pasado año, que hasta soñé alguna vez con él, goloso de mí, con lo que engorda, aunque yo no tenga problemas en ese sentido!
Se procede acto seguido a lo que pomposamente se llama "asamblea". Bueno, vale. (Algo a mejorar: un micro o megáfano, carájola, que dinero hay... Porque se oía mal, mal, máxime cuando se estaba como nosotros algo alejado y cuando, como yo, somos duros de oído, que no seré el único).
Primero. Acto homenaje al padre Basilio (muy largo lo que leyó/discursó Cuervo). Entresaco su labor misionera, no recuerdo dónde -pero fructífera, tanto que le han dedicado una calle, por algo será- y sus años de rectorado en el Instituto Laboral del Convento. Se le entrega un diploma y una edición, de buena encuadernación, de el Quijote. Aplausos unánimes.
Segundo. Toma la palabra Jacobo Hevia. "No quiero aburriros y seré breve", comienza. Desconfío automáticamente cuando alguien me empieza así. Y me reafirmo, después de lo visto, sobre todo en lo segundo.
Lee un largo poema (de 52 versos, titulado "Habló la araucaria") que dedica a tan insigne y centenario árbol
del jardín, con cánticos entremezclados de Luis Suárez, desde el exterior del comedor, que a mi me gustó, pues parecía un montaje ensayado que no lo era, y del que entresaco las dos primeras estrofas:
¿Dónde fuisteis, hijos míos,
tan alejados de mí?
Parece que fue ayer mismo
cuando yo os conocí.
Aún percibo aquellos ruidos,
gritos de chiquillería,
entusiasmo y juventud
cuando todo era alegría.
Acto seguido, y sin encomendarse a Dios ni al diablo, propone como presidente vitalicio a Cuervo, tesorero vitalicio a Pepe y secretario vitalicio a Raúl Teimil. "Panes prestados", comentamos Gion y yo, teniendo en cuenta que el homenajeado el pasado año fue él. También propone como capellán vitalicio al padre Basilio y le entrega una placa. Bueno, eso no ha estado mal. (Pese a todo, casi agradecerle que animase la concurrencia con su intervención. Además yo soy una persona indulgente, porque soy el primero que necesita a veces de mucha indulgencia, y aunque sólo me cogió para un papelito donde tenía que decir una frase en aquellas obras de teatro, obra que se suspendió, me gustaba mucho cómo tocaba el acordeón, instrumento que me encanta y, por tanto, mi crítica es de guante de seda. Ítem más, Jacobo, me dejaste pasmao cuando te oí decir que tenías 80 años. Un día de estos te llamo para que me digas cómo has llevado los cinco pilares básicos de una persona de hoy en día: familia, trabajo, ocio, comer/beber y sexo. Un amigo mío dice que hay que invertir el orden, pero yo ni caso: es un solterón y además golfo).).
Tercero. Interviene Cuervo (3) para poner un poco de cordura y dice que los estatutos de la Asociación marcan muy claramente cómo se hacen los nombramientos de los cargos directivos, vitalicios o no, por lo que sería casi caer en una prevaricación hacerlo así. (Entonces Jacobo matiza que son "honoríficos", ¡ah, bueno...! Y ya que estamos en ello, repito lo que en su día dije: debieran ser nombrados "Presidentes Honoríficos los alcaldes de Corias y de Cangas del Narcea", sean quienes sean y mientras estén en el cargo, el uno por serlo de donde PACÍAMOS y el otro por serlo de donde nos DIVERTÍAMOS).
Siguió nuestro presidente ("honorífico" vitalicio) con su disertación. Obras del convento: prevista su terminación para marzo (como el AVE de Extremadura y el de Asturias, que si para el 2010, que si para el 2012 y ahora para el 2016, al menos el de allí); luego el equipamiento. "Si estuviese listo para septiembre, la próxima convivencia la celebraríamos allí". ¡Oh, los políticos, vendedores de ilusiones, de las cuales a veces dan migajas! Me recuerdan a la liebre mecánica de los canódromos: deja que los galgos la olisqueen y hasta que medio le hinquen el diente, pero nunca la cogen.
Cuarto. Toma la palabra Alberto Fernández para proponer que el homenajeado del XII Encuentro sea el padre Jesús Martín, primer prior del Instituto Laboral (y el padre Jaime, único superviviente de los frailes de a pie que iniciaron la singladura). Aceptado. En mi mesa, alguien dice en voz baja que debía haber un recuerdo también, alguna vez, para quienes de entre nosotros ya han fallecido.
Quinto. Toma la palabra el padre Basilio para pedir que se haga acopio de aquel periódico escolar que sacábamos ("El Piñolo"), a ver si reunimos la colección completa. No intervine, cada vez me gusta hablar menos, pero yo tengo varios que me mandó Galán para su archivo y custodia, más los que a través del Blog me aportó Emilio Ramón. Como dije un día, me pondré en algún momento a la tarea y daré debida información de ello).
Sexto. Pepe, el tesorero (vitalicio "honorífico") da cuenta de la situación económica: 3.108 euros.
Séptimo. Sorteo de diversos regalos donados por las siguientes personas/entidades: caja de vino Pesgos (Ulpiano Rguez. Calvo), cena para cuatro personas (Bodega del Narcea), dos estuches de vino (Pepe VICOL), un fin de semana (Apartamentos Monasterio de Corias/Raúl Teimil). Yo hice entrega de los míos, por concursos del Blog, en plan íntimo, pues nadie me dio opción de hacerlo como se merecía el Blog y los premiados, pese a haber repartido durante el café una hoja hablando del uno y de los otros.
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Tras eso, y sin que nadie pusiese punto y final, todos aplicamos aquello de "Cada mochuelo, a su olivo". Cuando enfilo la carretera de retorno -a la aldea, para ver a mi familia y anciana madre-, al pasar por el convento miro de reojo para una ventana, donde tantos estudios hice (en compañía de Ángel, Peque, Galán, Juanma Polalena, Balsera, Fidel, Legazpi, José Mel. Martínez y Samuel, primera promoción que terminamos el Superior, 1959-66, de cuarenta y pico que habíamos empezado), rompiéndome los codos, con sabañones, sin apenas dinero para gastar en Cangas y con tantas ilusiones como dudas. Me viene entonces a la memoria el soneto de Eugenio Martín -que repartió por la mañana en la iglesia Jacobo por iniciativa del padre Basilio- y, yo que no dejo salir una lágrima desde hace más de cuarenta años, me emociono y he de apretar los ojos y el acelerador para no hacerlo ahora.
Monasterio vetusto y entrañable
que acogiste gozoso entre tus muros,
los sueños y proyectos inmaduros
de un ayer que se torna inolvidable.
Tu belleza perdura inalterable;
y a pesar de los vientos del olvido,
de las noches de tedio y de descuido,
te mantienes erguido e inmutable.
Los que un día sentimos tu mirada
cincelando nuestra alma ilusionada,
de nuevo nos rendimos a tu encanto.
Y tristes, ante tu nueva andadura,
con rabia contenemos nuestro llanto
sin dejar que nos venza el llanto.
(Eugenio Martínez, marzo 2008)
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NOTAS.
1. José Francos Rodríguez, 1862-1931, periodista, escritor (director del "Heraldo de Madrid" y académico), médico, masón y político (diputado y dos veces ministro por el partido demócrata).
2. En enero de 2007 presté mi apoyo y acción a una veintena de personas que fundaron el partido CISex (Ciudadanos Independientes de Los Santos), 2 concejales en las municipales de mayo de aquel año, 4 concejales en las de 2011, los mismos que perdió el alcalde socialista, que durante dos legislaturas "nos puso a caldo". El CISex, al abstenerse en la votación de investidura propició que el popular Manuel Lavado Barroso, con 5 concejales, accediese a la alcaldía. Sí, ya sé que puede que algún día haya que entonar el arrepentimiento, no sé; pero era necesario por higiene política.
3. Un día, a este antiguo compañero del convento y hoy político lo voy a poner "a caer de un burro" y no me va a pasar nada, pero que nada. Viendo que a Otegui no sólo no le pasó nada, sino que el Estado tiene que indemnizarlo con 20.000 euros por haber cercenado su libertad de expresión condenándolo cuando dijo que "el Rey era el jefe de los torturadores". Y viendo también cómo la alcaldesa de Alsasua le dijo a la guardia civil: "Me cago en vuestra calavera" y lo único que le va a pasar es que tendrá que limpiarse... (Por favor, Jesusín el Pelgar, mándale unas "fueyinas" de aquellas que tú dijiste un día que usabas en el campo como "papel" higiénico; oye, ya mándailas desas rasposas, paver si al tximpiase el culu siaclara lus sesus). Pues viendo eso, está abierta la veda.
Pero tú tranquilo, José Manuel Cuervo, ex-alcalde y senador; era sólo una broma. Ya lo dijo un día JM Martínez en un ripio que me dedicó: (busca y léelo).